FORTEGAVERSO: SEMANA WATCHMEN: EPILOGO

jueves, marzo 05, 2009

SEMANA WATCHMEN: EPILOGO


Y con este post nos despedimos de Watchmen, espereos por un buen tiempo. El blog vuelve a la "normalidad", la película ya está en cartelera y andanadas de amores y odios hacia sus casi tres horas sobreanundan en Internet. Mi opinión ya pudieron leerla, ahora a descansar en paz. Snyder cumplió, no brilló, pero cumplió (y digan lo que digan, con algunos de los mejores y más bellos pasajes vistos en una película de superhéroes). Y par cerrar la puerta, acá los dejo con otro segmento de la propuesta Lopez-Ortega (quien a prop se extiende en elogios hacia la peli en su blog). En este caso, el funeral del comediante. Un regalo inédito para los lectores de este blog.

FUNERAL PARA UN COMEDIANTE

Llueve con más fuerza. Entierran a BLAKE. Hay uniformados y civiles. Vemos a un lado del entierro a DAN y LAURIE. Están junto a SALLY, que es la única de los presentes que se ve visiblemente afectada. Llora y arroja flores al féretro. También hay un cuarto personaje, un hombre delgado en una silla de ruedas. LAURIE y DAN lo miran. Es MOLOCH el gran archivillano de la edad de oro de los enmascarados.

Un sacerdote habla. Despide a quien define como un gran patriota. Los uniformados dan el adiós disparando salvas al aire. La cámara se queda en MOLOCH, cae sobre él. Vamos un primer flashback. MOLOCH joven, vestido como un mago y armado con una ametralladora lidera el robo a un banco, cometido por su banda, una pandilla de adolescentes que cubren sus caras con máscaras del Pato Donald. Hay rehenes, la secuencia es violenta. De pronto el techo se rompe y EL COMEDIANTE aparece vestido con su uniforme de súper soldado de los EE UU. Es un combatiente cuerpo a cuerpo fenomenal. Tiene unos 25 años y no luce la cicatriz. Desarma a los hombres de MOLOCH, les da una paliza formidable, quebrando huesos, rompiendo espinas dorsales, desfigurando a los muchachos, azotando sus cabezas contra el suelo. Luego va por el jefe. MOLOCH y EL COMEDIANTE se enfrentan. MOLOCH logra escaparse pero COMEDIANTE lo persigue, entonces MOLOCH pierde el equilibrio y queda colgando de una cornisa. Le pide a EL COMEDIANTE que lo ayude, pero EL COMEDIANTE sonríe y le pisa la mano para obligarlo a soltarse. MOLOCH cae, son como siete u ocho pisos, e impacta de espalda contra el pavimento. Escuchamos como se quiebra su columna. Abre los ojos y ve, arriba, mirándolo, a EL COMEDIANTE. MOLOCH sonríe y comienza a carcajear. Regresamos al presente. Viejo y en su silla de ruedas MOLOCH también sonríe.

Continúa el discurso del sacerdote. Ahora estamos en DAN. Su recuerdo es nocturno. Hay un gran desorden urbano en las calles de Nueva York. Una potente luz baja del cielo. Parece un helicóptero, pero es el OWLSHIP, la nave de NITE OWL. Se ubica en vuelo estacionario sobre la multitud y recibe una lluvia de objetos y bombas molotov. DAN, vestido de NITE OWL, salta de su nave y trata de controlar a la multitud pero no puede. Usa sus gadget como boomerang y pistola sónica pero no pasa nada, la multitud se le viene encima. Entonces desde la nave salta EL COMEDIANTE, quien lleva un lanzallamas en la espalda. Cubre su rostro con una máscara de cuero, como de sesión sadomasoquista. Tras apartar a quienes atacan a NITE OWL prepara su arma y dispara, quemando a docenas de manifestante. NITE OWL trata de detener a su enajenado compañero, pero no puede. EL COMEDIANTE lo derriba de un golpe, luego se quita la máscara. Vemos su cara con la enorme cicatriz. Sonríe y continúa su ataque. Desde el pavimento, NITE OWL mira desencajado, mismo rostro que tiene DAN en el presente.

Un grupo de uniformados deposita sobre el féretro una bandera de EE UU. Caemos sobre LAURIE, quien mira con seriedad, como si la situación la afectara en nada. Otro flashback. Esta ella, muy joven, de unos 16 años, vestida como SILK SPECTRE II. Aparece fuera de una mansión. Tiene un cigarrillo en la boca y trata de encenderlo. Se acerca BLAKE, vestido como THE COMEDIAN y con la gran cicatriz en primerísimo plano. BLAKE lo ofrece fuego y parece coquetearle. Casi la triplica en edad por lo que es una escena perturbadora. Ella le pregunta por la marca en su rostro, él le responde que son cosas de guerra, marcas de la vida. Ella le dice que ojalá nunca le pase algo así. “Sería una lástima, con un rostro tan bello como el tuyo. Conocí a tu madre sabes”. En eso se estaciona una limousina y de ella baja gritando SALLY. Tiene como 40 años. Toma a su hija y la mete a la fuerza dentro del auto. LAURIE escucha la conversación. “Tengo derecho a verla”. “Olvídate de tus derechos”. “SALLY yo…”. SALLY lo deja, ingresa al vehículo junto a su hija y le indica al conductor ir a casa. LAURIE ve como su madre llora. Regresamos a LAURIE, su expresión no ha cambiado en nada.

Pasamos a SALLY, ella llora, abrazada a su hija. Entramos en sus recuerdos. Es una toma fotográfica a fines de los 50. Aparece ella, como SILK SPECTRE I, muy joven y EL COMEDIANTE, de unos 18 años, con su primer traje de batalla. También otros superhéroes de la época como CAPTAIN METROPOLIS, DOLLAR BILL, HOODED JUSTICE y el “segundo” NITE OWL (en esta continuidad, DAN es el tercero). La foto es para la portada de LIFE. EL COMEDIANTE bromea, todos ríen. La foto es tomada. Rato después SALLY se cambia ropa. Aparece EL COMEDIANTE, coquetean, el intenta ir más lejos, ella se resiste. EL COMEDIANTE se enfurece y la golpea hasta tirarla en el piso, para luego rasgarle la ropa y violarla. Ella grita, llora, el disfruta, se ríe, concluye su acto. Ella voltea llorando. “¿Qué?”, le dice EL COMEDIABTE, “quieres más”. El rostro desesperado de SALLY se convierte en el demacrado y triste aspecto actual de la madre de LAURIE.

Termina el funeral. DAN se aparta de LAURIE y va hasta donde está MOLOCH. Lo saluda, le pregunta como ha estado. “Como quieres que esté, cada vez volviéndome más viejo”. “Estuve con WALTER hace unos días, me contó que lo visitas”. “Ver a RORSCHACH es terapéutico, ha mejorado, se ve más calmado”. “Me contó que te veías con BLAKE”. “Que irónico no, el hombre que me dejó paralítico acabó convertido en uno de mis mejores amigos, la vida da muchas vueltas”. “Supe que tu y BLAKE eran socios en una empresa”. “¿El detective enmascarado está de vuelta, quieres saber si estuve involucrado en la muerte de EDWARD? Deberías buscar entre tus más cercanos, DREINBERG. Ese par de zorras (mira a LAURIE y a SALLY) tenían más motivos para deshacerse de EDWARD que yo. Y si, teníamos un negocio juntos, una empresa pequeña, pero nada que te interese. Ahora, si me permites, tengo hora al médico”.

Antes de que MOLOCH se retire aparece ADRIAN VEIDT, tal vez el hombre más poderoso de Manhattan. Saluda a DAN y a MOLOCH. Este último insiste en que tiene que irse y vuelve a despedirse. “Es extraño que haya venido”, le comenta DAN a ADRIAN, como una forma de sacarle información. “No tiene nada de raro, se habían hecho muy amigos en el último tiempo”. “¿Lo sabías?”. “No era un secreto, EDWARD incluso me pidió un préstamo para el negocio que tenían juntos…” Antes de terminar ADRIAN levanta el brazo, saluda a LAURIE y a SALLY y se dirige donde ellas.

ADRIAN se excusa por llegar tarde y les da él pésame a las mujeres, ofreciéndole sus servicios. Le pregunta a LAURIE por JON, “como siempre, demasiado ocupado para meterse en asuntos humanos. SALLY le dice a su hija que quiere volver a casa, si puede llevarla. “Vienes con nosotras, DAN”. Pero antes de que DREINBERG responda, ADRIAN lo toma del brazo y lo interrumpe. “Espera, necesito hablar contigo. Es importante”. DAN asiente, mientras LAURIE lo mira de reojo.

Desde una esquina del cementerio STEVEN Y FRANKIE observan al grupo de ex vigilantes. FRANKIE le indica al inválido MOLOCH que se aleja. STEVEN dice que más le interesan esos dos y le muestra a DAN y ADRIAN que caminan hacia fuera del camposanto. STEVEN aun lleva la chapita de “smile” y juega con ella. La tira hacia arriba, la cámara la sigue, luego la abandona. Y seguimos ascendiendo. Vemos el funeral y la ciudad desde lo alto, a través de las nubes y allí, flotando, descubrimos a DR. MANHATTAN.

DR. MANHATTAN mira el entierro de su ex colega. Nos acercamos a él, hasta su ojo derecho. Entramos a su ojo, lo cruzamos. Estamos a mediados de los 80 en AFGANISTAN. Guerreros muhaidines pelean contra tanques rusos y tres helicópteros de ataque Mil Mi 24. Todo es violento, sanguinario, una guerra despiadada. De pronto aparecen unos soldados norteamericanos que apoyan a los muhaidines, pero los rusos son muchos más y llevan la ventaja. Viene un helicóptero MH-6 Little Bird norteamericano del cual salta EL COMEDIANTE, viste su uniforme de “supersoldado” pero a cara descubierta. Aún no lleva la cicatriz. EL COMEDIANTE apoya a los rebeldes y a sus compatriotas. Está armado hasta los dientes con armas automáticas, lanzacohetes y una ametralladora. Es un combatiente formidable y disfruta de lo que hace. Incluso parece lograr ventaja sobre los soviéticos. Pero los tanques rusos y los helicópteros de ataque hacen su entrada disparando sus misiles y cañones. EL COMEDIANTE vuela por los aires pero es recogido por una gigantesca mano azul. “Te demoraste”, comenta. DR. MANHATTAN ha aparecido en la forma de un gigante de 30 metros de alto. Toma a EL COMEDIANTE y lo pone en su hombro y desde allí, el recientemente fallecido vigilante observa como DR. MANHATTAN reduce a las tropas soviéticas en cosa de segundos.

El presidente RONALD REAGAN y las autoridades soviéticas firman la paz en Kabul, la capital Afgana. Hay aplausos, periodistas y soldados. EL COMEDIANTE brinda. Sobre ellos flota MANHATTAN quien es observado con temor por rusos y musulmanes.

EL COMEDIANTE ingresa a un bar improvisado en el campamento norteamericano. A su espalda está MANHATTAN mirándolo. Conversan. Entra una mujer, una joven afgana, viene embarazada. Le dice a EL COMEDIANTE que él es el padre, que la ley de Alá lo obliga a responder y a casarse con ella. EL COMEDIANTE se ríe y le dice “Alá… Alá, es norteamericano” y le indica a MANHATTAN. Ella se desespera, rompe una botella de cerveza y ataca a EL COMEDIANTE, rajándole la cara. Ensangrentado, EL COMEDIANTE gira y la mata con tres tiros. MANHATTAN no dice nada. “Que miras”, le dice, “no me digas que no pudiste hacer algo. Apuesto a que disfrutaste de la escena”. Nos vamos al rostro de MANHATTAN, a su ojo y regresamos al 2001. Flota sobre Nueva York. Luego desaparece.

Llueve. Exterior del ASILON CHARLTON. Ingresamos. WALTER KOVACS está amarrado a una silla y a varios sueros. Hay un televisor encendido frente a él, donde muestran imágenes del funeral de BLAKE. Un doctor, 40 años, de color, MALCOLM LONG, habla con él. Le pregunta por BLAKE. KOVACS no responde. LONG lo presiona. Es sádico. Lo tortura, lo humilla, le dice que recuerde que es él quien tiene “su cara”, que se la robó, que no va a devolvérsela nunca. KOVACS no reacciona. Es una secuencia muy violenta. LONG incluso lo golpea. Queda claro que KOVACS no la está pasando bien en el manicomio, también que nada le importa y sobre todo que puede esperar, tiene todo el tiempo para esperar. La cámara cae hacia el rostro de KOVACS, tirado en el piso de la sala. La voz de LONG humillándolo se hace cada vez más difusa. Pasamos a subjetiva desde KOVACS, vemos el televisor, donde informan del entierro de BLAKE. A través de la pantalla vamos a otro flashback.

Mediados de los 80. EL COMEDIANTE y KOVACS/RORSCHACH entran a una casa que parece abandonada. EL COMEDIANTE cubre su rostro con la máscara de cuero, es después de su incidente en Afganistán. RORSCHACH no habla, solo investiga y revisa. EL COMEDIANTE comenta que el hijo de puta no está y que tampoco hay rastros de la niñita. Van a la cocina, esta vacía. RORSCHACH se acerca a una plancha de cortar, hay un machete en el lavaplatos, se ve gastado. Se acerca y toma el filo, ve que está gastado. EL COMEDIANTE comenta que a la niña se la trago la tierra o alguien se la comió. RORSCHACH se fija que la plancha de cortar esta llena de marcas, alguien cortó mucha carne en días recientes. EL COMEDIANTE le dice, “no pensarás…” Se escuchan ladridos desde fuera, los enmascarados se miran, ven hacia el patio de la casa. Dos pastores alemán mastican huesos pequeños, como de un animal chico. EL COMEDIANTE exclama: “dios mío”. Es uno de sus pocos gestos de humanidad que le vemos en toda la historia. RORSCHACH toma el machete y sale al patio. Los perros se enfurecen y se preparan a atacar. RORSCHACH muestra el filo. Los perros saltan. Se escuchan gritos de los canes al morir y sangre que salpica. EL COMEDIANTE mira sin nacer nada.

Se abre la puerta, entra un hombre gordo y de mal aspecto. Llama a sus perros pero nadie responde. Se asoma, mira al patio y solo ve sangre. Grita, se desespera, sus niños. No alcanza a dar un paso cuando una bolsa con el resto de sus animales cae encima de él. Luego es RORSCHACH quien le salta encima y lo muele a golpes. EL COMEDIANTE se acerca y aparta a su compañero. “Ahora déjamelo a mi”, le dice. Y usando un lanzallamas lo quema vivo. El asesino grita de dolor y horror. EL COMEDIANTE disfruta y ahora es RORSCHACH quien mira. Nos quedamos en el fuego y regresamos a WALTER KOVACS quien sigue sufriendo los abusos del director del manicomio.

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