CHILE EN EL SIGLO 21
El 2008 Chile debería estar recuperándose de una devastadora guerra nuclear que arrasó con el planeta entero. Con Santiago destruido, la tecnología de regreso en la edad de piedra y un desierto de Atacama que avanza sin piedad hacia la Patagonia. Hay un poco de esperanza, pero de nada sirve si se tiene la certeza de que en dos años más, el 2010, aparecerá en nuestra tierra una raza de súper humanos con pésimas intenciones. Así al menos ocurre en las páginas de Los Superhomos (1963), novela publicada por Antonio Montero y que da forma a uno de los peores futuros imaginados para esta austral tierra. Claro, Montero redactó su obra en plena guerra fría, cuando el temor al holocausto nuclear era un canon universal en la ficción, de aquí a Indonesia. Otros no fueron tan drásticos, ni tan terribles. En El Dueño de los Astros, por ejemplo, un “profético” libro de 1929, escrito por un tal Enrique Silva Román, el Chile del siglo XXI se aparece bajo la “supersónica” imaginación de la época. En el entonces lejano año 2001, Santiago y otras ciudades se han convertido en urbes copadas de torres de cristal, con centenares de pisos entre los cuales se mueven automóviles voladores, gigantescos biplanos de pasajeros y dirigibles relucientes que se deslizaban como ballenas propulsadas por hélices entre los imposibles rascacielos, nada muy distinto a las visiones urbanas de Metrópolis, la seminal película muda de Fritz Lang de 1926.
Siendo un poco más realista.
En 1976, el sociólogo Pablo Huneeus juntó a una serie de intelectuales de la época y dio forma a Chile 2010: Una Utopía Posible, un curioso ensayo de futurología urbana y social que intentó vislumbrar como sería nuestro país en el bicentenario. Huneeus prefiere no referirse a su obra, en parte porque al igual que con la ciencia ficción, el futuro suele ocurrir de formas muy distintas. O avanzar por carriles bien dispares a los de la imaginación y la sociología. El propio Hunneus se aventuró en una utópica sociedad agraria, sosteniendo que el Chile del futuro iba a recuperar la agricultura como principal actividad, ante la “realidad” de convertirse en granero del mundo. Por esta razón, ideó despoblar los valles centrales para su explotación, lo que obligaría a levantar nuevas ciudades en las laderas de las cordilleras de los Andes y la Costa, todas intercomunicadas por líneas de ferrocarril, medio que al igual que Europa (en 1976 comenzaban las pruebas del TGV en Francia) estaba condenado a su retorno en gloria y majestad. En el real 2008 y con la Estación Central a un par de años de convertirse en recuerdo (o en mall), cabe preguntarse dónde se fueron los trenes.
Otro de los convocados en Chile 2010: Una Utopía Posible, fue Vittorio DiGirolamo quien se atrevió a vislumbrar una transformación urbana de Santiago, en la que las comunas de nuestra ciudad se verían obligadas a convertirse en ciudades islas, con centros de trabajo para evitar los caos urbanos y las aglomeraciones de vehículos. DiGirólamo fue bastante optimista acerca del rol que el transporte urbano debería jugar en el Santiago del porvenir. En esos años auguraba que el Metro se convertiría en el gran sistema de transporte metropolitano, el cual reemplazaría al auto particular en la vida diaria. Entonces nadie pensaba en el Transantiago o en la...
Siendo un poco más realista.
En 1976, el sociólogo Pablo Huneeus juntó a una serie de intelectuales de la época y dio forma a Chile 2010: Una Utopía Posible, un curioso ensayo de futurología urbana y social que intentó vislumbrar como sería nuestro país en el bicentenario. Huneeus prefiere no referirse a su obra, en parte porque al igual que con la ciencia ficción, el futuro suele ocurrir de formas muy distintas. O avanzar por carriles bien dispares a los de la imaginación y la sociología. El propio Hunneus se aventuró en una utópica sociedad agraria, sosteniendo que el Chile del futuro iba a recuperar la agricultura como principal actividad, ante la “realidad” de convertirse en granero del mundo. Por esta razón, ideó despoblar los valles centrales para su explotación, lo que obligaría a levantar nuevas ciudades en las laderas de las cordilleras de los Andes y la Costa, todas intercomunicadas por líneas de ferrocarril, medio que al igual que Europa (en 1976 comenzaban las pruebas del TGV en Francia) estaba condenado a su retorno en gloria y majestad. En el real 2008 y con la Estación Central a un par de años de convertirse en recuerdo (o en mall), cabe preguntarse dónde se fueron los trenes.
Otro de los convocados en Chile 2010: Una Utopía Posible, fue Vittorio DiGirolamo quien se atrevió a vislumbrar una transformación urbana de Santiago, en la que las comunas de nuestra ciudad se verían obligadas a convertirse en ciudades islas, con centros de trabajo para evitar los caos urbanos y las aglomeraciones de vehículos. DiGirólamo fue bastante optimista acerca del rol que el transporte urbano debería jugar en el Santiago del porvenir. En esos años auguraba que el Metro se convertiría en el gran sistema de transporte metropolitano, el cual reemplazaría al auto particular en la vida diaria. Entonces nadie pensaba en el Transantiago o en la...
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La foto es de Carlos Eulefi para UcroniaChile
Etiquetas: Artículos propios, Ci-Fi, Periodismo
1 Comentarios:
Hay una novela bastante simpática llamada "2010: Chile en Llamas", me parece que es como de 1.997, en la que se predecía una gran crisis en Chile para el año 2.010 provocada por el disgregamiento de la sociedad debido a la exacerbación del modelo neoliberalista. No era la gran cosa como novela, de hecho era más bien penca, pero tenía su encanto y algunas ideas choras, y reflejaba bastante bien la sensación que había en la era Frei de que el país como que se manejaba solo y la política en realidad no importaba mucho, además de plasmar eso sobre lo que escribió Moulian en "Chile Actual: Anatomía de un Mito", de que el Pinochet pre-arresto estaba lentamente convirtiéndose en algo así como el patriarca fundador de nuestra actual democracia (menos mal que eso se fue al carajo en 1.998).
Si es por lo que dice la ciencia ficción, parece que lserá más interesante vivir en Chile en el siglo 40; en esa época los chilenos serán telépatas y tendrán autos voladores, al menos según los comics de Ogú, Mampato y Rena.
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