ACERCA DE RADIO CORAZON... O EL CHACOTERO 2
Publicado en Rolling Stone-Chile. Octubre 2007
UN CUENTO ORAL
Entre tanta definición de grado 1, 2 y 3 y dragones de todo tipo, que el programa del Rumpy le ha dado a la cultura pop local, el título de esta columna puede leerse como un chiste. Un mal chiste, pero chiste al fin y al cabo. Pero no, acá lo de cuento oral lo usamos para resumir la gran virtud -y también el gran defecto- del debut de Artiagotia como director. Virtud, porque como pocos filmes locales, Radio Corazón sabe atrapar el sentir más básico del cuento chileno, la historia que viene de la calle, el chisme, aquello de “esto le pasó a un amigo de mi primo” que ha estado presente en nuestra narrativa, prácticamente desde que Ercilla escribió La Araucana estando prisionero de los mapuches
Radio Corazón es una película y un cuento oral, que basa su moral cinematográfica en historias que alguien le contó a otro alguien, en este caso auditores anónimos del programa El Chacotero Sentimental que se confesaron con el conductor y este acabó convirtiendo sus confesiones en relatos cinematográficos. Y ahí precisamente está el gran pero de esta “dramedia” en tres actos, su cinematografía se reduce a contar una buena historia, dejando de lado uno de los detalles más hermosos que posibilita la narración en pantalla ancha, el usar las imágenes, los fondos, los espacios vacíos y los cambios de luz para acentuar detalles de una historia. Radio Corazón concentra su estructura dramática en un guión, lo que está bien para televisión; pero cine es harto más que guión, es trabajo de cámaras y de fotografía, posibilidades que acá lamentablemente brillan por su ausencia.
Más que una comedia dramática, o una “dramedia”, Radio Corazón es un drama con ingredientes de comedia, estructurado en tres actos que básicamente son un triunvirato de historias independientes confesadas al Rumpy, quien oficia como narrador omnisciente de todo el postre. Pequeñas operetas corales, comulgando como un todo. Irregulares entre si, que pasan del humor adolescente a un melodrama venezolano que debió de haber estado mejor condimentado.
“La Iniciación” es el primero de los cuentos (y el más divertido de los tres), también el más popular en cuanto a su origen y ambientación. Daniel Muñoz es un enfermero con harto arrastre entre sus colegas. Casado y padrastro del personaje de Manuella Martelli, una adolescente que quiere perder la virginidad antes de cumplir 18 años, presionada por sus dos mejores amigas. En forma paralela, el mejor amigo del personaje de Muñoz, un notable Daniel Alcaíno (que saca aplausos construyendo un secundario de esos que se quedan en la memoria) le insiste con que tenga un desliz con una enfermera que es famosa por practicar algo llamado “el dragón”. Todo bien, hasta que Martelli lo sorprende y ahí se arma la cazuela.
Si bien, “Iniciación” es la que mejor funciona de las tres historias, la más redonda y madura es “Mi nuera”, el cuento número 2. Un relato donde más allá de la anécdota y los detalles, hay una apuesta concreta de contar una historia chica, con pocos personajes y con un conflicto bien delineado. Claudia Di Girolamo es una mujer separada, exitosa y atractiva que vive en Valparaíso junto a sus secretos. Entonces, su vida es desordenada con la aparición de su hijo, encarnado por Néstor Cantillana, quien viene junto a su prometida, una guapa argentina cubierta por Juana Viale. La chica está fuera de su entorno, lejos de sus padres y se refugia en la protección maternal que encuentra en la madre de su novio, relación que cambiará para siempre las vidas de los tres protagonistas. Peca esta estupenda historia de la sobreactuación de Di Girolamo y Cantillana, que no consiguen distanciarse de lo que hemos visto de ellos en teleseries, sin embargo la historia tiene suficiente carne como para mantener la atención del espectador y más importante aún, deja en el aire la sensación de que el Rumpy dejó para la historia media de su trilogía, una parada moral y un punto de vista más que interesante. Mientras los otros dos cuentos son básicamente pura anécdota, aquí hay un pequeño discurso acerca de los padres y sus vidas secretas. Ojo con Juana Viale, a ratos candida, pero que en esa simpleza brilla como sólo el cine sabe hacer brillar a las estrellas.
“Cuento hadas” es el más débil y básico de los tres relatos, un drama convencional acerca de una nana involucrada con el patrón, pero con una vuelta de realismo inyectado al relato. No tiene humor, le sobra tragedia y huele a sobredosis de telefilme. Tal vez la historia funcionaba perfecto en lo oral, pero en lo cinematográfico desinfla toda la propuesta del filme. Y lo que es peor, al estar situada al final del relato mayor, deja al espectador marcando ocupado, con un sabor agrio en la boca, olvidando los buenos momentos que el Rumpy y su equipo alcanzaron en el primer doblete. Es un sueño, una moderna cenicienta, pero vamos, hasta la más llorona historia de hadas tiene un contrapunto divertido para sazonar el plato.
Radio Corazón es un chisme, una copucha hecha película, y en esa cancha golea con honestidad, buenos momentos y humor. Ojala hubiese incluido un poco de emoción y apuestas visuales en la receta.
Radio Corazón es una película y un cuento oral, que basa su moral cinematográfica en historias que alguien le contó a otro alguien, en este caso auditores anónimos del programa El Chacotero Sentimental que se confesaron con el conductor y este acabó convirtiendo sus confesiones en relatos cinematográficos. Y ahí precisamente está el gran pero de esta “dramedia” en tres actos, su cinematografía se reduce a contar una buena historia, dejando de lado uno de los detalles más hermosos que posibilita la narración en pantalla ancha, el usar las imágenes, los fondos, los espacios vacíos y los cambios de luz para acentuar detalles de una historia. Radio Corazón concentra su estructura dramática en un guión, lo que está bien para televisión; pero cine es harto más que guión, es trabajo de cámaras y de fotografía, posibilidades que acá lamentablemente brillan por su ausencia.
Más que una comedia dramática, o una “dramedia”, Radio Corazón es un drama con ingredientes de comedia, estructurado en tres actos que básicamente son un triunvirato de historias independientes confesadas al Rumpy, quien oficia como narrador omnisciente de todo el postre. Pequeñas operetas corales, comulgando como un todo. Irregulares entre si, que pasan del humor adolescente a un melodrama venezolano que debió de haber estado mejor condimentado.
“La Iniciación” es el primero de los cuentos (y el más divertido de los tres), también el más popular en cuanto a su origen y ambientación. Daniel Muñoz es un enfermero con harto arrastre entre sus colegas. Casado y padrastro del personaje de Manuella Martelli, una adolescente que quiere perder la virginidad antes de cumplir 18 años, presionada por sus dos mejores amigas. En forma paralela, el mejor amigo del personaje de Muñoz, un notable Daniel Alcaíno (que saca aplausos construyendo un secundario de esos que se quedan en la memoria) le insiste con que tenga un desliz con una enfermera que es famosa por practicar algo llamado “el dragón”. Todo bien, hasta que Martelli lo sorprende y ahí se arma la cazuela.
Si bien, “Iniciación” es la que mejor funciona de las tres historias, la más redonda y madura es “Mi nuera”, el cuento número 2. Un relato donde más allá de la anécdota y los detalles, hay una apuesta concreta de contar una historia chica, con pocos personajes y con un conflicto bien delineado. Claudia Di Girolamo es una mujer separada, exitosa y atractiva que vive en Valparaíso junto a sus secretos. Entonces, su vida es desordenada con la aparición de su hijo, encarnado por Néstor Cantillana, quien viene junto a su prometida, una guapa argentina cubierta por Juana Viale. La chica está fuera de su entorno, lejos de sus padres y se refugia en la protección maternal que encuentra en la madre de su novio, relación que cambiará para siempre las vidas de los tres protagonistas. Peca esta estupenda historia de la sobreactuación de Di Girolamo y Cantillana, que no consiguen distanciarse de lo que hemos visto de ellos en teleseries, sin embargo la historia tiene suficiente carne como para mantener la atención del espectador y más importante aún, deja en el aire la sensación de que el Rumpy dejó para la historia media de su trilogía, una parada moral y un punto de vista más que interesante. Mientras los otros dos cuentos son básicamente pura anécdota, aquí hay un pequeño discurso acerca de los padres y sus vidas secretas. Ojo con Juana Viale, a ratos candida, pero que en esa simpleza brilla como sólo el cine sabe hacer brillar a las estrellas.
“Cuento hadas” es el más débil y básico de los tres relatos, un drama convencional acerca de una nana involucrada con el patrón, pero con una vuelta de realismo inyectado al relato. No tiene humor, le sobra tragedia y huele a sobredosis de telefilme. Tal vez la historia funcionaba perfecto en lo oral, pero en lo cinematográfico desinfla toda la propuesta del filme. Y lo que es peor, al estar situada al final del relato mayor, deja al espectador marcando ocupado, con un sabor agrio en la boca, olvidando los buenos momentos que el Rumpy y su equipo alcanzaron en el primer doblete. Es un sueño, una moderna cenicienta, pero vamos, hasta la más llorona historia de hadas tiene un contrapunto divertido para sazonar el plato.
Radio Corazón es un chisme, una copucha hecha película, y en esa cancha golea con honestidad, buenos momentos y humor. Ojala hubiese incluido un poco de emoción y apuestas visuales en la receta.
Etiquetas: Artículos propios, Cine
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