EL SEGUNDO MEJOR DISCO DE LA HISTORIA DEL ROCK CHILENO
Rolling Stone publica en su edición de abril, un especial con los mejores 50 discos del rock nacional. Me tocó el honor de hablar/escribir del que fue elegido 2º, una obra perfecta sólo superada por Violeta. La lista completa, las defensdas y apologías, desde el lunes en tu kiosco más cercano. Acá un anticipo, al menos de lo mío.
PIEDRAS SOBRE PIEDRAS
Hay algo estatuario en Alturas de Macchu Picchu. Algo monumental, música pétrea, piedra sobre piedra. Algo que empieza en la música, pasa por la obra de Neruda, nada alrededor de la propia urbe incaica y termina en las pinturas de René Olivares, usadas tanto en la edición original del 82, como en sus posteriores reediciones. Alturas de Macchu Picchu es un concepto que va más allá de su evidente estructura como disco conceptual, constituye el paso más elevado y ambicioso de la mayor banda de rock de la historia musical chilena. Un grupo que es un paréntesis, un punto aparte en la historia global de rock. Folklore latinoamericano, música espacial, sicodélia y rock progresivo que en verdad progresó, se atrevió a ir más allá (y con ello escapó a la maldición del “rock regresivo” que acabó achacando a sus contemporáneos europeos como Yes, Jethro Tull, Emerson, Lake & Palmer e incluso Pink Floyd).
Si la obra de Neruda en que se basa es un extenso poema en prosa, suerte de viaje iniciático y místico a los orígenes americanos, el disco coge, se apropia y extiende esa moral de la misión a través del sonido. Si la música es en parte condensar el tiempo, Alturas es un salto cuántico a través de un agujero negro. En lo estríctamente musical, sintetiza en poco más de media hora todas las obsesiones, ideas y conceptos musicales que Los Jaivas venían buscando desde sus inicios a fines de los sesenta. El disco es desde todas las miradas el punto nodal en la discografía del Gato Alquinta y sus compañeros, su Sargent Pepper, su Dark Side of the Moon, su coloso sin parangón. Y allí descansa el detalle que aparta a esta obra de otros discos: no hay, ni se ha hecho nada igual en ninguna otra parte. No es casual que Prograchives.com, la mayor fuente de art rock del planeta haya elegido hace sólo unos meses la edición en DVD del disco, como el sexto mejor DVD (valga la redundancia) de rock progresivo en la historia del género, por encima de toda la discografía de King Crimson, Peter Gabriel y Rush, dos puestos por encima de Live at Pompeii de Pink Floyd, obra con la que suele ser comparada, por sus obvias “similitudes arquelógicas”.
La nave cósmica de Los Jaivas despega con “Del aire al aire”, una poderosa introducción en viento y teclados que abre las puertas al resto del trayecto, mezclando en su lectura atmosférica lo acústico con lo eléctrico, la tierra con el espacio. “La Poderosa Muerte” es el corte más extenso del disco y suerte de génesis de esta Bíblia ancestral construida con versos nerudianos. El tema extiende las atmósferas de la obertura instrumental hasta desencadenar el exquisito desorden de percusión y ritmos tribales que componen “Amor Americano”. “Águila Sideral” es una pieza más cercana al rock cósmico, conformando con “Antigua América” una dupla que define no sólo la arquitectura musical de la banda, sino el leitmotiv del disco entero. El puente intermedio entre ambos temas es un retorno a “Del aire al aire”, impulsado ahora por el poderoso piano de Claudio Parra sumando texturas sobre el mini moog de Eduardo. “Antigua América” es el instante de mayor lucimiento para Gabriel Parra, quien azota sus baterías y percusiones, abriendo en este ritmo la puerta al momento más popular de la obra, “Sube a nacer conmigo hermano”, clímax festivo y lúdico que desencadena al desenlace del opus con los dos minutos y medio de “Final” coda en que regresan, a una velocidad menor, los mismos acordes de “Del aire al aire”, la serpiente se enreda en si misma, el vieja retorna a su punto de partida para volver a despegar.
Alturas de Macchu Picchu es pétreo en su concepto global, del disco a la puesta en escena, del ya mencionado óleo de cubierta a la película presentada por Vargas Llosa y filmada en las mismas ruinas andinas. De la alquimia ancestral entre las líricas de Neruda y el trabajo instrumental y vocal de Alquinta, Mutis y los tres Parra a la devoción que entre sus fanáticos, arrastra. Un disco eterno que debe oírse como una ceremonia, como un ritual, como un templo atrevido de la más pura santidad e idolatría.
Si la obra de Neruda en que se basa es un extenso poema en prosa, suerte de viaje iniciático y místico a los orígenes americanos, el disco coge, se apropia y extiende esa moral de la misión a través del sonido. Si la música es en parte condensar el tiempo, Alturas es un salto cuántico a través de un agujero negro. En lo estríctamente musical, sintetiza en poco más de media hora todas las obsesiones, ideas y conceptos musicales que Los Jaivas venían buscando desde sus inicios a fines de los sesenta. El disco es desde todas las miradas el punto nodal en la discografía del Gato Alquinta y sus compañeros, su Sargent Pepper, su Dark Side of the Moon, su coloso sin parangón. Y allí descansa el detalle que aparta a esta obra de otros discos: no hay, ni se ha hecho nada igual en ninguna otra parte. No es casual que Prograchives.com, la mayor fuente de art rock del planeta haya elegido hace sólo unos meses la edición en DVD del disco, como el sexto mejor DVD (valga la redundancia) de rock progresivo en la historia del género, por encima de toda la discografía de King Crimson, Peter Gabriel y Rush, dos puestos por encima de Live at Pompeii de Pink Floyd, obra con la que suele ser comparada, por sus obvias “similitudes arquelógicas”.
La nave cósmica de Los Jaivas despega con “Del aire al aire”, una poderosa introducción en viento y teclados que abre las puertas al resto del trayecto, mezclando en su lectura atmosférica lo acústico con lo eléctrico, la tierra con el espacio. “La Poderosa Muerte” es el corte más extenso del disco y suerte de génesis de esta Bíblia ancestral construida con versos nerudianos. El tema extiende las atmósferas de la obertura instrumental hasta desencadenar el exquisito desorden de percusión y ritmos tribales que componen “Amor Americano”. “Águila Sideral” es una pieza más cercana al rock cósmico, conformando con “Antigua América” una dupla que define no sólo la arquitectura musical de la banda, sino el leitmotiv del disco entero. El puente intermedio entre ambos temas es un retorno a “Del aire al aire”, impulsado ahora por el poderoso piano de Claudio Parra sumando texturas sobre el mini moog de Eduardo. “Antigua América” es el instante de mayor lucimiento para Gabriel Parra, quien azota sus baterías y percusiones, abriendo en este ritmo la puerta al momento más popular de la obra, “Sube a nacer conmigo hermano”, clímax festivo y lúdico que desencadena al desenlace del opus con los dos minutos y medio de “Final” coda en que regresan, a una velocidad menor, los mismos acordes de “Del aire al aire”, la serpiente se enreda en si misma, el vieja retorna a su punto de partida para volver a despegar.
Alturas de Macchu Picchu es pétreo en su concepto global, del disco a la puesta en escena, del ya mencionado óleo de cubierta a la película presentada por Vargas Llosa y filmada en las mismas ruinas andinas. De la alquimia ancestral entre las líricas de Neruda y el trabajo instrumental y vocal de Alquinta, Mutis y los tres Parra a la devoción que entre sus fanáticos, arrastra. Un disco eterno que debe oírse como una ceremonia, como un ritual, como un templo atrevido de la más pura santidad e idolatría.
Etiquetas: Artículos propios, Musica, Prog Rock, Rock
3 Comentarios:
Putas que escribes bonito, Hombre.Cuando saque mi disco te lo voy a mandar a ver que te parece. Y si, Macchu Picchu es la zorra no mas.
Muy buena tambien es la version en vivo que apareció con el diario LUN y en el track "Una sorpresa"
(sigue de la entrada anterior)le cantan el cumplaños feliz a Juanita. Gato canta tan bien que da la impresion de sobre-producción en la edicion final, pero buéh!...mejor asi que a lo Lucho Gatica (con todo respeto).
Felicitaciones por reconocer nuestra música, y no le hagas caso al imbécil que de seguro debe ser uno de los tantos músicos frustrados que suelen colgarse de cualquier cosa para que los pesquen, no se atreve a dar ni el nombre solo se pone "F", debe ser de FOME, jajjaja.
Saludos Ricardo.
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