FORTEGAVERSO: octubre 2010

miércoles, octubre 27, 2010

EL HORROR DE BERKOFF: ESTACION SALISBURY (EXTRACTO)



El comienzo siempre es igual. En negro. Un destello y luego la luz se va, dejándome con una breve y última instantánea: la imagen de mi cara. Me veo joven, casi un niño: doce, trece, catorce años, no más. Estoy solo, de pie en mitad de un apagón absoluto, encerrado en la casa del tata Héctor. Y a pesar de que conozco cada centímetro del departamento, elevado a tres pisos sobre la calle, en una de las alas de la estación de ferrocarriles de Salisbury, tropiezo torpe con las ordenadas formas de su geografía. Primero, con la mesa de centro, dispuesta siempre con una Biblia encima, abierta en el Libro de los Salmos; después, con los estantes, de pared a pared repletos de Selecciones del Reader’s Digest; finalmente, con las fotografías enmarcadas, todas instantáneas personales: del abuelo y los trenes, del abuelo y la familia, del abuelo y su iglesia, del abuelo y su mundo…
Y de la nada un ruido, apenas perceptible, mínimo pero constante, llamando desde la negrura que se expande fuera de la casa. Me acerco a las ventanas y miro hacia la calle. Allá abajo hay un hombre, de pie a un costado del monolito de la plazoleta Presidente Balmaceda. Viste de negro, con un abrigo largo y peludo, y cubre su cabeza con un sombrero de ala ancha, también negro, que tapa por entero su rostro. El individuo levanta su brazo derecho y me saluda, yo le respondo; entonces comienza a crecer, estirándose como si estuviera hecho de goma. No tarda en superar el tamaño del edificio, más que grande es largo. Escucho mi corazón, late desbocado, fuerte, parece el motor de un automóvil o de una nave aérea. Veo al hombre de plástico, está frente a la ventana y, aunque no puedo distinguir sus ojos, sé que también me está mirando. Se acerca y me extiende una mano izquierda pálida y huesuda, con dedos desproporcionadamente largos, terminados en uñas afiladas muy sucias, cubiertas de tierra, polvo y ceniza. Luego se quita el sombrero, baja su cabeza y pega su rostro junto a los vidrios. Lo descubro, tengo encima al retrato del monstruo, y es tan horrendo como la primera vez que lo vi. Un muerto vivo cuyos rasgos van cambiando desde que empezó a pasearse por mis sueños, la piel gris, los dientes amarillos, la boca partida al medio. Al principio era una versión seca y podrida de Pablo Clausen, en otra ocasión se parecía mucho a mi madre y una vez imitó incluso la mueca favorita de mi abuelo, torciendo el mentón hacia la derecha. El turno ahora le correspondía a Juan José Birchmeyer, uno de mis mejores amigos, el primero que envidié, que odié y que finalmente traicioné. Juanjo, el segundo niño de la historia, el más importante de todos, la razón por la cual abordé un tren en Santiago y gasté una noche de mi vida regresando a mi pueblo natal, el mismo lugar al que alguna vez juré nunca volver.
–Disculpe, estamos a doce minutos de la estación –me habló el rostro de una mujer, y no supe si fue ella o la pesadilla lo que me trajo de regreso al mundo real.
Era delgada, casi huesuda, de dientes chuecos y separados. Salté asustado, no porque fuera fea, ni mucho menos, sino por lo inesperado de su aparición. Cero ortodoncia y mucho cigarrillo, pensé mientras sentía su aliento de fumadora obsesiva y pésimo trabajo. Me sonrió y volvió a excusarse, esta vez por no haberme ofrecido desayuno.
–Preferí dejarlo dormir un ratito más, se veía muy cansado –explicó. De inmediato mordió sus labios y torció un ademán a medio camino entre simpatía y timidez–: Usted es Martín Martinic, ¿cierto?
–Si –le contesté, mirándola a los ojos.
Se sonrojó
–Podría darme su autógrafo; claro, si no le molesta.
–No, no me molesta, ¿tiene un papel, un lápiz… un algo donde escribir?
Me acercó una pequeña libreta de Hello Kitty y un gastado bolígrafo Bic color rojo, que sacó del bolsillo interior de su chaqueta institucional. Vestía como mala imitación de aeromoza. Le pregunté cómo se llamaba. “Magaly, con igriega final”, respondió ella. Me causó gracia eso de “igriega final”, pero supe disimular, siempre he sido bueno haciéndolo, me he ganado la vida así. Tomé el lápiz y escribí: “Para Magaly, con cariño”, sellando el garabato con mi firma artística. Hacía tiempo que no la usaba, pero hay cosas que nunca se olvidan, como andar en bicicleta o dar un beso. La auxiliar revisó su autógrafo y luego volvió a clavar sus ojos en mi cara.
–No se enoje –insistió–, pero podría darme otro para mi hija, si no fuera mucha molestia.
–No, no me enojo y no es ninguna molestia. ¿Cómo se llama su hija?
–Igual que yo, Magaly.
–¿Con igriega final?
–Sí, con igriega final.
–Entonces para Magaly, hija de Magaly, la del tren –escribí en voz alta.
Ella tomó su libreta y arqueó sus cejas.
–Debería volver a las comedias, lo hacía bien, sabe –comentó sin levantar la mirada del segundo autógrafo.
–Gracias, pero no depende de uno.
–Siempre depende de uno, motívese. Con mi niña somos sus más fieles admiradoras. Ella tiene fotos suyas pegadas por todas partes, recortaba todas las revistas donde aparecía, en serio –recalcó–. Vimos Román Calvo sólo por usted.

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lunes, octubre 25, 2010

CHIL3: LA LIGA DE LA JUSTICIA (ACTUALIZADO)


5 de noviembre de 2010, 19:00 hr, FILSA. La historia chilena comenzará a desmoronarse bajo su propio peso, como una ballena seca, cayéndose a terrones. Consigue un tomo de CHIL3, Relación del Reyno, el libro que explota en tus manos. By Baradit




Y finalmente con el libro en la cara (anoche). Efecto espejo, reverso, por la webcam o como se llame del MacBook. Choro que se vea así.

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domingo, octubre 24, 2010

AMERICA EN "1899" (Versión 2)

Mapa por Carlos Eulefi

Si aun no sabe que es 1899, haga clic.

  • Norteamérica o Estados Unidos de Norteamérica y México (E.E.U.U.M.X./ U.S.A.M.X.): La anexión de los territorios comenzó en 1884, cuando el imperio británico cedió a Washington los territorios de Canadá y Nueva Inglaterra y la posterior compra de Groenlandia a Dinamarca. La creación de este bloque geopolítico gatilló conflictos entre México y Estados Unidos que detonaron la guerra de los 10 días en julio de 1895, que terminó con el bombardeo Metahullano y la destrucción de Ciudad de México y la posterior unión de este estado bajo el dominio estadounidense. Cuba, el Caribe y Centroamérica firmaron el tratado de traspaso de soberanía en 1901 y cinco años después fue oficializado el nombre de Norteamérica para todo el territorio. La capital del imperio sigue siendo Washington DC. Se extiende desde Alaska hasta el límite de Nicaragua con Costa Rica, incluyendo Cuba y todo el Caribe.
  • Republicas Bolivarianas o Bolívar: unión federal fundada en 1882, tras la victoria de Chile en la guerra contra Perú y Bolivia. Conformada por Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica y Venezuela, fue organizada para evitar la posible expansión imperialista de Chile. Previo a la década de 1940 sus relaciones con el estado vecino fueron tensas pero sin llegar a la beligerancia, hecho que cambió radicalmente cuando el gobierno bolivariano se unió al III Reich. La capital es Caracas, rebautizada tras su remodelación de 1901 como Ciudad Bolívar. Hasta el 11 de septiembre 1891 cada estado miembro mantenía su autonomía, funcionando a partir de esa fecha como un solo país. En 1941 se unieron al Eje conformado por la Prusia Imperial y Niponia. A partir de 1942, el nombre oficial de la nación cambio a Bolívar. Limita al norte con Nicaragua y al sur con Peru y Brasil,
  • Estados Unidos de Brasil: la guerra civil de 1872 dividió al Imperio del Brasil en Brasilia del Norte y Brasilia del Sur, situación que se mantuvo hasta 1887 cuando se establecieron en sus fronteras las Repúblicas Bolivarianas (hoy Bolivar) y la Confederación Patagónica (hoy Andinia). Se inició así el proyecto Amazonia que pretendía unir ambas Brasilias en un solo estado, lo que finalmente se concretaría en los Estados Unidos de Brasil ante la negación de las Brasilias de perder su independencia. Funcionan como estados separados pero con administración ejecutiva común. Son neutrales ante cualquier conflicto que pueda surgir en Latinoamérica.
  • Confederación Patagónica o Andinia: resultado directo de la victoria en la guerra de 1879. Tras la anexión de Perú y Bolivia al territorio chileno, los gobiernos de Montevideo, Buenos Aires y Santiago se alinearon ante la formación de las Repúblicas Bolivarianas, impulsando un gobierno conjunto en dos administraciones, la Pacífica con capital en Santiago y la Atlántica con sede en Buenos Aires. En 1905, el tratado de revisión del pacto terminó con la anexión definitiva de Chile, Perú, Bolivia, Paraguay, Uruguay y Argentina en una sola nación llamada Andinia. La nueva capital conjunta, urbe modelo bautizada como Ciudad de los Cesares, fue levantada en una isla artificial en medio del lago Llanquihue y terminada en 1938.

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sábado, octubre 23, 2010

MOCHA DICK: LA PORTADA, PRIMERAS PAGINAS DEL GUION


PAG 1 MOCHA DICK - MARTINEZ/ORTEGA

  1. VIÑETA
    Secuencia alegórica, épica, fantasía heroica, como prólogo de “El Señor de los Anillos”. Guerreros incas con lanzas (no deben ser realistas, sino exagerados) con armaduras de oro y armas resplandecientes. Están como listos para una batalla. Tras ellos el sol es uno más de la escena. Están en la parte alta de un monte, como observando hacia un valle, a sus adversarios. Al centro de la imagen hay un REY INCA que claramente destaca del resto, lleva una corona o un casco, casi una especie de Sauron.

    CARTUCHO
    ESTABAN LOS HIJOS DEL SOL

  2. VIÑETA
    Mapuches guerreros, a lo Conan (ojo esto es alegoría no real, como intro de “Hellboy” o “Anillos”). Están desnudos, salvo por un taparrabos. Llevan boleadoras y lanzas, también grandes varas con hachas de piedra, muy de imaginación paleolítica. Sus rostros están manchados de negro, pintados y al centro esta un CACIQUE GUERRERO. Destaca del resto porque lleva una capa de cuero de foca, de hecho en su hombro derecho esta la cabeza de la foca, y algo parecido a una corona, es muy importante el detalle de la “corona”, pueden ser plantas de canelo entrelazadas, con detalles algo de plata.

    CARTUCHO
    ESTABAN LOS HIJOS DE LA TIERRA

  3. VIÑETA
    Una gran batalla entre Incas y Mapuches, todo muy mítico. Lanzas de oro contra varas de madera y boleadoras. En primer plano el REY INCA lucha contra el CACIQUE

    CARTUCHO
    Y EL SOL QUERIA APODERARSE DE LA TIERRA

  4. VIÑETA
    El CACIQUE entierra su lanza de madera en el REY INCA, que yace a sus pies. Guerreros de ambos lados contemplan con espanto. Es una imagen muy potente. Los mapuches han derrotado al Inca.

    CARTUCHO
    PERO FUE LA TIERRA LA QUE FINALMENTE SE LEVANTO EN VICTORIA

PAG 2 MOCHA DICK - MARTINEZ/ORTEGA

  1. VIÑETA
    Horrorizados y espantados, los Incas escapan, corren hacia el punto de vista (el lector), ya no tienen la gallardía de la primera viñeta, algunos son pisoteados por sus propios compañeros, todo es caos.

  2. VIÑETA
    EL CACIQUE ante sus victoriosos guerreros levanta la cabeza del REY INCA. La ha arrancado del cuerpo, la cabeza chorrea sangre, el cuchillo de piedra (o hacha) del CACIQUE también chorrea sangre. Los mapuches gritan y están felices por la victoria.

    CARTUCHO
    AUNQUE A VECES….


  3. VIÑETA
    En su huída un JOVEN GUERRERO INCA resbala y cae junto al tronco de un arbol en el cual esta clavada una reluciente lanza incaica que brilla al sol en sus formas de oro. Inesperadamente hay una última oportunidad para cobrarse de la imaginación sufrida.

  4. VIÑETA
    Plano detalle, el JOVEN GUERRERO INCA levanta la cabeza y ve la lanza clavada en el tronco. La lanza está en primer plano, atrás y algo difuminado, el muchacho.

  5. VIÑETA
    Las manos del JOVEN GUERRERO INCA se enroscan alrededor del báculo de la lanza de oro. Primerísimo plano. Esta sacando el arma de su prisión.

  6. VIÑETA
    Primerísimo plano, close up. La hoja de la lanza sale del tronco. Vemos el filo, este destella.

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sábado, octubre 16, 2010

DIA 42... ASI COMIENZA




Primer capítulo de algo que viene. Eso no más.


Y OCURRIO el fin del mundo, pero no fue como todos decían, o creían, porque el fin del mundo sólo sucedió en el fin del mundo. Miro las caras de mis hijos y en su miedo se refleja lo que tenemos enfrente. Los resplandores, la oscuridad, el horror, el olor. El olor, ese olor. Todo tal cual nos imaginamos pero jamás creímos. Eso está cerca, eso viene hacia nosotros. Abrazo a mis pequeños y siento como tiemblan, no era el trato, no se suponía que los niños la pasaran mal. Recorro las costras de sus codos, los rasguños en sus caras, las líneas dibujadas por lágrimas sucias. ¿Hicimos algo mal o simplemente nos tocó la mala fortuna de estar vivos en el instante en que sonaran las trompetas? Las trompetas, esas prometidas trompetas que finalmente nadie escuchó.

–Quiero a mi mamá –llora Matías, el más chico de los dos.

–Tranquilo –lo estrecho contra mi cuerpo, sin despegar la visto de lo que avanza en la noche.

–¿Va a volver la mamá? –me pregunta entre sollozos.

Y no me queda más que mentirle.

Martita, su hermana, mi hija mayor, sabe que lo que acabo de decir es una mentira. Y me sonríe, no es necesario seguir llorando.

Nos abrazamos y sentimos el temblor.

En el fuego arderás, recuerdo...

Y no aguanto las ganas de reír.

Me río.

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jueves, octubre 14, 2010

DINO BONSAI Y SUS AMIGOS SE PRESENTA ESTE SABADO



Este sábado 16 de octubre a las 16:00 en el Centro Cultural de España se presenta "Cuentos Chilenos de Ci-Fi"(Norma), junto a algunos ilustres colegas conversaremos con el frik de Salfate, veamos que sale. Y como soy generoso, acá un extracto de DINO BONSAI, el cuento con el cual coopero en este librito, algo así como un teaser para que se entusiasmen (ojalá).
P.D. Y a las 19, en el mismo lugar, radioteatro/puesta en esecena de SETENTA Y SIETE, mi relato de Zombies incluido en el libro hermano, "Cuentos Chilenos de Terror" (Norma), editado en mayo.


DINO BONSAI

La tarea era sencilla, de cuento infantil. Mi abuelo estaba de cumpleaños y de regalo nos pidió un nuevo dinosaurio; mamá lo compró (los bonsái son cada vez son más baratos y fáciles de conseguir) y yo quedé de ir a dejárselo a Santiago. Le avisamos que el viernes en la tarde iba a estar por allá, prometió esperarme con té y galletas oblea sabor vainilla. Tres horas de ida, una hasta el hogar que comparte con otros cien viejos, sesenta minutos extra de conversa, otros de regreso a la estación y tres horas de vuelta a mi calle, nada que debiera tomarme más de un día.
No fue así.
El bonsái era un brachiosaurio de quince centímetros de alto y poco más de veinte de largo. Por cuatro años el abuelo tuvo un iguanodonte, que aplastó por accidente el día en que el bicho salió de su caja y trató de llegar al baño para tomar agua, por eso a la hora de pedir una nueva mascota prefirió un brachiosaurio. Los saurópodos de cuello largo no sólo son más resistentes (y caros), también más tranquilos (y caros), pero eso; como ya adelanté, no fue lo complicado, sino cuando Hualet se enteró de que iba a la capital y decidió cobrarme un par de deudas. Moraleja: nunca acostarse con la hermana menor de un cacique dealer de diecisiete años, menos fallarle en un negocio. En resumen: mi nombre es Aliro, el próximo mes cumplo dieciseis y vivo con mi madre en una de las tantas calles excavadas en las laderas de la cordillera de la costa. Nos mudamos allá hace casi una década, para el mensaje, cuando la histeria global le ganó a la lógica local.
Lo venían diciendo hace rato, que los incendios habían crecido tanto que pronto iba a nevar cenizas sobre las casas; tenían razón, esta mañana el techo de la mía (y el de todas las de los vecinos) amaneció cubierta de una delgada capa de polvo gris, casi plateado, que sabía reflejar los pocos destellos de sol que lograban colarse entre los jirones del humo.
Seis treinta de la mañana, abrí la puerta, recogí el periódico y miré las quemas que dominaban por completo el horizonte, aún hay gente que se esfuerza en mantenerlas, piensan que de esa forma les haremos creer que este mundo está vacío, deshabitado, tapado por vapores. Pero ya han pasado más de diez años y nada ha sucedido, de a poco la vida va volviendo a la normalidad y cada vez son más los que creen que nos equivocamos con lo del mensaje. Puede haber sido un error de traducción, sostienen, después de todo en ninguna escuela nos enseñaron a hablar extraterrestre.
Mamá estaba durmiendo, anoche se acostó tarde, tenía trabajo pendiente. Es asistente a distancia, empezó trabajando para bufetes de abogados e ingenieros de China e India y después pasó a la industria del entretenimiento, desde hace cuatro años redacta las versiones finales de los guiones para películas y series de los estudios más importantes de Hollywood (o de lo que hoy se hace llamar Hollywood). Al principio sólo hacía lo que le pedían, luego empezó a meter mano, me decía que las historias eran tan malas que le resultaba imposible dejar pasar tanto error. Ha escrito escenas, cambiado finales e improvisado diálogos sin que nadie lo sepa, con orgullo puedo decir que mamá es guionista no acreditada en siete de las diez películas más taquilleras de las últimas temporadas. Puro talento aunque ella no se da cuenta, tal vez sea mejor así. Dejé que siguiera durmiendo, pegué una nota en el refrigerador, me comí una galleta de pasas y avena remojada en cocacola dietética y le llevé una hoja de eucalipto al dinosaurio. El brachiosaurio levantó el cuello, emitió un silbido profundo y comenzó a masticar. Hay que tener cuidado al alimentar a los de cuello largo, si es un brachiosaurido deben colgarse las platas desde lo más alto posible; si es un diplodocido en el suelo, de lo contrario es muy fácil que se quiebren las vértebras...

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viernes, octubre 08, 2010

CHIL3: LA REFUNDACION DEL REINO


LA PESADILLA DE UN TERRITORIO INVENTADO

¿O’Higgins muerto de viruela a los nueve años? ¿Prat vencedor del combate naval de Iquique gracias a una tecnología imposible? ¿La virgen del San Cristóbal convertida en una antena que emite mensajes cifrados? ¿Y si algo hubiese salido del subterráneo de la Escuela Militar para definir el golpe de 1973? ¿Si alienígenas aterrizaran frente a La Moneda, si Godzilla entrase a la bahía de Valparaíso? ¿Fue el teniente Bello un viajero en el tiempo?

Este es un volumen que explora, en clave delirante, las posibilidades narrativas de nuestra historia como país fabricado.Más de veinte autores nacionales y extranjeros se reunieron en torno a CHIL3 , un libro de fragmentos como la propia memoria lo es. Demente y erróneo a la manera del volumen de historia más respetado: próceres que nunca lo fueron, batallas inexistentes, nombres impuestos y pueblos desvanecidos. Un territorio con su memoria injertada a punta de pistola.

LANZAMIENTO, Viernes 5 de noviembre.

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jueves, octubre 07, 2010

EL NOBEL DE SUPER MARIO EN UNA SOLA RAZON/IMAGEN


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miércoles, octubre 06, 2010

17 PORTADAS DE "EL HOMBRE EN EL CASTILLO" DE K. DICK


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RETROFUTURO: RADIO OF THE FUTURE (1942)


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ZERO HISTORY DE WILLIAM GIBSON, POR RODRIGO FRESAN



UNO Abran los cuadernos, saquen sus lápices y tomen nota de la nueva palabra del día: apofenia. El término fue estrenado por un tal Klaus Conrad en 1959 y define a “la espontánea percepción de significados y conexiones entre cosas sin relación alguna” resultando en “experiencias concretas de otorgar sentido de manera no del todo normal a lo que no suele tenerlo” (conducta que bien podría describir a lo que sucede cada semana en mis contratapas) y cuyo uso en exceso puede llevar a esa zona crepuscular donde se “confunde el límite entre la creatividad y la psicosis” (síntoma que en más de una ocasión también puede describir lo que sucede cada semana en mis contratapas). Pero, en realidad, de lo que quiero hablar hoy es de Zero History, la última y flamante novela de William Gibson.

DOS Las novelas del norteamericano William Gibson (South Carolina, 1948) son decididamente apofénicas. Y provocan la apofenia en su lector. No tanto las primeras y futuristas y ciberespaciales (Gibson se hizo instantáneamente célebre en 1984 con la adelantada y fundacional Neuromancer), sino las tres últimas Pattern Recognition (del 2003, traducida como Mundo espejo), Spook Country (2007, País de espías) y la ya mencionada Zero History (2010, todavía sin traducción), componiendo lo que ya se conoce como la Trilogía Bigend. Las tres transcurriendo en un presente apenas acelerado y como descripto desde otro ángulo donde marcas, productos y consumos varios funcionan como hitos y efemérides. Como Historia. Aquí, ahí y ahora, Gibson –como en su momento lo hicieron y supieron Philip K. Dick y J. G. Ballard– tiene la astucia de dejar de mirar hacia adelante para, mejor, mirar hacia los costados de la paranoia, las alturas de la conspiración y los subterráneos de la resistencia. “Todo lo que en realidad tenemos cuando simulamos escribir sobre el mañana es ese momento en el que estamos escribiendo... Lo que a mí me interesa es la versión libremente alucinada del presente o del ayer inmediato”, declaró en su momento Gibson para justificar su adiós a lo que vendrá o a lo que vendría. Pero la prosa de Gibson no tiene la económica claridad cromada de la de Ballard (sus frases son, a menudo, aforísticamente crípticas como las de Don DeLillo y su ritmo pasa del rat-tat-tat de James Ellroy a los giros centrífugos de Thomas Pynchon) ni sus tramas el humor enloquecido y perdedor de Dick (Gibson se sabe un visionario ganador y certificado desde el principio y, por momentos, se tiene la irritante impresión de estar escuchando a alguien que seguramente es gurú de Bono y de otros estudiantes aventajados de mesianismo). De hecho, es más bien fácil perderse en sus tramas, confundir personajes y líneas argumentales (lo que seguramente excita a los adictos al desoriente de Matrix, de Lost y de la muy gibsoniana Inception), perder la paciencia ante su compulsivo exhibicionismo tecno-existencial... Pero aun así se prospera y se avanza en su lectura –y se soporta a sus personajes robotizados sin nada de la tristeza zombie de las criaturas de Bret Easton Ellis– porque lo que entusiasma y seduce en las ficciones no-ficciones de Gibson es el ambiente. La escenografía, el aire acondicionado en que se calientan y calientan sus ideas, el modo en que esto encaja con aquello vaya uno a saber cómo y vaya uno a saber cómo Gibson lo sabe. Apofenia, que le dicen.

TRES Y las novelas de la Trilogía Bigend –el apellido tiene que ver con la sinuosa figura del alguna vez adicto a sustancias peligrosas y magnate belga Hubertus Bigend, dueño de la agencia de publicidad y diagnóstico Blue Ant– son, también, novelas productivas. Novelas sobre la vida secreta de los productos y sobre lo que éstos producen en nuestras vidas públicas y privadas con Hubertus Bigend como guardián de los portales que separan al comercialismo feroz del genio underground. Hubertus Bigend –-cuyo apellido es tan fácil de descomponer y desarmar en un Big end o gran fin o final– ejerciendo de Papa viral del Dios Marketing. Así, Zero History se concentra en el vínculo bizarro entre la industria de la moda y el diseño de uniformes militares y una nueva variedad de género denim del que puede llegar a resultar el jean perfecto. Y la idea es tan genial como freak: sabiendo que los uniformes militares acaban influyendo en la alta costura y el vestuario pop, Bigend se propone copar los contratos para uniformes militares y dárselos a modistos de avanzada y, así, saltarse un paso y, literalmente, tomar por asalto las pasarelas. “Habiendo creado buena parte de lo más hot y masculino desde mediados del siglo pasado, de pronto los militares se descubrían compitiendo contra su propio producto histórico reciclado como ropa sport. Necesitaban ayuda”, postulan Gibson & Bigend. Mientras tanto y hasta entonces, pía el Twitter, suena el iPhone, planta cara el FaceBook, los cool-hunters (hombres y mujeres extremadamente sensibles al potencial económico de logotipos y modelos) salen de cacería, y a no olvidar esa leyenda urbana recordada por uno de los reseñistas de Zero History. Aquel mito oral que hablaba del Department of Homeland Security de los Estados Unidos convocando de urgencia –días después de aquel 11 de septiembre de 2001– a un puñado de los mejores escritores de ciencia ficción para que le explicaran al presidente y allegados por qué había pasado lo que pasó y qué pasaría pasado mañana y cómo hacer para que se les pasara ese apofénico dolor de cabeza decapitada. ¿Qué habría dicho Gibson en ese supuesto cónclave top secret y sci-fi? Seguramente algo así como “lean la novela que ahora mismo me voy a poner a escribir”.


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756 CANCIONES PARA HACER LA VIDA UN POCO MEJOR



COMING BACK TO LIFE, de Leonard Cohen, por Martin. L. Gore

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EL ETERNAUTA OESTERHELD


EL DESAPARECIDO HGO
por Manuel Rivas


Un caso estremecedor de aniquilamiento de una familia de gente progresista, de artistas. Entre 1976 y 1978, los militares de la tétrica dictadura argentina persiguierion, secuestraron, torturaron y asesinaron a Héctor Germán Oesterheld –el fantástico guionista de ‘El eternauta’, un personaje que creó escuela y ya es todo un clásico del cómic– y sus cuatro hijas. ‘El eternauta’ fue su gran creación premonitoria del horror.

En el lenguaje de El Eternauta, Héctor Germán Oesterheld (HGO) cumple ahora 87 años. Hijo de padre alemán judío y de madre vasco-española, HGO nació en Buenos Aires el 23 de julio de 1919. No hay fecha para su muerte. En la historia dramática de la humanidad, tal vez el eufemismo más terrible es el de "desaparecido". El dictador argentino Videla es autor del siguiente aforismo: "No están vivos ni muertos; están desaparecidos". HGO es un desaparecido. El número 7.546 (en la lista Conade, Comisión Nacional de Desaparecidos). Se sabe que en la Nochebuena de 1977, sus captores le dejaron cinco minutos de visión, sin capucha, que saludó uno por uno a sus compañeros de cautiverio y que cantó con un joven detenido-desaparecido la canción Fiesta de Joan Manuel Serrat. De forma premeditada, sus hijas también fueron hechas desaparecer, por este orden: Beatriz (19 años), Diana (23), Estela (24) y Marina (18). HGO es uno de los más extraordinarios creadores de aventuras del siglo XX. Cambió el perfil del héroe. El Eternauta, su principal creación, una estremecedora ficción premonitoria, atraviesa las fronteras políticas y de los géneros literarios y se erige en un clásico para mayor número de lectores cada día. Una obra homérica del cómic que interpela al género humano.

Lo dijo El Negro

"Después de leer a Oesterheld ya no admitiríamos leer cualquier cosa". No lo dijo cualquier crítico boludo en un rapto magnánimo. Lo dijo El Negro. Lo dijo Roberto Fontanarrosa. Respetado por cualquier barra, canallas o bostas, y en cualquier cancha de fútbol o literatura. Incluso al fondo y a la izquierda, en cualquier redacción, donde se suelen sentar los censores. Y los cínicos. Eso lo dijo Enrique Medina, lo del lugar donde se sientan los censores. Tuvo el valor de ir allí, a la oficina de censura, justo antes del golpe, a preguntar por su libro Las hienas, qué puntería. Y después recibió una llamada de teléfono: "¡Sos boleta!". Qué manía con los eufemismos. El miedo que meten los eufemismos. Mejor que te digan: "Se te ha acabado el permiso del enterrador". Bueno, a lo que íbamos. Hay dos factorías maravillosas en la historia de Argentina: el fútbol y la historieta. El Negro Fontanarrosa era un experto en ambas. Creo que el mejor cuento de fútbol que leí fue la historia de Cardaña, el número 5 del Peñarol, primero apodado El Hombre y más tarde, con mayor precisión, El Hombre de Neanderthal. Cardaña, bruto y sentimental, va a visitar por caridad al hospital a un niño en estado grave y aquel hincha botija, con los días contados, recibe al ídolo como se merece: "¡Hijos de puta! ¿Cómo pueden perder con esos chotos del Nacional?". Así era El Negro escribiendo. No cedía ni un centímetro. Ni una lágrima gratis. Fue él quien vino a decir: "Y después de Oesterheld, ¿qué?".

Escribir como un loco

Cuando estudiaba geología en la universidad, ya trabajaba de corrector y escribía historias como un loco. Cuando trabajaba como especialista en "oro y platino" para el Banco de Crédito Industrial de la República Argentina, hacía notas de divulgación y escribía historias como un loco. Cuando andaba por los montes y las llanuras como un Robinsón Crusoe escribía historias como un loco. Le ofrecieron trabajar en Pato Donald y aceptó, porque no era un apocalíptico de la cultura y lo que le gustaba era escribir historias como un loco. Y escribió literatura infantil, mucha con el seudónimo de Sánchez Puyol. Fue un tiempo de esplendor para el género en la Argentina de los años cuarenta y cincuenta, con Gatitos y Bolsillitos. Le gustaba escribir para la infancia. "Siempre al bebito se le trata como tonto". Sería también una edad de oro para la historieta argentina, cuando fundó con su hermano Jorge la editorial Frontera y con dos publicaciones periódicas que harían historia. Hora Certo y Frontera rondaban los 100.000 ejemplares. ¿Y qué hacía HGO metido en la industria cultural? Escribir como un loco. En treinta años, los guiones para al menos 150 series de historietas en los que colaboró con medio centenar de dibujantes. Siempre prolífico y exigente. ¿Por qué eligió la historieta? ¿Podía haber sido un gran escritor? Es muy enriquecedor hablar con Martín Mórtola y Fernando Oesterheld, sus nietos. "Quería romper ese dilema tramposo de alta y baja cultura. No tenía prejuicios elitistas. Quería llegar a la gente y no lo consideraba incompatible con la calidad. Ésa es otra de las lecciones de El Eternauta, una obra de vanguardia que llegó a la gente, una gran aventura, y una literatura extraordinaria". Guillermo Saccomanno, en Escritura y memoria, plantea un sugerente paralelismo: "Si el Martín Fierro, un poema criollo y popular, pudo plantarse como la gran novela fundadora de nuestra literatura, ¿por qué no tirar de la cuerda y afirmar lo mismo de esta historieta que se llamó El Eternauta?". Borges estaba cautivado por el universo Oesterheld. Además, HGO era un extraordinario suministrador de ciencia-ficción… Y no tan de ficción. "Leía las revistas científicas más avanzadas de todo el mundo", recuerda Elsa Sánchez, su mujer. Llenó Argentina, y otros países, de gente interesante. Ray Kilt, Sargento Kira, Indio Suárez, Bull Rocket, Ernie Pike, Ticonderoga, Randall the Killer, Sherlok Time… Y el grupo, el héroe colectivo, de El Eternauta. Cuando pasó a la clandestinidad, y se sabía perseguido por Los Ellos, ¿qué hacía Oesterheld? "Escribir como un loco". Lo cazaron, lo hicieron desaparecer, lo chuparon. ¿Qué hacía Oesterheld? Ana María Caruso, desde el cautiverio del centro clandestino de detención llamado Sheraton, consigue escribir una carta que figura en el informe Nunca Más de la Comisión Nacional de Desaparecidos: "Ahora está con nosotros El Viejo, que es el autor de El Eternauta y El Sargento Kirk. ¿Se acuerdan? El pobre viejo se pasa el día escribiendo historietas que hasta ahora nadie tiene intenciones de publicarle". Escribía como un loco.

Barro en los borceguíes

Nadie que haya leído El Eternauta admitiría leer después cualquier cosa. Le habrá cambiado la mirada. Es una de esas obras que responden a la demanda de Kafka, la de "morder en la estupidez". O a la de Cioran: "Un libro ha de ser un peligro".

Resto del artículo aquí.

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PRONTO... EL NOMBRE DEL PAIS SERA CHIL3



Tomen materiales ad-hoc: un libro antiguo muy gastado comprado en los puestos de libros usados detrás de la Iglesia de Los Sacramentinos (adquirido el día en que con Daniel Villalobos, Bernardita Ojeda, Miguel Ferrada y Baradit se levantaron muy temprano para recorrer iglesias emblemáticas de Santiago y conocer algunos de sus misterios). Tómese una buena fotografía de un pergamino antiguo y un free resource de maderas. Búsquese unos tornillos y listo, ármese su propia portada de CHIL3, Baradit+Bisama+Ortega+Wilson.
La historia es nuestra y la hacen los pueblos.
El concepto detrás es presentar un libro apócrifo, un libro que no debería ser, crucificado con tornillos a la madera de alguna empalizada, expuesto al escarnio público. Un libro que es un aborto. Un error de algún imprentero que hizo la combinación exacta para producir un texto que produce enfermedad.
Una portada dentro de una portada, un libro dentro de otro libro, un sueño dentro de un sueño.
La historia es nuestra y la hacen los pueblos.






UNETE A UCRONIACHILE

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RETROFUTURO: GMC FUTURLINER (1950)


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