LA COMUNIDAD DEL ANILLO
El fin de semana me acordé de la primera película de la saga. De como me voló el rostro el día que la vi, en una función privada un sábado de diciembre del 2001. Y entre la cagada de New Line Cinema, Peter Jackson y el Hobbit hace bien recordar viejos buenos tiempos, como aquellos en que todos eramos un poco más inocentes. Esto publiqué entonces, en la siempre eterna Sobras.com
El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo
Sobras. 23 Diciembre, 2001
Con todos sus defectos (que son hartos) y ripios, lo cierto es que Peter Jackson demostró en tres horas de metraje ser dueño del “one ring” a la hora de poner el mundo a sus pies. Y no precisamente por méritos estrictamente fílmicos. El gordo (especie de híbrido entre Alex de la Iglesia, López y quien escribe) tal vez no firmó la obra maestra, o la última esperanza blanca del cine, como algunos han exagerado, pero manufacturó un film tremendo, como no se veía en años (al menos en el cine comercial), que suda grandeza por cada uno de sus poros. El gran mérito de “El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo” es que recupera una épica cinematográfica adulta que parecía perdida desde los western de John Ford y las sagas iniciáticas de Kurosawa y la deconstruye en las claves del siglo XXI. Con la notoria salvedad de “La Princesa Mononoke”, creo que hace mucho tiempo no estábamos -como espectadores- frente a una historia de capa y espada tan majestuosa en su realización… y no salan con que “Gladiador”, “Braveheart” y la cacha de la espada, que no tienen nada que ver con lo que estamos hablandoJackson ha demostrado con hechos bien concretos que una mitología contemporánea y adulta no tiene porque limitarse a los postulados creados y traicionados por el señor George Lucas. Porque seamos honestos, mucho nos gustará “La Guerra de las Galaxias” (soy un fan incondicional, de los que aun le que tienen fe al Ep.II) pero a nivel de narrativa cinematográfica, de madurez conceptual y de artesanía fílmica, “El Señor de los Anillos” está muy por encima de cualquier entrega de la tetralogía galáctica, incluso de “El Imperio Contraataca”… y conste que como cultor Jedi, me duele aceptarlo…
Hace dos semanas vi ESDLA en un pase para prensa y hace 12 años leí el libro por primera vez. Fue mi regalo de cumpleaños número 16, pero eso no creo que a muchos le importe. El volumen era una de las primeras ediciones de la trilogía, colección Minotauro, tapas verdes con dibujos del ilustrador argentino Chichoni (piedra angular de la desaparecida revista “Fierro”) y mucho olor a libro viejo. Encuadernado en rústica, tan mal que hoy no se puede leer porque se desarma. Las hojas se desprendieron, se rasgaron y son ahora recuerdos de viejos tiempos amarrados con doble elástico. Tres libros, casi 2 mil páginas que me leí en quince días, antes de que Tolkien se pusiera de moda y pasaran otras cosas. En fin… Una confesión: nunca he sido un fan dogmático de Tolkien, ni siquiera he vuelto a leer la trilogía del Anillo, “El Hobbit” me lateó y de “El Silmarillion” ni siquiera pasé las primeras cincuenta páginas, pero respeto a Tolkien, siempre lo he hecho y voy a continuar haciéndolo…creo… Su grandiosidad conceptual y creativa me seduce pero también me aparta. Por lo mismo la empresa de filmar esta nave nodriza siempre me pareció casi suicida, sobre todo si se pretendía hacer de una forma verosímil y madura. El temor no iba por la potencia imaginativa del libro sino por todo lo que este acarrea y que va más allá de la literatura. ESDLA es una Biblia para demasiada gente, ha inspirado canciones (Led Zeppelin, Pink Floyd, Rush, Blind Guardian, Styx, Rick Wakeman, Marillion, Iluvatar, The Allman Brothers, etc), películas (”Star Wars”, “Willow”), libros (”El Nombre de la Rosa”, “Harry Potter”, “60 Kilómetros (con perdón)”) y toda clase de productos que van desde juegos de rol y drogas lisérgicas a ensayos teológicos (Tolkien y su trilogía son piedra angular de la literatura cristiana y el libro esta lleno de simbología bíblica que o puede dejarse de lado). O Peter Jackson creaba un clásico o se cavaba su tumba, no había termino medio… No se podía hacer otra “Guerra de las Galaxias”, tampoco una versión cristiana de “Conan”… Había que crear un personal año cero y el autor de “Braindead” lo hizo.
“El Señor de los Anillos”, no es un filme perfecto, de hecho creo que dista bastante de serlo, pero es una tremenda película, que suple con cariño hacia lo que se está haciendo -y honestidad en su moral como filme- todos sus defectos. Tampoco es una obra fácil y esta facilidad es tanto para críticos (aun no sé cuantas estrellas le pondría) como para espectadores (no creo que bata records de taquilla y su duración atentará contra los menos fanáticos). Pero Peter Jackson vomita amor por el cine y en ELSDA eso se nota. Y se nota mucho. A tal punto que este sentir es quizás el mayor mérito implícito de la película. El director de “Bad Taste” narra de la puta madre, sabe como contar un cuento y tiene claro que lo que esta construyendo no es un hit de taquilla para pendejos consumidores de merchadising, sino una lectura compleja de un libro de cabecera para tres generaciones de lectores. Y eso es complicado, mucho más que llenar un cuadro de criaturas CGI peleando y exhibiendo sus poderes. Jackson sabe crear grandeza desde la pequeñez y es en su visión mitopoética de Nueva Zelandia donde esto queda más claro. Si en Chile (nuestra geografía es simil a la neozelandesa) hubiera un lente capaz de aprovechar nuestra imagen como paisaje ultraterreno tal vez otro gallo cantaría en nuestra industria cinematográfica, Sobras debería filmar “El Hobbit”, en fin. A través de cada secuencia de ESDLA, Peter Jackson navega en sinceridad autoral y entre homenajes (a Ray Harryhausen en la escena del Troll y el Balrog de Moria, incluso a George Lucas en la secuencia precréditos), aciertos (la dirección de arte merece mil premios Oscar, McKellan y Blanchet están de pelos) y errores (tiempos muertos y ciertos diálogos exactos al “naif/1930/ingenuote/católico” de Tolkien que no terminan por encajar -en el concilio de Elrond por ejemplo- y chocan contra la estética más moderna del concepto en general), pega un gol de tiro libre… Y con clase que es acaso lo más valioso.
No sé si es la mejor película del año, pero sí es la más grandiosa, y desde esta lectura se ubica ya en mi Top 5 del 2001, junto a “Almost Famous”, “A.I.”, “Apocalipse Now Redux” e “Y tu mamá también”… ¿En qué lugar?… Hoy -que la tengo reciente- en el número 1, mañana yo creo que en el dos o el tres, después de “A.I.”, mi personal joya incomprendida.
Hace dos semanas vi ESDLA en un pase para prensa y hace 12 años leí el libro por primera vez. Fue mi regalo de cumpleaños número 16, pero eso no creo que a muchos le importe. El volumen era una de las primeras ediciones de la trilogía, colección Minotauro, tapas verdes con dibujos del ilustrador argentino Chichoni (piedra angular de la desaparecida revista “Fierro”) y mucho olor a libro viejo. Encuadernado en rústica, tan mal que hoy no se puede leer porque se desarma. Las hojas se desprendieron, se rasgaron y son ahora recuerdos de viejos tiempos amarrados con doble elástico. Tres libros, casi 2 mil páginas que me leí en quince días, antes de que Tolkien se pusiera de moda y pasaran otras cosas. En fin… Una confesión: nunca he sido un fan dogmático de Tolkien, ni siquiera he vuelto a leer la trilogía del Anillo, “El Hobbit” me lateó y de “El Silmarillion” ni siquiera pasé las primeras cincuenta páginas, pero respeto a Tolkien, siempre lo he hecho y voy a continuar haciéndolo…creo… Su grandiosidad conceptual y creativa me seduce pero también me aparta. Por lo mismo la empresa de filmar esta nave nodriza siempre me pareció casi suicida, sobre todo si se pretendía hacer de una forma verosímil y madura. El temor no iba por la potencia imaginativa del libro sino por todo lo que este acarrea y que va más allá de la literatura. ESDLA es una Biblia para demasiada gente, ha inspirado canciones (Led Zeppelin, Pink Floyd, Rush, Blind Guardian, Styx, Rick Wakeman, Marillion, Iluvatar, The Allman Brothers, etc), películas (”Star Wars”, “Willow”), libros (”El Nombre de la Rosa”, “Harry Potter”, “60 Kilómetros (con perdón)”) y toda clase de productos que van desde juegos de rol y drogas lisérgicas a ensayos teológicos (Tolkien y su trilogía son piedra angular de la literatura cristiana y el libro esta lleno de simbología bíblica que o puede dejarse de lado). O Peter Jackson creaba un clásico o se cavaba su tumba, no había termino medio… No se podía hacer otra “Guerra de las Galaxias”, tampoco una versión cristiana de “Conan”… Había que crear un personal año cero y el autor de “Braindead” lo hizo.
“El Señor de los Anillos”, no es un filme perfecto, de hecho creo que dista bastante de serlo, pero es una tremenda película, que suple con cariño hacia lo que se está haciendo -y honestidad en su moral como filme- todos sus defectos. Tampoco es una obra fácil y esta facilidad es tanto para críticos (aun no sé cuantas estrellas le pondría) como para espectadores (no creo que bata records de taquilla y su duración atentará contra los menos fanáticos). Pero Peter Jackson vomita amor por el cine y en ELSDA eso se nota. Y se nota mucho. A tal punto que este sentir es quizás el mayor mérito implícito de la película. El director de “Bad Taste” narra de la puta madre, sabe como contar un cuento y tiene claro que lo que esta construyendo no es un hit de taquilla para pendejos consumidores de merchadising, sino una lectura compleja de un libro de cabecera para tres generaciones de lectores. Y eso es complicado, mucho más que llenar un cuadro de criaturas CGI peleando y exhibiendo sus poderes. Jackson sabe crear grandeza desde la pequeñez y es en su visión mitopoética de Nueva Zelandia donde esto queda más claro. Si en Chile (nuestra geografía es simil a la neozelandesa) hubiera un lente capaz de aprovechar nuestra imagen como paisaje ultraterreno tal vez otro gallo cantaría en nuestra industria cinematográfica, Sobras debería filmar “El Hobbit”, en fin. A través de cada secuencia de ESDLA, Peter Jackson navega en sinceridad autoral y entre homenajes (a Ray Harryhausen en la escena del Troll y el Balrog de Moria, incluso a George Lucas en la secuencia precréditos), aciertos (la dirección de arte merece mil premios Oscar, McKellan y Blanchet están de pelos) y errores (tiempos muertos y ciertos diálogos exactos al “naif/1930/ingenuote/católico” de Tolkien que no terminan por encajar -en el concilio de Elrond por ejemplo- y chocan contra la estética más moderna del concepto en general), pega un gol de tiro libre… Y con clase que es acaso lo más valioso.
No sé si es la mejor película del año, pero sí es la más grandiosa, y desde esta lectura se ubica ya en mi Top 5 del 2001, junto a “Almost Famous”, “A.I.”, “Apocalipse Now Redux” e “Y tu mamá también”… ¿En qué lugar?… Hoy -que la tengo reciente- en el número 1, mañana yo creo que en el dos o el tres, después de “A.I.”, mi personal joya incomprendida.
1 Comentarios:
coincido totalmente con lo de AI. como es que no ven? beats me.
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