FORTEGAVERSO: CAPITAL... LA DESPEDIDA

lunes, febrero 26, 2007

CAPITAL... LA DESPEDIDA


Fueron 6 años. Desde el 2000 al 2006, ininterrumpídamente y cada quince días, publiqué una columna acerca de TV en las páginas de Capital. Gracias a ella, conseguí mi pega actual y otros pitutos. Nada que decir, gracias a todos los que allí estuvieron y con quien compartí el placer de redactar acerca de una de mis pasiones: Matías del Río, Andrés Valdivia, Joel Poblete, Christián Ramírez y DON Héctor Soto. Y aunque la columna de TV se acabó, al menos en mi formato, la idea es reencontrarnos pronto con otros temas. Gracias totales. Esta fue la última columna.


CHILEVISION RELOADED
De cómo un canal que siempre se pauteó como una alternativa a los más grandes, acabó rindiéndose a la máquina: haciendo teleseries y combatiendo con toda su artillería en la guerra de los matinales.



“Piñera quiere que Chilevisión sea como TVN en los 90”, me comentó hace poco, en una fiesta, un amigo que de vez en cuando trabaja para la estación privada, “y no sé si eso sea lo correcto, o se está tomando un rumbo perdido”, agregó luego, antes de dispararme una andanada de razones que justificaban su teoría. Le pregunté la razón de su pesimismo a lo que el me contestó que mirara la programación y viera por mis propios ojos.
-Yo la veo muy bien-, le dije. –Acaban de debutar con una teleserie, harto buena por lo demás.
-Ese es el problema, pues Ortega, la teleserie de Chilevisión.
-¿No te gusta?
-Todo lo contrario, me gusta mucho. Sólo me da pena que el canal haya optado por esa ruta, la de las teleseries.
Me dejó pensando en aquello de la ruta de las teleseries. Según mi amigo, que me pidió guardara reserva de su nombre, la nueva administración de la ex red universitaria está empeñada en copiar el modelo de canal 7, en los primeros años del Gobierno de la concertación: un canal moderno, que marcaba tendencias, tomaba riesgos, impulsaba mucho a la cultura, pero que no desechaba fórmulas, como la de la teleserie antes del noticiario. TVN, durante los primeros cinco años de la última década del siglo pasado fue realmente un canal para todos los chilenos, que permitía la coexistencia de matinales “pre-faranduleros”, con obligados estelares y apuestas como El Show de los Libros. La diferencia que marcó frente a la competencia fue más que obvia, hasta que llegó el imperio de Rojo y el 7 entendió “erróneamente” que ser el canal de todos los chilenos era sinónimo de darle el gusto a “todos”. Se perdió el rumbo y hoy es una canal –el más grande- que no va a ninguna parte y que se ha acostumbrado demasiado a descansar en los laureles. El 13 y el Mega, con todo lo que uno puede criticarles, al menos han respetado su línea, uno de antemano conoce el puerto hacia el cual apuntan sus proas.
Y en la cuarta esquina, la del hermano menor que quiere agarrar su tajada, aparece Chilevisión. Un canal diferente, un canal para gente que piensa, un canal que se la juega por el teatro, por entender que los jóvenes son harto más pensantes que los zombies enganchados por Mekano y Rojo. Un canal que por años dio la cara en la pelea de ser distinto y que creyó con firmeza que a las ocho de la noche había gente que no quería ver teleseries y se la jugó por El Termómetro. Fue bonito mientras duró, pero los números no dieron en positivo así que porque mejor no pelear en el mismo ring que la competencia. Enero del 2007 marcará un antes y un después en la forma de hacer las cosas en Chilevisión. El éxito de Vivir con 10, nadie va a negar que es una buena teleserie, calentó los motores de los ejecutivos para enfilar hacia ese camino. Dejar de ser el grande alternativo para convertirse en la cuarta voz del conjunto. Claro, esas ansias de intentar copiar el modelo de TVN de los 90 hacen que la teleserie y el resto de su parrilla programática compitan con Tolerancia Cero y Ultima Mirada, dos de sus apuestas más emblemáticas. Pero hasta cuando durara la fiesta, quien puede saberlo. Dicen que este año Fernando Paulsen emigra al primer mundo, tal vez ese hecho marque el fin de la transición en el canal de Piñera y la moral del plástico terminé imponiéndose del mismo modo como Rojo devoró a TVN.
Una decisión, en teoría, tan superficial como hacer una teleserie y programarla antes que el noticiario central es cambiar toda una moral programática. Más que una declaración de guerra es un llamado de atención. Aquí estoy, no soy más el canal de al lado, ahora quiero competir en la cancha central. Y creo que no falta mucho para eso, SQP, su espacio más popular, ha ido mutando de un espacio de periodismo de farándula a una pelea de viejas histéricas y humillaciones dignas de un primero medio. Incluso trajeron a Nelson Mauri a ponerle baile al cuento, ¿que viene ahora, Rony Dance? Ver hoy SQP es recordar el Mekano de Viñuela o los cahuines de Rojo, que Chico Pérez y compañía pasen de los treinta no es un mero detalle, es simplemente patético.

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1 Comentarios:

A la/s 2:03 a. m., Blogger JP dijo...

Igual discrepo harto con tu columna. Un canal que se decide a hacer ficción -teleseries, series, telefilmes, lo que sea- es algo que debiera agradecerse, pienso, en un país que no tiene tradición narrativa. El problema es el horario, ¿si Vivir con 10 fuera a la hora de almuerzo estaría bien?, quizás sería una apuesta pero me imagino que no recuperarían la inversión en un horario bajo. Tiene que ser en el prime.
El caso de SQP es extraño. Desde que llegaron Jiles y Villouta -que no dejan hablar a nadie más- se está perfilando como el programa "farandulero pensante", o al menos eso intentan, con resultados dispares.

 

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