¿Y SI PRAT HUBIESE SOBREVIVIDO?
Extracto de 1899, novela steampunk breve que acabo de terminar. Y que es parte de una trilogía de novelas cortas fantásticas.
1899
Extracto del capítulo 3
1899
Extracto del capítulo 3
Arturo Prat Chacón, héroe de la guerra, el hombre que convirtió a la bella Lima en un cráter de cenizas de más de un kilómetro de diámetro. El verdugo de más de un millón de almas. Tras la guerra, el fin de su matrimonio lo convirtió en un obsesivo del trabajo. En 1883, aprovechando el rango de almirante que le dio la marina, en un ascenso más político que oficial, se hizo cargo del departamento de investigaciones oceánicas de la escuela naval. Y personalmente gestionó los trabajos de modernización y transformación del Leviatán en un laboratorio móvil.
Construido en 1858 para la marina mercante británica, el Leviatán fue la última gran obra de Kingdom Brunel, quizás el más visionario de los ingenieros de la era del vapor. Con el nombre de Great Eastern, el buque fue el mayor de su tiempo y sólo al arribo de la metahulla sus dimensiones lograron ser superadas. En 1880, la nave fue comprada por la armada nacional para ser usada en pruebas de nuevas tecnologías. Renombrada Leviatán, tal como originalmente propuso el propio Brunel, el vapor fue reacondicionado para su nueva vida. Desmantelaron sus calderas, sus ruedas de paletas y sus mástiles. En su lugar se levantó un puente de observación, múltiples laboratorios, una cubierta para rotocópteros y una turbina doble que movía un sistema integrado de cuatro hélices en la popa. Prat fue comisionado a la nave en octubre de 1884 y a bordo de ella realizó una serie de cruceros que resultaron decisivos para el dominio y el entendimiento de los océanos por parte de nuestros hombres de mar. Suya es la responsabilidad y el mérito de la clasificación e identificación de los cachalotes albinos de la isla Mocha, la captura de una serpiente marina viva en el mar de Japón, el hallazgo de las ruinas de la Atlántida cerca de las Bermudas, el primer avistamiento de los gigantescos tiburones megalodones en el océano Indico y del mayor de los invertebrados, el kraken o calamar colosal antártico. Pero sin lugar a dudas que la expedición que puso a Prat y al Leviatán en los libros, y no precisamente los de historia, fue el viaje polar de 1891.
Hace ya casi nueve años, el "bombardero del Perú" y sus hombres organizaron la conquista del polo sur por bandera chilena. Equipados con trineos y deslizadores especialmente diseñados, el almirante condujo al Leviatán a través del mar de Weddel. El casco de hierro reforzado y terminado en espolón del ex vapor británico, resultó especialmente útil para cortar el hielo flotante. Tras establecer la base de avanzada Lautaro 1, llamada así en honor a la sociedad secreta de la cual Prat siempre ha sido un reconocido integrante, la expedición se adentró hacia el corazón del continente helado. El 22 de abril de 1891, los noventa hombres de la avanzada se perdieron en medio de una tormenta blanca. Durante un mes, los treinta restantes, que permanecieron en Lautaro 1 y en el Leviatán buscaron a sus compañeros, sin éxito. El 1 de junio, la división aérea de la marina comisionó al portacópteros Valdivia, para realizar una búsqueda desde el aire. Arturo Prat y tres de sus hombres, fueron encontrados en un campamento cerca del monte Ulmer. Los sobrevivientes fueron trasladados a Punta Arenas, donde dos de los marineros se suicidaron y el otro escapó en un estado de total enajenación, siendo luego apresado y conducido al hospital mental de las fuerzas armadas, donde aún se encuentra recluído.
Tras dos meses en completo silencio, Prat decidió abrir la boca. Y lo hizo de la peor manera posible. En lugar de entrevistarse con sus superiores, llamó a una conferencia en la cual dio forma a un relato escalofriante, que más parecía un viaje a través de la mente de un lunático que a las memorias de un héroe de guerra. El almirante describió un valle antártico flanqueado por montañas imposibles, más altas que los Andes y el Himalaya, que desafiaban el cielo casi en línea recta. Pero no sólo eso, también anunció el descubrimiento de una serie de cavernas en cuyo interior descansaban las ruinas ciclópeas de algo que definio como una civilización anterior a la humanidad e intrínsecamente maligna. Sostuvo además que en un arranque de curiosidad, sus hombres despertaron a unas espeluznantes criaturas en forma de estrella que los atacaron no sólo para matarlos, sin para devorarlos. Estos seres poseían la capacidad de apropiarse de la mente de sus víctimas para inducirlos a una locura absoluta.
Los que no fueron asesinados por las estrellas, se mataron entre ellos. Prat y sus lugartenientes alcanzaron a escapar, el resto se quedó encerrado al interior de aquellas montañas alucinantes, donde al parecer corrieron la más funesta de las suertes.
Fue la última aparición pública de Prat. La armada lo llamó a pronto retiro y le ordenó no volver a referirse a su aventura. Desde entonces, la extraña epopeya antártica del verdugo de Lima permanece en los anales de la anécdota. Para muchos un detalle curioso, nada más. Extraño es entonces, que un mero detalle, valga la redundancia, haya sido suficiente para hundir la carrera de un hombre que alguna vez fue admirado e idolatrado y que ahora no es más que un chiste de lo que fue.
–Sírvame otro –le pedí al camarero, mientras sentía como el expreso se iba deteniendo antes de llegar a Chillán.
Construido en 1858 para la marina mercante británica, el Leviatán fue la última gran obra de Kingdom Brunel, quizás el más visionario de los ingenieros de la era del vapor. Con el nombre de Great Eastern, el buque fue el mayor de su tiempo y sólo al arribo de la metahulla sus dimensiones lograron ser superadas. En 1880, la nave fue comprada por la armada nacional para ser usada en pruebas de nuevas tecnologías. Renombrada Leviatán, tal como originalmente propuso el propio Brunel, el vapor fue reacondicionado para su nueva vida. Desmantelaron sus calderas, sus ruedas de paletas y sus mástiles. En su lugar se levantó un puente de observación, múltiples laboratorios, una cubierta para rotocópteros y una turbina doble que movía un sistema integrado de cuatro hélices en la popa. Prat fue comisionado a la nave en octubre de 1884 y a bordo de ella realizó una serie de cruceros que resultaron decisivos para el dominio y el entendimiento de los océanos por parte de nuestros hombres de mar. Suya es la responsabilidad y el mérito de la clasificación e identificación de los cachalotes albinos de la isla Mocha, la captura de una serpiente marina viva en el mar de Japón, el hallazgo de las ruinas de la Atlántida cerca de las Bermudas, el primer avistamiento de los gigantescos tiburones megalodones en el océano Indico y del mayor de los invertebrados, el kraken o calamar colosal antártico. Pero sin lugar a dudas que la expedición que puso a Prat y al Leviatán en los libros, y no precisamente los de historia, fue el viaje polar de 1891.
Hace ya casi nueve años, el "bombardero del Perú" y sus hombres organizaron la conquista del polo sur por bandera chilena. Equipados con trineos y deslizadores especialmente diseñados, el almirante condujo al Leviatán a través del mar de Weddel. El casco de hierro reforzado y terminado en espolón del ex vapor británico, resultó especialmente útil para cortar el hielo flotante. Tras establecer la base de avanzada Lautaro 1, llamada así en honor a la sociedad secreta de la cual Prat siempre ha sido un reconocido integrante, la expedición se adentró hacia el corazón del continente helado. El 22 de abril de 1891, los noventa hombres de la avanzada se perdieron en medio de una tormenta blanca. Durante un mes, los treinta restantes, que permanecieron en Lautaro 1 y en el Leviatán buscaron a sus compañeros, sin éxito. El 1 de junio, la división aérea de la marina comisionó al portacópteros Valdivia, para realizar una búsqueda desde el aire. Arturo Prat y tres de sus hombres, fueron encontrados en un campamento cerca del monte Ulmer. Los sobrevivientes fueron trasladados a Punta Arenas, donde dos de los marineros se suicidaron y el otro escapó en un estado de total enajenación, siendo luego apresado y conducido al hospital mental de las fuerzas armadas, donde aún se encuentra recluído.
Tras dos meses en completo silencio, Prat decidió abrir la boca. Y lo hizo de la peor manera posible. En lugar de entrevistarse con sus superiores, llamó a una conferencia en la cual dio forma a un relato escalofriante, que más parecía un viaje a través de la mente de un lunático que a las memorias de un héroe de guerra. El almirante describió un valle antártico flanqueado por montañas imposibles, más altas que los Andes y el Himalaya, que desafiaban el cielo casi en línea recta. Pero no sólo eso, también anunció el descubrimiento de una serie de cavernas en cuyo interior descansaban las ruinas ciclópeas de algo que definio como una civilización anterior a la humanidad e intrínsecamente maligna. Sostuvo además que en un arranque de curiosidad, sus hombres despertaron a unas espeluznantes criaturas en forma de estrella que los atacaron no sólo para matarlos, sin para devorarlos. Estos seres poseían la capacidad de apropiarse de la mente de sus víctimas para inducirlos a una locura absoluta.
Los que no fueron asesinados por las estrellas, se mataron entre ellos. Prat y sus lugartenientes alcanzaron a escapar, el resto se quedó encerrado al interior de aquellas montañas alucinantes, donde al parecer corrieron la más funesta de las suertes.
Fue la última aparición pública de Prat. La armada lo llamó a pronto retiro y le ordenó no volver a referirse a su aventura. Desde entonces, la extraña epopeya antártica del verdugo de Lima permanece en los anales de la anécdota. Para muchos un detalle curioso, nada más. Extraño es entonces, que un mero detalle, valga la redundancia, haya sido suficiente para hundir la carrera de un hombre que alguna vez fue admirado e idolatrado y que ahora no es más que un chiste de lo que fue.
–Sírvame otro –le pedí al camarero, mientras sentía como el expreso se iba deteniendo antes de llegar a Chillán.
2 Comentarios:
Bravo!
P'ta la weá, Ortega, que le pegai harto a la cuestión.
Hay que reconstruir/construir nuestra mitología.
Saludos y gracias por la gauchada.
Carlos se fué hoy en avión a Bs As.
Notable, la mezcla entre Historia Alternativa de Chile y lOvecraft. Para cuando la novela, la compro ya. Y eso que Kaifman solo me gustó la mitad, el final muy volado pa mi gusto.
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