EL CHACAL DE NAHUELTORO RELOADED
Columna publicada hoy en el Wiken, algo fue cortada por el espacio, pero esta lo básico, lo importante. Aunque es una lástima que no haya aparecido mi homenaje al gran Nelson Brodt. Acá la versión extended. Como siempre los invito a opinar en los blogs mercuriales.
LA MEJOR PELICULA CHILENA…
…la vi hace dos semanas y no fue ninguno de los dos estrenos nacionales de esta semana. La mejor película chilena que he visto en los últimos diez años fue un capítulo de El día menos pensado, una perlita de 50 minutos en la que Carlos Pinto “sampleó" El Exorcista con El Chacal de Nahueltoro, todo con el gran Nelson Brodt en una versión provinciana y sureña del padre Karras. Y claro, puede que las intervenciones de Pinto arruinen la fiesta o que la fotografia no haya pasado de los límites del telefilme, pero vaya que había carne en esa historia.
Pinto entendió la fuerza y la imagen del diablo en la imaginería chilena, una idea religiosa y mitológica que nos ha acompañado desde antes de Almagro, y con ello pintó su cuadro: una improbable mezcla entre Raúl Ruiz y M. Night Shyamalan, entre Oscar Castro y Stephen King, con momentos realmente aterradores, sangre explícita y una sensación de inquietud que se percibía desde los créditos iniciales. Ni idea si Pinto habrá leído a Clive Barker pero en la humildad de su relato, había atisbos de ese horror sobrenatural y arquetípico tan típico del inglés. Con lo limitado de sus recursos El día menos pensado dio cátedra en lo que nuestro cine necesita para despegar: básicamente una historia chilena de llegada universal.
El Exorcista según Carlos Pinto fue el programa más visto del domingo 26 de julio, también el más comentado en el Metro, el Transantiago y las oficinas al día siguiente: lo más parecido a un blockbuster made in Chile. Sólo imaginar la misma historia, mejor filmada, con un mayor tratamiento de personajes y con una eficiente maquinaria de marketing detrás me hace sonreír frente a la pantalla del computador.
Hace dos semanas también, Antonio Martínez comentaba en el Wiken que el 2008 era el año en que se habían recortado más boletos en las salas de cine locales. Y se preguntaba el crítico, qué tenía que hacer nuestra producción cinematográfica para tomar una mascada de esa torta. Sincronía, la respuesta apareció en TVN, a las 22 horas del domingo siguiente.
Puedo parecer exagerado, es el propósito de esta columna, pero todo tiene que ver con una columna que publiqué en este mismo espacio hace unos meses. Es verdad, el cine chileno está mejor que hace años, pero hasta la mejor película no pasa de ser “interesante”. Sólo pensemos en lo mal que ha envejecido Machuca, quizás la más emblemática superproducción local reciente. Lo mismo para la escuela “intimista” de Bize y sus contemporáneos. Si el propósito es festivalear o mostrar en Europa del Este, todo bien, pero el cine también es creación de mitos, de leyendas pop y eso se consigue desde una vereda más comercial que independiente. Si queremos industria (no entendida ésta por los clones de El chacotero y Sexo con amor, que andarán bien en cifras pero cuya frontera conceptual no supera Américo Vespucio) el salto debe ser cuántico. El cine chileno para las masas del 2010 necesita comenzar a pensar en grande. Y esta grandeza no tiene que ver con efectos especiales, técnicos o presupuestos millonarios, sino con buscar historias que funcionen aquí y en la quebrada del ají. Como el diablo, un personaje que asusta tanto en Pitrufquén como en Seattle, porque Lovecraft tenía razón, es el miedo y no el amor, la más universal de las emociones.
¿Estoy equivocado? No creo que tanto, después de todo la película chilena más emblemática y recordada de la historia, El chacal de Nahueltoro, no sólo es por lo básico una historia de horror (con un proto serial killer incluido) sino que derechamente se parece más a El día menos pensado que a En la cama.
Etiquetas: Artículos propios, Cine, Fuera de Foco
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