FORTEGAVERSO: COLIN CAMPBELL (15 PARTE)

domingo, agosto 24, 2008

COLIN CAMPBELL (15 PARTE)


IGRIEGA ME LLAMO poco después de medianoche, con esa voz arrastrada suya que saca cada vez que algo la pone nerviosa. Lo de Gastón Descalzo la tenía inquieta, que todo era muy raro, que dos Extraordinarios Santiaguinos muertos en menos de un mes no era algo natural. Traté de tranquilizarla diciéndole que solo era una casualidad. Tétrica, pero casualidad al fin y al cabo. Que Edison había fallecido por causas naturales, problemas de salud y Gastón se suicidó por depresión, gavillada por su condición sexual. Me devolvió que ese comentario le había parecido homofóbico, que se había acordado de Colin, que siempre le había llamado la atención el modo como yo había asiMirandado las peores cosas de Colin. No le respondí. Insistí en que no había de que urgirse, que sólo estábamos ante una macabra casualidad, que quizas el propio Gastón la había gavillado tras la muerte de Edison. Me contó que la habían visitado un par de detectives de Investigaciones, le conté que a mi también.
-Ellos creen que pueda haber un móvil en común entre ambas muertes.
-Que Edison y Gastóin hayan sido amantes.
-No seas tonto.
-No lo soy. Quienes vinieron a verme me lo hicieron notar. Nuca conocimos mucho a Gastón y a Edison.
-Edison era un amor.
-Contigo todos eran un amor. Eras nuestra Mujer Maravilla.
Se rió.
-Y la carta, Pancho.
Supe que Gastón dejó cartas para todos los Extraordinarios Santiaguinos. No sólo para mi como me habían hecho sabor (a propósito, era obvio) Oportot y Bahamondes. Las cartas eran idénticas, cambiaban el nombre del remitente y a lo más la última línea. Todas decían que el Ultrasantiaguino finalmente triunfó sobre todos nosotros.
-¿Qué significa esto?
-Lo que siempre supimos. Colin inventó al Ultrasantiaguino como el villano definitivo de sus héroes. Era su juego, Igriega, su inmenso diseño de rol en la cual nosotros solo prestamos nuestros nombres como identidades secretas. A veces me preocupa como tu, Arismendi y Matus se toman tan en serio lo de los Extraordinarios Santiaguinos, como si en verdad hubiéramos sido superhéroes. Todo no es mas que la imaginación de Colin, el creo todo en su cabeza y con lo de las bombas no hizo mas que asaltar el mundo real sin darse cuenta. Tal vez se volvio loco y nosotros fuimos tan ilusos de seguir su juego. Se convirtió en el Ultrasantiaguino, pero eso yo al menos siempre lo tuve claro. Para allá iba el juego, claro jamás imagine que terminara haciendo lo que hizo.
No me contestó. Luego añadió lo de la llamada. Lo que había sido Gastón y no Colin quien avisó a la policía tras las explosiones de Plaza Italia.
-¿Significa eso que algunos Extraordinarios Santiaguinos sabían del plan de Colin, que le pudieron haber ayudado, que fueron cómplices de él?
-No sé que decirte-, en verdad no lo sabía.
-¿Y si Colin no fue? Si lo traicionaron, Pancho, no se te ha ocurrido pensar en eso…
-No Yazna, no se me ha ocurrido pensar en eso.
-No me digas Yazna, por favor.


TENIA LA PRIMERA PRUEBA del semestre a las 9 de la mañana, en el pabellón O de la Universidad de la Frontera. Un control de lectura de textos escogidos de literatura de no ficción. Tom Wolfe, Truman Capote, Hunter S Thomson, los mismos nombres que me hicieron leer en la Católica hace como veinte años. Si no es por el mensaje de texto que me dejó Marisa anoche recordándomelo lo habría olvidado. Le pedí un café bien cargado a la secretaria y entre a la sala con veinte minutos de retraso. Marisa estaba sentada sobre la mesa del profesor. Llevaba una falda corta, medias oscuras y esos anteojos de marco grueso que la hacen ver tan deliciosa. Veintidós años y me admira, en un mundo ideal tendría la ventaja para hacer lo que se me ocurriera. Recordé el sueño que tuve con ella hace poco, cuando íbamos al cine y se sentaba encima mío. Recordé muchas cosas que he pensado sobre ella desde que hace un semestre se ofreció para ser mi alumna ayudante. Los cuarenta imberbes de primer año estaban concentrados en sus pruebas, pocos levantaron la cabeza para saludarme. La mayoría debe considerarme lo peor, sobre todo tras la clase anterior en donde me dedique a evadir sus preguntas acerca de Colin Campbell. Además mal que mal vengo una vez cada dos semanas y dejo todo el peso académico del ramo en mi sexy asistente. Claro si yo tuviera dieciocho años sería el tipo más feliz del mundo si me encerraran dos horas semanales con una chica como Marisa hablándome de periodismo novelado. Igual me gustaría ser mejor profesor, bueno, supongo que me gustaría ser mejor en muchas cosas. Me fijé que el último alumno de la fila de la derecha llevaba una de esas camisetas viejas con el rostro de Colin. Sé que se la puso a propósito, sé que notó cuando sonreí al verlo. Si supiera cual es su nombre lo calificaría bien.
-Hola-, me saludó Marissa, susurrando con su voz de vainilla y cruzando sus piernas largas conqueta. Lo hizo a propósito, es obvio.
-Disculpa por el atraso. Y gracias por avisarme, lo había olvidado.
-Lo imaginé. Podemos hablar afuera un momento.
-Claro, trae una prueba, quiero ver las preguntas.
Salimos de la sala, apenas cerramos la puerta empezó una corredera de murmullos y ruidos de mesas moviéndose. La canción siempre sigue igual.
-¿Dime?-, le dije a mi ayudante, clavado en sus grandes ojos cafés cubiertos por esos anteojos grandes, pasados de moda.
-Me ofrecieron trabajo.
-Excelente.
-En Santiago.
-Excelente-, ahora en un tono más bajo.
-Igual tengo que avisarte, porque es como luego. Tengo que estar allá el próximo mes. Es para que nos pongamos de acuerdo en encontrar mi reemplazante.
-Vaya-, respiré. Quise decirle que ella no tenía reemplazo, pero me pareció enfermo de cursi.
-Pero no te preocupes, yo me encargo de eso. Conozco buena gente de cuarto y quinto. ¿Sólo dime que prefieres, hombre o mujer?
-Conversémoslo otro día.
-Claro.
-Y… ¿dónde te vas?
-A El Mercurio, después de hacer la práctica postule a varias secciones y me llamaron. Dos años después-, sonrió-, pero me llamaron.
-En que sección.
-En cultura, pero no como periodista, sino para investigación, recopilación y verificación de datos.
-Me parece notable.
-Te puse entre mis referencias.
-Podría haber sido para peor ponerme.
-¿Por qué? Eres un excelente profesional, lo que pasó no fue culta tuya sino de tus juntas, tus malas juntas. No fue saludable haber sido el mejor amigo de Colin Campbell, pero eso es otro cuento-, se detuvo. –Y hablando de juntas, eso me recuerda que te voy a invitar a comer uno de estos días, para agradecerte por todo y para que me enseñes como es la vida en un diario santiaguino.
Pensé en que podría enseñarle muchas otras cosas.
-Voy a cobrarte la invitación.
-Hazlo-, y volteó la cabeza. –Estas son las preguntas-, me dijo entregándome una hoja. Le dije que volviéramos a la sala, que ya había sido suficiente tiempo libre para los muchachos. Es horrible la palabra muchacho.
Apenas regresamos todo volvió a la quietud. Marissa fue hasta la mesa del profesor y se sentó encima, dándole lo mismo que fuera yo y no ella el profesor titular del ramo. Aunque en verdad, con tal de verla allí y así sentada todo era perfecto. Casi perfecto. Tomé una silla desocupada, la lleve hasta la otra esquina del salón y me senté. Mire a cada uno de los chicos y a Marissa, luego tomé mi celular y abrí la bandeja de entrada para leer por enésima vez el mensaje que me llegó ayer un poco antes de medianoche.

De: ottooctavious7997
Para: fbuchman
Hora: 23:40
Asunto: Boeings
¿Te acuerdas del 11 de Septiembre, cuando los Boeings nos declararon la guerra? Claro, era más fácil culpar de todo al terrorismo fundamentalista islámico que confesar lo que en realidad estaba sucediendo. Pero tu y yo siempre supimos la verdad. Que los Boeings se aburrieron de los hombres y empezaron a suicidarse sobre nuestras cabezas. Fueron dos 757 los que iniciaron la peregrinación, dejándose caer sobre las torres gemelas del World Trade Center. ¿Recuerdas las torres gemelas, recuerdas como odiaba esa arquitectura cúbica, funcional y poco arriesgada de ese par de atrocidades de 110 pisos, recuerdas como celebré cuando se vinieron abajo? Supongo que de algún modo lamenté la cantidad de gente que murió, pero así es el costo de las cosas, no voy a saberlo yo. La historia desde que es historia se ha escrito sobre sangre y cadáveres. Me acuerdo que la mañana del 11 de Septiembre, mientras veía caer las torres me asomé a la ventana y miré hacia el cielo. Ví a docenas, a cientos de Boeings revoloteando como locos. Viejos 707, extraños 727 con sus colas en “T”, comunes 737, gigantescos 747, veloces 757, ruidosos 767 y pocos 777. Todos buscando algún espacio en el aire para dejarse caer sobre torres y edificios. Querían jodernos, sabes y tenían la razón. A lo largo de cuatro décadas nos pasamos abusando de ellos, llenándolos sin piedad de gente, culpándolos cuando caían a tierra, pintándolos con colores horrendos. Incluso nos dimos el lujo de cortar sus sueños supersónicos cuando cancelamos el proyecto 2707. Los Boeings querían ser los más rápidos, jamás nos perdonaron que les cortáramos las alas. Así que se aburrieron, cortaron el flujo de sus turbinas y se tiraron suicidas sobre nuestras ciudades. Pero pocos dieron en el blanco, las fuerzas aéreas derribaron a muchos a mitad de sus caída y los obligaron a rendirse. El disfraz de un ataque terrorista funcionó al principio, sirvió incluso de justificación política por un par de años, pero los que supimos la verdad nunca volvimos a dormir tranquilo. Ellos siguen allá arriba, cruzando nuestras noches, sumando odios y deseos de venganza. Ya veras Pancho cuando llegue el día en que cierren sus alerones y se dejen caer a tierra, sobre ciudades y pueblos. Leí que ya se supo lo del General Patria, siempre supe que ese maricón no iba a durar mucho. Era de los más culposos y confieso que me aproveché de su culpa. Todo salio tal cual pensé que iba a suceder hace nueve años. Pero como bien has de imaginar, aun quedan piezas inmóviles sobre el tablero. Cuídate mucho, descansa y espero que no sueños con Boeings.



Guardé del teléfono y miré a mis alumnos, a la ayudante más sexy de la carrera de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad de la Frontera y revisé cada una de las preguntas que Marissa había formulado para la prueba. Todas me parecieron correctas, pero faltaba algo. Algo que, pensé, de ser yo Colin Campbell habría preguntado.
-Anoten una ultima pregunta-, les dije en voz alta. Cada uno de los chicos sentados frente a mi me miraron. Un murmullo de desaprobación corrió entre los asientos del fondo. Marissa también me miro, bajando sus anteojos como sólo ella puede hacerlo sin verse mal.
-Es un a pregunta optativa. Sólo contéstenla quienes quieran. Va a dar un par de puntos extras que puede servirles para subir la nota. Pero repito es opcional.
Se repitió un murmullo, mucho menos hostil que el anterior.
-Anoten-, les dicté. –En “Lo que hay que tener”, o “The Right Staff”, de Tom Wolfe. ¿Cuál es el tipo de avión que Chuck Yeager prueba después del X-1. El que casi le cuesta la vida? ¿Cómo llamaban los pilotos a este avión? Eso.
Fui hasta donde Marissa y le pedí un lápiz. Escribí al final de la hoja con preguntas: “Lockheed F-104 y los pilotos lo llamaban ataúd volante”.
-Esa es la respuesta-, le dije.

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1 Comentarios:

A la/s 4:31 p. m., Blogger F. dijo...

Gonzalo Martinez podria ser un artista adecuado para el tono de este cuento...(claro que lo imagino en comic) ¿fue el mismo Martinez el de la novela grafica de Fuguet?...
Debo ponerme al dia con tu blog, se cayó la wi-fi free del Journal y desde Sept. tendré que pagar por el servicio...nada malo en todo caso.
Interesante el asunto Superman. Vamos a terminar lléndonos todos a USA....o mejor aún, vendiendole TV , series y entretencion "exoticamente familiar" a los gringos, creada, actuada y filmada
en Chile pero hablada en inglés.

Nadie se lo espera y va terminar pasando, acuerdate de mi.

Y sería la raja, no mas.

Y gracias, una vez mas, por la atencion y la propuesta del otro dia en tu oficina. Ojala todo resulte y podamos juntarnos a conversar.

Que le vaya pulento.

 

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