CASINO ROYALE POR UN EXPERTO
Donovan Mayne-Nicholls es la persona que más sabe de Bond que conozco. Es también una autoridad en materia de rock progresivo y tiene una colección envidiable de discos, DVDs y otras tonteras maravillosas. Donovan es un teórico de 007 y esto escribió al respecto en el sitio amigo Civil Cinema.
Un nuevo comienzo
James Bond es un fenómeno cinematográfico curioso. Desde las primeras reseñas de Dr No (Terence Young, 1962) en la prensa británica, la crítica ha visto en la serie un blanco fácil, quejándose alternadamente de que nada queda del original literario creado por Ian Fleming para luego desdeñar los vestigios de dicho original como anacrónicos e irrelevantes.
No es la primera vez que tenemos un Bond back-to-basics en respuesta a los excesos cometidos en nombre de la taquilla. A la desmesurada Sólo se vive dos veces (Lewis Gilbert, 1967), le siguió la sublime Al servicio de Su Majestad (Peter Hunt, 1969), una riesgosa apuesta por humanizar al personaje. Una década después, la dispar Moonraker (Gilbert, 1979) dio paso al mejor de los Bond post-sesentas, Sólo para tus ojos (John Glen, 1981). La crítica elogió a la primera y pasó por alto el hecho de que la segunda ofrecía precisamente aquello que decían extrañar en las entregas más recientes: una trama seria de espionaje despojada de tecnología de adorno. Similarmente, Otro día para morir (Lee Tamahori, 2002) llevó a la serie a los límites de la ciencia ficción. Esta vez había que partir de cero y eso exigía cambiar de actor y la elección no pudo haber sido más inspirada. Después de un año de campaña de desprestigio por parte de los benditos medios de comunicación, es casi imposible enfrentar el debut de Daniel Craig con imparcialidad. Y esto hace aún más evidentes sus logros. Habiendo sido fichado por su actuación en Layer Cake, se esperaría que Craig repitiese la misma fórmula. Craig no sólo se perfila exitosamente en su debut, sino que posee un rango histriónico a la altura del arco que el personaje experimenta a lo largo de la historia. Previos intentos de explorar esta vena han fallado por causa de las limitaciones del intérprete (George Lazenby en Al servicio de Su Majestad, Pierce Brosnan en El mundo no basta [Michael Apted, 1999]).
Casino Royale no es una protosecuela en el sentido estricto del término. Tampoco lo es en el sentido hollywoodense de más de lo mismo, pero antes (Episodios I-III). Si bien la película ignora los acontecimientos de las veinte entregas que la preceden, Casino Royale es la vigésimo primera película de la serie y será percibida como tal. Resulta entonces aún más osada la apuesta de los Broccoli de volver a los orígenes literarios del personaje. El Bond cinematográfico nunca partió de dichos orígenes, sino de una fórmula depurada tras varias novelas. La novela original, publicada en 1953, precede dicha fórmula y es una agradable sorpresa ver cómo el guión de los habitués Purvis y Wade (con revisiones de Paul Haggis) respeta e incluso mejora los ingredientes de la novela. La premisa es simple: Bond es enviado a impedir que el villano Le Chiffre (Mads Mikkelsen) recupere dineros mal invertidos en una partida de cartas. En esta partida, Bond se juega el orgullo y Le Chiffre la vida. Mikkelsen (Rey Arturo) confiere una dualidad poco habitual a un papel menor: el hombre tiene la soga al cuello mas debe fingir que va ganando. El bluff no se limita al Salon Privé del casino: Bond finge ser quien no es y cuando arriesga mostrar su mano termina perdiendo algo más que el dinero apostado.
Hay ciertos requisitos que no pueden faltar que el primer tercio de la cinta expande y en cierta medida rellena con concesiones para el público de multicines. Hay dos extensas secuencias de acción hábilmente integradas a la trama principal. El trasladar dichas secuencias a la primera mitad de la película termina siendo un punto a favor, ya que cansan menos que como acto final de la historia. Aún así, se podría haber aplicado más tijera en estas escenas sin perjuicio del producto final. De hecho, la película podría haber sido perfecta de no ser por estas concesiones. Por una vez en mucho tiempo, el prólogo es exactamente lo que debería ser y no una mini-película dentro de la película. Una vez que entramos de lleno a la fuente literaria, Casino Royale adquiere un lustre casi inédito en la oferta de cine de acción actual. Es precisamente en los elementos que difieren de la receta donde la cinta se vuelve más fuerte, sobre todo en el romance entre Bond y Vesper, (Eva Green, Cruzada) y la vuelta de tuerca final. La película posee la rara cualidad de ser atractiva para ambos sexos, lo que podría explicar que haya sobrepasado las expectativas de recaudación considerando la ausencia de Brosnan, mal que mal el Bond más popular después de Connery.
Casino Royale se beneficia enormemente del regreso del neozelandés Martin Campbell, responsable de refundar la serie con Goldeneye (1995), Campbell es capaz de sacarle el jugo al más trillado de los guiones (Límite vertical, 2000) y con esta segunda incursión ha realizado su mejor película hasta la fecha. Campbell y el montajista Stuart Baird (Superman) dosifican bien el cóctel de película de acción pero con trama característico de la serie. Si bien éste es el Bond más largo en 44 años (140 minutos sin los créditos finales), su pacing la hace sentir más corta que las últimas dos entregas. La cinta se toma su tiempo en narrar la historia, pero no cojea. Claramente, Campbell y Baird tienen de antemano bien mapeada la duración (Campbell normalmente filma lo estrictamente necesario, sin despilfarrar en cobertura adicional).
El pie forzado de que la confrontación tenga lugar en la mesa de juego bien podría haberle jugado en contra a la cinta. Por el contrario, la secuencia es un delicioso ejemplo de lo que Hitchcock llamaba cine puro: la narración es absolutamente visual y funciona sin prestar atención al diálogo ni necesidad de que el público esté familiarizado con las reglas del juego (Texas Hold’em Poker en este caso). Campbell dirige como si se tratase de un entrenamiento militar y ese nervio se siente en la pantalla. La segunda unidad de Alexander Witt (Gladiador) está hábilmente integrada al metraje fotografiado por el notable Phil Meheux (The Long Good Friday) sin que se vean las costuras (un problema en entregas anteriores, notablemente en El mundo no basta). Al igual que en Goldeneye, Meheux resalta los elementos de cine negro con colores mudos. La cinta posee una extraño feel de época si bien queda bastante claro que la historia sucede en el presente. Esto le confiere a Casino Royale un estatus auténticamente Bondiano. En realidad, a estas alturas Bond es un género cinematográfico por sí solo. El punto no está en renovar el look de la saga al extremo de que visualmente cueste identificar el producto como parte de un canon (El mañana nunca muere, Roger Spottiswoode, 1997), sino en continuar un estilo visual distintivo. Hay también algo de antaño en salir del cine habiendo disfrutado un par de horas de entretención liviana sin sentirse estafado (Misión Iimposible III). Con suerte, el éxito de la cinta hará que los productores cumplan su promesa de una trilogía con arco dramático.
4 Comentarios:
No comparto gran parte del comentario que, tras un parafernálico uso de vocabulario técnico -al parecer un claro intento de disuación ante cualquier opinión adversa-, no hace más que hablar siempre de lo mismo.
Detalles técnicos más, detalles técnicos menos, no responde a las inquietudes del seguidor medio de la saga Bond.
Quien necesita citar tanto director, continuista, etc., no hace más que suplir la falta de argumento de fondo... es como hacer un discurso a punta de citas, debido a la falta de ideas propias (o al menos de la confianza propia en ellas).
El tema es claro... una protosecuela debería, al menos habiendo 20 películas, respetar ciertos canónes mínimos:
1.- Bond y su doble 00 nacen en la época de la guerra fría, con todo el contexto que ello implica... mundo machista (sin M mujer), sin una "República Checa", sin la estética postmodernista... qué transición la de Golden Eye... sin comentarios....
2.- Habiendo habido varios Felix Laiter, desde la época de Dr. No, cómo nos quieren hacer pensar que, originalmente, este agente de la CIA era... de color.
3.- Bond puede estarse formando como personaje... pero estudió en Eaton... no tiene que aprender modales sofisticados. Tanto en los libros, como en las películas, lo que queda claro es que la búsqueda del origen del personaje es a través de una mezcla entre un hombre rudo pero que, si la ocasión lo amerita, puede sentir miedo... y no reirse cuando le están dando como tambor en fiesta en sus genitales, etc. etc.
Sorry por no argumentar citando hasta la persona que estuvo a cargo del entrenamiento de los cocodrilos en Live and Let Die... pero dos comentarios finales:
a) Que esta persona sea calificada por mi colega Ortega como "la persona que más sabe de Bond que conozco" no implica que sea un buen crítico o, al menos, una persona que se maneje en el tema.
b) Fui a ver a un nuevo Bond y me encontré con una nueva versión de Rambo.
sí Gato, pero Rambo es Rambo y Bond es Bond.
a Brosnan le duelen los golpes, al parecer a este que le claven un clavo de 5 pulgadas no.
a eso se refiere Morales con Nuevo Rambo.
Y en una saga de 20 películas hay determinada continuidad, independiente a que puedan originarse nuevos ordenes como en los comics, no me vengas con defensas pencas.
hablé personalmente con Morales, la película la encontró entretenida, pero ese... no es Bond.
Y bueno, Villalobos, qué bueno es poder discutir sobre el tema acá en Chile... y como ya lo señaló Calamardo. No critico a Rambo (me gustó muhco la 1). Lo que no me parece es convertir a Bond (flemático, misógino y diestro en diferentes tipo de lucha) en Rambo... un comando. Sólo eso. Como tampoco me gustaría haber visto que lo convirtieran en Napoleon Solo (el agente de U.N.C.L.E. o CIPOL). Al César lo que es del César y...
Concuerdo contigo respecto de las reinvenciones... ero cuando son necesarias (como en le caso de la publicidad, cuando se debe reposicionar un producto por la languidez que le ha dado el paso del tiempo).
Pero hay que dejar en claro que, en el caso de los comics, por ejemplo, la reinvención en el mundo DC obedeció principalmente al desorden que se había acumulado con el paso de las décadas y sus naturales consecuencias de baja en los seguidores y en las finanzas.
¿Qué justifica una reinvención en la que muchos han catalogado como la más exitosa saga del cine?
Considerando que a nivel mundial el mundo Star Trek no comparte tal éxito -pero sí la longevidad- creo que a nadie se le ocurriría reinventarla. Y ahí tenemos un ejemplo de pulcritud respecto de la continuidad, hasta en los más pequeños detalles, que alcanza a las diversas producciones que han surgido(como Deep Space Nine o Voyager), con la enorme dificultad de tener que entralazar el acontecer de la pantalla grande y el de las diversas historias de la pantalla chica.
¿Era necesario relanzar Bond?, ¿era ésa la intención de los productores?, ¿se pensó en los fieles seguidores... esos que no van sólo a ver la película por la polémica sino que gustan de toda la saga, con sus altos y bajos?
Sí. Carecemos de periodistas de espectáculos capaces. Sólo contamos con una pequeña tribu.
Pero, por lo mismo, debemos darle varias lecturas a este fenómeno que nos llegó impuesto por la prensa internacional... la película en cuanto tal es buena. Como película de acción, muy buena. Como película de Bond, y guardadndo las proporciones de la diferencia de género, al nivel de su homónima sátira del '67: para tenerla en DVD, pero no como para considerrala dentro de la saga.
Puesto que si fuera así... la ochentera No digas nunca jamás (el remake de Operación trueno) tiene algunos méritos para estar dentro de ella.
¿Qué debemos esperar de la próxima entrega? Un Bond que, como ya dio señales al final de Royale, aparte de misógino es vulgar?... puesto que se refiere a una mujer como "perra".
Vulgar, insensible al dolor, falto de glamour y poco flemático, hábil como un mono (¿Vin Diesel, Van Damme, Jackie Chan?)... es un muy buen persona de acción, pero NO es Bond... o al menos no crea un personaje nuevo ni fresco. Porque entre Connery, Lazenby, Moore, dalton y Brosnan hemos tenido un buen abánico de posibilidades, pero siempre dentro de lo que Fleming deseó.
Comparto que es una atractiva película, de buena factura y, en mi caso, Craig logró que me olvidara de Connery ... y ello es un enorme logro.
Sin embargo, no debiéramos olvidar el viejo adagio: "Para entender un Chardonnay del 55, habría que haber sido una uva de la parra cosechada"
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