FORTEGAVERSO: Y ASI FUE QUEEN+PAUL RODGERS...

jueves, diciembre 04, 2008

Y ASI FUE QUEEN+PAUL RODGERS...


Sorry por compromiso con la Rolling Stone, no pude publicarlo antes, pero más vale tarde que nunca. Esta es la versión completa de mi comentario al show de May, Taylor y Rodgers de mediados de noviembre. Y repito lo de "versión completa", porque en la revista tuvieron que sacar algunos párrafos por una cuestión de espacio.

SALVANDO A LA REINA
3 estrellas

El sonido fue atronador, la puesta en escena casi perfecta, pero Queen era otra cosa. Y no escribo acentuando la ausencia de Freddie Mercury, lo que realmente faltó arriba del escenario fue la cordura de John Deacon.


Se escuchó bastante a la salida del estadio, “estuvo bien, pero fue como un premio de consuelo, como ver a Roger Waters en lugar de Pink Floyd”. Y claro, la comparación era obvia, pero también errada. Waters podrá ser un energúmeno, pero tanto él como Gilmour respetan la herencia y la moral de la banda que los hizo famoso, no se traicionan y lo que no es menor, eluden pasearse por el mundo bajo el nombre de una leyenda que hace rato está muerta, por fea que suene la palabra. Porque si fuéramos justos, la banda que tocó el 20 de noviembre debió haberse llamado May, Taylor & Rogers (Yes lo hizo el 89, cuando la ausencia del bajista Chris Squire -entre otros líos- les impidió usar su identidad grupal reemplazada por la de Anderson, Bruford, Wakeman, Howe), porque una cosa es tener derecho a interpretar los temas de la banda que les dio gloria mundial y otra muy distinta es usar la rúbrica para llenar un estadio. Alguien dijo por ahí que el show fue para fanáticos, no para críticos, puede ser, pero quien escribe es fan de Queen, lo ha sido desde cabro chico y con la autoridad que da la pasión insisto en mi tesis: lo que vimos no fue más que la más costosa banda tributo del planeta.
Queen siempre funcionó como una suma de partes. May y Taylor en la energía, Mercury dirigiendo la orquesta y Deacon la mesura, el tino y el buen gusto. Porque si la prematura muerte de Freddie dejó al grupo parado ante un incierto futuro, el autoexilio de John Deacon lo hizo perderse en sus excesos. Taylor y May se descontrolaron, vendieron su alma al pop adolescente (Five, Robbie Williams), al teatro musical (We will rock you) y finalmente a un extraño proyecto que suma dos morales rockeras muy distintas. Correcto, se extrañó a Mercury, pero mucho más a Deacon, el silencioso y preciso del combo, un bajista que nunca brilló (injustamente mirado a menos, aunque a nivel de charts fue el más exitoso compositor del cuarteto después de Mercury) pero que le dio a la banda una de las líneas rítmicas más precisas de la historia del rock, sin necesidad de la parafernalia de quien hoy cubre las cuatro cuerdas, Danny Miranda, innecesariamente acrobático, de escuela progresiva pero virtuosamente vacío, llenando espacios con solos innecesarios que aletargaron el concierto e hicieron del tercio medio del show un territorio para bostezos y más de una pifia. Con el arsenal de grandes éxitos, de pop hecho rock, de himnos más grandes que la vida, gastarse 15 minutos en un eterno solo de guitarra (por muy bueno que sea Brian May) es de otra época. Mercury lo aclaró en el documental incluido en Queen in Montreal, “les prohibí a Brian y a Roger (Taylor) sus solos y los reemplazamos por covers de la edad de oro del rock´n roll”, ahora uno entiende la razón.
Tras una intro instrumental formada por sonidos de dos temas nuevos, el show largó con un extracto de “Hammer to fall” de 1984, pegada a la incendiaria “Tie your mother down”, donde la pericia instrumental acopló como avión con la potencia vocal de Paul Rodgers que funcionó perfecto en los dos temas que siguieron: “Fat bottoned girls” y “Another one bites de dust”, el inicio no podía ser mas prometedor. Había que estar allí. La aparición ochentera de “I want it all” y “I want to break free” mantuvo al público arriba pero evidenció lo obvio, Rodgers es un tremendo frontman pero NO ES Freddie Mercury y dos guitarras metaleras solo suman “ruido” a temas que en el fondo son muy buenas piezas de power pop. Tres canciones seguidas del nuevo disco The cosmos rocks gatillaron el primer momento bajo del espectáculo, y muchas caras de pregunta en el público. May arregló las cosas con una emotiva versión de “Love of my life” y una divertida “39” (su mejor tema como voz líder dentro de Queen). Un extenso solo de bajo y batería empezó a complicar las cosas, aunque el teaser de “Under pressure” entusiasmó a muchos, mismos que estiraron la cara cuando el adelanto no pasó de la intro en bajo. El show privado de Roger Taylor continuó con “I´m love with my car” y “A Kind of Magic”, ambas con el baterista en voz líder, seguidas por “Las palabras de amor”, curioso divertimento con coro en castellano, incluido en Hot Space (1981), balada cuyo estribillo es castellano: “las palabras de amor/despacito mi amor” es un chiste hasta para los fans más acérrimos de los autores de A night in the Opera.
Una seguidilla de canciones de The cosmos rock, algunas cosas de la carrera de Paul Rodgers en Bad Company acarrearon sonoras pifias desde la galería, acalladas en parte en el eterno solo de guitarra de Brian May, compuesto de extractos de “Keep yourself alive/Brighton rock/Bijou” (donde se escuchó a Mercury) y ese opus a la astronomía que es “Last horizon”. “Radio Gaga”, colgada del último acorde de May trajo de vueltas los gritos de la masa, extendidos en “Crazy little thing called love” y sobrecogidos a continuación ante la belleza solemne de “The show must go on”, la catedrálica despedida de Freddie Mercury y una de las mejores canciones de la banda, perfecta en las armonías vocales de Rodgers, May y Taylor, prólogo preciso para el gran momento de la noche. Las luces se apagan y en pantalla aparece la imagen de Freddie cantando “Bohemian Raphsody”, el clásico de clásicos, un monumento, el instante en que todo lo que uno podía criticar del show se esfumó (y que subió la calificación de 2 a 3 estrellas). Con esto nos dimos por pagados, dijeron muchos. Y era cierto. 6 minutos, un templo del mejor rock del mundo, la balsa de salvamento a un show que apenas superaba el límite de lo aceptable.
“All right now” el tema más conocido de Paul Rodgers dio el vamos a los bises, estirados por el clásico epílogo con el que Queen ha cerrado desde 1978, “We will rock you/We are de Champion” y la pista instrumental “God save the Queen”, punto final a una noche compleja, con puntos muy bajos, demasiados medios y un par tan altos como la vida. Correcto, eran May y Taylor, se merecen todo el respeto del mundo, pero también la certeza de que están estirando un chicle que ya fue, que es mejor recordar en los DVDs porque para disfrutar en escena, mejor –y más Queen- es un concierto de los argentinos de Dios salve a la Reina, tocan incluso lo que May y Taylor no se atreven.

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2 Comentarios:

A la/s 11:58 p. m., Blogger RAHM dijo...

no pude ir a ese concierto, pero lo escuché por la radio, y a pesar de que me perdí a Taylor, creo que es mejor recordar los conciertos en Wembley o del Rock in Rio...

 
A la/s 2:03 a. m., Blogger Unknown dijo...

Para un fan (casi) incondicional de Queen, leer la reseña que haces de ese concierto me hace pensarlo dos veces. No se si vengan a Mexico, pero si pasan por USA, una de dos:

1) no vere un solo DVD en concierto del cuarteto, para evitar las (obvias) comparaciones

o, 2) me hare el loco e ire, despues comprar el DVD de la gira, y quiza le encuentre eso que no vi en vivo. Suele pasar. Pero en contadisimas ocasiones

Did God save Queen?...

Lástima

 

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