FORTEGAVERSO

domingo, octubre 19, 2008

COLIN CAMPBELL (FINAL)


23:42

A VECES COLIN CAMPBELL creía en Dios. Ambos teníamos una educación cristiana similar así que sabíamos de que hablábamos cuando tocábamos el tema. Familias evangelicas, bautista por el lado de su madre, Alianza Cristiana y Misionera por la mía. Nunca dejé de ir. Es verdad, cada vez menos, pero de vez en cuando me arrancaba un par de horas a algún templo, como aquel horroroso del Parque Bustamante a escuchar un par de horas el mensaje de Dios. No era por fe, sino por costumbre y también por temor. Nunca se lo dije a nadie, ni siquiera a Colin, pero sentía que al Señor no le gustaba lo que hacía, que mi fijación con la cultura pop y el periodismo de espectáculo se oponía radicalmente con lo que me enseñaron de niño en la Escuela Dominical. De hecho esa fascinación por lo mundano, por las canciones de la calle siempre me preocuparon más que los pensamientos que tenía acerca de las tetas de las hermanas cada vez que el pastor nos invitaba a orar. Estaba seguro que mi perdición no tenía nada que ver con esa veces en que se me paraba la pichula pensando en alguna chica presente en la reunión, sino con las ocasiones en que me negué a acompañar a mam{a al culoto para quedarme a ver algo en televisión. Supongo que corte mi cordón definitivamente cuando Colin hizo lo que hizo. No porque responsabilizara a Dios del hecho, sino porque estaba seguro que si volvía a entrar a una iglesia, la congregación me iba a apuntar con el dedo, responsabilizándome de no haber si capaz de llevar a mi amigo por la senda de los justos. En una academia bíblica juvenil de vacaciones me enseñaron que el deber del cristiano era guiar a sus amigos al camino deñ Señor. Mi mejor amigo era tan crisyiano como yo, había participado de los mismos cursos, tambien estaba mezclado con coqueteos con la Iglesia Católica y a pesar de eso, de tenerlo todo a favor no había sido capaz de descubrir que algo malo sucedía en sus pensamientos. Colin por lo contrario, recordaba perfectamente cuando había dejado de ir a la Iglesia. A los quince años, cuando se dio cuenta que iba a ser incapaz de renunciar a todo lo que su Pastor le pedía. Que su fascinación por el cinem el rock y las historietas era al final infinitamente superior a su fidelidad con la Iglesia. A pesar de ellos, estoy seguro que Colin tenía una fe infionbitamente superior a la mía. Creía en Cristo, como hijo de Dios, como representante de la alianza definitiva entre el cielo y la tierra. Y estaba seguro, mucho más que yo, que alguna vez el rey iba a regresar, que escucharía las siete trompetas y presenciaria el resucitar de los muertos y el arrebatamiento de los puros de corazón. No se si recordó esa certeza cuando volo en pedazos la torre de Telefónica, pero se que al menos hasta la noche anterior a su muerte creía que el día del juicio el iba a ser llevado al cielo junto a todos los hombres buenos. Decía que iba a ser de los primeros y que desde arriba nos iba a estar esperando. Quizás aun lo este. Quien puede saberlo. Mi abuelo, firme cristiano, me emseñó que los suicidas no se iban al cielo, que el atentar contra la más preciada de las obras del señor que es la propia vida, escupian contra el sentido de inhabilidad del Señor y que eso no tenía perdón. A pesar de eso, no me extrañaria que el Dios de las alturas hubiera hecho una salvedad con Colin Campbell.
Había un versículo de la Biblia que le gustaba especialmente a Colin. Porque hay un solo mediador entre Dios y los Hombres, Jesucristo Hombre. Claro, la razón de esta priovada fascinación no tenía nada que ver ni con fe, ni con religión ni con e4ducacion bpiblica, sino consigo mismo. Decía Colin que había también un solo mediador entre Clive Campbell y Callum Campbell, Colion nieto e hijo. Lo cual era absoluitamente e indesmentiblemente cierto. El viejo Clive, patriarca de la dinastía llevaba casi veinte años sin hablarse con su hijo único, el padre de mi amigo. Toda comunicación entre ambos hombres se realizaba con la mediación del hijo nieto. El brillante Colin Campbell, el mismo chico en que tanto Clive como Callum viueron la continuación de su dinástica herencia. A veces me pregunto como hubieran sido las vidas de los dos Campbell originales de haber estado vivo para cuando Colin paso de ser un tipo divertido, un poco excentrico y se convirtió en leyenda. Estoy seguro de que el viejo Clive habría sonreído con gusto, en su educación de abuelo siempre fue categórico en decir que el deber de Colin era convertirse en leyenda, en el más grande de su línea, en hacer las cosas que Calñum su padre no se había atrevido a hacer. Para el viejo Clive, lo hecho por mi amigo en Plaza Italia y el edificio más grande de Santiago era simplemente la hazaña de un gran hombre. El sólo atreverse a hacer algo asi ya lo elevaba por sobre el resto de los mortales.
Colin me contó que lo que Clive nunca le perdonó a su hijo fue su faciloidad para ceder. Su temor a ser alguien extraordinario y preferir la estabilidad de lo cotidiano al riesgo de ser más grande. En lo concreto a su inacapcidad para defender la empresa familiar, arrancándola de su natal y original Valparaíso para llevarla a Santiago, lejos del mar, reemplazando los vapores por documentos aduaneros.

DISFRAZATE SANTIAGO estaba escrito con enermes letras rojo fluorecentes en una de las paredes del viejo terminal de buses Alameda, junto a la blanca mole de la Catedral Evangélica. Igriega me contó que era el graffiti de moda en la capital, que nadie sabía que significaba pero que llevaba varias semanas apareciendo en los muros de la ciudad. Que lo más probable es que se tratara de una campaña de publicida para vender a una nueva banda de hip hop o la presentación del nuevo mejor DJ del mundo en la Estación Mapocho. Colin se reía de los Djs. Claro, un par de veces fue a bailar a alguna fiesta electrónica, pero nada más. Le llamaba la atencón que cada tres meses anunciaran con bombos y platillos la visita del nuevo mejor pinchadiscos del mundo, porque claro, en el rock uno tiene mas o menos claro que (gustos aparte), Jimmy Hendrix va a ser por siempre el mejor guitarrista del planeta, que nunca nadie le va a quitar el puesto.Pero con los Djs, decía, cada dos semanas hay uno que mezcla mejor que el otro. Eso no es competencia, es chiste. Varias veces vaticinó el fin de su especie, que las guitarras y los solos venían de vuelta, que la electrónica era como la cola de un Apatisaurio jurásico, que como con la onda disco a inicios de los 80, los Djs electrónicos corrían por la recta final de su competencia. Un año más, sentenció poco antes de su muerte. Se eequivocó. Fue de las pocas cosas eb que mi mejor amigo no tuvo razón.
No creía que el graffiti tuviera que ver con música. Todo lo contrario. Había demasiada rabia en su forma como para pensar en una campaña publicitaria. Me recordaba los de Temmuco, los escrito en neomapudugún, como bautizó a la jerga el sociólogo recidente del diario. Disfracate Santiago pedía otra cosa, tal vez que la gente ocultara sus rostros bajo antifaces y capas de colores e iniciara su propia, personal y fascista cruzada por mejorar las cosas. El despertar del superhéroe que todos llevamos dento, algo en lo que Colin si tuvo razón. A nueve años de su muerte, cada vez queda más claro.
La iluminación de la Torre Entel siempre me pareció cursi.
Igriega se quedó en silencio a la salida del aeerpuerto, cuando le pedí si podíamos entrar a Santiago por la Alameda en lugar de la Piràmide. A esa hora, las tres de la mañana, el tráfico era poco y no ibamos a tener problemas cruzando el centro de la ciudad a mitad de la noche de un día miercoles, un día hábil a la hora en que toda la gente decente duerme esperando las alarmas de las seis de la mañana. No dijo nada porque se enojara, sino porque estaba cansada, el vuelo de mis padres se atrasó y a pesar de que me quiere como el mejor de sus amigos, en cuatro horas mas tiene que levantarse para hacer algo que nunca terminó de contarme. Esta noche duermo en su departamento, que no es lo mismo que decir que dormiremos juntos. Quizás debí proponerselo, ambos estamos solos, somos veteranos de una era fantasma, cinco minutos de sexo ligero podrían ser equivalentes a vacunarse contra la influenza. Desde que la conozco nunca he podido evitar que se me pare al verle las tetas. Esas mismas que Colin amó tantas veces, lo suficiente como para fijnaciar que de hermosas se transformaran en perfectas. Las pechugas de Igriega fueron quizás el mas bello de los legados de Colin Campbell a la humanidad.
Santiago de madrugada es tan sucio como al mediodía. Salvo por las luces de los rascacielos y los faros de los helicopteros que parpaadean sobre las calles como juegos luminosos de un gran árbol de pascua de plástico, no hay mas que muertos en la ciudad contaminada. ¿En qué momento se jodió Santiago de Chile? En el mismo en que cagó el país completo, cuando nos empezamos a freir de calor, poco antes que mi mejor amigo volara en pedazos el edificio más alto de Santiago de Chile.
Julieta, mi hija, me va a odiar. Prometí no dejarla sla con sus abuelos maternos y a esta misma hora deb ir por el otro lado de la ciudad, dirigiendose a la casa de la madre de mi ex, pegada al cristal de la station wagon, familiar escuchando un disco viejo de Björk en su teléfono, furiosa con su padre que volvió a abandonarla, segura que para culiarse a la misma mujer que hace años lo hizo abandonar a su madre por primera vez. De esta, papá, no te vas a librar tan fácil, se que está pensando. Viajamos juntos a Santiago a dejar a mis padres al aeropuerto, que hacce poco deben haber despegado en un cuatrimotor Airbus de Lan rumbo a Madrid, donde mi hermana, mi sobrino y mi cuñado los estarán esperando con grandes carteles con sus nombres en el lobby de Barajas. Miranda llamó a su madre, le contó que Julieta iba a estar en Santiago y juntas decidieron que mi hija iba a pasar un par de días con su abuela materna, que debe ser la persona que más me odia en el planeta. Se comprometió a venirla a buscar al aeropuerto, eso a pesar de que el vuelo salía a las dos de la mañana, sacrificio que imagino es nada para una abuela como mi ex suegra. Julieta me rogó quedarse conmigo, que inventaramos cualquier cosa para convenser a su abuela de que debía quedarse conmigo en mi hotel o donde fuera a pasar yo las dos noches que iba a quedarme en Santiago. Preferí no decirle que mi plan era dornir en el departamento de Igriega, si Miranda se enteraba no iba dejar que Julieta viniera conmigo y si Julieta no viajaba a despedir a sus abuelos paternos al aeropuerto, mi madre jamás me lo iba a perdonar. A mi padre le daba lo mismo, el siempre se preocupó más por mi salud que por los detalles familiares.
Cuando llegamos al aeropuerto, mi madre conversaba animadamente con la de Miranda. A pesar de todo siempre se cayeron bien.Mande a Julieta a saludarlas y me fui con mi padre, que estaba sentado junto al kiosco de revistas leyendo el diario y tomándose un café.Ni siquiera hablamos.Le pregunté si el pasaporte estaba al día, de que llevaban en el equipaje de manos y toda clase de preguntas tontas a las cuales respondió con monótonos si. Mire a mi hija, se veía cariñosa abrasada entre sus dos abuelas y su tía Emiulia, hermana solterona de Miranda que me saludó bajando su cabeza. Le respondí el gesto e imagine como sería si me acercara al grupo y contara que mi hija hasta hace poco se acostaba con mi traficante personal. Claro, en ese caso, mi suegra si tendría argumentos para culparme de los continuos cambios en el color de pelo de su nieta y los raros tatuajes de sus brazos. No son tatuajes, suegra, Julieta se marca cicatrizes, dibujos que le van a doler toda la vida. Miro a mi hija y puedo adivinar como les miente a sus abuelaas, como se dibuja en la niña perfecta que mi mujer y yo sabemos que no es. Como se bosqueja en una mentira cómoda para hacer feliz a sus cercanos. Eso lo sacó de mi, la capacidad de mentir para hacer feliz.
No había mucha gente en el Aeropuerto, cada vez es menos la gente que viaja a Europa. Cada vez es menos la gente que se monta en un avión. Igriega apareció en el otro extremo del aeropuerto y se quedó ahí esperándome, sabía que podía resultar complicado acercarse a un grupo de gente que en potencia la odiaban al culparla del quiebre de una familia perfecta. No, perfecta no, pero si ordenada.
-Ella es tu amiga-, me dijo mi padre.
-Si.
-¿Vas a quedarte con ella?
-Si-, a él no iba a mentirle.
-Cuidate
Mi madre me dio un beso en la frente y volvió en encargarme sus gatos. Le dije que le mandara mis saludos a la Loreto, mi hermana, y que si necesitaban cualquier cosa sabían donde ubicarme. Un beso a mi padre y luego verlos perderse hacia el interior de la sala de embarques. Un señorita que los escoltó se parecía sospechosamente a Miranda cuando era joven, a Miranda cuando nos robamos el primer beso.
Entonces volví a abandonar a mi hija. Ella volteó y tras de la escena vio parada a Igriega. Solo dijo “vale” y se perdió con su abuela y su tía materna. Mi ex suegra ni siquiera me miró un segundo.
-La mamá de Miranda te odia-, comentó Igriega cuando las mujeres y mi hija salieron hacia los estacionamientos, cuando ya no era complicado acercarse.
No le contesté.
-Yo en su lugar también te odiaría, hiciste sufrir a su hija.
-Me detesta de antes. Desde que empecé a salir con Miranda. Nunca soportó que fuera evangélico, que mi religiòn distinta a la suya obligara a que conm Miranda nos casaramos solo por el civil. Eso fue lo peor para ella, que su hijaa más querida no saliera de una iglesia bendecida por un cura. Que estuviera relacionado con alguien como Colin Campbell, que embarazara a Miranda antes de casarnos, que luego la llevara conmigo a Temuico, que la engañara y luego la abandonara le dio y le da lo mismo.Lo que a mi suegra le pica es que la tradición católica de su familia se haya roto conmigo.
-Raro.
-No se si tanto.
-No deberías decir tanto que abandonaste a Miranda. Nunca lo has hecho, sabes, y a pesar de todo creo que eres y has sido un buen padre.
En otra epoca nos habríamos dado un beso, como ese primero y forzado que nos dimos un año antes de la muerte de Colin, cuando lo suyo y mi mejor amigo ya no funcionaba y cuando lo mío con Miranda estaba recien empezando bajo el resguardo de las leyes civiles. Fue ahí cuando le pedí que entraramos a Santiago por la Alameda.
Sabía que iba a preguntarmelo. Apenas sumismos a su Megane del año, lo hizo.
-Estoy enojada contigo.
Su introducción fue en sustantivo femenina. No habían muchos autos en los estacionamentos de Arturo Merino Benitez. Las obras del viaducto de extensión del Metro eran el sucio elefante blanco que enmarcaba todo el cuadro. Me pregunté si alguna vez realmente iban a terminar la línea. Lo más probable es que no.
-Nunca me contaste que alguien haciendose pasar por Colin te estaba escribiendo.
-No quería asustarte.
-El resto esta indignado contigo.
-Es una broma.
-Una broma que te avisó de las muertes de Edison y Gastón
-No fue tan así
-Y como fue entonces. Tu dices que fue una broma, por dios Pancho, puede perfectamente tratarse del hijo de alguna victima de Colin que busca vengarse. Estamos a un año de que se cumpla la primera década del atentado, es obvio que algo grande puede pasar. Puede pasarnos.
-Nadie mató a Edison y a Gastón.
-Ya no estoy tan segura. Y tu taampoco deberías estarlo. Debiste habermelo dicho, al menos antes que la policía.
No hablamos por el resto del trayecto. Santiago nos recibió con sus cables y luces. Miranda reaccionò parrecido cuando le conté lo de los mensajes de mi fantasma electrónico, claro que a ella se lo dije antes de revelarle a la policia mi extraña relación con Colin Campbell nueve años después de su muerte. Bugatti me dijo que lo hiciera, ojalá sirva de algo.

NOTA
Esta novela quedo inconclusa y desordenada.
Tal vez algún día la recupere, termine y corrija.

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domingo, octubre 12, 2008

COLIN CAMPBELL (22 PARTE)


-¿No vas a comer?- me preguntó Buggati
-Sólo un café, ¿tu?
-Nada, ya comí-, me respondió sin dejar de mirar su celular.
Levante la mano y le indiqué a una de las encargadas del local que me trajera un expreso.
-¿Estas seguro que no quieres nada más?-, insistió Buggati
No le respondí.
Volví a levantar la mano y le pedí a la señorita que me trajera un par de tostadas con mantequilla.
-¿En pan de molde?-, me preguntó la mujer, que debía tener unos treinta años.
-Si, por favor.
-Señor Buchman, es usted un hombre muy predecible-, comentó Buggati a mi lado. Preferí no agregar nada al respecto. Los colegiales del hot dog pidieron un par de Cocas Colas. La chica quería normal, el tipo dietética. La mujer del cajero automático se sentó en la mesa del hombre del diario.
-Por favor no fume-, le indicó el guardia cuando la mujer puso una cajetilla azul sobre la mesa.
-En este mundo no se puede hacer nada-, murmuró Buggati. Me fije que tras las paredes traslúcidas del café se veía el horizonte rojo de Temuco. Ha llovido diez mañanas en los últimos quince días y no pasa nada con los incendios. Las llamas están cada vez más altas.
-¿Has visto las noticias de esas señales que se están recibiendo del espacio?
-Si.
-Mira-, volteó su teléfono hacia mi. La pantalla entera del celular mostraba la imagen de unas instalaciones llenas de pantallas en la que hombres vestidos de blanco revisaban datos. Era raro, se veía muy moderno, pero también muy anacrónico. Cada tantos segundos las tomas iban cambiando, se acercaban, apuntaban detalles, cambiaban de ángulo.
-¿Qué és?
-Una sala de control del VLA, el Very Large Array. Un sistema de 27 radiotelescopios en el desierto de Nuevo México. Tienen todas las antenas apuntando hacia la estrella Epsilon Eridani. La cosa es en serio, pero también muy rara. Lo que nadie ha dicho es que no se trata de mensajes con un patrón fijo, que se puedan rastrear, sino que llegan a intervalos, saltándose días, en un orden que no tiene nada de lógico. O sea nada de lógico si se supone que se trata de una civilización inteligente tratando de comunicarse con otra. Con nosotros. El modo como se están dando las cosas tiene cero lógica, me recuerda lo tuyo con tu fantasma…
-…
-Los aliens se comunican de una forma muy parecida a los mails que te manda Colin. ¿Tal vez tu amigo era extraterrestre, el cabecilla de la invasión y no es que haya muerto, sino sencillamente es parte de un inmenso plan para dominarnos?
-Habla en serio, por favor.
-Estoy hablando en serio. Me llama mucho la atención la similitud entre el modo como tu alma en pena electrónica te busca a la forma como aparecen los comunicados de las estrellas.
-Tal vez también es una gran broma.
-Nada es casualidad, Francisco Buchman…
-Explícate
-Para allá voy…
-Su café y sus tostadas-, nos interrumpió la señorita del local.
-Gracias-, le dije.
-¿No crees en extraterrestres?
-No se trata de creer o no creer.
-Es verdad. Yo prefiero creer
-Una tostada-, le ofrecí.
Tomé una y la dobló por el miedo, cortándola.
-La mitad
Se la metió a la boca y empezó a masticar nerviosa.
-Estoy suscrita a diez cámaras ocultas en diversos lugares del planeta-, me contó con la boca llena, mientras cerraba la ventana del video y cliqueaba otra. –Esta, por ejemplo, está en el parlamento británico, nunca he visto nada relevante, salvo a un milico tirándose a una secretaria tetona en esa mesa-, me la mostró. -Tengo incluso una en un submarino ruso, el Minsk, creo que opera en el Mar Báltico, pero es bien aburrida. En realidad la única que tiene algo más de movimiento es la del radiotelescopio.
-Conozco el servicio-, le dije.
-Verena Mazzuchelli-, acotó sonriendo sin mirarme. No tenía caso responderle. –Los hombres son muy calientes. Van a extinguirse siéndolo.
Verena Mazuchelli era una modelo argentina, una de las mejores. Hace como tres años desapareció y empezó a correr por la internet que tal día a tal hora iban a violarla y torturarla en vivo. Una especie de rumor snaf que nadie tomó muy en serio pero que terminó con la red saturada de mirones tratando de ver si era verdad. Y fue verdad. La mejor porno que he visto en mi vida, lástima que Verena no viviera para contárselo a sus nietos.
-Te estás acordando de ella…
-Perdón
-Te sonrojaste
No le contesté.
-¿Faltan sesenta millones de años?
-¿Perdón?
-Para que se extinga la especie y con ella la calentura masculina.
-¿Qué descubriste?
-Que Artie tenía razón. Los correos que estas recibiendo no son normales, estan encriptados, no en su mensaje sino en su código de seguridad, que es tambien el patrón común que tienen entre ellos.
-Los cuatro números que acompañan al nickname…
-Los cuatro números impares que acompañan al nickname. Son un código de activación y seguridad, es el cerebro del robot de cada mail.
-¿Robot?
-Yes, inteligencia artificial. Lo que estás recibiendo son línea de diálogo escrito por un sistema operativo a base de un agente autónomo que no quiere ser descubierto.
-Esto es como chino, disulpa pero no soy experto en computación…
-Esto no es computación jefe, tampoco es chino, es pura teoría de la comunicación y eso es materia de Periodistas…
-Como sea, lo que estás diciéndome es que Colin esta usando un sistema de inteligencia artificial para comunicarse conmigo.
-Eso o derechamente Colin Campbell es el sistema
-…
-Todo puede ser
-Voy a ser lo más clara posible. El emisor de estos correos no quiere ser descubierto, quiere que el flujo corra de sólo un lado a otro. De él a ti. Es un modo de defenderse, de protegerse, de evitar ser molestado, o descubierto. Mal que mal si uno se hace pasar por un muerto es por algo, prefiere seguir al otro lado de la tumba.
El ruido de un helicóptero volando muy bajo hizo temblar toda la cafetería. Se escucho como si estuviera aterrizando sobre nuestras cabezas, como si fuera a acabarse el mundo.
-Ese es muy grande-, comentó Buggati.
-Militar-, le dije, era obvio. El tipo del diario y su mujer miraron de reojo hacia fuera del local, tal vez asustados, tal sólo por curiosidad. El trueno de la máquina había sido como una declaración de guerra. Hacia el horizonte nocturno todo seguía siendo rojo y brillante. Ningún helicóptero por muy grande y ruidoso iba a cambiar ese estado de las cosas.
-Funciona así-, prosiguió la rastreadora. –Es imposible responderle, porque cuando haces reply y luego send tu mensaje se divide en equis parte y va a parar a alguna casilla gratuita anónima en alguna parte del planeta.
Debe haber notado mi cara de exigir una explicación porque tras tomar un poco de aire me preguntó si alguna vez le había respondido a Colin. Le conteste que si, una vez. En realidad habían sido tres.
-¿Cuantas líneas tenía tu mensaje, aproximadas, es para que entiendas?
-No se, unas cinco-, dije al azar.
-Perfecto. Esto es lo que sucedió y lo que sucede cuando le respondes a Colin Campbell. Al hacer send, tu mail se dividió en cinco frases, las cinco líneas del cuerpo del mensaje y fueron a parar aleatoriamente a alguna bandeja de correo gratuito de algun anónimo contribuyente que seguramente la eliminó como correo basura. O sea, quizas juanito@hotmail.com de Guatemala recibió hace poco un misterioso mensaje de un tal Francisco Buchman de Chile. ¿Se entiende?
-Si, algo.
Sonó mi teléfono. Miré la pantalla, decía “mamá”. Le hice un gesto a Bugatti de que esperara un momento, que era importante.
-Perfect, aprovecho de ir al baño-, me dijo y salió de mi campo de visión.
Mamá quería saber si habpia hablado con Miranda sobre el permiso para que Miranda fuera a dejarlos al aeropuerto.
-Falta como un mes…
-Dieciocho días, amor-, me contestó.
Le contesté que en eso estaba, pero que Miranda no quería que Miranda perdiera más clases. Que tenía que pensarlo. Me contó que recién había hablado con su nieta y que ella estaba encantada con la idea, que incluso le había sugerido que tal vez pudiera ir a España para las vacaciones a pasar una semana con ellos y con sus primos y tíos, mi hermana y su familia. Le respondí que me parecpia una pésima idea, que las relaciones entre mi ex y mi hija no eran del todo buenas y que iba a desencadenar una pelea en la que iba a estar al medio. Y que ya no quería seguir estando en el medio.
-Tu y Miranda deberían volver y dejar de quejarse
-Estamos bien como estamos, Mamá.
-Pensé que ibas a venir a comer.
-Aun estoy en Temuco.
-En la oficina.
-No, en la oficina, comiendo con unos amigos.
-Del diario.
-De la universidad
Me envió un beso celular y cortó. Le dije que durmiera bien y cerré el teléfono.
-Madres-, pronunció Bugatti tras mío. –Volvamos a la invisibilidad-, añadió apuntando el celular. Lo abrí y volví a activar el código.
-Cada vez que lo usas se desactiva…
-No creo que me estén oyendo.
-Muere gente conectada a Colin Campbell, tu eres su mejor amigo vivo, si yo fuera policía tendría un helicóptero sobrevolándote día y noche.
Ambos recordamos el gran aparato que había pasado sobrevolado el terminal de buses hace unos minutos.
-Desarme un mensaje-, soltó Buggati, ubicándose a mi lado, donde había estado antes del llamado de mi madre y su paso por el baño.
-Desarme una secuencia de su programación, una fácil en el nickname e inserte un virus, un torpedo, de esos que acaban con todo. Y acabe con el mensaje. No con su código de seguridad, pero si con todo el resto. No sé quien te lo envió, pero tengo una pista de quien o quienes podrían estar detrás de tu fantasma.
-Sigue.
-Inserto en la última línea de texto, de un modo invisible, entre los algoritmos de escritura alguien puso una firma…
-¿Firma?
-Si. Es una costumbre común entre los programadores y los hackers. Es un logo, un timbre de agua digital para asegurar su autoría. No tiene nada del otro mundo, es un ejercicio de ego.
-Y que es lo raro, lo decidor del cuento…
-Que he visto esa firma en otro lado.
-¿Dónde?
Giró la pantalla de su celular hacia mi, estaba abierta la ventana de webcam en las instalaciones del VLT de Nuevo México.
-Aquí-, me indicó tocando la pantalla.
-En la webcam.
-Frío-, hizo un alto. –En lo que se ve en la webcam.
-En las señales extraterrestres…
-Casi…
Levante las manos.
-En la señal extraterrestre procesada por los computadores de recepción del SETI.
Moví la cabeza, no entendía nada.
-No me mires, Francisco Buchman. No pienso nada, aun no me atrevo siquiera a pensar.
Tuve ganas de un nuevo café. La rareza de las cosas ahora parecía patológica.
-Necesito un mensaje completo-, me dijo.
-Perdón
-Lo que oíste, un mensaje completo. Los que me enviaste están editados. Su secuencia cortada. Es obvio, resulta obvio que editaste lo mas comprometedor de los correos que te ha enviado tu fantasma. Yo en tu lugar lo hubiera hecho. Pero si quiero saber, si queremos saber, perdón, quién está detrás de todo, necesito uno o dos mensajes completos. Tal cual los recibiste de Colin Campbell.
La mire, levantando una ceja, hacía tiempo que no hacía es gesto.
-No es lo único que necesito. Mira, no quiero adelantar nada, pero tengo una corazonada. Y para saber si tengo razón necesito saber que pasó con el dinero de Colin Campbell antes de su muerte-, me miró a los ojos con una atención inhumana. -Pero no me interesa saber que lo tiene su mamá y todo ese tango. Supongo que sabes de qué banco era cliente tu mejor amigo. Sólo eso, yo me preocupo de rastrear su número secreto.
Arrastró sobre la mesa una servilleta de papel en blanco con un lápiz de pasta azul de émbolo transparente.
-El nombre del banco por favor.
Tomé el lápiz y escribí el nombre de la institución y la oficina de la cual era cliente Colin. Me acordaba. Era exactamente la misma de mi primera cuenta corriente. El me recomendó con su ejecutiva. También añadí su nombre.
-Una última cosa-, siguió Bugatti mientras doblaba la servilleta, sin mirarla siquiera, en uno de los bolsillos de su pantalón. –Eres el único del grupo de fieles a Colin Campbell que ha recibido los mensajes del muerto.
Tenía razón con lo de grupo de fieles.
-Pero hubo otros que si lo recibieron…
-Edison y Gastón.
-Los muertos. Cada uno recibió dos correos siMirandares a los tuyos un poco antes de sus decesos.
A lo lejos se vio la luz de un helicóptero, como un espectro blanco y cónico sobrevolar los incendios.
-Eso no es todo-, siguió mi hacker favorita. –Los pacos lo saben. Lo han sabido siempre.
Pensé en los gatos de mi madre. En cuantas veces había que alimentarlos al día, ahora que se supone voy a cuidarlos. Quizás sería mejor idea que mi hija se los llevara con ella, siempre le gustaron los animales.
-También saben que tu has recibido correos siMirandares al de los muertos.
-Dijiste que no pueden leerlos.
-Es verdad, pero eso no significa nada. Leerlos o no es una cuestión secundaria, lo que a ellos les interesa es el detalle de que tu y un par de muertos con pasado en común han estado recibiendo misteriosos mensajes de alguien extraño…
Un tipo gordo y calvo saco un sándwich de atún de un congelador cercano y lo llevo hasta el microondas ubicado en la pared mas lejana del local.
-Yo que tu-, continuó la chica. –Les diría la verdad, que el fantasma de Colin Campbell lleva un par de meses escribiéndote desde ultratumba.

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sábado, octubre 04, 2008

COLIN CAMPBELL (21 PARTE)


-Un hombre de derecha que votaba por la concertación, suena bastante oportunista.
-Por supuesto, Colín Campbell era un gran oportunista.
El periodista me comentó que le había gustado la ultima frase, que con eso bastaba, que era poderosa y directa, ideal para cerrar la nota. Por supuesto que lo era, lo dije a propósito. Llevo casi veinte años en el negocio, conozco trucos, se de memoria los lugares comunes que jamás fallaran y faltaran en nuestra prensa escrita. Me dijo que si necesitaba corroborar algún dato o agregar algo nuevo iba a volver a llamarme, le contesté que no había problema, que sabía donde ubicarme. Le aconsejé que llamara a otro de los Extraordinarios Santiaguinos, que Igriega era una buena fuente. Me informó que mañana la iba a entrevistar, que iban a juntarse a tomar un café y a conversar de Colin. Le pedí que le diera mis saludos, me respondió que claro, que no había ningún problema. Volvió a darme las gracias, se despidió y cortó. Tres días después, cuando vi el artículo publicado en el cuerpo de Reportajes supe que se llamaba Juan Antonio y descubrí que no había rematado con mi frase, que de hecho me había citado poco y que había optado por preferir las suposiciones a los testimonios de primera fuente. De hecho, en la misma bajada del artículo aseguraban que el papá de Colin militaba en Patria y Libertad. Ese día, la mamá de mi amigo me llamó desde su retiro para pedirme explicaciones. No supe que contestarle. Tampoco le respondí a su hijo, que poco antes de medianoche volvió a escribirme desde ultratumba.

De: johnlongsilver9139
Para: fbuchman
Hora: 23:41
Asunto: Cueros
¿Oíste alguna vez hablar de los cueros? Supongo que si. Eres del sur, de cerca de Temuco, de la zona donde los ríos comienzan a poblarse de cueros. Mi mamá me contaba esas historias cuando era chico. Ella también nació en Temuco, te acuerdas, sabía bien de lo que hablaba. Tu deberías haber estado más informado, eres periodista, te encantaba contar historias, pero nunca me hablaste del cuero. O de los cueros. Ellos son como nuestra versión del Monstruo del Lago Ness, nuestras locales criaturas lacustres. Pero sabes, Pancho, yo siempre supe lo que eran los cueros. Lo descubrí como a los quince años, claro, nunca le dije nada a mamá, no era mi intención romper con una explicación lógica el encanto de sus leyendas infantiles. Por favor no vayas a contarle nada, guarda el secreto, eres bueno haciéndolo. El mejor diría yo. Supongo que a esta altura lo único que quieres saber es que demonios eran los cueros. Rayas, mi buen amigo, peces Rayas, de la familia de los Tiburones, más chicas que las Mantas pero mucho más peligrosas. Todas las Rayas son voraces, pero no sólo eso, algunas tiene agujas venenosas y otras cargas eléctricas, como las Anguilas. Y la gente veía a estos peces de mar, que por accidente subían al continente siguiendo la línea de los grandes ríos y se asustaba con su forma e inventaba leyendas al respecto. Pero también había otros cueros, las grandes pieles de las ballenas. ¿Sabías que las ballenas muertas flotan? Flotan y se descomponen y se abren. Y las vísceras se van a fondo y lo único que queda arriba son enormes cueros arrastrados por la corriente. Algunos varan en las playas, otros trepan por los ríos. Cueros hay muchos mi amigo, monstruos muy pocos. Deberían haber más, el mundo es aburrido sin monstruos. Otra cosa, supongo que mañana te avisaran que Alsino no murió de un paro cardiaco natural. En fin, son cosas que pasan, como cuando desenmascaramos monstruos.



El Inspector Oportot me llamó para informarme que Edison Landeros no había fallecido de un ataque, sino que se había provocado el paro ingiriendo un tipo de veneno de rata de nombre complicado, pero de origen alemán. Me pidió que no saliera de Temuco en los próximos días por si necesitaban interrogarme. Agregó que no me preocupara, que sólo era rutina, pero que igual el caso era extraño, que era claro que debía de haber un patrón entre ambos suicidios. Le contesté que no se me ocurría de que tipo.
-De eso usted no se preocupé, señor Buchman. Es nuestro trabajo. El inspector Bahamondes le manda saludos.


BUGGATI DEMORO quince días en tenerme novedades. Me llamó al diario antes de mediodía y me preguntó que iba a hacer a las diez de la noche. Le respondí que a esa hora generalmente tomaba el bus de regreso a Victoria. Contestó que era perfecto, que nos juntáramos a las nueve y media en la cafetería del terminal norte y que tratara de ser puntual. No pude serlo. Un largo llamado de Miranda sobre el asunto del permiso para que Julieta me acompañara a Santiago (“de nuevo en menos de dos meses”) y otras tortas me retuvieron en la oficina –y al teléfono- por casi cuarenta minutos. “No va a acompañarme a mí”, le dije a mi ex, “mis papás, los abuelos de Miranda, se van a España por seis meses. Quiero que vaya conmigo a despedirlos al aeropuerto”. Se quedó callada, luego me preguntó si me iba a mudar a la casa de mis padres a cuidarla durante su ausencia.
-Por los gatos-, le dije. Y la hice reir. Aun no decide si deja que Miranda vaya conmigo a la capital.
Tuve que tomar un taxi para llegar a tiempo al terminal. Entre a la cafetería y encontré a Bugatti sentada en un mesón con la mirada clavada en su teléfono celular, exactamente en la misma posición a cuando la había visto por primera vez.
-Media hora-, me dijo apenas me sintió llegar, sin despegar su mirada de la pantalla de su aparato.
-Lo siento, venía saliendo y….
-No importa-, me interrumpió y giro hacia a mi una servilleta donde había garabateado: “¿estamos invisibles?”
Tomé mi teléfono y abrí el block de notas donde había dejado la clave que la misma chica que tenía enfrente mío me había dado cuando contraté sus servicios. Digité rápido y cerré el aparato.
-Mala memoria-, comentó ella sin levantar la vista.
Miré de reojo el lugar. No había mucha gente. Un tipo solo leyendo el diario junto a una botella de agua mineral, una pareja de colegiales compartiendo un hot dog, una mujer gorda cogiendo efectivo de un cajero automático, vigilada de cerca por el guardia del local y los tres encargados de éste: dos mirando a los clientes y uno sentado en la caja con la mirada clavada en un televisor colgante en el que repetían un episodio muy viejo de Los Soprano. El logo de HBO aparecía en la parte baja de la pantalla. Me acordé cuando pasaron por primera vez la serie, todo el mundo la veía o decía que la veía que es muy distimto. Colin nunca enganchó mucho, pero tenia una buena teoría sobre ella. Decía que nadie comía mejor filmado que James Gandolfini. Y tenía razón, cuando poco tiempo después lo ví El Hombre que Nunca Estuvo me quedó más que claro. James Gandolfini debería haber dado clases de masticar con estilo.

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sábado, septiembre 27, 2008

COLIN CAMPBELL (20 PARTE)


MAYO LLEGO con la primera lluvia del año. El gobierno regional aprovecho la formación de cúmulos altos sobre la araucanía y ordeno un bombardeo químico ligero para acelerar la caída de agua. La idea era calmar el verano que parecía no querer retirar su invasión a .las fechas tradicionalmente otoñales y ver si el cielo conseguía evaporar en algo los incendios que continuaban asediándonos. No resultó. Ni lo uno ni lo otro. Es verdad, la primera parte del plan resultó perfecta, los helicópteros cisterna y la sustancia amarillenta con que coparon las nubes produjo la reacción y se hizo la lluvia. Pero esta no fue suficiente. El verano siguió siendo mas fuerte. Temuco no se refresco y las llamas no disminuyeron un ápice su altura. Igual fue agradable despertar a mayo con el mavimento y la poca buena tierra con olor y color a mojado. Como antes, como hace dada vez más años. Poco duro la percepción de lluvia, hasta que trepé al bus hediondo, repleto y sudoroso que cada mañana me lleva de Victoria a Temuco, hasta que todo el mundo escucho a los meteorólogos locales anunciar que las condiciones climáticas no habpian cambiado y que aun faltaba para la llegada del verdadero invierno. Y que este iba a ser más seco y corto que el del año pasado. Pensé en que si aun fueramos una región agrícola la noticia hubiera levantado kilos de alarmas y malos augurios. Supongo que el.calor y la sequedad poco importan frente a los nuevos horrores que cubren nuestra ciudad con sus sábanas de humo y ceniza. Mientras viajaba a Temuco traté de recordar cuando había sido la última vez que había visto el volcán Llaima.
Me llamó un periodista de La Tercera, un tipo de voz joven que me contó que estaban preparando un perfil político de Colin Campbell a raíz de la muerte de Gastón. Hablaba acelerado, a tropezones con esa timidez profesional de la poca experiencia. Pero era simpático, al menos eso me pareció. Dio un largo y enredado rodeo antes de ir a lo que le interesaba preguntarme. Se paseo por Gastón, desde los rumores de su homosexualidad –que preferí dejar solo como rumorez-, coqueteando con la obvia posibilidad de que Colin y él hubieran tenido algo. La sóla posibilidad de un Colin Campbell marica me causó gracia, entre su misogenía y su homofobia podrían lograr un perfil que desinflaría mucho del raro fanatismo que despierta la figura de mi difunto amigo. Dijo que como Arismendi había pasado por la escuela naval, le aclaré que era la militar, resultaba fácil inferir sus simpatías políticas, que tenían mucho en comun con las de casi todo el grupo de cercanos a Colin. Que de hecho yo era el único que parecía no encajar con la extrema derecha que parecía cubrir la personalidad de todos los Extraordinarios Santiaguinos. Y de alguna forma era cierto, aunque no se lo dije así, mal que mal era un simple periodista inserto en un cerrado grupo de alocados arquitectos.
Y si, Colin era de derecha, le confirmé. Venía de una familia simpatizante de la derecha y sobre todo de los militares a través de la marina. El abuelo de Colin llegó desde Escocia a Chile gracias a las gestiones de la Marina, su padre había estado un par de años en la Escuela Naval y la familia Campbell había sido bastante cercana al grupo de cercanos del Almirante Merino para el Golpe Militar del 73. Se quedó un rato en el tema de la familia Campbell y el derrocamiento del gobierno socialista de Allende pero no pudo sacar más, yo no sabía más que lo que ya le había contestado así que me limite a desordenar y reordenar las mismas ideas. En verdad no tenía idea si el papá o el abuelo de Colin habían militado en algún partido, aunque por algunas cosas que él me contó en una ocasión sospechaba que alguno de los dos tenía simpatías con el partido nacional y que incluso habían estado envueltos con el movimiento Patria y Libertad durante la Unidad Popular. Claro, lo anterior ni siquiera lo rocé como tema, aunque debo reconocer que estuve a punto de hacerlo. En parte para ver la reacción de los partidos y grupos de derecha frente a la posibilidad de que el gran atentado terrorista de nuestra historia reciente, oficialmente sucedido por motivos artísticos (para el eterno horror del Colegio de Arquitectos) pudiera tener además un móvil político. En parte para provocar una reacción en el fantasma electrónico que pudiera darle una pista a Buggati en su rastreo. Anoche había soñado con la chica, que me lo chapaba mientras yo le apretaba las tetas. Raro el sueño, cuando estaba a punto de correrme sobre sus gordas mamas, la miraba a los ojos y veía que su cara era la de Miranda. Miranda, hoy en la noche tenía que ir a comer con ella, mis padres se van a España por un par de meses y quieren que vaya con Julieta a dejarlos al aeropuerto de Santiago. Tengo que negociar la compañía de mi hija, se que va a ser fácil hacerlo.
Le revelé al periodista de La Tercera que mientras estuvo en la universidad, varias veces el gremialismo había intentado acercarse a Colin, invitándolo a reuniones y proponiéndole su apoyo si alguna vez se entusiasmaba con postular a alguna candidatura dentro del Centro de Alumnos de la escuela de Arquitectura, incluso de la FEUC.
-La Federación de Estudiantes de la Universidad Católica-, expliqué.
-Lo sé-, me respondió. –Estudie Periodismo en la Cato…
-Que bien, yo también. ¿Te hizo clases Tagle?
-No ¿Quién es él?
-Nadie.
-Entonces fue Gremialista, simpatizante de la UDI
-Ni lo uno ni lo otro, estuvo en la lista de los diez más deseador por el gremialismo, ellos lo querían con ellos. A él la verdad le interesaba poco.
Le conté de una pelea a combos que tuvo con un dirigente gremialista de ingeniería en una fiesta a la cual lo invitaron. Sabía la historia por Igriega, que en esa época estudiaba arquitectura y salía con Colin. Había sido una discusión política, fanatismos cruzados y un comentario despectivo que mi amigo lanzó referente a la devoción religiosa de ese grupo hacia la figura de Jaime Guzman. Lo comparó con Obi Wan Kenobi, el de la Guerra de las Galaxias. Fue lña última vez que Colin estuvo cercano al gremialismo, lo más cerca que jamás lo vi a un partido político. Y si, era de derecha, amaba a los gringos, admiraba el orden de los militares durante el gobierno de Pinochet, detestaba a los Comunistas y creía como locos en el libre mercado. Al final todos lo éramos, derechistas al borde del fascismo, nadie que lea cómics de superhéroes y crea en la idea de un sujeto que viste un uniforme ridículo e impone su propia idea de ley y justicia puede decirse de izquierda. No admiráramos a Pinochet, pero nos gustaba lo que había hecho por la patria. Reperi con cuidado lo anterior, pero usando tercera persona plural en lugar de hablar de nosotros. Yo estaba ahí para contar su historia, ser cronista. Esa era mi identidad secreta, mi limite. No tenía porque –para qué, ni la necesidad de- involucrarme directamente en la historia, aunque en verdad lo hubiera estado.
.-Entonces podemos decir que votó por los candidatos de la derecha.
-No, por la Concertación.
Le expliqué que a pesar de sus simpatías e inclinaciones políticas, Colin consideraba quer votar por al derecha chilena era un acto irresponsable para un chileno. Que en el escenario de las cosas, después de la llamada transición a la democracia lo sano no era votar por los políticos que interpretaran el pensamiento de uno, sino que fueran convenientes para el desarrollo político. Que en asuntos presidenciales y parlamentarios no había que ser egoísta, por lo contrario votar por lo que convenía a un nivel macro, a nivel de intereses superiores. Colin no iba a votar por una derecha infantil, inmadura, sobre poblada de dirigentes que rozaban lo ridículo. Creía en la derecha, estaba seguro que algún día saldría alguien grande, un nombre importante de sus filas, pero por mientras era preferible votar por la estabilidad.

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domingo, septiembre 21, 2008

COLIN CAMPBELL (19 PARTE)


Justo Díaz Mellafe, estudiante de 3° año de Periodismo en la Universidad Católica, activo miembro del Gremialismo, simpatizante no devoto del Opus Dei y uno de los mas brillantes cercanos a Jaime Guzman fue quien tuvo la idea. A fines de 1979, el equipo de Guzman –fundamentalmente abogados, estudiantes, ingenieros y humanistas de la Universidad Católica- estaban abogados en la redacción y creación de la nueva Constitución de la República, pedida por el gobierno del General Augusato Pinochet y que debería ratificada en las urnas el año entrante -1980-. Pero junto con la creación de esta nueva carta de gobierno y los planes de una revolución económica, también a cargo de jóvenes cerebros simpatizantes con el gobierno, se buscaba la creación de símbolos populares con los que el pueblo se identificara y viera en ellos la realidad del proyecto de libertad que era el motor con el cual el régimen de Pinochet se había publicitado prácticamente desde el mismo 11 de Septiembre de 1973.
Díaz Mellafe conocía bien la historia de los superhéroes chileno y el modo como la publica figuración de Ordenipatria y La Selección Tricolor habían sido sinónimo de seguridad y justicia en el inconciente colectivo de los Chileno. Sabía también que sus apariciones, apoyando a los gobierno de turno había sido fundamental en el apoyo popular de mandatarios como Alessandri Rodriguez o Eduardo Frei. Ideo un programa para la creación de la que el bautizaría como Junta Libertad y Justicia, llamada así con el abierto propósito de conectarla en forma directa con la Junta Nacional del Gobierno. De acuerdo al plan, el equipo de héroes debería estar integrada por cuatro personajes, cada uno de ellos representante de cada una de las ramas de las Fuerzas Armadas, más una mujer joven y hermosa que actuaría como contraparte de los rudos vigilantes e ingrediente sexy del equipo. El rol fundamental que la Señorita Tricolor jugó en La Selección Tricolor de los sesenta era razón suficiente para integrar a una mujer en el equipo. Aunque nunca se confirmó de manera oficial se sabe que Jaime Guzmán y un número importante de personeros civiles del gobierno militar vieron con muy buenos ojos la idea de Díaz Mellafe, tanto que le otorgaron presupuesto espoecial para acelerar el proyecto y así debutar con los superhéroes del gobierno el mismo día en que fuera aprobada la Constitución de 1980.
Al igual que con los primeros enmascarados oficialistas, fue Mario Uso el encargado de diseñar la Junta Libertad y Justicia. Este sería su último trabajo, ya que victima de un rápido cáncer al Pancreas, Uso fallecería el 5 de Mayo de 1981 a la edad de 72 años. Es una lástima que hasta el día de hoy, nadie reconozca la obra del principal creador de Superhéroers nacionales, Uso es recordado como el gran artista que fue solo por sus colegas ilustradores y uno que otro que estuvo inmerso en la poderoso y olvidad mitología épica nacional del siglo XX. La JLJ, sigla con la que se hizo popular el team de la llamada Edad de Bronce nacional estuvo supervisada directamente por Pinochet y el resto de los integrantes de la Junta, si cada uno de los personajes iba a ser la extensión “extraordinaria” de cada uno de ellos –y por ende la imagen de su rama armada- estos debían ser dignas figuras patrióticas. El General Patria fue el representante del Ejercito y líder indiscutido del equipo. Un supersoldado en la tradición de Ordenipatria y el Capitán America, un símbolo encapotado que llevada el símbolo del Condor en su pecho y el escudo patrio sujetado del antebrazo izquierdo. El segundo en ser aprobado fue el Capitán Océano, azulado defensor de las Costas Chilenas, promocionado como el campeón submarino que en secreto había averiado a la Escuadra Argentina a fines del 79, responsable directo del cese de las hostilidades entre ambas naciones, pero claro ninguno de los gobierno lo iba a reconocer ya que se trataba de una misión secreta. Fuerza Aérea partió llamándose Condor, pero por petioción directa del General del Aire, Fernando Matthei se optó por llamarlo con el mismo nombre de la rama de defensa del aire chileno. Claro, su disfraz mantuvo las reminiscencias al ave símbolo de nuestro escudo. El representante de los Carabineros fue el más complicado de todos, ya que desde 1947, esta rama de Orden y Seguridad tenía a su campeón, Ordenipatria, el que sin embargo había fallecido heroicamente a fines de agosto de 1969. Se propusieron nombres y diseños como Patrullero o Sargento Servicio, pero ninguno tenía el porte y la dignidad del resto de los integrantes de la JLJ. Uso sería el responsable de convencer a los cercanos del general Mendoza, que los mas apropiado era presentar a Ordeinipatria II, un rediseño del personaje original a modo de nueva versión, una mejorada pero fiel representante de los ideales del primer superhéroe oficial Chileno. No muy convencidos, Carabineros de Chile aprobó al personaje de Ordenipatria II. Completo el equipo, nuestra primera Mujer Maravilla, Miss Chile, imagen de la hermosura, sensualidad y valentía de la mujer chilena que usaba el nombre de nuestro principal concurso de belleza. La noche en que fue aprobada por amplia mayoría la Constitución de 1980, el Presidente Pinochet se presentó al país acompañado de la Junta Libertad y Justicia y el pueblo de inmediato, amó a sus nuevos superhéroes.
Siete años duró en activo la JLJ. En este periodo tuvioeron un programa semanal emitido por el Canal 7, una serie de revistas de historietas encargadas a una nueva generación de artistas, líneas de juguetes y apariciones estelares en cuanto evento hiciera el gobierno. Su imagen fue símbolo de estabilidad política y de apoyo de la gente al gobierno establecido tras el derrocamiento de la Unidad Popular. La construcción del Marxismo, como enemigo sobrenatural contra el cual luchaba el Capitán Patria fue fundamental a la hora de ver el modo como la generación nacida y criada en los años ochenta ve hoy en día corrientes políticas como el Socialismo y el Comunismo. La importancia de la JLJ traspasa la esfera de la historia súperheroica nacional y se instala como uno de los fenómenos socio políticos claves a la hora de hacer un recorrido por los dieciséis años de régimen militar.
En 1984, un joven dibujante de 18 años, Alfredo Pinzón-Escobar se hizo cargo de un nuevo proyecto relacionado con la JLJ, la creación de un equipo auxiliar formado por cadetes de trece años que peleaban contra el mal junto a sus súper mentores. La idea era armar cuatro nuevos personajes en los que las nuevas generaciones se identificaran, que los niños chilenos entendieran que ellos también podían ser héroes, que la educación, la formación y el amor a la patria los hacía grandes no importando la edad que tuvieran. Así junto al General Patria aprecio Cadete Patria, Patrullero Juvenil acompañó a Ordenipatria II, Fuerza Aérea empezó a ser acompañado por Pequeño Halcón y Grumete Maravilla hizo lo propio con el Capitán Oceánico. Pinzón-Escobar bautizó a su equipo adolescente como Libertad Juvenil, nombre que se dice fue aclamado con aplausos por el propio Pinochet. Alfredo Pinzón-Escobar estaria poco tiempo a cargo de los dibujos y diseños de sus personajes, ya que en 1986, pruebas suyas fueron aceptadas por DC Comics y este joven talento se mudaría a Nueva Cork donde iniciaría una exitosa carrera como dibujante de historietas a cargo de titulos tan emblemáticos como Ultimate Justicee League, Batman: Tales of the Bat y Superman: The Kripton Squad para DC, Invinsible Hulk y X-Men: Task Force para Marvel y por su puesto su propio titulo, The Imposible Five para Image en 1992, cómic directamente inspirado en su trabajo para la JLJ y Libertad Juvenil.
Aunque el atentado a Pinochet en 1987, donde ninguno de la JLJ hizo nada y el fin del gobierno militar en 1988 marcan oficialmente el termino de este escuadron de poderosos en enmascardos, lo cierto es que los primeros indicios de sui crepúsculo empiezan a darse a principios de 1986, cuando desde la oposición al gobierno militar se levanta la figura de un equipo contrario a los metodos y actitudes de la JLJ, conocidos como AMEN, siglas de Acción Mutante Encubierta Nacional, este sexteto de anonimos vigiolantes vestidos de negro y sin identidades individuales nacen a partir de diseños y creaciones de artistas vinculados al Partido Socialista e incluso a la Democracia Cristiana. De hecho no son pocos los que aseguran este hecho, acotando al cristiano nombre del mutante equipo de oposición.
Con muchos menos medios que la JLJ, AMEN baso su actuar en programas cortos emitidos a través de Radia Cooperativa y revistas en blanco y negro distribuidas de modo clandestino en un comienzo y luego en determionados kioscos y librerías de la Capital. Los AMEN decían ser los verdaderos héroes del pueblo, los postergados y relegados que se levantaban en la noche para pelear contra las injusticias de la dictadura militar. Para ellos la JLJ no era mas que la imagen de lo establecido, un disfraz del gobierno hecho para manipular al pueblo y ocultar bajo sus disfraces de colores sus políticas de terrorismo de estado. Para el General Patria por su lado, los AMEN eran la fuerza de ataque de una revolución maligna y marxista que se preparaba desde las sombras contra los valores patrióticos y libertarios del gobierno. Nunca se enfrentaron, a lo más la JLJ aparecía de vez en cuando arruinando los planes de sus némesis, mientras AMEN se burlaba abiertamente de lo conservadores y pechoños de sus contrarios. Las burlas eran abiertas y en las historietas incluían desde bromas al supuesto alcoholismo del Capitán Océano a fotos desnudas de Miss Chile, definida por ellos como la gran ramera oficial del gobierno. Pero AMEN tuvo corta vida, los superhéroes nunca –en ningún lado del mundo- representan ideales de izquierda, todo lo contrario son un modo bastante masivo de promover al fascismo, la cosa es que para fines de 1987 habían desaparecido de acción. Para el plesbicito de 1988, el público sencillamente había olvidado a la Junta Libertad y Justicia, de nada sirvieron sus spot junto a Pinochet para evitar que el No ganara por amplia maravilla el 5 de Octubre, fecha en que muchas cosas cambiaron en nuestra historia, para siempre.
Seis años después, tras una serie de conversaciones de Colin Campbell con Justo Diaz Mellafe, este joven estudiante de Arquitectura de la Universidad Católico y firme convencido de la importancia cultural de la figura del Superhéroe iniciaria un proyecto que lo llevaría eventualmente a conformar el último y más númeroso equipo de superhéroes que llegó a conocer la ciudad de Santiago de Chile. Mas que pór iniciativa heroica, la Sociedad de Extraordinarios Santiaguinos surgió como un homenaje a la desconocida tradición épica enmascarada de Chile y fundamentalmente de su ciudad capital. Pero al contrario que con el primer Sereno y el Ordenipatria Original, que con la Selección Tricolor e incluso la Junta Justicia y Libertad este final escuadrón tendría que lidear con un factor que curiosamente fue ajeno a los primeros supervillanos, la presencia de un archivillano, en nuestra historia alguien que se hizo llamar El Ultrametropolitano.

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domingo, septiembre 14, 2008

COLIN CAMPBELL (18 PARTE)


23:41

COLIN CAMPBELL DECIA que el mes más importante del siglo XX, había sido Junio de 1938. La fecha en que el mundo conoció la palabra Superhéroe. Ese mes apareció en kioscos la Action Comics N° 1 y con ella Superman. Y desde entonces las cosas cambiaron para siempre. Un año después, tontos un poco locos, un poco enfermos, comenzaron a vestir disfraces de colores y a defender con sus propias manos los valores de la verdad y la justicia en lasa grandes capitales del mundo. La mayoría no duraron mucho y cayeron por sus propios errores y balas perdidas y directas de los malhechores que intentaron atrapar. Así, mientras DC Comics y las editoriales que vinieron después le hicieron creer al mundo que los vigilantes disfrazados, con poderes extraordinarios eran cosa de historias dibujadas e inventos de escritores y pintores, las actas policiales de Nueva York, Londres, Paris, Ciudad de México y Buenos Aires escribieron una historia secreta muy distinta, la de los verdaderos superhéroes, que desde las sombras de sus ciudades redactaron una peculiar lucha entre el bien y el mal bajo los límites de las modernas urbes del siglo XX.
El primer superhéroe chileno del que se tiene reporte, pues lo más probable es que hayan habido uno o varios antes, apareció en junio de 1941. El Sereno estaba inspirado tanto en un personaje popular de la época de la Colinia Chileno, cuando el policia nocturno del Santiago del nuevo Extremo se paseaba junto a un farol, gritando la hora nocturna y dictando la ley en la naciente ciudad. Pero El Sereno de 1941 era muy distinto del colonial y aunque conservaba el mismo nombre, su idea estaba mucho más cerca de Green Lantern, un personaje aparecido en las páginas de All Star Comics en 1940, vigilante que combatía el crimen con la ayuda de un anillo dotado de poderes maravillosos. El Sereno no llevaba un anillo, sino una linterna de gas usada en el ferrocarril la cual no tenía ningún poder, pero le dio al personaje su identidad de vigilante nocturno, del que daba luz a la noche Santiaguina. Del resto, se encargaban sus puños y Lucero, un fiel y bravo pastor alemán que lo acompañó en sus andanzas y que fue el primero de estos peculiares personajes que cayó bajo las balas del mal.
El Sereno no fue un personaje muy activo. Nunca peleó cuerpo a cuerpo contra delincuentes realmente poderosos. A lo más se dedicó a atrapar ladrones y pillos viejos de mala muerte. Era solo un tipo con un disfraz ridículo que intentó hacer la diferencia. Los diarios de la época dieron cabida a sus hazañas, aunque por más que él lo intentó, enviando cartas a Las Ultimas Noticias y otros medios, jamás publicaron su nombre. Era sólo un sujeto extraño, que llevaba una mascara y una capa ridículas como la de las historietas que se dedicaba a atrapar uno que otro ladrón con regular frecuencia. Por qué lo hacía, por simple voluntad de servir. Carabineros le llevó un expediente, pero tampoco se trató de algo muy serio. Simplemente lo dejaron ser. No molestaba. Era un loco, igual que tantos otros que merodeaban por la capital.
Distinto fue el caso del vigilante que apareció después de El Sereno y que por casi diez años, de 1942 a 1951, operó en Valparaíso. El Llorón vestía de negro, operaba tres noches a la semana y sus métodos rozaban los de los delincuentes que decía combatir. El Llorón era peligroso, de eso no había duda, por lo mismo fueron abundantes las escaramuzas de la policía del puerto por atraparlo. Al contrario que su colega Santiaguino, El Llorón no huía de las armas, operaba con un par de revólveres y una especie de báculo de metal. Quienes se enfrentaban a él salían muy mal heridos. Lo peor es que parecía no distinguir entre malhechores y policías. Se sabía que combatía el crimen, pero también que enfrentaba con la misma pasión a quienquiera que se cruzara en su camino. El Llorón había tomado su nombre de un personaje típico de la mitología popular de la zona central de Chile, el de la Llorona, mujer fantasmal que gritaba sus penas a la noche. Vestido de negro, de pies a cabeza, con una capa en forma de capucha, El Llorón decía ofrecer su cruzada nocturna como una forma de pagar sus culpas. Más que un héroe propiamente tal, el encapotado de Valparaíso se convirtió en una figura sinónimo del más puro de los horrores nocturnos que pudiera proyectar nuestro puerto principal. Es verdad, El Llorón fue nuestro Batman y la exótica geografía urbana de Valparaíso, nuestra versión de la Gotham City de los cómics.
Para 1943, mientras el norte del mundo intentaba sobrevivir a la gran guerra, las calles de Santiago, Valparaíso y Concepción vivía su propia y peculiar aventura. Aunque los medios los ignoraban, el boca a boca, el rumor que hace leyenda, hizo de nuestros héroes locales parte importante del folklore urbano de fines de la primera mitad del siglo XX. A El Sereno se le unió el Angel Rojo en Santiago, al porteño Llorón comenzó a acompañarlo una siniestra mujer que se hacía llamar La Viuda, mientras las radios y los barrios de Concepción y Talcahuano decían ser protegidos por un musculoso gigante que decía llamarse Caupolicán. Fue este último quien marcó la pauta la atrapar a una banda completa de maleantes en el Puerto de San Vicente, los que aparecieron una mañana golpeados y amarrados junto al botín que habían robado y a una carta en la que claramente la firma de Caupolicán, El Gran Toqui, declaraba ser el nuevo y fiel vecino protector de la metrópolis penquista. El Diario El Sur de Concepción fue el primer medio importante en dedicarla el titular de primera página a un vigilante urbano local.
Ordenipatria fue el primer superhéroe oficial de Chile. Y uno de los pocos ampliamente conocido por la masa, aunque claro, jamás arriesgó su vida luchando contra malhechores por la noche y no fue mas que la pantalla publicitaria con la que el Carabineros de Chile festejó sus primeros veinte años de vida institucional. El 27 de Abril de 1947, ante la presencia del Presidente Gabriel Gonzalez Videla, la policia uniformada se unió a la moda de las capas y antifaces. Ordenipatria fue el supercarabinero, la capa oficialista de las fuerzas de orden y seguridad. Un aviso publicitario andante, de carne y hueso. El absoluto guardián de la ley y la justicia en Chile, la primera obra maestra de la publicidad nacional. Durante todo 1947, la imagen de Ordenipatria apareció en portadas de revistas, avisos en diarios y radioteatros a lo largo y ancho de la extensa geografía chilena. Se hicieron tiras cómicas publicadas en diarios e incluso se vendieron figuras articuladas del personaje, que fue encarnado por cinco suboficiales de Carabineros distintos. No era un superhéroe de verdad, cierto, pero simbolizaba todo el poder del mito que sucedía en las calles de las grandes ciudades chilenas. No era un real vigilante, pero si el único que se convirtió en estrella y símbolo sociocultural del Chile de mediados del siglo pasado. Su imagen hizo que la Escuela de Carabineros prácticamente duplicara si número de postulaciones y se convirtió en el símbolo absoluto de la llamada raza chilena, cuando en 1948, acompañó al Presidente González Videla en la fundación de la Base Bernardo O´Higgins, pri8mer bastión de presencia nacional en el territorio Antártico.
Ordenipatria, el primero de los disfrazados que llevó este nombre, fue lo más parecido a Superman o al Capitán América que hemos tenido, pero fue también la primera piedra en el entierro de esta primera generación de vengadores callejeros nacionales, el final de nuestra privada Edad de Oro.
El 28 de noviembre de 1948 fue hallado bajo el Puente Pio Nono, a un costado de la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile el cadáver de Salvador Guillen Valdivieso, ingeniero de 40 años, soltero y figura bastante conocida de la socialité Santiaguina. Su cuerpo estaba mutilado con más de 30 puñaladas, cortes profundos y estoques que prácticamente le arrancaron el corazón. Guillen Valdivieso llevaba la ropa de El Sereno. Aunque claro, de eso jamás se dijo nada, solo que el conocido Playboy santiaguino había perecido víctima de un feroz asalto en el sector del Barrio Bellavista. Por las mismas fechas el llamado Angel Rojo también desapareció de escena, al igual que Caupolicán de Concepción, cuya última acción documentada apunta al 3 de marzo de 1947. La Viuda y el Llorón fueron los que más estiraron su cruzada, habiendo referencias de apariciones de los siniestros vigilantes porteños hasta bien entrada la década de los cincuenta.
El mundo del cómic habla de los años sesenta como la Edad de Plata, el periodo en que el surgimiento de los personajes de Marvel, como Spider-Man, los Cuatro Fantásticos, Hulk y los X-Men, y la reformulación de los clásicos campeones de DC Comics le dieron un nuevo espaldarazo a la imagen del superhéroe en el inconsciente colectivo. Pero al contrario que a fines de los treinta, en esta ocasión no se dio en las grandes ciudades del mundo una plaga de sujetos anónimos intentando imitar las hazañas de los personajes de papel. Si hay denuncias de justicieros urbanos, cazadores de criminales que tomaron la justicia en sus manos, pero ninguno de ellos vistió un traje multicolor y protegió su rostro con un antifaz ridículo. Esos tiempos ya eran historia y se debían de regresar era por obra y gracia de la publicidad y campañas gubernamentales. Los superhéroes chilenos de la década de los 60 tuvieron más que ver con Ordenipatria que con El Sereno y –mucho menos- con el Llorón. Los superhéroes de la nueva era abandonaron la provincia y aunque se promovieron con slogan que los apuntaban como propiedad de todos los chilenos, fueron un asunto de interés estrictamente Santiaguino.
Nuestra Edad de Plata comenzó oficialmente el 30 de Mayo de 1962, cuando en la ceremonia de inauguración del Séptimo Campeonato Mundial de Fútbol en el Estadio Nacional de Santiago de Chile, el Presidente de la Federación de Fútbol, Juan Goñi presentó ante la enardecida multitud a La Selección Tricolor, los vigilantes oficiales de Mundial Chileno y la nueva generación de Superhéroes Chilenos. La idea de crear este equipo había sido del propio Carlos Dittborn, gestor del Mundial del 62, fallecido meses antes. Dittborn había encargado a un equipo especial del departamento de prensa y relaciones públicas de la organización del campeonato que crearan un símbolo para este, uno que fuera más allá de las tradicionales e infantiles mascotas mundialeras. Pedro Fornazari, jefe de Prensa, contrato a Mario Uso, destacado y veterano ilustrador chileno de ascendencia italiana para que ideara este solicitado símbolo. Y Uso era sin lugar a dudas la persona idónea, en su currículo destacaba la creación y el diseño de Ordeinapatria, el más popular de los superhéroes patrios. Fue así como el estudio de Uso y asociados propuso a la Federación la creación de un equipo de superhéroes inspirados en la Selección Nacional, el cual apropiadamente fue llamado Selección Tricolor ya que sus uniformes y capas ostentarían los simbólicos colores patrios. Juan Francisco Iturra, secretario de Prensa del Gobierno de Jorge Allesandri Rodriguez vio con buenos ojos esta iniciativa y dio todo el apoyo del estado a ella, la Selección Tricolor no sólo debía ser un símbolo futbolístico, sino también un icono de esperanza nacional tras el devastador terremoto de 1962. Y así fue. Tanto que jamás nadie se preguntó porque no habían aparecido un par de meses antes para ayudar a los damnificados en el pavoroso cataclismo que prácticamente había sepultado a la sureña ciudad de Valdivia.
El propio Ordeinpatria, en su regreso a la acción, presentó en la ceremonia inaugural del Mundial del 62 a la flamante Selección Tricolor, comandada por el altivo y delantero, Capitán Tricolor e integrado por Portero Tricolor, el rudo del equipo, Defensor Tricolor, el joven impetuoso, Juez Tricolor, el cerebro y arbitro y Señorita Tricolor, la bella de bellas, figura que no tenía mucho que ver con el fútbol pero que daba el toque sensual y femenino al equipo, además de aportar la siempre necesaria tensión sexual entre sus integrantes. Aunque todo el mundo sabía que desde un principio que los ojos de la bella pelirroja se habían puesto sobre el obviamente apuesto Capitán Tricolor. Por casi ocho años, de 1962 al 69 la Selección Tricolor acompañados por Ordenipatria protagonizaron giras por todo Chile, radioteatros y revistas de historietas. Inspiraron muñecos de acción y fueron el sueño de cada niño chileno, todos querían cuando grande ser miembro de la Selección Tricolor. Su popularidad solo fue equiparada por la de los nuevos cantantes chilenos de la llamada Nueva Ola, sin embargo ni el arrastre de figuras como los Red Junior (cuyo nombre se pensó a partir de una estrategia para crear un equipo de héroes cantantes) o la de José Alfredo Fuentes tuvieron el poder popular de un Capitan o un Portero Tricolor. Sin embargo el 20 de Julio de 1969 el astronauta norteamericano Neil Armstrong pisó la superficie lunar y con ese acto no solo marco el gran salto para la humanidad, sino el fin de los superhéroes como campeones populares. Los niños y adolescentes ya no querían ser vigilantes enmascarados de grandes, sino ir a la luna en un cohete. La carrera espacial había dejado claro que no se necesitaban ni identidades secretas ni poderes extraordinarios para convertirse en el más grande de los héroes. Mario Uso y su equipo de dibujantes intentaron darle un nuevo impulso a la Selección Tricolor, matando al veterano Ordenipatria en una de las aventuras más tristes de la historia superheroica nacional y reemplazandolo luego por Astro Chileno, el primer cosmonauta de este lado del mundo. Pero no dio resultado. Como tampoco sucedió con la magnífica boda de Señorita Tricolor con Capitán Tricolor. Evento esperado por años pero que paradójicamente, cuando sucedió, no fue aclamado por las masas. El 20 de Febrero de 1970 se disuelve la Selección nacional y se acaba nuestra edad de Plata. Pasarían diez años antes de que volviéramos a tener Superhéroes Patrios.

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domingo, septiembre 07, 2008

COLIN CAMPBELL (17 PARTE)


Trajeron la Coca Cola light de Artie, el café y la torta de Buggati y un jugo de frambuesa que pedí para mí.
-¿Entonces?-, me preguntó la chica con la boca llena de cheese cake con salsa de frambuesa.
Artie la miró, me miró y torció una mueca extraña, como si no fuera primera vez que estaba en una situación siMirandar.
-Entonces, quiere que encuentre a Colin Campbell-, dijo Bugatti con la boca llena.
Miré a Artie, sin abrir la boca, me dio a entender que la chica estaba enterada de todo. Supuse que así era mejor, más rápido.
-A quien se está haciendo pasar por él-, le respondí con un pronombre, tratando que el nombre y el apellido de Colin sonara lo menos posible en el diario.
-¿Por qué crees que no puede ser él?-, me respondió tuteándome como si de pronto fuéramos los mejores amigos del mundo.
-Esta muerto.
-Si, pero puede haber dejado un fantasma electrónico. Tengo entendido, perdón-, se limpió la boca-, que Campbell se suicidó y es bastante común que los suicidas dejen fantasmas electrónicos. Suena contradictorio, pero no es nada del otro mundo. Mira…
Toco su teléfono y abrió la ventana del Outlook, giró la pantalla hacia mi y fue indicándome como accedía al menú de herramientas del programa.
-Es una opción del contestador automático del correo. Cuando estás de vacaciones o simplemente no quieres contestar, puedes programar tu casilla para que envié una contestación de excusa a todo el que te escribe, ¿cierto?
Afirmé, Artie ni siquiera ponía atención.
-Pues hace rato que Outlook también permite que uno redacte cantidad infinita, en realidad no estoy muy segura, de mensajes y los programe para ser enviados a determinados contactos de su lista después de meses e incluso años, las posibilidades son muchas. Creeme, no es primera vez que escucho una historia como la tuya. Correos de parte de un muerto, la tecnología hizo fantasmas más concretas que mil años de supersticiones. Como sea, se da harto en suicidas, gente que programa su muerte y de paso también programa seguir molestando a los que se quedan en este lado de la continuidad.
Ella debía de leer cómics, pensé al escucharla decir esa última palabra. No era algo que se oyera con frecuencia en bocas de quien jamás hubiera abierto una revista de cuadros de colores.
-No tiene nada de nuevo-, concluyó-, la opción ya estaba disponible en las versiones viejas de Outlock, en Windows XP, por ejemplo. Si quieres te muestro como hacerlo…
-El único problema-, dije, -es que cuando Colin murió yo no tenía la misma dirección de correo.
-Pero te llamabas igual. ¿Has probado revisar tus casillas anteriores?
-Deben estar cerradas.
-Si. Y si hay alguien más llamado Francisco Buschman bajo el dominio punto ce ele, también debe estar cagado de miedo. Aunque no creo.
-¿Qué esté cagado de miedo?
-No, que haya otro Francisco Buchman-. Hizo un alto. -Esto está excelente-, exclamó mostrándome su plato con la mitad de una torta de quesillo bañada en salsa de frambuesa. Luego: -Y tampoco hay que hacernos tontos ante la posibilidad de que todo sea una broma.
-Un bromista con muy alta tecnología-, ironicé pésimamente.
-De todo hay en la viña del señor-, jaque.
-Es verdad-, no hallé una mejor forma de contestar.
-Cómo me dirías que son los mensajes que Colin te ha enviado.
-Cómo que como.
Sonrió.
-No sé, te ha escrito largamente acerca de cosas que solo Colin Campbell y tu pudieran saber.
-Podría decirse
-Podría decirse-, repitió.
Bugatti agitó los restos de espuma de su capuchino, dobló otra sonrisa, casi coqueta. Me miró, miró a Artie, dio un sorbo y luego completo:
-El asunto es que quiere que descubra que, quien o quienes están detrás de los correos.
-Exacto-, le respondí, pensando en que nunca se me había ocurrido que en lugar de quien o quienes hubiera un que atrás del misterio.
-Voy a necesitar tener acceso a tu casilla, meter un torpedo en tu outlock para que me reenvié todos los correos con el patrón de los de tu fantasma. Los cuatro digitos impares que siempre acompañan al nickname-, se explicó-, creo que Artie ya te había dicho algo.
-Exacto-, respondió el ex novio de mi hija.
-Mmhhh-, asentí.
-Entonces no hay problema.
-No.
-¿Ni en que lea los correos?
-Para qué tendrías que leerlos.
-He estado viendo tu situación, Artie me contó algo-, lo miró, -y tambié me mostró algunas cosas. Se que recién mencioné la posibilidad de que fuera un fantasma programado por el outlock, pero hay que entender que sea o no sea, está usando un programa de seguridad con protocolos que nunca había visto. No estoy diciendo que sea algo nuevo, tal vez es simplemente outlock, como ya he dicho, con un encriptador típico, son las secuencias de seguridad las que son distintas, complejas. He intentado descorchar varias, pero lo único que he conseguido, hasta ahora, es confundirme más. Artie me contó que incluso había tratado de meterle un torpedo para rastrear al emisor y nada.
-Te acuerdas que te conté-, insistió Artie.
-Si-, para que se quedara tranquilo, aunque en verdad me acordaba perfectamente cuando me lo dijo.
-Pero hasta ahora hemos tratado sólo con la dirección y hay posibilidades, muy altas, que el algoritmo de seguridad este escondido en el contenido del mensaje. Supongo que no te has fijado, porque en realidad nadie se fija, pero no pierdo nada con preguntar. ¿No has notado alguna palabra que se repita mucho en los mensajes?
-Mil-, contesté.
-Claro-, me dijo ella, terminando su cheesecake.
-No quise ser pesado-, agregué.
-Ser obvio no es ser pesado. ¿Sobre los nicknames que usa, me puede contar algo?
-Son nombres de villanos de libros, películas e historietas. A Colin le gustaban mucho los comics, eso es casi una obviedad, supongo que tu, que ambos conocen bien su historia… y siempre prefirio los villanos sobre los héroes. No sé que mas puedo decirte-, los miré.
-Es raro, pero también los he revisado, al menos los que me mostró Artie. Y se de estas cosas. Tu conociste más a Colin y sabes más de sus gustos, pero yo no veo que sean villanos los que usa como alías. Veo más personajes amorales, antihéroes, obsesivos. O sea, yo no diría que el Capitán Ahab es un villano. Tampoco que Lex Luthor o el Dr. Doom. El primer correo, fue firmado por Nemo, ¿me equivoco?
Me miró, nos miró.
-Es correcto-, le respondí.
-O sea, si uno lee a Verne, “Veinte Mil leguas de Viaje Submarino” o “La Isla Misteriosa”, puede concluir muchas cosas acerca del capitán del Nautilus, menos que es el malo de la historia. Todo loo contrario, es casi el héroe, o al menos el personaje más importante.
-Puede ser-, respondí.
-Chino-, expulsó Artie.
-De hecho es bien significativo que el primer nick que usara fuera Nemo. Mal que mal significa nadie en latin o griego, no estoy muy segura.
-Yo tampoco-, si estaba por decirlo menos, sorprendido con el personaje que tenía sentada frente a mi, mirándome con cara de ardilla. Necesitaba llamar a Artie para preguntarle más datos, de partida de donde la había sacado.
-Hay que revisar todas las opciones, Buchman. Me gusta llamarte así. Es buen apellido, literario, judio, no sé. En fin, como te decía, revisar todas las opciones. Que sea una broma de admiradores de la obra de Campbell, que a todos nos consta, hay muchos por todas partes. Que alguien cercano este metido, puede ser casualidad, pero igual es sospechoso que hayan muerto dos cercanos a Campbell en tan poco tiempo. O incluso que estemos ante una conspiración gubernamental o de algun gran estamento. Colin Campbell es una figura popular que rompe la estabilidad de muchas cosas. Y después de los de las bombas, estamos hablando de alguien que entr{o una serie de artefactos explosivos Libios…
-Colombianos.
-Creia que era Libios.
-Se dijo, pero eran contactos Colombianos.
-Como fuera, Libios y Colombianos es lo mismo en el contexto de lo que le estoy diciendo, que es el hecho de que alguien con grandes recursos económicos ingresara al país bombas de gran poder destructor y nadie se diera cuenta. Con todo debe haber muchos que en estos nueve, diez años han de tener el nombre de Colin Campbell metido entre ceja y ceja. Y las instituciones de gobierno son las mas peligrosas de todas. En los últimos treinta años se han pasado hablando de que le tengamos miedo a los hackers como grandes enemigos de las grandes cadenas de información, cuando en realidad a quienes hay que temerle es a los gobiernos…
En realidad no entendía que había querido decirme, supuse que era algo así como un discurso de hacker, de promoción de las bondades de su oficio, improvisada autobiografía, todas las anteriores.
-Entonces estamos-, me dijo.
-Si, estamos, hay algo más sí que quiero pedirte…
Ambos me miraron. Abrí mi celular y presioné la opción de envió de archivo. Le pedí que me diera acceso y apenas me lo dio le envié una lista con nueve contactos de mi archivo de direcciones.
-Quieto saber si alguno de ellos también ha recibido mensajes de Colin.
Miró la lista, me regresó una linda sonrisa y después archivo los nombres de cada uno de los integrantes de la Sociedad de Extraordinarios Santiaguinos, menos Colin, Edison Landeros y Gastón Descalzo.

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lunes, septiembre 01, 2008

COLIN CAMPBELL (16 PARTE)



PUSE DOS COPIAS impresas de un par de artículos que escogí al azar, sobre el escritorio de Eloisa, mi secretaria y productora y le pedí que corroborara los datos y verificara los créditos de las fotos.
-Cualquier cosa, ando con teléfono.
Le dije, mientras me daba cuenta como su atención se fijaba en la imagen de un modelo de ropa interior que desfilaba en una de las imágenes impresas en el papel inteligente.
-Necesito más datos de ese tipo-, le indiqué a propósito-, el articulo lo hizo la Angela, llámala, te puede dar datos y números de contacto.
Eloisa me respondió con un ok mudo. Hace cuatro años que trabaja para mi, antes fue la secretaria de política, después de una rotación interna quedo a mi cargo. Me ha dicho que prefiere mil veces trabajar en espectáculos que en la noticia dura. Tiene treinta años, un culo precioso y es madre soltera de un niño de nueve años. Cuando recién empezamos a trabajar juntos quise intentar algo con ella, se que se dio cuenta y se que hasta el día de hoy se pregunta por qué no seguí insistiendo.
-Es como rica tu secretaria-, comentó Artie cuando cruzamos las puertas de la sala de redacción de suplementos, cultura y espectáculos del diario Austral. –No como tu ayudante en la Universidad, pero rica.
-Ya no es mi ayudante. Se va a trabajar a Santiago
-No puede ser-, exagera.
-Lo es.
-Y la dejaste ir
Son las once de la mañana, hace un calor húmedo y ceniciento y los incendios han seguido ardiendo igual que ayer, que antes de ayer, que todos los días hace poco más de un año. A través de los ventanales rodean las escaleras del Diario Austral se podía apreciar el gran cerco de humo que rodea la ciudad. También los edificios viejos del centro y las torres incompletas de tantos proyectos que quedaron estancado cuando el sur empezó a quemarse. Anoche las llamas alcanzaron las faldas del cerro Ñielol. -Dicen que va a haber intervención del ejercito-, me comenta Artie mientras bajamos.
-Dicen muchas cosas, antes tienen que cortar Chile. Esa es la ley, sólo así intervienen las fuerzas armadas. El día en que los incendios crucen de mar a cordillera, ese día vamos a tener acción. Pero los peñis no son tontos, no van a arriesgarse a cortar el territorio.
Hace dos noches llamé a Artie, justo después de hablar con Igriega sobre la muerte de Gastón Descalzo y lo que se supo tras sus cartas y confesiones suicidas. Le pregunte por su idea de contratar servicios especiales para rastrear el origen de los mensajes de Colin. Me dijo que conocía a alguien, que cobraba caro si, pero que era buena. La mejor de este lado del planeta, agregó. Confieso que desconfié bastante cuando supe que era mujer, pero preferí no decirle nada, antes queería que probar. Hoy temprano supe que todo estaba listo, que la señorita quería juntarse conmigo. Le dije a Artie que nos juntáramos cerca del diario tipo diez u once de la mañana. Llegaron diez para las once.
-¿Cómo esta Julieta? Supe que le fue mal con lo del modelaje.
-Deprimida, pero se le va a pasar.
-Mándale saludos.
-Odia que me llames.
-Lo sé. Cuando acabamos me dijo que no la llamara más y que a ti tampoco, que le complicara que fuéramos amigos.
-No somos amigos.
-Pero nos caemos bien.
-Es cierto. Ultima vez que te lo pregunto, ¿me juras que es de confianza?
No me contesta, no tiene para qué. Salimos del edificio de El Austral hasta la esquina con Bulnes. Me indica que crucemos, que la chica nos está esperando en el salón de té del Hotel de la Frontera.
-¿Qué tipo de música escuchaba Colin?-, me preguntó.
-Por qué.
-Por nada, por saber no más. Se puede averiguar mucho de una persona según lo que escucha, ve o lee. Tu mismo me lo dijiste.
-Sicología pop. Hartas cosas, pero básicamente rock progresivo, Yes, Pink Floyd y Rush eran sus grupos favoritos…
-Personalidad megalómana.
No le contesté, no era necesario.
-Igual me gusta Pink Floyd.
-Pink Floyd le gusta a todo el mundo.
Entramos al Hotelo de la Frontera y pasamos directo al salón de té. Habia poca gente, la mayoría gente del mismo Austral. Un par de fotógrafos de deportes que cortaban la mañana bebiendo algo con mucha espuma a quienes saludé moviendo la cabeza. Cerca de una esquina estaba quien buscábamos. Fue fácil reconocerla no tanto por su aspecto, se veía bastante normal, de hecho más que Artie, sino por su completa atención en algo que sucedía dentro de la pantalla de su celular. Usaba anteojos grandes, con marcos antiguos de plástico por lo que resultaba obvio que no sufría de un problema óptico sino que todo no era más que una cuestión de modas.
-¿Qué miras?-, le preguntó Artie cuando llegamos a su lado.
La chica levanto la mirada, nos hizo callar anteponiendo un dedo contra sus labios y me devolvió una agradable sonrisa. Enseguida deslizó sobre la mesa una hoja blanca de papel donde decía “Siéntense y no digan nada hasta que yo les diga”. Le hicimos caso. Ella levanto la cara y me miró a la cara, sus ojos eran preciosos, de un azul intensísimo, casi violento. “Toma tu teléfono y marca el 1 015 5678”, Lo hice. Me fije que en su celular se escuchó un versión acelerada de la sonata claro de luna. Pensé que era un terrible lugar común. “Estas pinchado”, escribió en un nuevo papel, bajo el cual también decía, “pon tu teléfono sobre la mesa”
Le hice caso en todo, en blanco, sin decir nada, pensando en que en este preciso instante la policía de investigaciones tenía un completo informe de mi persona, sabían que alguien que se hace pasar por Colin me escribe regularmente y lo que es peor, que con antelación supe de las muertes de Edison y Gastón y no hice nada. La hacker puso su teléfono, uno grande, que reconocí armado sobre la carcasa de un Panasonic, junto al mío y tecleo algo sobre ambas pantallas. Luego agarro su lápiz y escribió una nueva nota: “Presione Control Alt 14, luego escriba 78043, el login es Anton y la clave Condenacion1994”. Lo hice.
-Es una orden de desbloqueo. Funciona por poco menos de una hora. Convierte tu teléfono en un eco inactivo para quien te rastrea. Pero ojo, no lo uses siempre, es bueno que estés abierto para los que te pincharon, así no sospechan. Cúbrete sólo cuando sea necesario.
Agarre el papel con la orden anotada y lo doble dentro en un bolsillo.
-Memorízalo y tira el papel. Te aconsejo que uses una fórmula mnemotécnica para guardarlo en tu memoria, asócialo con ideas y fechas importantes para ti.
-Lo haré.
-No, no lo vas a hacer, pero cuida el papel, si se te pierde estás cagado.
-Soy Francisco Buchman-, me presenté.
-Lo se, Arturo me dio los datos.
Primera vez que escuchaba que alguien llamaba a Artie por su verdadero nombre. La chica tenía unos 27 años, pensé que tal vez se estaban acostando o algo parecido. Pensé que me hubiera gustado tener 17 años, como el ex novio de mi hija y acostarme con una señorita como ella.
-Soy Bugatti-, me saludo estirando su brazo derecho para saludarme de forma muy formal, casi masculina.
-Buen nickname-, le dije.
-No es un alias, es mi nombre-, acotó. –Hace mil años que nadie usa nicknames, para qué, si igual pueden saber tu nombre. Mi padre me puso así, es fanático de los autos. El segundo nombre de mi hermano es Cadillac.
Pensé en Jack “Cadillac” Tenrec, el protagonista de una historieta demasiado rara y aun más vieja que alguna vez coleccioné. Tenrec era un mecánico que vivía en una tierra futura donde habían regresado los dinosaurios y se dedicaba a restaurar Cadillacs viejos, de ahí su nombre. El tipo tenía una tensa relación con una morena llamada Hannah Dundee, embajadora de otra tribu, a quien la naturaleza había dotado de las curvas más generosas vistas en un cómic, incluso más que las de Druuna, ese monumento al onanismo gráfico del italiano Serpieri. Supongo que no fui el único lector que imagino que tarde o temprano el dibujante nos iba a regalar una splash page de Jack chupando las deliciosas tetas de Hannah. Bugatti tenía buenas tetas, no eran grandes, pero eran ricas.
-Desde cuanto que estoy pinchado-, le pregunté.
-Cuatro días, usaron un torpedo típico de instituciones gubernamentales. Sólo se necesita un llamado o un contacto infrarrojo para inyectarlo. Has recibido llamados de la policía en los últimos cuatro días.
-No, pero un par de detectives me visitaron hace poco y uno de ellos usaba mucho un Dell grande.
-Ahí fue. Pero no tiene de que preocuparse, según lo que me contó Arturo, su fantasma le escribe usando alias y por lo que me mostró, nadie en la policía tiene los medios o el conocimiento para rastrear el programa de correo que está usando. Además el sistema que usan no les permite leer los mensajes de correo que recibe, sólo oír las conversaciones que tiene, ver en que sitios navega y saber con quien está y de qué habla, funciona como si tuviera un micrófono.
-Ayer te llame-, miré a Artie.
-Lo sé, pero yo nunca te contesto, siempre te devuelvo las llamadas.
-¿Sabías?
-No, pero prefiero prevenir.
-Tampoco te urjas si has usado booster en estos días-, siguió Bugatti. -A los pacos no les interesa detener a un profesional respetado por uso personal de sustancias ilícitas, a lo más te pondrán al final de una lista muy larga en la que te perderás en menos de diez minutos.
-No he usado…
-Mejor. En todo caso si pretendes usar uno luego, usa el desbloqueador. ¿Puedo llamarte Buchman. Me gusta como suena?
-Si….-, dudé, acordándome de mi época de colegio.
-Supongo que Arturo ya te dio mis tarifas-, lo miró.
-Se las envió-, cortó el ex novio de mi hija.
-En la mañana-, completé yo. -Alguien quiere algo.
-Una Coca Light-, me pidió Artie.
-Un café cortado y una torta de queso con salsa de frutilla, si se puede.
-Sí, se puede-, le respondí y levante la mano para llamar a uno de los dos meseros.
-Vas a engordar-, le dijo Artie.
-No importa, a quien me quiere no le importa.
Me gustó su respuesta.
-Seinfeld-, pronunció Bugatti.
-¿…?-, la miré.
-Eso estaba viendo-, se explicó la señorita. –Arturo me lo preguntó cuando llegaron. Tengo guardados casi todos los capítulos…
-Las nueve temporadas-, solté, Artie nos miraba.
-Las nueve. La mejor serie de todos los tiempos-, justificó.
-Absolutamente-, corroboré.
Me preguntó cual era mi capítulo favorito. Le dije que tenía dos, The Opposite, cuando George Constanza hace todo lo contrario para triunfar en la vida, “mi nombre es George Constanza, tengo 30 años, estoy desempleado y vivo con mis padres”, completó Buggatti. Le conté que mi otro capítulo era el del mundo bizarro, cuando Eleine encontraba los opuestos complementarios de todo el grupo de Seinfeld y hacían un juego con el mundo bizarro de Superman. También era el episodio predilecto de Colin. Bueno, cualquier cosa con aroma a cómic, como las películas viejas de Kevin Smith, lo era.

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domingo, agosto 24, 2008

COLIN CAMPBELL (15 PARTE)


IGRIEGA ME LLAMO poco después de medianoche, con esa voz arrastrada suya que saca cada vez que algo la pone nerviosa. Lo de Gastón Descalzo la tenía inquieta, que todo era muy raro, que dos Extraordinarios Santiaguinos muertos en menos de un mes no era algo natural. Traté de tranquilizarla diciéndole que solo era una casualidad. Tétrica, pero casualidad al fin y al cabo. Que Edison había fallecido por causas naturales, problemas de salud y Gastón se suicidó por depresión, gavillada por su condición sexual. Me devolvió que ese comentario le había parecido homofóbico, que se había acordado de Colin, que siempre le había llamado la atención el modo como yo había asiMirandado las peores cosas de Colin. No le respondí. Insistí en que no había de que urgirse, que sólo estábamos ante una macabra casualidad, que quizas el propio Gastón la había gavillado tras la muerte de Edison. Me contó que la habían visitado un par de detectives de Investigaciones, le conté que a mi también.
-Ellos creen que pueda haber un móvil en común entre ambas muertes.
-Que Edison y Gastóin hayan sido amantes.
-No seas tonto.
-No lo soy. Quienes vinieron a verme me lo hicieron notar. Nuca conocimos mucho a Gastón y a Edison.
-Edison era un amor.
-Contigo todos eran un amor. Eras nuestra Mujer Maravilla.
Se rió.
-Y la carta, Pancho.
Supe que Gastón dejó cartas para todos los Extraordinarios Santiaguinos. No sólo para mi como me habían hecho sabor (a propósito, era obvio) Oportot y Bahamondes. Las cartas eran idénticas, cambiaban el nombre del remitente y a lo más la última línea. Todas decían que el Ultrasantiaguino finalmente triunfó sobre todos nosotros.
-¿Qué significa esto?
-Lo que siempre supimos. Colin inventó al Ultrasantiaguino como el villano definitivo de sus héroes. Era su juego, Igriega, su inmenso diseño de rol en la cual nosotros solo prestamos nuestros nombres como identidades secretas. A veces me preocupa como tu, Arismendi y Matus se toman tan en serio lo de los Extraordinarios Santiaguinos, como si en verdad hubiéramos sido superhéroes. Todo no es mas que la imaginación de Colin, el creo todo en su cabeza y con lo de las bombas no hizo mas que asaltar el mundo real sin darse cuenta. Tal vez se volvio loco y nosotros fuimos tan ilusos de seguir su juego. Se convirtió en el Ultrasantiaguino, pero eso yo al menos siempre lo tuve claro. Para allá iba el juego, claro jamás imagine que terminara haciendo lo que hizo.
No me contestó. Luego añadió lo de la llamada. Lo que había sido Gastón y no Colin quien avisó a la policía tras las explosiones de Plaza Italia.
-¿Significa eso que algunos Extraordinarios Santiaguinos sabían del plan de Colin, que le pudieron haber ayudado, que fueron cómplices de él?
-No sé que decirte-, en verdad no lo sabía.
-¿Y si Colin no fue? Si lo traicionaron, Pancho, no se te ha ocurrido pensar en eso…
-No Yazna, no se me ha ocurrido pensar en eso.
-No me digas Yazna, por favor.


TENIA LA PRIMERA PRUEBA del semestre a las 9 de la mañana, en el pabellón O de la Universidad de la Frontera. Un control de lectura de textos escogidos de literatura de no ficción. Tom Wolfe, Truman Capote, Hunter S Thomson, los mismos nombres que me hicieron leer en la Católica hace como veinte años. Si no es por el mensaje de texto que me dejó Marisa anoche recordándomelo lo habría olvidado. Le pedí un café bien cargado a la secretaria y entre a la sala con veinte minutos de retraso. Marisa estaba sentada sobre la mesa del profesor. Llevaba una falda corta, medias oscuras y esos anteojos de marco grueso que la hacen ver tan deliciosa. Veintidós años y me admira, en un mundo ideal tendría la ventaja para hacer lo que se me ocurriera. Recordé el sueño que tuve con ella hace poco, cuando íbamos al cine y se sentaba encima mío. Recordé muchas cosas que he pensado sobre ella desde que hace un semestre se ofreció para ser mi alumna ayudante. Los cuarenta imberbes de primer año estaban concentrados en sus pruebas, pocos levantaron la cabeza para saludarme. La mayoría debe considerarme lo peor, sobre todo tras la clase anterior en donde me dedique a evadir sus preguntas acerca de Colin Campbell. Además mal que mal vengo una vez cada dos semanas y dejo todo el peso académico del ramo en mi sexy asistente. Claro si yo tuviera dieciocho años sería el tipo más feliz del mundo si me encerraran dos horas semanales con una chica como Marisa hablándome de periodismo novelado. Igual me gustaría ser mejor profesor, bueno, supongo que me gustaría ser mejor en muchas cosas. Me fijé que el último alumno de la fila de la derecha llevaba una de esas camisetas viejas con el rostro de Colin. Sé que se la puso a propósito, sé que notó cuando sonreí al verlo. Si supiera cual es su nombre lo calificaría bien.
-Hola-, me saludó Marissa, susurrando con su voz de vainilla y cruzando sus piernas largas conqueta. Lo hizo a propósito, es obvio.
-Disculpa por el atraso. Y gracias por avisarme, lo había olvidado.
-Lo imaginé. Podemos hablar afuera un momento.
-Claro, trae una prueba, quiero ver las preguntas.
Salimos de la sala, apenas cerramos la puerta empezó una corredera de murmullos y ruidos de mesas moviéndose. La canción siempre sigue igual.
-¿Dime?-, le dije a mi ayudante, clavado en sus grandes ojos cafés cubiertos por esos anteojos grandes, pasados de moda.
-Me ofrecieron trabajo.
-Excelente.
-En Santiago.
-Excelente-, ahora en un tono más bajo.
-Igual tengo que avisarte, porque es como luego. Tengo que estar allá el próximo mes. Es para que nos pongamos de acuerdo en encontrar mi reemplazante.
-Vaya-, respiré. Quise decirle que ella no tenía reemplazo, pero me pareció enfermo de cursi.
-Pero no te preocupes, yo me encargo de eso. Conozco buena gente de cuarto y quinto. ¿Sólo dime que prefieres, hombre o mujer?
-Conversémoslo otro día.
-Claro.
-Y… ¿dónde te vas?
-A El Mercurio, después de hacer la práctica postule a varias secciones y me llamaron. Dos años después-, sonrió-, pero me llamaron.
-En que sección.
-En cultura, pero no como periodista, sino para investigación, recopilación y verificación de datos.
-Me parece notable.
-Te puse entre mis referencias.
-Podría haber sido para peor ponerme.
-¿Por qué? Eres un excelente profesional, lo que pasó no fue culta tuya sino de tus juntas, tus malas juntas. No fue saludable haber sido el mejor amigo de Colin Campbell, pero eso es otro cuento-, se detuvo. –Y hablando de juntas, eso me recuerda que te voy a invitar a comer uno de estos días, para agradecerte por todo y para que me enseñes como es la vida en un diario santiaguino.
Pensé en que podría enseñarle muchas otras cosas.
-Voy a cobrarte la invitación.
-Hazlo-, y volteó la cabeza. –Estas son las preguntas-, me dijo entregándome una hoja. Le dije que volviéramos a la sala, que ya había sido suficiente tiempo libre para los muchachos. Es horrible la palabra muchacho.
Apenas regresamos todo volvió a la quietud. Marissa fue hasta la mesa del profesor y se sentó encima, dándole lo mismo que fuera yo y no ella el profesor titular del ramo. Aunque en verdad, con tal de verla allí y así sentada todo era perfecto. Casi perfecto. Tomé una silla desocupada, la lleve hasta la otra esquina del salón y me senté. Mire a cada uno de los chicos y a Marissa, luego tomé mi celular y abrí la bandeja de entrada para leer por enésima vez el mensaje que me llegó ayer un poco antes de medianoche.

De: ottooctavious7997
Para: fbuchman
Hora: 23:40
Asunto: Boeings
¿Te acuerdas del 11 de Septiembre, cuando los Boeings nos declararon la guerra? Claro, era más fácil culpar de todo al terrorismo fundamentalista islámico que confesar lo que en realidad estaba sucediendo. Pero tu y yo siempre supimos la verdad. Que los Boeings se aburrieron de los hombres y empezaron a suicidarse sobre nuestras cabezas. Fueron dos 757 los que iniciaron la peregrinación, dejándose caer sobre las torres gemelas del World Trade Center. ¿Recuerdas las torres gemelas, recuerdas como odiaba esa arquitectura cúbica, funcional y poco arriesgada de ese par de atrocidades de 110 pisos, recuerdas como celebré cuando se vinieron abajo? Supongo que de algún modo lamenté la cantidad de gente que murió, pero así es el costo de las cosas, no voy a saberlo yo. La historia desde que es historia se ha escrito sobre sangre y cadáveres. Me acuerdo que la mañana del 11 de Septiembre, mientras veía caer las torres me asomé a la ventana y miré hacia el cielo. Ví a docenas, a cientos de Boeings revoloteando como locos. Viejos 707, extraños 727 con sus colas en “T”, comunes 737, gigantescos 747, veloces 757, ruidosos 767 y pocos 777. Todos buscando algún espacio en el aire para dejarse caer sobre torres y edificios. Querían jodernos, sabes y tenían la razón. A lo largo de cuatro décadas nos pasamos abusando de ellos, llenándolos sin piedad de gente, culpándolos cuando caían a tierra, pintándolos con colores horrendos. Incluso nos dimos el lujo de cortar sus sueños supersónicos cuando cancelamos el proyecto 2707. Los Boeings querían ser los más rápidos, jamás nos perdonaron que les cortáramos las alas. Así que se aburrieron, cortaron el flujo de sus turbinas y se tiraron suicidas sobre nuestras ciudades. Pero pocos dieron en el blanco, las fuerzas aéreas derribaron a muchos a mitad de sus caída y los obligaron a rendirse. El disfraz de un ataque terrorista funcionó al principio, sirvió incluso de justificación política por un par de años, pero los que supimos la verdad nunca volvimos a dormir tranquilo. Ellos siguen allá arriba, cruzando nuestras noches, sumando odios y deseos de venganza. Ya veras Pancho cuando llegue el día en que cierren sus alerones y se dejen caer a tierra, sobre ciudades y pueblos. Leí que ya se supo lo del General Patria, siempre supe que ese maricón no iba a durar mucho. Era de los más culposos y confieso que me aproveché de su culpa. Todo salio tal cual pensé que iba a suceder hace nueve años. Pero como bien has de imaginar, aun quedan piezas inmóviles sobre el tablero. Cuídate mucho, descansa y espero que no sueños con Boeings.



Guardé del teléfono y miré a mis alumnos, a la ayudante más sexy de la carrera de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad de la Frontera y revisé cada una de las preguntas que Marissa había formulado para la prueba. Todas me parecieron correctas, pero faltaba algo. Algo que, pensé, de ser yo Colin Campbell habría preguntado.
-Anoten una ultima pregunta-, les dije en voz alta. Cada uno de los chicos sentados frente a mi me miraron. Un murmullo de desaprobación corrió entre los asientos del fondo. Marissa también me miro, bajando sus anteojos como sólo ella puede hacerlo sin verse mal.
-Es un a pregunta optativa. Sólo contéstenla quienes quieran. Va a dar un par de puntos extras que puede servirles para subir la nota. Pero repito es opcional.
Se repitió un murmullo, mucho menos hostil que el anterior.
-Anoten-, les dicté. –En “Lo que hay que tener”, o “The Right Staff”, de Tom Wolfe. ¿Cuál es el tipo de avión que Chuck Yeager prueba después del X-1. El que casi le cuesta la vida? ¿Cómo llamaban los pilotos a este avión? Eso.
Fui hasta donde Marissa y le pedí un lápiz. Escribí al final de la hoja con preguntas: “Lockheed F-104 y los pilotos lo llamaban ataúd volante”.
-Esa es la respuesta-, le dije.

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