80 AÑOS DE BUCK ROGERS (1º PARTE, LOS TXT)
William "Buck" Rogers, el primer space hero -anterior e inspirador de Flash Gordon, finalmente más famoso- cumple 80 años y como era obvio, el único que hizo algo en la prensa local fue el gran Alberto Rojas, quien en su blog y en EMOL se mandó esta perlita.
Buck es en estos lados más conocida por la serie de 1979, producida por Glen A. Larson y que cada sábado repite TCM, una adaptación bastante libre de la historia original donde el siglo XXV era un caótico espacio donde Norteamerica estaba dominada por invasores mongoles. Nada muy raro, en 1938, todo lo amenazante tenía piel amarilla y ojos rasgados, sólo pensemos en la posterior imagen de Ming, el archival de Flash Gordon.
Buck Rogers nacio como una curiosa mezcla entre ciencia ficción y sátira política, con dosis de humor y de lo sorprendente que podría ser el mundo futuro. Todo eso fue obviado el 79, con un drama que mas se colgaba del éxito de Star Wars que de un real homenaje al personaje. De hecho si hay algo por lo cual la serie entró a la historia de la TV es por los ajustados trajes de Erin Gray, la primera fantasía onanista de toda una generación.
Frank Miller anunció que tras The Spirit, su próximo proyecto filmico es una nueva versión de Buck Rogers. Aún tengo dudas con Sin City II, perdón The Spirit (como que es lo mismo), pero puede funcionar.
El EARTH DIRECTORATE STARFIGHTER (AKA: THUNDERFIGHTER), uno de los mejores diseños de cazas espaciales en la ci fi de cine y TV. Nació como una versión futurista del P-38 Lighting de la 2ª Guerra Mundial y fue desarrollado por Alan Sinclair para los COLINIAL VIPER de Galactica. El modelo fue encontrado demasiado futurista y quedó en el armario, hasta que llegó la oportunidad de usarlo en Buck Rogers. Fue base además para las futuras Snowspeeder y A-Wing Fighter de Star Wars.
La primera aparición de Buck Rogers es en ARMAGEDDON 2419 AD, novela pulp publicada en 1938 por Philip Francis Nowlan, quien continúo la saga en una segunda novela LOS SEÑORES DEL AIRE DE HAN. Lo que sigue es un extracto de ARMAGEDDON 2419 AD.
CAPITULO 1
Mi primera visión de un ser humano del siglo XXV la tuve en una parte de bosque donde los árboles estaban más diseminados, más allá de la cual el bosque volvía a espesarse.
Había estado vagando sin un propósito, sin esperanza, cavilando sobre mi extraño destino, cuando vi una figura que retrocedía con precaución alejándose de la densa arboleda al otro lado del claro. Estuve a punto de llamarla con alegría, pero me contuvo algo furtivo en la figura. La atención del chico (pues parecía ser un muchacho de unos quince o dieciséis años) se centraba en el espeso macizo de árboles del que acababa de salir.
Sólo vestía ropas ajustadas de color verde y llevaba una gorra del mismo color semejante a un casco. Un ancho y grueso cinturón le rodeaba la cintura abultándose en la parte de atrás de forma que le llegaba hasta los hombros, convirtiéndose en algo con las proporciones de una mochila.
Cuando me iba apercibiendo de estos detalles, un brillante fogonazo y una sonora detonación, semejante a los de una granada de mano, restallaron a su izquierda. Movió una mano y se tambaleó un poco como si resbalara; luego se recuperó y se apartó con cuidado del lugar de la explosión, agachándose ligeramente, y mirando todavía hacia la parte más densa del bosque. Cada pocos pasos levantaba el brazo y apuntaba al bosque con algo que llevaba en la mano. Cada vez que apuntaba tenía lugar una terrorífica explosión entre los árboles. Se me ocurrió entonces que estaba disparando con alguna especie de pistola, aunque del arma no parecía surgir fogonazo o detonación alguna.
Tras disparar varias veces, pareció llegar a alguna decisión repentina, y se volvió en mi dirección, saltando y, para mi asombro, volando por el aire entre los árboles con un salto como en la vida había visto igual. El salto debió llevarle a unos veinte metros de distancia, aunque describió un arco no más alto de tres o cuatro metros del suelo.
Al aterrizar, su pie tropezó en una raíz y se derrumbó suavemente en el suelo. Digo «suavemente» porque no se estrelló como yo habría supuesto. Lo único con lo que se me ocurre compararlo es con el cine a cámara lenta, aunque nunca he visto una película que registrase los movimientos horizontales a velocidad normal y sólo ralentizara los movimientos verticales.
Supongo que mi cerebro no funcionaba a su ritmo normal debido a la sorpresa, pues miré a la postrada figura durante varios segundos antes de ver la sangre que manaba de debajo de la gorra verde. Recuperando la capacidad de movimiento, le arrastré fuera de la vista hasta colocarle detrás de un gran árbol. Dediqué unos segundos a intentar restañar la sangre. La herida no era profunda. Mi compañero estaba más atontado que herido. Pero, ¿quiénes eran sus perseguidores?
Le quité el arma de la mano y la examiné apresuradamente. No se diferenciaba de la pistola automática a la que estaba acostumbrado, a no ser por el hecho de que parecía dispararse con un botón en lugar de un gatillo. Sacando munición del cinturón de mi compañero, la inserté en la recámara lo más rápidamente que pude, pues ya oía cerca de nosotros la sofocada conversación de sus perseguidores.
A esto le siguió una serie de explosiones a nuestro alrededor, pero ninguna se acercó mucho. Evidentemente, no habían localizado el lugar donde nos escondíamos y disparaban al azar.
Esperé en tensión, balanceando el arma en la mano, acostumbrándome a su peso y probable retroceso.
Entonces vi un movimiento en el verde follaje de un árbol no muy lejano, y aparecieron la mano y cabeza de un hombre.
Iba completamente vestido de verde, como mi compañero, lo cual hacía dificil distinguirle, pero su cara podía verse claramente y llevaba el asesinato pintado en ella.
Esto me decidió. Levanté el arma y disparé. Mi puntería fue mala, pues el arma no tuvo el retroceso esperado, y alcancé el tronco del árbol a varios metros por debajo de mi blanco. Eso hizo que cayera de su refugio como una bola de papel, y flotara hasta el suelo, como algo muerto e inerte, bajado suavemente por una mano invisible. El árbol se derrumbó, como el tronco destrozado por la explosión.
A continuación se desencadenó otra serie de explosiones a nuestro alrededor. Las armas que estábamos usando no hacían ruido al dispararse, y mis oponentes parecían estar tan al tanto de mi posición como yo de la suya, así que no hice ningún intento de responder a su fuego, contentándome con estudiar atentamente los alrededores. Y mi paciencia tuvo su recompensa.
Pronto vi un movimiento precavido en la cima de otro árbol. Apunté con cuidado al tronco, exponiéndome lo menos posible, y volví a disparar. Un chillido siguió a la explosión. Oí como se derrumbaba el árbol, luego un gemido.
El silencio reinó un tiempo. Luego se oyó un débil ruido de ramas agitándose. Disparé tres veces más en su dirección, apretando el botón todo lo rápido que pude. Se derrumbaron ramas allí donde explotaron mis cartuchos, pero seguía sin ver cuerpo alguno.
Por fin vi a uno de ellos. Estaba dando uno de esos asombrosos saltos desde la rama de un árbol a la de otro situado a unos doce metros.
Moví impulsivamente el arma y disparé. Para entonces ya me había acostumbrado al peso del arma y mi puntería era buena. Le alcancé. La «bala» debió penetrar en su cuerpo y explotar a continuación. Había visto como volaba por el aire, luego la explosión, y desapareció. Nunca terminó el salto.
No sabía cuántos eran, pero esto debió ser demasiado para ellos. Dispararon sobre nosotros una última descarga de cartuchos, todos los cuales explotaron inofensivamente, y poco después oí cómo se movían y alejaban por entre las copas de los árboles. Ninguno de ellos bajó a tierra.
Ahora tenía tiempo para dedicarle a mi compañero. Descubrí que era una chica, y no un chico. Era muy esbelta, y muy bonita, pese a su apariencia corpulenta, debida al peculiar cinturón que le envolvía el cuerpo hasta debajo de los brazos.
Lee completa Armaggedon 2419 AD en español, aquí.
Buck es en estos lados más conocida por la serie de 1979, producida por Glen A. Larson y que cada sábado repite TCM, una adaptación bastante libre de la historia original donde el siglo XXV era un caótico espacio donde Norteamerica estaba dominada por invasores mongoles. Nada muy raro, en 1938, todo lo amenazante tenía piel amarilla y ojos rasgados, sólo pensemos en la posterior imagen de Ming, el archival de Flash Gordon.
Buck Rogers nacio como una curiosa mezcla entre ciencia ficción y sátira política, con dosis de humor y de lo sorprendente que podría ser el mundo futuro. Todo eso fue obviado el 79, con un drama que mas se colgaba del éxito de Star Wars que de un real homenaje al personaje. De hecho si hay algo por lo cual la serie entró a la historia de la TV es por los ajustados trajes de Erin Gray, la primera fantasía onanista de toda una generación.
Frank Miller anunció que tras The Spirit, su próximo proyecto filmico es una nueva versión de Buck Rogers. Aún tengo dudas con Sin City II, perdón The Spirit (como que es lo mismo), pero puede funcionar.
El EARTH DIRECTORATE STARFIGHTER (AKA: THUNDERFIGHTER), uno de los mejores diseños de cazas espaciales en la ci fi de cine y TV. Nació como una versión futurista del P-38 Lighting de la 2ª Guerra Mundial y fue desarrollado por Alan Sinclair para los COLINIAL VIPER de Galactica. El modelo fue encontrado demasiado futurista y quedó en el armario, hasta que llegó la oportunidad de usarlo en Buck Rogers. Fue base además para las futuras Snowspeeder y A-Wing Fighter de Star Wars.
La primera aparición de Buck Rogers es en ARMAGEDDON 2419 AD, novela pulp publicada en 1938 por Philip Francis Nowlan, quien continúo la saga en una segunda novela LOS SEÑORES DEL AIRE DE HAN. Lo que sigue es un extracto de ARMAGEDDON 2419 AD.
ARMAGEDDON 2419 AD
CAPITULO 1
Mi primera visión de un ser humano del siglo XXV la tuve en una parte de bosque donde los árboles estaban más diseminados, más allá de la cual el bosque volvía a espesarse.
Había estado vagando sin un propósito, sin esperanza, cavilando sobre mi extraño destino, cuando vi una figura que retrocedía con precaución alejándose de la densa arboleda al otro lado del claro. Estuve a punto de llamarla con alegría, pero me contuvo algo furtivo en la figura. La atención del chico (pues parecía ser un muchacho de unos quince o dieciséis años) se centraba en el espeso macizo de árboles del que acababa de salir.
Sólo vestía ropas ajustadas de color verde y llevaba una gorra del mismo color semejante a un casco. Un ancho y grueso cinturón le rodeaba la cintura abultándose en la parte de atrás de forma que le llegaba hasta los hombros, convirtiéndose en algo con las proporciones de una mochila.
Cuando me iba apercibiendo de estos detalles, un brillante fogonazo y una sonora detonación, semejante a los de una granada de mano, restallaron a su izquierda. Movió una mano y se tambaleó un poco como si resbalara; luego se recuperó y se apartó con cuidado del lugar de la explosión, agachándose ligeramente, y mirando todavía hacia la parte más densa del bosque. Cada pocos pasos levantaba el brazo y apuntaba al bosque con algo que llevaba en la mano. Cada vez que apuntaba tenía lugar una terrorífica explosión entre los árboles. Se me ocurrió entonces que estaba disparando con alguna especie de pistola, aunque del arma no parecía surgir fogonazo o detonación alguna.
Tras disparar varias veces, pareció llegar a alguna decisión repentina, y se volvió en mi dirección, saltando y, para mi asombro, volando por el aire entre los árboles con un salto como en la vida había visto igual. El salto debió llevarle a unos veinte metros de distancia, aunque describió un arco no más alto de tres o cuatro metros del suelo.
Al aterrizar, su pie tropezó en una raíz y se derrumbó suavemente en el suelo. Digo «suavemente» porque no se estrelló como yo habría supuesto. Lo único con lo que se me ocurre compararlo es con el cine a cámara lenta, aunque nunca he visto una película que registrase los movimientos horizontales a velocidad normal y sólo ralentizara los movimientos verticales.
Supongo que mi cerebro no funcionaba a su ritmo normal debido a la sorpresa, pues miré a la postrada figura durante varios segundos antes de ver la sangre que manaba de debajo de la gorra verde. Recuperando la capacidad de movimiento, le arrastré fuera de la vista hasta colocarle detrás de un gran árbol. Dediqué unos segundos a intentar restañar la sangre. La herida no era profunda. Mi compañero estaba más atontado que herido. Pero, ¿quiénes eran sus perseguidores?
Le quité el arma de la mano y la examiné apresuradamente. No se diferenciaba de la pistola automática a la que estaba acostumbrado, a no ser por el hecho de que parecía dispararse con un botón en lugar de un gatillo. Sacando munición del cinturón de mi compañero, la inserté en la recámara lo más rápidamente que pude, pues ya oía cerca de nosotros la sofocada conversación de sus perseguidores.
A esto le siguió una serie de explosiones a nuestro alrededor, pero ninguna se acercó mucho. Evidentemente, no habían localizado el lugar donde nos escondíamos y disparaban al azar.
Esperé en tensión, balanceando el arma en la mano, acostumbrándome a su peso y probable retroceso.
Entonces vi un movimiento en el verde follaje de un árbol no muy lejano, y aparecieron la mano y cabeza de un hombre.
Iba completamente vestido de verde, como mi compañero, lo cual hacía dificil distinguirle, pero su cara podía verse claramente y llevaba el asesinato pintado en ella.
Esto me decidió. Levanté el arma y disparé. Mi puntería fue mala, pues el arma no tuvo el retroceso esperado, y alcancé el tronco del árbol a varios metros por debajo de mi blanco. Eso hizo que cayera de su refugio como una bola de papel, y flotara hasta el suelo, como algo muerto e inerte, bajado suavemente por una mano invisible. El árbol se derrumbó, como el tronco destrozado por la explosión.
A continuación se desencadenó otra serie de explosiones a nuestro alrededor. Las armas que estábamos usando no hacían ruido al dispararse, y mis oponentes parecían estar tan al tanto de mi posición como yo de la suya, así que no hice ningún intento de responder a su fuego, contentándome con estudiar atentamente los alrededores. Y mi paciencia tuvo su recompensa.
Pronto vi un movimiento precavido en la cima de otro árbol. Apunté con cuidado al tronco, exponiéndome lo menos posible, y volví a disparar. Un chillido siguió a la explosión. Oí como se derrumbaba el árbol, luego un gemido.
El silencio reinó un tiempo. Luego se oyó un débil ruido de ramas agitándose. Disparé tres veces más en su dirección, apretando el botón todo lo rápido que pude. Se derrumbaron ramas allí donde explotaron mis cartuchos, pero seguía sin ver cuerpo alguno.
Por fin vi a uno de ellos. Estaba dando uno de esos asombrosos saltos desde la rama de un árbol a la de otro situado a unos doce metros.
Moví impulsivamente el arma y disparé. Para entonces ya me había acostumbrado al peso del arma y mi puntería era buena. Le alcancé. La «bala» debió penetrar en su cuerpo y explotar a continuación. Había visto como volaba por el aire, luego la explosión, y desapareció. Nunca terminó el salto.
No sabía cuántos eran, pero esto debió ser demasiado para ellos. Dispararon sobre nosotros una última descarga de cartuchos, todos los cuales explotaron inofensivamente, y poco después oí cómo se movían y alejaban por entre las copas de los árboles. Ninguno de ellos bajó a tierra.
Ahora tenía tiempo para dedicarle a mi compañero. Descubrí que era una chica, y no un chico. Era muy esbelta, y muy bonita, pese a su apariencia corpulenta, debida al peculiar cinturón que le envolvía el cuerpo hasta debajo de los brazos.
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Etiquetas: Blogs aliados, Ci-Fi, Héroes
2 Comentarios:
¡Notable! No sabía el origen del Starfighter. Muy buenos datos.
¡Que buena!
El dato de que Buck Rogers viene de "Armagedon" es excelente.
Gracias!
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