COLIN CAMPBELL (4 PARTE)
La máquina venía casi vacía. Después de medianoche pocos regresan a Victoria. La mayoría prefiere quedarse en Temuco, aguardar al día en un hotel barato o en algún bar eterno. Tomé mi teléfono y abrí la bandeja de entrada. Abrí el mensaje que he leído más veces en las últimas veinticuatro horas. Ozymandias9513, o lo que es lo mismo, el fantasma de Colin Campbell.
De: Ozymandias9513
Para: fbuchman
Asunto: Extraterrestre y Alsino
¿Alguna vez te conté que mi familia materna tuvo un encuentro cercano del tercer tipo? No estoy muy seguro, pero creo que no. Claro, no se dieron cuenta. Para ellos sólo fue un gringo alto, que hablaba como alemán, que los visitó una noche en el campo y les pidió un vaso de agua. Mi abuela, la madre de mi madre, tenía seis o siete años. Fue en 1930, alrededor de esos años. Ella y su familia vivían en un campo cerca de Osorno. Una noche, después de comer, mi abuela cuenta que todo se iluminó, como si hubiera salido el sol. Ella y sus hermanos se asomaron a la ventana y vieron caer una estrella detrás de unos montes. Tu y yo sabemos que no pudo ser una estrella lo que vieron venirse a tierra. Nunca le pregunté si los perros y otros animales se asustaron, pero imagino que así debió ser. No me queda muy claro, pero como que al rato después tocaron a la puerta. Nervioso, porque era tarde y porque nadie salía a caminar a esas horas, mi bisabuelo salió con escopeta en mano. Frente a él descubrió a un hombre alto y rubio, muy amable, que le pedía un poco de agua porque el motor de su auto se había descompuesto. Lo hicieron pasar y los hermanos de mi abuela le ofrecieron ayuda con el vehículo pero el gringo les dijo que no, que con el agua era suficiente. Hablaba raro, su ropa era como distinta pero no se veía mala gente. Después de un rato se despidió y como si nada se perdió hacia la noche. A la mañana siguiente mis tíos abuelos tomaron sus caballos y fueron a ver que había sido del gringo y de la estrella de la noche anterior. Sólo encontraron un enorme círculo de tierra quemada. Hace tiempo que estamos haciendo contacto. En fin, supongo que ya te enteraste de lo de Alsino. ¿Vez que tenía razón? ¿Hace cuanto tiempo te lo avise? Imagino que no vas a ir al funeral. Podría apostar a que Igriega te ha llamado por lo menos dos o tres veces insistiendo en que deberías ir. No la conoceré bien. Bueno, en verdad ambos la conocemos bien.
Cuídate mucho. Espero escribirte pronto
Un abrazo
CC
Cerré Outlock y expandí Explorer. La pantalla entera del teléfono se abrió en el home de las noticias locales. Revisé cada uno de los titulares. La muerte de Edison Landeros era uno de los primeros llamados. No decía mucho, pero si lo suficiente. Que a los 43 años, victima de un ataque cardiaco había muerto en su domicilio el arquitecto santiaguino Edison Landeros. Dejaba tres hijos de dos matrimonios y los funerales iban a ser a las cuatro de la tarde. Sus restos estaban siendo velados en una capilla de Vitacura. Después venía lo importante. Landeros había formado parte del grupo de amigos íntimos de Colin Campbell, el carismático arquitecto que fuera responsable del famoso atentado de Plaza Italia. Tras resumir los sucesos ocurridos hace nueve años y adelantar parte de la llamada Campbellmania que sacudió al país tras el incidente, invitaban a los suscriptores a revisar el especial dedicado a mi desaparecido mejor amigo. Antes de mudarnos de Santiago, Miranda me regaló una camiseta con la cara de Colin. Durante un tiempo su rostro vendió incluso más que el del Che Guevara.
Me cerré un rato en la foto de Edison Landeros. Colin le dio la identidad secreta de Alsino, como el niño alado de la novela de Pedro Prado y con ese modelo lo dibujó. De acuerdo a las crónicas secretas de la Sociedad de los Extraordinarios Santiaguinos se suponía que Alsino era nuestro mutante residente, el equivalente local al Arcángel de los X-Men. De hecho su historia no era más que un rehecho de la del emplumado personaje de Marvel Comics. Según contaba Colin, a Edison le brotaron las alas a los quince años, le vinieron con la pubertad, como regalo extra del estirón. En su adolescencia se las ingenió muy bien para disimular su estado, lo suficiente como para que su familia y la gente de su natal Chillán no lo descubrieran, tacharan de monstruo o algo incluso peor. La gente del sur es tal vez la más buena del mundo, pero también la más supersticiosa. Ven la mano del diablo en cualquier cosa que se aleje un poco del orden establecido. Y un niño volador, por muy angelical que la idea pudiera parecer, no tenía nada de natural. Además no iba a ser primera vez que un chico sobrehumano fuera apuntado por la gente y condenado a desaparecer en el más espantoso de los olvidos. El provincianismo ha sabido cercenar el lado más extraordinario de Chile, decía Colin Campbell y Edison Landeros lo sabía muy bien. Por tres años disimuló en una espalda encorvada su precioso don, pero todo eso cambió el día en que dejó Chillán y se mudó a Santiago con la excusa de estudiar arquitectura y el deseo de convertirse en héroe. El resto fue historia. Imaginaria claro, pero acaso no todas lo son.
No ingresé al especial de Colin. ¿Para qué hacerlo? Para leer por enésima vez lo que me sé de memoria. Las mentiras que yo mismo redacté hace casi diez años, las respuestas que estaba seguro dentro de unas horas me vería obligado a volver a responder. Toqué la pantalla del teléfono y seguí bajando, leyendo titulares mientras el bus comía y comía cemento y las luces de Victoria aun no se reflejaban en la cortina norte de los incendios. El grupo PATRIA se adjudicó la quema de los cuatro niños peruanos incinerados antenoche frente a la embajada de ese país. El gobierno prometió medidas drásticas contra líderes y miembros de esta organización vinculada a la ultra derecha más radical. A quince se elevaba el número de agricultores muertos en las quemas y acciones violentistas de grupos mapuches y simpatizantes en los alrededores de Temuco. Tras estos asesinatos y los atentados con bombas que en el último año acabaron con el aeropuerto de Temuco, los hoteles de Pucón y los puentes ferroviarios sobre el Cautín y el Toltén, no era raro que analistas políticos hablaran de un estado de guerra en el sur y culparan a los gobiernos de principios de siglo por haber sido incapaces de resolver el problema mapuche.
El gran plato de trescientos metros de diámetro del radiotelescopio de Arecibo en Puerto Rico y la antenas del VLBA de Nuevo México continuaban trabajando en conjunto en el rastreo de las señales regulares que desde hace un mes venimos recibiendo desde Epsilon Eridani. En los próximos días la idea de la NASA, del SETI y otras instituciones científicas era apuntar todos las receptores del planeta hacia ese lugar de nuestra galaxia para concluir si estamos ante pulsaciones de un astro menor o en verdad se trata de la primera recepción de una señal inteligente desde otro punto del universo. Un científico de apellido y nombre ruso declaraba que no había que adelantarse, que las señales recibidas no constituían nada concreto y que de serlo el trabajo de decodificación de éstas tardarían por lo menos un par de décadas. Añadía que no iba a negar la veracidad de la información, pero que no había que mezclar los hechos científicos con sensacionalismo periodístico. Miré las imágenes oscuras del espacio profundo y concluí que de alguna extraña manera los extraterrestres siempre habían sido importantes en mi vida. Pero a pesar de lo anterior, sigo creyendo que estamos solos.
Mi nombre es Francisco Buchman y lo judío de mi apellido es solo casualidad genética, lo juro. Soy periodista, cuarenta años, separado, una hija y hace nueve años mi mejor amigo fue responsable del mayor atentado terrorista en la historia de Chile. Esta es su historia. Y de rebote también la mía, pero claro, yo no importo mucho.
De: Ozymandias9513
Para: fbuchman
Asunto: Extraterrestre y Alsino
¿Alguna vez te conté que mi familia materna tuvo un encuentro cercano del tercer tipo? No estoy muy seguro, pero creo que no. Claro, no se dieron cuenta. Para ellos sólo fue un gringo alto, que hablaba como alemán, que los visitó una noche en el campo y les pidió un vaso de agua. Mi abuela, la madre de mi madre, tenía seis o siete años. Fue en 1930, alrededor de esos años. Ella y su familia vivían en un campo cerca de Osorno. Una noche, después de comer, mi abuela cuenta que todo se iluminó, como si hubiera salido el sol. Ella y sus hermanos se asomaron a la ventana y vieron caer una estrella detrás de unos montes. Tu y yo sabemos que no pudo ser una estrella lo que vieron venirse a tierra. Nunca le pregunté si los perros y otros animales se asustaron, pero imagino que así debió ser. No me queda muy claro, pero como que al rato después tocaron a la puerta. Nervioso, porque era tarde y porque nadie salía a caminar a esas horas, mi bisabuelo salió con escopeta en mano. Frente a él descubrió a un hombre alto y rubio, muy amable, que le pedía un poco de agua porque el motor de su auto se había descompuesto. Lo hicieron pasar y los hermanos de mi abuela le ofrecieron ayuda con el vehículo pero el gringo les dijo que no, que con el agua era suficiente. Hablaba raro, su ropa era como distinta pero no se veía mala gente. Después de un rato se despidió y como si nada se perdió hacia la noche. A la mañana siguiente mis tíos abuelos tomaron sus caballos y fueron a ver que había sido del gringo y de la estrella de la noche anterior. Sólo encontraron un enorme círculo de tierra quemada. Hace tiempo que estamos haciendo contacto. En fin, supongo que ya te enteraste de lo de Alsino. ¿Vez que tenía razón? ¿Hace cuanto tiempo te lo avise? Imagino que no vas a ir al funeral. Podría apostar a que Igriega te ha llamado por lo menos dos o tres veces insistiendo en que deberías ir. No la conoceré bien. Bueno, en verdad ambos la conocemos bien.
Cuídate mucho. Espero escribirte pronto
Un abrazo
CC
Cerré Outlock y expandí Explorer. La pantalla entera del teléfono se abrió en el home de las noticias locales. Revisé cada uno de los titulares. La muerte de Edison Landeros era uno de los primeros llamados. No decía mucho, pero si lo suficiente. Que a los 43 años, victima de un ataque cardiaco había muerto en su domicilio el arquitecto santiaguino Edison Landeros. Dejaba tres hijos de dos matrimonios y los funerales iban a ser a las cuatro de la tarde. Sus restos estaban siendo velados en una capilla de Vitacura. Después venía lo importante. Landeros había formado parte del grupo de amigos íntimos de Colin Campbell, el carismático arquitecto que fuera responsable del famoso atentado de Plaza Italia. Tras resumir los sucesos ocurridos hace nueve años y adelantar parte de la llamada Campbellmania que sacudió al país tras el incidente, invitaban a los suscriptores a revisar el especial dedicado a mi desaparecido mejor amigo. Antes de mudarnos de Santiago, Miranda me regaló una camiseta con la cara de Colin. Durante un tiempo su rostro vendió incluso más que el del Che Guevara.
Me cerré un rato en la foto de Edison Landeros. Colin le dio la identidad secreta de Alsino, como el niño alado de la novela de Pedro Prado y con ese modelo lo dibujó. De acuerdo a las crónicas secretas de la Sociedad de los Extraordinarios Santiaguinos se suponía que Alsino era nuestro mutante residente, el equivalente local al Arcángel de los X-Men. De hecho su historia no era más que un rehecho de la del emplumado personaje de Marvel Comics. Según contaba Colin, a Edison le brotaron las alas a los quince años, le vinieron con la pubertad, como regalo extra del estirón. En su adolescencia se las ingenió muy bien para disimular su estado, lo suficiente como para que su familia y la gente de su natal Chillán no lo descubrieran, tacharan de monstruo o algo incluso peor. La gente del sur es tal vez la más buena del mundo, pero también la más supersticiosa. Ven la mano del diablo en cualquier cosa que se aleje un poco del orden establecido. Y un niño volador, por muy angelical que la idea pudiera parecer, no tenía nada de natural. Además no iba a ser primera vez que un chico sobrehumano fuera apuntado por la gente y condenado a desaparecer en el más espantoso de los olvidos. El provincianismo ha sabido cercenar el lado más extraordinario de Chile, decía Colin Campbell y Edison Landeros lo sabía muy bien. Por tres años disimuló en una espalda encorvada su precioso don, pero todo eso cambió el día en que dejó Chillán y se mudó a Santiago con la excusa de estudiar arquitectura y el deseo de convertirse en héroe. El resto fue historia. Imaginaria claro, pero acaso no todas lo son.
No ingresé al especial de Colin. ¿Para qué hacerlo? Para leer por enésima vez lo que me sé de memoria. Las mentiras que yo mismo redacté hace casi diez años, las respuestas que estaba seguro dentro de unas horas me vería obligado a volver a responder. Toqué la pantalla del teléfono y seguí bajando, leyendo titulares mientras el bus comía y comía cemento y las luces de Victoria aun no se reflejaban en la cortina norte de los incendios. El grupo PATRIA se adjudicó la quema de los cuatro niños peruanos incinerados antenoche frente a la embajada de ese país. El gobierno prometió medidas drásticas contra líderes y miembros de esta organización vinculada a la ultra derecha más radical. A quince se elevaba el número de agricultores muertos en las quemas y acciones violentistas de grupos mapuches y simpatizantes en los alrededores de Temuco. Tras estos asesinatos y los atentados con bombas que en el último año acabaron con el aeropuerto de Temuco, los hoteles de Pucón y los puentes ferroviarios sobre el Cautín y el Toltén, no era raro que analistas políticos hablaran de un estado de guerra en el sur y culparan a los gobiernos de principios de siglo por haber sido incapaces de resolver el problema mapuche.
El gran plato de trescientos metros de diámetro del radiotelescopio de Arecibo en Puerto Rico y la antenas del VLBA de Nuevo México continuaban trabajando en conjunto en el rastreo de las señales regulares que desde hace un mes venimos recibiendo desde Epsilon Eridani. En los próximos días la idea de la NASA, del SETI y otras instituciones científicas era apuntar todos las receptores del planeta hacia ese lugar de nuestra galaxia para concluir si estamos ante pulsaciones de un astro menor o en verdad se trata de la primera recepción de una señal inteligente desde otro punto del universo. Un científico de apellido y nombre ruso declaraba que no había que adelantarse, que las señales recibidas no constituían nada concreto y que de serlo el trabajo de decodificación de éstas tardarían por lo menos un par de décadas. Añadía que no iba a negar la veracidad de la información, pero que no había que mezclar los hechos científicos con sensacionalismo periodístico. Miré las imágenes oscuras del espacio profundo y concluí que de alguna extraña manera los extraterrestres siempre habían sido importantes en mi vida. Pero a pesar de lo anterior, sigo creyendo que estamos solos.
Mi nombre es Francisco Buchman y lo judío de mi apellido es solo casualidad genética, lo juro. Soy periodista, cuarenta años, separado, una hija y hace nueve años mi mejor amigo fue responsable del mayor atentado terrorista en la historia de Chile. Esta es su historia. Y de rebote también la mía, pero claro, yo no importo mucho.
Etiquetas: Colin Campbell
1 Comentarios:
Oye, esto está muy bueno, más please
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