Y MIKE MILLS TUVO LA CULPA
Versión uncut de la columna aparecida hoy en Wiken. Como siempre se agradecen sus comentarios en los blogs de El Mercurio.
PRIMEROS SECUNDARIOS
La culpa de esta columna es de Mike Mills, bajista, segunda voz, pianista y tecladista de REM. Estaba allí, con su cara de intelectual (parece más guionista de cómic que rockero), arriba del escenario, bajo el domo del Arena Santiago (o Movistar Arena, como se llame ahora), a un costado de Stipe, haciendo lo suyo y ganándose al público con aún más fuerza que su calvo -e infinitamente más famoso- colega. El concierto fue de REM, pero el show fue de Mike Mills, con un secundario como él, es obvio el impacto de la banda de Athens, Georgia. Como en el buen cine y la mejor televisión, el peso de la música también recae en el carisma de los que acompañan al actor principal.
Dicen que uno va al cine básicamente a enamorarse y a sentirse identificado, que de todas las emociones que gatilla la gran (y pequeña) pantalla esas dos son las más importantes. Vale, puede que los críticos nos demos la lata de concentrarnos en cuestiones que a la larga no le van a importar a nadie, pero el resto, la gran masa va por esas dos razones. Todos alguna vez nos hemos enganchado de una estrella a la cual hemos seguido con la más amorosa de las devociones, todos alguna vez hemos querido ser como… como Peter Sarsgaard, un tipo que me cae tan bien como mi mejor amigo y que se ha especializado en hacer de su carrera una perfecta sucesión de personajes secundarios, esos que están al borde, esperando, pero que a la largo soportan las penas y alegrías de los protagonistas de las historias, despachando de rebote las mejores frases, protagonizando momentos epifánicos que nos arrugan las tripas. ¿Qué sería de Garden State sin Sarsgaard, sacudiendo a Zach Braff y a Natalie Portman? ¿O de Casi Famosos sin la envidia bien intencionada de Jason Lee (es mucho mejor como apoyo que como protagonista en su comedia My Name is Earl)? ¿Qué sería del cine en general sin Ed Harris, el gran primer secundario?
Chloe y Almeida en 24, Chuck Bass en Gossip Girl (mi cada vez menos culpable placer), John Deacon en Queen, Alan Wilder en Depeche Mode, Jimmy Olsen en los cómic de Superman el comisionado Gordon en Batman, el “amigo inteligente que se quedó en el pueblo” de las novelas de Stephen King, la lista es tan larga como corto es el espacio de Fuera de Foco. Me gustan los secundarios, porque son más parecidos a la gente que conozco y que quiero, porque en el fondo todos somos actores de reparto en una película masiva en que el rol protagónico le tocó a otros: deportistas, políticos, curas incluso, por eso nos caen tan bien, nos identificamos con ellos, porque son el nexo entre nosotros y el héroe de la historia. Quizás nunca nos enamoremos de un secundario, pero felices nos tomamos una cerveza con ellos.
Y la culpa fue de Mike Mills y la teja que cayó también, con suficiente fuerza para decidir no ir a Madonna, ni aunque me regalen la entrada, ni siquiera por respeto a su ícono pop. Porque en Madonna no habrá secundarios, será una adoración al ego con efectos especiales, sin gente buena tela rodeándola, porque en definitiva Madonna no tiene a su Mike Mills y con esa razón vasta para saber desde ya que su show tiene cero posibilidades de ser el concierto del año: una cosa es llenar dos veces el nacional, otra muy distinta es llegar de verdad al público. Por algo en las fantasías adolescentes, uno nunca quiere ser el frontman, sino el guitarrista piola o el bajista místico.
PRIMEROS SECUNDARIOS
La culpa de esta columna es de Mike Mills, bajista, segunda voz, pianista y tecladista de REM. Estaba allí, con su cara de intelectual (parece más guionista de cómic que rockero), arriba del escenario, bajo el domo del Arena Santiago (o Movistar Arena, como se llame ahora), a un costado de Stipe, haciendo lo suyo y ganándose al público con aún más fuerza que su calvo -e infinitamente más famoso- colega. El concierto fue de REM, pero el show fue de Mike Mills, con un secundario como él, es obvio el impacto de la banda de Athens, Georgia. Como en el buen cine y la mejor televisión, el peso de la música también recae en el carisma de los que acompañan al actor principal.
Dicen que uno va al cine básicamente a enamorarse y a sentirse identificado, que de todas las emociones que gatilla la gran (y pequeña) pantalla esas dos son las más importantes. Vale, puede que los críticos nos demos la lata de concentrarnos en cuestiones que a la larga no le van a importar a nadie, pero el resto, la gran masa va por esas dos razones. Todos alguna vez nos hemos enganchado de una estrella a la cual hemos seguido con la más amorosa de las devociones, todos alguna vez hemos querido ser como… como Peter Sarsgaard, un tipo que me cae tan bien como mi mejor amigo y que se ha especializado en hacer de su carrera una perfecta sucesión de personajes secundarios, esos que están al borde, esperando, pero que a la largo soportan las penas y alegrías de los protagonistas de las historias, despachando de rebote las mejores frases, protagonizando momentos epifánicos que nos arrugan las tripas. ¿Qué sería de Garden State sin Sarsgaard, sacudiendo a Zach Braff y a Natalie Portman? ¿O de Casi Famosos sin la envidia bien intencionada de Jason Lee (es mucho mejor como apoyo que como protagonista en su comedia My Name is Earl)? ¿Qué sería del cine en general sin Ed Harris, el gran primer secundario?
Chloe y Almeida en 24, Chuck Bass en Gossip Girl (mi cada vez menos culpable placer), John Deacon en Queen, Alan Wilder en Depeche Mode, Jimmy Olsen en los cómic de Superman el comisionado Gordon en Batman, el “amigo inteligente que se quedó en el pueblo” de las novelas de Stephen King, la lista es tan larga como corto es el espacio de Fuera de Foco. Me gustan los secundarios, porque son más parecidos a la gente que conozco y que quiero, porque en el fondo todos somos actores de reparto en una película masiva en que el rol protagónico le tocó a otros: deportistas, políticos, curas incluso, por eso nos caen tan bien, nos identificamos con ellos, porque son el nexo entre nosotros y el héroe de la historia. Quizás nunca nos enamoremos de un secundario, pero felices nos tomamos una cerveza con ellos.
Y la culpa fue de Mike Mills y la teja que cayó también, con suficiente fuerza para decidir no ir a Madonna, ni aunque me regalen la entrada, ni siquiera por respeto a su ícono pop. Porque en Madonna no habrá secundarios, será una adoración al ego con efectos especiales, sin gente buena tela rodeándola, porque en definitiva Madonna no tiene a su Mike Mills y con esa razón vasta para saber desde ya que su show tiene cero posibilidades de ser el concierto del año: una cosa es llenar dos veces el nacional, otra muy distinta es llegar de verdad al público. Por algo en las fantasías adolescentes, uno nunca quiere ser el frontman, sino el guitarrista piola o el bajista místico.
Etiquetas: Artículos propios, Cine, Fuera de Foco
5 Comentarios:
tuve la suerte de estar las dos noches en cancha VIP y estar a 5 metros de Mike Mills y observaba bien los detalles del bajo y la forma de tocar y Mills aprovechaba de saludar cuando por el otro lado Stipe hacía su show
Qué sería de John Cusack y Steve Buscemi sin los papeles secundarios. Qué sería del 95% del mundo, sin los papeles secundarios.
Saludos.
PS: Ya está el tercer trailer de Watchmen!!!
tu blog lanza una ventana de mercado libre o una wea asi. Por favor solucionalo ya que es super molesto
Pd: lo de superman y el reino de no se que es una lata ojala no siga a futuro
STEVEN, lo de Merado Libre fue un hackeo de ML a sste y varos blogs con hartas visitas. He tratado, pero no puedo sacarlo. Soy un cero a la izquierda como tekkie. Lo otro, este es un blog personal y en el escribo de lo que quiero, asi que las latas van a seguir. Igual hay harto donde escoger, no drama
ayyyy en la primera noche estuve frente a Mills (L),afortunadamente hablé con él en el hotel.. y ahi mori!!! me contestó todo buena onda y quedé muda para el resto, Mills tiene tantas cosas, que no puedo escribir esto seriamente sin q mis hormonas dejen escribir a la fan de REM desde el 94.
atte Jessica Barrera
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