EL SIMBOLO PERDIDO A LA CHILENA... TERMINEN LA HISTORIA

Esto es un juego, una idea surgida ayer tras el último podcast de DEFDM. La trama de la última novela de Dan Brown no es tan complicada y juega con los mismos elementos que las anteriores. En Chile tenemos nuestro propio complot masónico. Aquí hay un plot, un primer acto y el resto queda abierto. El final, la acción es de ustedes. Repito: esto es un juego y también un experimento de novela abierta, ¿quien es el primero en terminar la historia? ¿Quien se atreve a tirar la primera piedra?
EL SIMBOLO DE LAUTARO
Roberto Lagos es un profesor de historia del instituto de Historia de la Católica. Cuarentón guapo, atlético, ex seleccionado de algún deporte. Lleva años trabajando en una tesis definitiva sobre la masonería en la historia de Chile, trabajo por el cual ha ganado como veinte becas estatales. Cerca de medianoche recibe un llamado de Antón Soublette, su mentor y profesor amigo, quien lo necesita ver ahora ya afueras del Campus Oriente, que tiene algo que entregarle. Lagos va. Pero descubre el cadáver del viejo profesor, al cual se le han cortado las manos. Como en una trampa bien orquestada es rodeado por agentes del PDI que lo acusan de ser el principal sospechoso del crimen. Se viene un escándalo académico de proporciones. Lagos es trasladado a la brigada de homicidios de calle Condell, donde es interrogado por una joven, hermosa e inteligente fiscal llamada Lucía. Tras la charla, Lucía insiste en que Lagos debe ser trasladado de inmediato a una sala de reclusión más segura en el Centro de Justicia, que ella en persona se va a hacer cargo del transporte. Minutos después abordan un vehículo institucional: ella, Lagos y dos policías. A la salida de la brigada de homicidios la prensa esta expectante y quieren una exclusiva. Tras eludir a los periodistas el auto toma por Matta hacia el gigantesco edificio de las cortes públicas. Entonces Lucía agarra un arma, apunta a los conductores/detectives y les pide amablemente que bajen del auto. Les quita los celulares, radio y armas. Luego libera a Lagos, toma las llaves del auto y se pierde hacia el centro de Santiago. Pocas cuadras después abandona el vehículo y toman un taxi. Le indica al conductor que la lleve a Bellavista, a la Escuela de Derecho de la Chile. Lagos no entiende nada. Lucía le dice que confíe en ella, que todo fue una trampa para inculparlo y sacarlo de escena, que hay gente poderosa que le tiene miedo a lo que está a punto de descubrir.
–¿Descubrir qué?
–Profesor Lagos usted se involucró en asuntos que no es bueno sacar a la luz.
–¿Y usted quien es, fiscal?
–Alguien que entiende que hay intereses más importantes que los de la Policía de Investigaciones. Y si, profesor Lagos, estamos en un lío gigantesco y nos quedan 24 horas para demostrar que usted es inocente y que yo tengo pruebas de su inocencia.
–Y si no lo logramos.
–Pues usted y yo, señor Lagos, tenemos una cita con la carcel.
–Aún no me responde que papel juega en esto.
–Soublette era mi padrastro, se casó con mi madre cuando yo era niña, fue lo más cercano que tenía a un padre. Se lo debía.
El profesor y la fiscal llegan a la Escuela de Derecho de la Chile. La chica conoce a Galilea, un profesor de derecho que está trabajando hasta tarde y quien lleva horas esperándolos. Tras los saludos iniciales, donde se revela que conoce de tiempo a la joven fiscal (ella lo trata de profesor), éste los conduce a una cámara secreta ubicada en los subterráneos de la Escuela de Derecho, donde hay una biblioteca y una enorme mesa redonda. La cámara entera es circular.
–¿Qué es este lugar?
–Aquí, señor Lagos –responde Galilea– funcionó por años la verdadera gran Logia de Chile, el edificio que tenemos en el centro es sólo la fachada pública.
–Masones.
–Algo más, profesor Lagos. Caballeros Racionales, tal vez usted nos conozca por nuestro otro nombre.
–Logia Lautarina.
Galilea le revela a Lagos que están en guerra, que hay fuerzas en conflicto por apoderarse del legado final de O´Higgins, un documento que tiene las claves de algo vital para el destino de Chile. La Logia lo ha custodiado por años, pero ya han sido debilitados, Soublette, el último maestro.
–Tu padrastro era…
–Lo supe hace dos días –contesta Lucía
Soublette fue asesinado cuando intentó hacer público este asunto a través de Lagos, sin que este lo supiera. El maestro pensaba que si el documento (o tesoro o lo que sea) era revelado a la opinión pública, el éxito de la misión de la Logia Lautarina estaría asegurados.
–¿Y dónde está ese secreto?
–Debajo de la patrona de Santiago.
–Bajo la virgen del cerro.
–No –sonrió Galilea– todos creen lo mismo. Hablamos de la verdadera patrona, una imagen de la Virgen del Carmen de 120 metros de alto, construida en bloques sólidos y levantada sobre el sitio de la última batalla.
–El templo votivo de Maipú.
–Exacto.
–Aun no entiendo el problema.
–Nuestros enemigos lo encontraron señor Lagos e intentaron robarlo, cuando Soublette lo supo lo cambió de lugar. Antes de morir le iba a entregar a usted, confiaba en usted, el sitio del nuevo escondite.
–¿Y quienes son estos supuestos enemigos?
–Usted no lo creería señor Lagos.
A la mima hora, en el oriente de Santiago, un millonario de origen escocés, propietario de una de las empresas de comunicación más importantes de Chile recibió una llamada que no esperaba oír.
Roberto Lagos y la hijastra de Soublette escaparon.
Tras colgar el teléfono, marcó otro.
En la Escuela Militar, alguien contestó...
Esto queda abierto, terminen ustedes la historia.
EL SIMBOLO DE LAUTARO
Roberto Lagos es un profesor de historia del instituto de Historia de la Católica. Cuarentón guapo, atlético, ex seleccionado de algún deporte. Lleva años trabajando en una tesis definitiva sobre la masonería en la historia de Chile, trabajo por el cual ha ganado como veinte becas estatales. Cerca de medianoche recibe un llamado de Antón Soublette, su mentor y profesor amigo, quien lo necesita ver ahora ya afueras del Campus Oriente, que tiene algo que entregarle. Lagos va. Pero descubre el cadáver del viejo profesor, al cual se le han cortado las manos. Como en una trampa bien orquestada es rodeado por agentes del PDI que lo acusan de ser el principal sospechoso del crimen. Se viene un escándalo académico de proporciones. Lagos es trasladado a la brigada de homicidios de calle Condell, donde es interrogado por una joven, hermosa e inteligente fiscal llamada Lucía. Tras la charla, Lucía insiste en que Lagos debe ser trasladado de inmediato a una sala de reclusión más segura en el Centro de Justicia, que ella en persona se va a hacer cargo del transporte. Minutos después abordan un vehículo institucional: ella, Lagos y dos policías. A la salida de la brigada de homicidios la prensa esta expectante y quieren una exclusiva. Tras eludir a los periodistas el auto toma por Matta hacia el gigantesco edificio de las cortes públicas. Entonces Lucía agarra un arma, apunta a los conductores/detectives y les pide amablemente que bajen del auto. Les quita los celulares, radio y armas. Luego libera a Lagos, toma las llaves del auto y se pierde hacia el centro de Santiago. Pocas cuadras después abandona el vehículo y toman un taxi. Le indica al conductor que la lleve a Bellavista, a la Escuela de Derecho de la Chile. Lagos no entiende nada. Lucía le dice que confíe en ella, que todo fue una trampa para inculparlo y sacarlo de escena, que hay gente poderosa que le tiene miedo a lo que está a punto de descubrir.
–¿Descubrir qué?
–Profesor Lagos usted se involucró en asuntos que no es bueno sacar a la luz.
–¿Y usted quien es, fiscal?
–Alguien que entiende que hay intereses más importantes que los de la Policía de Investigaciones. Y si, profesor Lagos, estamos en un lío gigantesco y nos quedan 24 horas para demostrar que usted es inocente y que yo tengo pruebas de su inocencia.
–Y si no lo logramos.
–Pues usted y yo, señor Lagos, tenemos una cita con la carcel.
–Aún no me responde que papel juega en esto.
–Soublette era mi padrastro, se casó con mi madre cuando yo era niña, fue lo más cercano que tenía a un padre. Se lo debía.
El profesor y la fiscal llegan a la Escuela de Derecho de la Chile. La chica conoce a Galilea, un profesor de derecho que está trabajando hasta tarde y quien lleva horas esperándolos. Tras los saludos iniciales, donde se revela que conoce de tiempo a la joven fiscal (ella lo trata de profesor), éste los conduce a una cámara secreta ubicada en los subterráneos de la Escuela de Derecho, donde hay una biblioteca y una enorme mesa redonda. La cámara entera es circular.
–¿Qué es este lugar?
–Aquí, señor Lagos –responde Galilea– funcionó por años la verdadera gran Logia de Chile, el edificio que tenemos en el centro es sólo la fachada pública.
–Masones.
–Algo más, profesor Lagos. Caballeros Racionales, tal vez usted nos conozca por nuestro otro nombre.
–Logia Lautarina.
Galilea le revela a Lagos que están en guerra, que hay fuerzas en conflicto por apoderarse del legado final de O´Higgins, un documento que tiene las claves de algo vital para el destino de Chile. La Logia lo ha custodiado por años, pero ya han sido debilitados, Soublette, el último maestro.
–Tu padrastro era…
–Lo supe hace dos días –contesta Lucía
Soublette fue asesinado cuando intentó hacer público este asunto a través de Lagos, sin que este lo supiera. El maestro pensaba que si el documento (o tesoro o lo que sea) era revelado a la opinión pública, el éxito de la misión de la Logia Lautarina estaría asegurados.
–¿Y dónde está ese secreto?
–Debajo de la patrona de Santiago.
–Bajo la virgen del cerro.
–No –sonrió Galilea– todos creen lo mismo. Hablamos de la verdadera patrona, una imagen de la Virgen del Carmen de 120 metros de alto, construida en bloques sólidos y levantada sobre el sitio de la última batalla.
–El templo votivo de Maipú.
–Exacto.
–Aun no entiendo el problema.
–Nuestros enemigos lo encontraron señor Lagos e intentaron robarlo, cuando Soublette lo supo lo cambió de lugar. Antes de morir le iba a entregar a usted, confiaba en usted, el sitio del nuevo escondite.
–¿Y quienes son estos supuestos enemigos?
–Usted no lo creería señor Lagos.
A la mima hora, en el oriente de Santiago, un millonario de origen escocés, propietario de una de las empresas de comunicación más importantes de Chile recibió una llamada que no esperaba oír.
Roberto Lagos y la hijastra de Soublette escaparon.
Tras colgar el teléfono, marcó otro.
En la Escuela Militar, alguien contestó...
Esto queda abierto, terminen ustedes la historia.
Etiquetas: Conspiranoia, Dan Brown, Logia Lautarina, Novelas