FORTEGAVERSO: 30 AÑOS DE THE WALL: LADRILLOS EN LA PARED

miércoles, noviembre 25, 2009

30 AÑOS DE THE WALL: LADRILLOS EN LA PARED


El sábado pasado vi con mi mujer The Wall, la película de Alan Parker y esta semana he escuchado el disco, la versión en vivo (Is there Anybody Out There: The Wall Live) y el remake que Roger Waters y compañía levantaron en Berlín en 1990. Una vez tras otra, como un ritual, una celebración de cumpleaños generacional, una devoción personal a un disco devocional. Las canciones son las mismas, las versiones difieren, el reactor permanece. Hacía años que no escuchaba la pared de esquina a esquina, hace rato que no está entre mis discos favoritos, incluso dentro de la discografía de Pink Floyd no es de mis predilectos. Lo siento demasiado Roger Waters, demasiado maqueteado, demasiado estudiado, demasiado anclado en la tierra, demasiado alejado de los paisajes intergalácticos que la banda supo tejer entre 1965 y 1978.
Dark Side of the Moon es música, The Wall una biografia recitada. Además fue el primer disco de Pink Floyd dirigido por un productor que no tenia relación con el grupo (Bob Ezrín), sobreproblado de sesionistas, saturado de canciones donde lo único floydiano era la voz de Waters, abusado de líneas de batería donde no aparece por ningún lado esa violencia artesanal de Mason, sin contar el exilió absoluto de Rick Wright y sus colchones de teclados. The Wall no sólo es un corte estilístico, sino también moral y político de la banda, casi una respuesta al odio que el punk manifestó por el cuarteto londinense, achacándolos de símbolo de todo lo odiable en la música rock. No más space rock, no más prog rock, The Wall era callejero bailable incluso, construido en horrores y rabias, una patada de gritos y metáforas violentas, Punk Floyd ironizó hace tiempo el argentino Rodrigo Fresan al escribir de esta placa, toda la razón. Pero The Wall con todo lo que uno puede criticarle está de cumpleaños, suma tres décadas y en los aniversarios todo se ve más nítido. Mejor, con más claros que sombras. Y The Wall tiene a “Comfortably Numb”, la luz Gilmouriana dentro de la dictadura Wateriana, la última canción hecha de a dos, la última obra maestra del grupo, acaso la mejor canción de la historia de la banda. Si me apuran, una de las cinco mejores canciones de la historia del rock británico, o del rock mundial. En mi top personal, la mejor de todas, con el perdón de Lennon, Macca, Dylan, Wilson y tantos otros gigantes.
El 30 de noviembre de 1979, The Wall debutó en las estanterías. El disco que todo el mundo dijo que no iba a comprar se alzó al top 1 en ambos lados del Atlántico. Y ahí permaneció, año tras año, hasta encaramarse al 2 absoluto de todos los tiempos, sólo superado en cifras por Thriller del difunto Jackson. Record absoluto, pero eso al final es puro número, lo que importa, lo que vale esta por otro lado.
Insisto, The Wall está hoy lejos de ser uno de mis discos preferidos, pero ello no quita que sea el más importante de mi vida. Recuerdo perfectamente cuando lo escuché por primera vez. 1988, yo estaba en 1º medio y en la casa de mis abuelos empecé a escarbar unos cajones con casetes grabados que tenía mi tío Víctor Hugo. Pink Floyd: El Muro (1º Parte) estaba garabateado con lápiz rojo en un Sony de 60 minutos. Fue la única cinta que me interesó. El nombre me sonaba y los otros de la caja: Gentle Giant, Yes, Vander Graff Generador, The Mahavishnu Orchestra, Jean Luc Ponty recuerdo, no los había escuchado ni en pintura. No me culpen, era Victoria, un pueblo 60 kilómetros al norte de Temuco, donde lo más “moderno” que se oía eran los hits de Día y Noche FM y lo poco que llegaba a la disquería Tops (que era del papá de mi amigo Pato Paredes), la única de la ciudad, se resumía en el top 10 de Sábado taquilla y Más música.
Me fui con el casete a mi casa y lo puse en el “Tres en Uno” IRT que teníamos en el living. Primero el chirrido del ruido blanco, luego el fraseo de una canción antigua (que años mas tarde identifique como una balaba navideña de Vera Lynn) y luego un violento puñetazo de guitarra y batería. El casete no tenía identificado los nombres de las canciones así que me resulto complicado seguirlo, especialmente porque era el primer disco que oía donde todo estaba pegado, las canciones no se difuminaban, ni siquiera se cortaban. 45 minutos, “Good Bye Cruel World” se despedía la última canción y todo se acababa.
En una época donde lo más fuerte que había escuchado era Iron Maiden y Europe. Y lo más “artistico y arriesgado”, Queen, lo que acaba de oír me voló el rostro. Necesitaba la segunda parte. Me demoré un año en conseguirla, cuando encontré en Temuco –en disquería Concierto- la edición CBS del casete, que metía ambas partes en una sola cinta de 90 minutos: uno de los primeros completamente blancos (sin papel) y con carátula con lengüeta, con los nombres escritos en inglés, sin traducción made in Chile ($850 si no me equivoco, si menos de luca), en una época pre CD, una joya entre joyas.
A esas alturas ya muchos de mis amigos de colegio: Manuel Contreras, Pollo Carvacho, Alejandro Inostroza compartían esa devoción por The Wall (y por Pink Floyd). Habíamos conseguido otros discos y visto el VHS del Delicado sonido de Trueno, que alguien trajo pirateado de la capital y que era lo más futurista del mundo. “Mira el video de “Signos de Vida”, la cámara se mete por debajo del bote, y ese huevon que enciende un cigarrillo con un rayo láser al inicio de “Shine On”, o la cama que sale volando….” . Por supuesto entonces no teníamos ideas de disputas legales, ni de Waters, ni Gilmour, la música era simplemente Pink Floyd, la banda más grande de nuestra adolescencia, un ritual obligado de cada sábado por la tarde, buceando entre sonidos que jurábamos era lo más existencialista del mundo. Me acuerdo que cuando al fin logramos escuchar The Wall completo, en la casa de Manuel, su primo Blas, que ya estaba en la universidad se nos unió y nos dijo una frase que nunca he podido olvidar. Era 1989, era el sur de Chile, la universidad era la UFRO.
-En la UFRO, Pink Floyd es lo único que se escucha, es el sonido de las clases, van a conocer a todo el mundo gracias a Pink Floyd. ¿Ya vieron la película de The Wall?
Había una película. Si, claro, había una película.
Y vimos la película y con Manuel la analizamos en una clase de literatura, con un profe de Filosofía que nos puso 7 por el sólo hecho de llevar a Pink Floyd a la sala de clases. Y nos hicimos amigo del profe gracias a The Wall y nos contó que cuando había estudiado en la Universidad Austral todo era Pink Floyd, que o escuchabas Pink Floyd o no eras nadie. Y sentíamos que estábamos en lo correcto, que era lo que había que oír, lo realmente importante en la música, todo el resto era popular y comercial. Y aunque claro, en privado habíamos empezado a variar los gustos: REM, Depeche Mode, The Cure, encima de todo siempre estaba Pink Floyd, habíamos crecido ladrillo a ladrillo y eso al final es más potente que cualquier calidad artística.
Un verano llegó alguien de Santiago (primo de un vecino, primo de un primo, da lo mismo) y nos presentó a The Smith. Nos armó todo el discurso de que era lo que se estaba escuchando en la capital, que era el nuevo punk, la nueva voz de la juventud de clase media inglesa, que Pink Floyd era puro engrupimiento, que era musica pa´viejos, que Sex Pistols los había mandado a buen lugar el 77. Por supuesto nos dio lo mismo. Al año siguiente entramos a la universidad y Pink Floyd iba con nosotros. Y comprobamos que estábamos en lo correcto, que el santiaguino se equivocada, era un snob, un popero. La música de los Smith estaba bien pero no tenía un ápice de la profundidad que encontrábamos en Pink Floyd.
El 92 entré a Periodismo en la UFRO. Nuevos amigos, nueva gente, primeros amores y Pink Floyd siempre presente. Veo perfecto el gran carrete de la semana mechona, fiesta con proyección de The Wall en una pantalla gigante. Catarsis total, éramos universitarios, Pink Floyd era la universidad. Mi amigo Roberto recitando la letra de “Hey You” entre cajas de vino en una húmeda pensión al poniente de Temuco, mi amiga Paola canturreando “The Great Gig in the Sky”, como podía y le salia bien… Primeros pitos, primeros viajes, cantando a todo pulmón cada canción del disco, sintiendo que el disco, la película, las canciones eran la primera misa. Mi buen amigo Daniel Villalobos sentado en el piso del gimnasio Bernardo O´Higgins de Temuco, casi llorando con “Nobody Home”… Tango 4 de Garcíoa y Aznar fue el gran descubrimiento de ese año, pero The Wall estaba siempre más arriba.
El primer libro de rock que me compre fue una biografia/cancionero de Pink Floyd…
Un paro en junio, una toma en julio, carretes tóxicos cada noche, “Is there anyboby out there?” cantaban todos mientras escribían carteles gigantes pidiendo justicia social en la otorgamiento del crédito universitario… “Bring the boys back home” lloraban otros, mientras trababan con cadenas la entrada a la universidad para el festejo del año nuevo mapuche. Estoy seguro, la banda sonora del movimiento mapuche que hoy sacude a la Araucanía tiene mucho de The Wall, estan todos, a ambos lado de la carretera/cultura, esperando por los gusanos.
Más fotografías, una estudiante de literatura, tres años mayor, bailando en medio de una fiesta tóxica, gritando que sin Silvio Rodríguez y sin Pink Floyd no existía universidad. Y claro, uno podía bailar con Pet Shop Boys, cantar con Soda Stereo, pero sonaba Pink Floyd, sonaba The Wall y todo el mundo se quedaba en silencio.
1992, acabábamos de recuperar la democracia, de salir de la oscuridad, pero aun quedaban tantas deudas pendientes… ¿acaso las pagamos? The Wall era un faro que supo dar buena luz en esa época sombría. Eran los años felices de nuestras vidas, después empezamos a crecer y los sueños, algunos sueños se fueron por el caño, como en “Comfortably Numb”. ¿Por qué Pink Floyd era tan importante en esos años? Ni idea, supongo que porque estábamos en el sur, encerrados en nuestro propio mundo, mientras en Santiago y más al norte los milicos martillaban en verdad al pueblo. Allá, detrás del Bio Bio los ladrillos nos apartaban del mundo, encantándonos con un disco que a la distancia y con los años suena engrupido, añejo incluso, pero ante el cual no puedo (y supongo que no podemos, porque estoy seguro escribo por muchos) negar su importancia clave como vitamina del crecer, de mi crecer al menos.
Huevón, me dijo un amigo hace años, corta con escuchar a Pink Floyd, si quieres oír verdades de la vida cantadas, oye a Bob Dylan, es menos artificioso. Puede ser, de hecho así es, pero uno creció con Pink Floyd y contra eso no hay nada que pueda hacerse. Soy de los que creen que los martillos marchan, los cerdos vuelan y las flores se convierten en bestias carnívoras cuando hacen el amor. Los ladrillos se levantaron hace 30 años, algunos muros calleron, otros no. "In the Flesh", no más.

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13 Comentarios:

A la/s 1:03 p. m., Anonymous PanchoC dijo...

tengo que decirlo: PUTA LA HISTORIA BUENA, y confieso que tenemos más de algún punto en común:
conozco Pink Floyd, sobre todo The Wall por un single que tenia un tio de Talca: Otro ladrillo en la Pared, edición chilena.
y por la película, claro, ese domingo en TVN, en 1990, fue lo que comenzó todo. Y de ahi a juntar peso a peso para poder comprarme los casetes de PF...
y como dije a través de mi alter-ego en somosblogs, irónico: los punks putearon en su momento a PF, y sale The Wall que tiene mucho punk en su contexto. Y aunque The Wall tiene menos del PF clásico, y no está entre mi top 5 floydiano, o más bien solo en el número 5, después de Dark, WYWH, Meddle y Animals, lo cierto es que la muralla es un título esencial porque a traves de él llegamos al resto, y no lo soltamos más.
Y también, Comfortably Numb es la mejor canción del disco...pero me gusta más la versión Bowie-Gilmour del Royal Albert Hall, 2006
Salu2

 
A la/s 1:10 p. m., Blogger F. Ortega dijo...

lo cierto es que la muralla es un título esencial porque a traves de él llegamos al resto, y no lo soltamos más.

eso lo dice todo, saludos

 
A la/s 2:31 p. m., Blogger Unknown dijo...

Pedazo de Post!

Resume todo el misticismo que uno siente al escuchar PF al llegar a lugares que cada uno ha pasado

Genial!

 
A la/s 5:46 p. m., Anonymous Vero Manríquez dijo...

¡Qué bonito!Tu historia me recordó cuando iba con una amiga de pensión al Barrio Bellavista a ver los videos de Pink Floyd a la Casa Constitución ¿se llamaba así? Veíamos Live At Pompei, The Wall y Delicate Sound Of Thunder. Ibamos tan seguido que incluso una vez nos regalaron Pizza. La otras chicas de la pensión se enojaban porque nosotras preferíamos ir a ver a PF que recorrer el Barrio con ellas.

Saludos ;D

 
A la/s 8:48 a. m., Anonymous PanchoC dijo...

si era Constitución 275, efectivamente era la casa Constitución ¡gran sitio!...creo que ahora es un pub o algo asi.
salu2

 
A la/s 12:19 p. m., Anonymous Guasso Pillo dijo...

Por una extraña razon hoy me dieron ganas de ver martillos marchando, en una de esas servirian para "echarme" el muro que tengo al frente.
Excelente Post Ortega!!!!

 
A la/s 2:16 p. m., Blogger Demetrio Babul Rojas dijo...

Buenisimo.

Yo escuché tanto The Wall y la "era Waters" (me refiero a los discos conceptuales)que se me anduvo atragantando hasta el día de hoy... de todas maneras gracias a eso conocí los otros discos en los que aun no se sentía tan fuerte su presencia y al contrario, trataban de emular un poco la figura de Syd.

saludos.

 
A la/s 3:50 p. m., Blogger F. dijo...

Éste es el mejor Ortega.
Top 10 dentro de lo mejor escrito en tu blog. El asunto es que viviendo cosas, espacios y tiempos distintos, en el fondo ésta es una historia de todos nosotros. Y citando a Papelucho, esa es una gran cosa.

Waters quedaría encantado de leer ésto, te lo firmo.

A mí me pasó.

F.

 
A la/s 9:48 a. m., Anonymous Anónimo dijo...

Uno de los mejores post que he leído.
Recordé muchas cosas, por ejemplo: no faltaba uno de nosotros que, en un carrete (lleno de minas en donde sonaba, preferentemente madonna), llevaba su cassete de pink floyd y lo colocaba en algún momento y pasaba a explicar por qué era lo más grande... hasta que lo obligaban a sacarlo. También a Homero Simpson, en la famosa imagen del sonido quadrafónico (estaban escuchando el dark side of the moon). El símbolo de "The Wall" dibjado en un viejo morral universitario. Laobsesión porhallar las filmaciones de los conciertos de "The Wall", que, al final, encontramos en Youtube...en el fondo, me hiciste recordar una vida. Un fanático antofagastino que se ha visto representado (y emocionado) por un fan temuquense.

Gracias, muchas gracias por las palabras.

 
A la/s 11:20 a. m., Blogger Gronm dijo...

Que buena pancho.....que recuerdos desempolvaste, esa pensión húmeda y fría en invierno, cantando con cancionero en mano tanto temon .....
Cuidate estimado amigo.

 
A la/s 2:00 p. m., Anonymous Anónimo dijo...

Es que Pink Floyd es la "banda sonora" de la vida de muchos de los chilenos...
Y "Confortably Numb" es la mejor letra de una canción escrita en la historia.....
Me sentí completamente identificado en muchos pasajes como los conociste (los viejos discos de los tios hippies) y el paso por la universidad, ahí en donde hay miles de tendencias pero todos son "Pink Floyd"...Una banda que a mi parecer en Chile es más grande que los mismos Beatles, o al menos es la que más lazos generacionales une.....

Saludos
Evohe

 
A la/s 4:28 p. m., Anonymous Panxhio dijo...

Bravo,Buenisimo,lei la historia de principio a fin,y,kiero decir ke a mis cortos 14 años,pink floyd tambn ha sido parte importante de mi vida,tanto musical como espiritualmente,a parte la pelicula tambn es muy wena...

 
A la/s 1:53 a. m., Blogger Félix dijo...

Gracias Francisco por tu post.
Fue un flashback a mi adolescencia en la dictadura en Chile.
Es un disco que ha envejecido mal, sí, pero fue iniciático para muchos de nosotros que hemos envejecido junto con el disco y la peli y los conciertos; y que intentamos olvidarlos y en su lugar recordar los siempre frescos DSOTM y WYWH para no envejecer de igual forma, creo.
Me gustó tu post y tu blog.
Un saludo,
Félix Vega

 

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