COLIN CAMPBELL (8 PARTE)
AGARRÉ UNA CUCHARA pequeña, de acero inoxidable con el mango curvado hacia adentro, de las del juego de cubiertos que mamá me regaló para la navidad pasada. Luego tomé la bolsita que me había dado Artie y con cuidado llené una línea de polvo plateado en la superficie de la cuchara. No más, no menos. Recorde que Artie me advirtió que por nada del mundo me la inyectara, que tenía algo llamado Dex que podía regalarme un mal viaje, así que fui al baño a buscar un gotario para los ojos. Pensé en llamarlo para seccionarme que el booster no fuera a cagarme la vista, pero era mala idea. Pensé en llamarlo para seccionarme que el booster no fuera a cagarme la vista, pero era mala idea. Ya era tarde y además de pasar no sería primera vez que tuviera que operarme la vista. La responsabilidad para con el cuerpo siempre se va a la cresta en situaciones como esta. Pensé en Edison Landeros. En la entrada a la entrevista que me hicieron y que hoy salió publicada en la edicion matutina de El Austral, contaban que era su cuarto infarto. Que por una enfermedad al hígado tenía el corazón cagado, que su muerte no tenía nada de sorpresiva, no era un tipo que se cuidara. Había mensión a sobrepeso y mala dieta. Casi podía verlo, sabiendo que el cuerpo corría en regresiva, devorando una hamburguesa gigantesca junto a una orden triple de papas fritas y aros de cebolla.
Regrese con el gotario y llame con la primera memoria del teléfono a mi disco duro. En el Flat TV de 29 pulgadas que tengo al fondo de mi cama, tras el escritorio aparecio una pantalla de navegación. Corté la película que estaba viendo y desplegó completa la ventana de Explorer. Fui a mis favoritos y abrí www.ss.dobleverse.org, anote mi clave de ingreso y mi password y espere que se apareciera el menú. Abri la carpeta amarilla, la más libre de todas, la más cara también. Dejé que bajara y terminé de preparar el booster. Pensé de nuevo en Edison, en su hamburguesa y la orden de papas y aros de cebolla, mi problema no tenía nada que ver con comida rápida, aunque su sabor se parecía. Colin no se drogaba. A lo más lo vi alguna vez darle una aspirada a un pito. Fue tal vez nuestra gran diferencia. La primera vez que peleamos en serio, fue cuando le regale la mitad de un ácido a Igriega. No soportaba la idea de no dominar al cien por ciento el control de su comportamiento. Tampoco bebía, yo no puedo decir lo mismo.
Prendí una de las velas que me ha regalado Julieta, no se de a donde mi hija decidió que debía coleccionar velas, y puse sobre la mecha la cucharita. En un instante la solución se puso a hervir. Espuma y vapor brotaban del interior cóncavo de la cuchara, mientras la parte inferior se tiznaba de negro. Aparté la cuchara de la vela y apagué la vela de un soplo, mismo que repetí sobre la solución para enfriarla.
La pantalla de mi monitor brillaba en un amarillo opaco, como el de la miel vieja, cuando lleva días congelada en un refrigerador y encima le brota una capa protectora, como espuma pero sólida, dura, como caramelo. Nada aparte del amarillo, uniforme y limpio, una pizarra virtual esperando la interfase. Pensé nuevamente en Colin, en que estaba seguro de su negación a las drogas hubiera disfrutado de este truco. Se pasó la vida soñando con ser un superhombre, en este lado de la red hubiera logrado volar, detener un tren, ser más veloz que una bala, que se yo confundirse con un pájaro y un avión. Ser el semidiós en que siempre quiso convertirse sin necesidad de matar a nadie.
To: FBuchman
From: Robur5137
Subjt: Buena entrevista
Me sigues sorprendiendo Pancho, tus mentiras siguen siendo las cómodas de siempre. Igual que las de El Mercurio para mi entierro, recuerdas. Sin embargo aun no entiendo por qué siempre mientes en la forma en que nos conocimos. En fin, siempre supe que se podía confiar en ti, tenías pasta de un gran profesional. Supongo que pronto andarás por Santiago.
Repito, felicitaciones por la entrevista
Excelente
La Fuerza sigue con nosotros…
…siempre
CC
EL MENSAJE me llegó hace poco, igual que los otros, que el primero, como un alma en pena flotando en la bandeja de entrada. Oprimí guardar como texto y la mande a mi carpeta personal, a uno de los pocos archivos que mantengo bajo la protección de Microsoft Crypticon. Recorde la sugerencia de Artie de contratar un stalker, tal vez sea buena idea aunque aun no tengo idea para que. Pensé en lo de ir a Santiago, en darme una vuelta, en volver a ver el resto, en ver a Igriega. Cerrar algunos puntos seguidos.
Sentí con la yema de un dedo que la solución ya estuviera fría y acerque la boca del gotario al centro de la cuchara empapada. Apreté con cuidado la bolita de plástico sobre el cilindro. Se oyó un ligero ruido, parecido al de un niño pequeño sorbiendo lecho o sopa demasiado caliente. El líquido plateado, cada vez más trasparente lleno hasta la mitad el fino tubo de plástico. Di un rápido pellizco al embolo y deje que una gota me callera sobre un dedo para cerciorarme que en verdad estuviera fría. Lo estaba. Los booster tienen la virtud de bajar de temperatura de modo casi instantáneo, como si fallecieran. Me lo metí a la boca. Era dulce, desagradable, como un chicle barato de fruta, azucarado en exceso. La lengua se me durmió como si me hubiera quemado con te frio. Por nada inyectalelo, como gotas a los ojos o mezclado con leche, me advirtió el novio de mi hija. Odio la leche, preferí lo primero.
Usando dos dedos de mi mano izquierda abrí mi ojo derecho. Allegué lo más que pude el gotario y solté tres borbotones encima de la pupila. Picó, ardio, lagrimeo, pero no mucho, he probado peores. Espere a que la vista se habituara para repetir la operación en mi otro ojo. Antes de que cesara el malestar inicial me senté en el borde de la cama, frente a la pantalla en amarillo y esperé el enlace. No tardo en bajar.
Con la última lágrima mi piel se estremeció entera. Les llaman popularmente booster porque eso es lo que son, cohetes impulsores hacia otro estado. Booster iguales a los aparatos del mismo nombre que el Transbordador Espacial usa para elevarse desde su torre de lanzamiento y quebrar el cielo. Mientras pensaba en lo anterior –y en otras tantas cosas- el acelerador ya me había llegado a la punta de los pies y golpeado mi corazón con un golpe sordo. Como pude, por un instante pensé en Edison, en que tal vez tambien le hacía a estos viajes y que todo había sido por culpa de uno malo de estos. Delante de mis ojos parecia crecer una especie de neblina blanca que iba haciendo desaparecer las cosas a mi alrededor, lo único cierto era el amarillo que se abría cada vez más sobre mi limitado horizonte. Como que quise respirar más profundamente pero no pude, mi ritmo respiratorio estaba alterado, como todo no más. Entonces el amarillo inicio su cambio, el impulso fue aumentando de modo calmado, llevándose la ansiedad inicial y reemplazándola por calma, tranquilidad. Y fue ahí, cuando por primera vez lo entendí todo. Mientras entraba a lo que la mayoría llama dobleverso. Ahí estaba la calve de todo. Colin no estaba muerto, al menos no como la mayoría de la gente pensaba, el vivía, estaba en algun lugar de ese vasto país sensorial donde nuevamente comenzaba a entrar. Necesitaba un atlas.
Regrese con el gotario y llame con la primera memoria del teléfono a mi disco duro. En el Flat TV de 29 pulgadas que tengo al fondo de mi cama, tras el escritorio aparecio una pantalla de navegación. Corté la película que estaba viendo y desplegó completa la ventana de Explorer. Fui a mis favoritos y abrí www.ss.dobleverse.org, anote mi clave de ingreso y mi password y espere que se apareciera el menú. Abri la carpeta amarilla, la más libre de todas, la más cara también. Dejé que bajara y terminé de preparar el booster. Pensé de nuevo en Edison, en su hamburguesa y la orden de papas y aros de cebolla, mi problema no tenía nada que ver con comida rápida, aunque su sabor se parecía. Colin no se drogaba. A lo más lo vi alguna vez darle una aspirada a un pito. Fue tal vez nuestra gran diferencia. La primera vez que peleamos en serio, fue cuando le regale la mitad de un ácido a Igriega. No soportaba la idea de no dominar al cien por ciento el control de su comportamiento. Tampoco bebía, yo no puedo decir lo mismo.
Prendí una de las velas que me ha regalado Julieta, no se de a donde mi hija decidió que debía coleccionar velas, y puse sobre la mecha la cucharita. En un instante la solución se puso a hervir. Espuma y vapor brotaban del interior cóncavo de la cuchara, mientras la parte inferior se tiznaba de negro. Aparté la cuchara de la vela y apagué la vela de un soplo, mismo que repetí sobre la solución para enfriarla.
La pantalla de mi monitor brillaba en un amarillo opaco, como el de la miel vieja, cuando lleva días congelada en un refrigerador y encima le brota una capa protectora, como espuma pero sólida, dura, como caramelo. Nada aparte del amarillo, uniforme y limpio, una pizarra virtual esperando la interfase. Pensé nuevamente en Colin, en que estaba seguro de su negación a las drogas hubiera disfrutado de este truco. Se pasó la vida soñando con ser un superhombre, en este lado de la red hubiera logrado volar, detener un tren, ser más veloz que una bala, que se yo confundirse con un pájaro y un avión. Ser el semidiós en que siempre quiso convertirse sin necesidad de matar a nadie.
To: FBuchman
From: Robur5137
Subjt: Buena entrevista
Me sigues sorprendiendo Pancho, tus mentiras siguen siendo las cómodas de siempre. Igual que las de El Mercurio para mi entierro, recuerdas. Sin embargo aun no entiendo por qué siempre mientes en la forma en que nos conocimos. En fin, siempre supe que se podía confiar en ti, tenías pasta de un gran profesional. Supongo que pronto andarás por Santiago.
Repito, felicitaciones por la entrevista
Excelente
La Fuerza sigue con nosotros…
…siempre
CC
EL MENSAJE me llegó hace poco, igual que los otros, que el primero, como un alma en pena flotando en la bandeja de entrada. Oprimí guardar como texto y la mande a mi carpeta personal, a uno de los pocos archivos que mantengo bajo la protección de Microsoft Crypticon. Recorde la sugerencia de Artie de contratar un stalker, tal vez sea buena idea aunque aun no tengo idea para que. Pensé en lo de ir a Santiago, en darme una vuelta, en volver a ver el resto, en ver a Igriega. Cerrar algunos puntos seguidos.
Sentí con la yema de un dedo que la solución ya estuviera fría y acerque la boca del gotario al centro de la cuchara empapada. Apreté con cuidado la bolita de plástico sobre el cilindro. Se oyó un ligero ruido, parecido al de un niño pequeño sorbiendo lecho o sopa demasiado caliente. El líquido plateado, cada vez más trasparente lleno hasta la mitad el fino tubo de plástico. Di un rápido pellizco al embolo y deje que una gota me callera sobre un dedo para cerciorarme que en verdad estuviera fría. Lo estaba. Los booster tienen la virtud de bajar de temperatura de modo casi instantáneo, como si fallecieran. Me lo metí a la boca. Era dulce, desagradable, como un chicle barato de fruta, azucarado en exceso. La lengua se me durmió como si me hubiera quemado con te frio. Por nada inyectalelo, como gotas a los ojos o mezclado con leche, me advirtió el novio de mi hija. Odio la leche, preferí lo primero.
Usando dos dedos de mi mano izquierda abrí mi ojo derecho. Allegué lo más que pude el gotario y solté tres borbotones encima de la pupila. Picó, ardio, lagrimeo, pero no mucho, he probado peores. Espere a que la vista se habituara para repetir la operación en mi otro ojo. Antes de que cesara el malestar inicial me senté en el borde de la cama, frente a la pantalla en amarillo y esperé el enlace. No tardo en bajar.
Con la última lágrima mi piel se estremeció entera. Les llaman popularmente booster porque eso es lo que son, cohetes impulsores hacia otro estado. Booster iguales a los aparatos del mismo nombre que el Transbordador Espacial usa para elevarse desde su torre de lanzamiento y quebrar el cielo. Mientras pensaba en lo anterior –y en otras tantas cosas- el acelerador ya me había llegado a la punta de los pies y golpeado mi corazón con un golpe sordo. Como pude, por un instante pensé en Edison, en que tal vez tambien le hacía a estos viajes y que todo había sido por culpa de uno malo de estos. Delante de mis ojos parecia crecer una especie de neblina blanca que iba haciendo desaparecer las cosas a mi alrededor, lo único cierto era el amarillo que se abría cada vez más sobre mi limitado horizonte. Como que quise respirar más profundamente pero no pude, mi ritmo respiratorio estaba alterado, como todo no más. Entonces el amarillo inicio su cambio, el impulso fue aumentando de modo calmado, llevándose la ansiedad inicial y reemplazándola por calma, tranquilidad. Y fue ahí, cuando por primera vez lo entendí todo. Mientras entraba a lo que la mayoría llama dobleverso. Ahí estaba la calve de todo. Colin no estaba muerto, al menos no como la mayoría de la gente pensaba, el vivía, estaba en algun lugar de ese vasto país sensorial donde nuevamente comenzaba a entrar. Necesitaba un atlas.
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