FORTEGAVERSO: UN CUENTO QUE NUNCA TERMINE

martes, noviembre 14, 2006

UN CUENTO QUE NUNCA TERMINE


La idea surgió a partir de esta idea, la de un pequeño de 6 o 7 años mirando al flamante YB-60, uno de los mayores bombarderos de posguerra. Cuando vi la imagen se me ocurrió que el padre del niño quizás iba a pilotear el avión. O estuvo involucrado en su diseño y construcción. Con esa idea en mente, cambié el YB-60 por el XB-70 y empecé un cuento del cual nunca he avanzado más de un párrafo. Y de eso hace ya un buen par de años. Aquí está.


LAS GUERRA DE LOS MUNDOS

Me decían chileno aunque lo único de chileno que tenía era el apellido de mi madre, hija menor de una familia de pastores adventistas que en un campamento de la iglesia conoció a un gringo rubio y con cara de buena persona del cual se enamoró perdidamente y siguió hasta California. Durante la primavera de 1964, yo, mis padres y mis dos hermanos vivíamos en Palmdale, un suburbio a una hora y media de Los Angeles, cuyas casas idénticas se curvaban alrededor de los hangares y pistas de North American Rockwell, la fábrica de aviones más avanzada del planeta. Papá era ingeniero estructural y desde hacía un par de años trabajaba para ellos diseñando los sistemas electrónicos del XB-70 Valkyrie, el avión que supuestamente nos llevaría a derrotar a los comunistas, la nave que según otros terminaría enviándonos de vuelta a la edad de las cavernas. Entonces yo tenía 8 años y el hecho de que mi padre trabajara en un programa secreto me llenaba de orgullo y de alguna forma me hacía destacar entre el resto de mis amigos. Era una época simple y fácil, donde el XB-70 llenaba mis fantasías tanto como las tarjetas de los Dodgers y las revistas de historietas de terror que solía esconder bajo el colchón de mi cama. Hay un dicho que dice que a esa edad se tienen los mejores amigos del mundo, puede ser, los míos eran tres. Dany Paladino, un pelirrojo pecoso que tenía la mejor bicicleta de la cuadra y que acabó trabajando de gerente en un banco de Century City. Noah Bladesky, nacido en Manhattan, amante de los aviones cuyos conocimientos lo llevaron a ser disputado por Lockheed y Boeing. Y el triángulo lo cerraba Peter Lacoste, el primer tipo que me dio un puñetazo en la cara y el primer amigo que perdí. A los 17 años se perdió entre las llamas del Pontiac de su hermano estrellado contra un camión estanque…

3 Comentarios:

A la/s 11:47 p. m., Anonymous Anónimo dijo...

Te espiamos con atención, mucha atención.

Atte, CLAP

 
A la/s 11:15 p. m., Blogger Mike Wilson dijo...

↑ spooky

me imagino al chico de tu cuento abandonando su atuendo de cowboy para vestir un jumpsuit de piloto improvisado por su madre y "perdiendo" su lunchbox del llanero solitario para que le compren uno que modele el XB-70.

 
A la/s 12:53 p. m., Blogger Mike Wilson dijo...

y?? hace falta otra ucronia a lo ortega.

 

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