MUSICAL BOX
El trío fundamental de este género, la banda que lo redefinió en los 80 y el mejor proyecto contemporáneo de rock progresivo tienen nuevos discos en el mercado. Rock y pop entendido como un viaje intergaláctico. Publicado en Rolling Stone-Chile. Junio 2007.
Snake and Arrows
3 estrellas ½
Con la salvedad de King Crimson, Rush es hoy por hoy la más activa y saludable de las grandes firmas del prog rock. Es que pocas bandas suenan tan actuales a más de 30 años de su fundación, algo que siempre se le agradece a este trío fundado en Toronto, Canadá, en 1974. Si en sus anteriores trabajos de estudio, Test for Echo (1996) y Vapors Trails (2002), Rush empujó su sonido hacia lo más potente del rock pesado, con Snake and Arrows sus aguas son más quietas, suaves e incluso atmosféricas. Hay vanguardia, hay metal, pero también matices progresivos clásicos (gentileza de viejos mellotrones resucitados por el versátil cantante, bajista, tecladista y “pedalista” Geddy Lee) y mucha guitarra acústica y artesanía sonora tomada del folklore canadiense, nueva esquina donde el guitarrista Alex Lifeson brilla como en su mejor época. En lo concreto, Snake and Arrows es la mejor placa de Rush desde Roll the Bones (1991) y “Far Cry”, single que remite a la época más clásica del trío, con imágenes musicales entre las que se aparecen discos fundamentales como Hemispheres (1978), Permanent Waves (1980) y Signals (1982), un sencillo condenado a la estantería de un grupo al cual le sobran las buenas piezas individuales. Snake and Arrows es una fórmula matemática en la que cada cifra va sumando más alto. Es una lástima que Neil Peart, un hombre que nos tiene acostumbrado a grandes letras, haya abandonada su tradicional épica contemporánea para caer en el lugar común de escribir sobre la violencia del mundo actual (sic), pero bueno, hasta los grandes tienen derecho a tropezar. Ojo con los instrumentales “Hope” y “Malignant Narcissism”, pura geometría musical de esa que odian los críticos, pero alaban los fans.
Marillion
Somewhere Else
3 Estrellas
Tres años después de esa pequeña obra maestra que fue Marbles, el mejor disco de Marillion desde Misplaced Chilhood (1985) y lo más logrado de la era Steve Hogarth, aparece esta placa que la tiene complicada desde el inicio. El desafío de continuar Marbles es grande y el grupo, alguna vez liderado por Fish, si bien es fiel a su propuesta y sonido, se escucha bastante más errático que en su anterior entrega. Paréntesis: el lugar de Marillion en la historia de la música no es menor. Mediados de los 80, el new wave en su esplendor y el rock progresivo coleteando cmo recuerdo de una época cada vez más lejana, hasta que el escocés Fish y sus muchachos ingleses irrumpen la escena con un refresco de aire virtuoso, que en ausencia de una mejor definición fue definido como neoprogresivo. Pasaron los años, el carismático Fish dejó al proyecto y Steve Hogarth encaró la complicada misión de reemplazarlo, desafío que no pocos apuntan como tarea aún pendiente. Cual sea la opción que se elija, lo concreto es que Somewhere Else es un trabajo que en esencia suena bello, etéreo e incluso espiritual en su forma de encarar la música. Es verdad, como concepto redondo, es inferior a Marbles, pero eso no quita el detalle de poseer algunos de los mejores temas en la discografía Marillion, como el juego solitario entre teclados y voz del corte que da nombre al disco, la elegante “Faith” o la extensa “The Last Century for Man”, suite en la más progresiva de la tradiciones del quinteto y que debe ser escuchada por quienes aún creen que sin Fish, el grupo dejó de existir.
Porcupine Tree
Fear of a Blank Planet
5 Estrellas
Dos certezas con más estómago que cerebro. La primera, Fear of a Blank Planet es el mejor disco de rock progresivo desde Three of a Perfect Pair de King Crimson. Y segundo, Porcupine Tree es en su especie, la mejor banda desde que Pink Floyd firmó Animals en 1977. Fundado en 1991 por el multi-instrumentista y productor Steve Wilson, Porcupine Tree apareció como una estocada de rock ambiental, neo psicodelia y rock espacial que se ganó de inmediato la admiración de otras bandas como Radiohead y Spiritualized. Su estatus de “grupo que le gusta a otros grupos” demoró bastante en abrirse al público más masivo, hito que se consiguió recién el 2000 con la aparición de Lightbul Sun y que se consolidó hace dos años con el esplendido Deadwing, verdadero ensayo de como armar un disco pensando en el futuro. Como su predecesor, Fear of... se escucha como un viaje en el tiempo a un porvenir oscuro, dominado por las máquinas. Es la banda sonora perfecta para una filme de ciencia ficción o tal vez un adelanto de como será el rock en aquí a 20 años. Si Phillip K Dick hubiese sido rockero habría tocado en Porcupine Tree, si Syd Barrett estuviera vivo de seguro su compañero de banda sería Steve Wilson. Fear of the Blank Planet es una obra maestra en la que cohabita la electrónica ambiental, pop espacial, los sonidos más alienígenas y el heavy metal más denso, todo pasado por un colador al que le sobran los matices. Mucha oreja con “Sentimental” y los epopéyicos 17 minutos de “Anestethize”, en el que asoma la guitarra invitada de Alex Lifeson (Rush), cameo similar al que Robert Fripp (King Crimson) realiza en “Way Out of Here”. Fear of a Blank Planet no sólo es una tremendo pieza de prog rock, sino fácil uno de los mejores discos del año y una gran excusa para descubrir a Porcupine Tree, como alguien dijo por ahí, la mejor banda que nadie está escuchando.
Etiquetas: Artículos propios, Musica, Prog Rock
1 Comentarios:
Me impresiona lo de Porcupine Tree, sobretodo con la frase final de tu artículo. Me suele pasar que cuando nombro a P. Tree como una de mis bandas favoritas, todo queda en silencio porque no son muy conocidos.
Steven Wilson es un eterno creador y me impresiona como le saca provecho a una voz tan convencional. De verdad no me deja de sorprender.
Excelente artículo. Un agradable resumen del panorama progresivo actual.
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