LA OTRA RECTA PROVINCIA
No pude ver el primer capítulo de la obra coral de Ruiz, estaba en la ciudad mas aborrecible del mundo (Miami) entrevistando al titán de Bill Paxton, por Big Love. Pero lo de la Recta Provincia da para harto. Y no precisamente por la serie del director de Cofralandes, sino por la naturaleza original de este concepto: una de las dos grandes sociedades secretas de la historia patria (la otra es la Logia Lautaro). Hace exactamente un año, en MUY INTERESANTE, el gran Daniel Villalobos semandó flor de tesis acerca de esta misteriosa organización. Acá extractos.
LA RECTA PROVINCIA
El libro de José de Moraleda se convirtió, según la tradición citada por Coñuecar, en la piedra fundacional de la Recta Provincia , incluyendo el establecimiento de su base de operaciones en la famosa Cueva de Quicaví, una enorme “casa subterránea” escondida en la zona de Quemchi. La Cueva , un lugar mítico que algunos autores indican se iluminaba con lámparas de aceite humano y sus dimensiones varían desde un simple “despacho” hasta una estancia de veinte metros de ancho por doscientos de largo. Estaba custodiada por el Invunche, un ser deforme y temible que los brujos criaban a partir de un bebé hurtado a su madre y que también tomaba parte en las decisiones de la directiva. Aunque varios acusados mencionaron la Cueva durante el proceso, ninguno pudo (o quiso) especificar su ubicación. Una partida formada por policías y oficiales del juzgado local tampoco logró dar con ella, según cuenta un breve artículo de El Chilote, el diario de Ancud de la época.
Pero la versión que el propio Moraleda dejó escrita en su diario de viaje (Esploraciones jeográficas e hidrográficas, editada en 1888 con prólogo de Diego Barros Arana) sobre su encuentro con los chilotes es diametralmente opuesta de la que sugiere la leyenda. Según su texto, el piloto presenció con horror y distancia la forma en que operaban los curanderos “los cuales, después de muchos misteriosos ademanes, jesticulaciones ridículas (...) acompañados a veces de violentas contorsiones i destemplados ahullidos, hacen pronósticos de la enfermedad i su causa, dejando mui satisfecho de sus aciertos al idiota auditorio”.
En el testimonio de Moraleda, son los indígenas locales quienes le temen y llaman brujo y sus ceremonias le parecen propias de “miserables fanáticos”. La diferencia entre su narración y la de Mateo Coñuecar es simbólica de todo lo que rodeó al proceso de la Recta Provincia: esencialmente, el objetivo del intendente Rodríguez y los jueces implicados era desarticular y desacreditar a un poder paralelo cuya influencia se había vuelto indeseable para el Estado. La idea era presentarlos no sólo frente al tribunal sino también frente a sus coterráneos como una pandilla de estafadores indignos del temor reverente que se les profesaba. Reescribir la realidad, negando la condición mágica que los locales le asignaban al grupo y dejar establecido el dogma de que la brujería no era más que una serie de trucos baratos eficaces gracias a la ignorancia y escasa edu cación de las “víctimas”.
Del otro lado, los testimonios y confesiones de acusados y testigos permiten inferir que para ellos –al menos a la hora de hablar frente al juez- los poderes de la Mayoría (el nombre que recibían los miembros de la organización) eran reales, aunque ninguno de ellos los hubiera presenciado de primera mano. Y ni siquiera la certeza de que muchas de las muertes eran ejecutadas a través de un método tan prosaico como el envenenamiento, opacaba la creencia de que los brujos también podían servirse de medios sobrenaturales.
El proceso judicial también dejó entrever la peculiar organización de la Recta Provincia, la forma en que sus miembros dividieron el archipiélago y la codificación de esos distritos con nombres de ciudades españolas o coloniales: por ejemplo, llamándole Chillán a Chelín, Perú a Caucahue, Arica a Chohuén y Villarrica a Dalcahue. El grupo estaba liderado por una asamblea o tribunal de brujos, formado por el Comandante de la Recta Provincia, el Juez Componedor, el Secretario y el Visitador General, todos bajo la autoridad del Rey de las Españas. Este último cargo fue atribuido por el acusado Domingo Coñuecar a Pedro María Chiguai, quien nunca compareció al tribunal.
Pero la versión que el propio Moraleda dejó escrita en su diario de viaje (Esploraciones jeográficas e hidrográficas, editada en 1888 con prólogo de Diego Barros Arana) sobre su encuentro con los chilotes es diametralmente opuesta de la que sugiere la leyenda. Según su texto, el piloto presenció con horror y distancia la forma en que operaban los curanderos “los cuales, después de muchos misteriosos ademanes, jesticulaciones ridículas (...) acompañados a veces de violentas contorsiones i destemplados ahullidos, hacen pronósticos de la enfermedad i su causa, dejando mui satisfecho de sus aciertos al idiota auditorio”.
Del otro lado, los testimonios y confesiones de acusados y testigos permiten inferir que para ellos –al menos a la hora de hablar frente al juez- los poderes de la Mayoría (el nombre que recibían los miembros de la organización) eran reales, aunque ninguno de ellos los hubiera presenciado de primera mano. Y ni siquiera la certeza de que muchas de las muertes eran ejecutadas a través de un método tan prosaico como el envenenamiento, opacaba la creencia de que los brujos también podían servirse de medios sobrenaturales.
El proceso judicial también dejó entrever la peculiar organización de la Recta Provincia, la forma en que sus miembros dividieron el archipiélago y la codificación de esos distritos con nombres de ciudades españolas o coloniales: por ejemplo, llamándole Chillán a Chelín, Perú a Caucahue, Arica a Chohuén y Villarrica a Dalcahue. El grupo estaba liderado por una asamblea o tribunal de brujos, formado por el Comandante de la Recta Provincia, el Juez Componedor, el Secretario y el Visitador General, todos bajo la autoridad del Rey de las Españas. Este último cargo fue atribuido por el acusado Domingo Coñuecar a Pedro María Chiguai, quien nunca compareció al tribunal.
Los brujos y su organización habían quedado expuestos a la luz pública, pero es discutible si el daño de imagen causado por el proceso fue capaz de disminuir el influjo que habían tenido por décadas en el archipiélago. Hoy en día existen toda clase de leyendas y testimonios aislados sobre la forma en que la Recta Provincia sigue operando, bajo nuevas denominaciones y rituales. Y no deja de ser irónico que –cuando las batallas de la Guerra del Pacífico están relegadas a los libros de historia y a los museos- el misterio de la Recta Provincia y el singular momento en que sus miembros fueron sujetos al escrutinio del Estado sigue vivo y abierto a más de cien años de distancia.
NOTA: Un buen debate acerca de la "otra" Recta Provincia en el blog dre otro grande, Gonzalo Maza
Etiquetas: Artículos de otros, Historia, Mundo raro
1 Comentarios:
necesito el mail del autor del articulo sobre la Recta Provincia. Mi correo es:
ivonne.conuecar@gmail.com
Les agradezco desde ya
Ivonne Coñuecar (27), Periodista.
Publicar un comentario
<< Página Principal