EL HORROR DE BERKOFF. CAPITULO 4 (EXTRACTO)
El teaser de la portada es de Cururo
LA MAÑANA DEL tercer aniversario de la pérdida de su hijo, el papá de Pablito Clausen se levantó temprano. Alimentó con papilla y fruta picada a su esposa enferma, le pidió a los niños que cuidaran de ella y cubriendose con el abrigo más grueso que encontró en el ropero salió a la calle. En la esquina, el dueño de la panadería Ebenezer le ofreció un sentido pésame, sabiendo muy bien la tragedia que se recordaba ese día. Aunque por supuesto tanto él, como el resto del pueblo, exceptuando a los tres mejores amigos de Emilia Geeregat, creían que el menor de los Clausen había muerto víctima de un mal cardiaco. Pero el padre no sólo tenía claridad de la verdadera historia, tambien había visto eso que alguna vez fue su hijo venir por las noches a dejarse amamantar por la locura materna. Caminó a tranco largo, cabizbajo, sin mirar al frente ni darle importancia a la lluvia que empezaba a caer. Avanzó a lo largo de avenida Chorrillos hasta la plaza Aníbal Pinto, frente al garage de los Cavalieri, unos italianos que además tenían una línea de taxis y moteles de mala muerte hacia la cordillera. Y allí se detuvo, frente a la punta de diamante más famosa del lugar, la esquina de la cual se murmuraba en cada casa del pueblo, ese sitio que aterraba de sólo pensar en él. Y miró a la mansión de madera y piedra que se ocultaba tras las rejas oxidadas, junto a tres cipreses tan negros como la maldad que allí respiraba. La casa de Ezequiel Berkoff, o la esquina Berkoff como la llamaban los lugareños, una fortaleza de formas imposibles, jorobada y parcialmente quemada. Y aunque el señor Clausen tenía claro que hacía más de treinta años no había nadie en esa casa, gritó hacia su interior. Gritó que sabía muy bien que era él quien había ido por su hijo.
–Algún día me lo vas a devolver –sollozó exigiendo una respuesta.
Pero dentro ya no había nadie que pudiera dársela. Lo único que seguía latiendo en la casa Berkoff, era la casa misma.
–Algún día me lo vas a devolver –sollozó exigiendo una respuesta.
Pero dentro ya no había nadie que pudiera dársela. Lo único que seguía latiendo en la casa Berkoff, era la casa misma.
Etiquetas: El Horror de Berkoff
6 Comentarios:
Esta muy interesante esta basada en algún historia de fantasmas chileno??
ejejejje en fin espero que todo este bien y suerte con esta publicación nos vemos en otra dimensión ya chauz
un fragmento bastante interesante, debo decir. Me recuerda levemente a Edgar Allan Poe o a Lovecraft ¿Existe alguna influencia de alguno de estos autores? Por lo demás, una buena muestra de lo que puede ser la novela. Espero poder leerla en su momento.
Saludos!
Muy bueno. La imagen me recuerda el motel de Norman Bates.
Hola francisco, siempre un gusto saludarte, es un relato de misterio, donde la descripción enriquece la obra, se ve un profesionalismo literario en la secuencia de los acontecimientos en linealidad.
La descripción de levantarse al abrigo es coherente y secuencial hasta que sale el personaje a la calle.
El elemento de la muerte es fundamental en tu obra, porque le da la idea central, mientras que las descripciones adornan y desarrollan la narrativa.
Citas la localidad de victoria en las calles chorrillos y el garage de los cavalieri además de los taxis, y los moteles, esta y la plaza pinto por supuesto, descripción hace más coloquial y folclórica tu obra porque aludes a la ciudad de victoria en el día de hoy.
Detienes tu narración en un punto estratégico para el personaje, para situarlo en un lugar.
La descripción de cipreses es atiengente, porque aluden directamente al terror y al misterio.
Terminas tu obra, con un acercamiento directo al suspenso cuando dices que la casa vacía, tenía vida propia.
Gran seguidor de tu blog. Ya no lo actualizarás más?? o con mucho trabajo???
Saludos
Boris
Este blog parece estar abandonado...
Publicar un comentario
<< Página Principal