CANCIONES DE FE Y DEVOCION
Acabo de escuchar "Precious", el nuevo single de mi banda favorita de todos los tiempos. Nada que decir, me emocionó. Es como reencontrarse con un grupo de viejos amigos. Por eso decidí subir esta reseña a un DVD de la banda, publicada en Sobras y que debe ser uno de los textos mas indignamente engrupidos que he redactado en mi puta vida.
Originalmente publicado en Sobras, en Mayo del 2002.
Depeche Mode. One Night in Paris
Anton Corbijn no sólo tiene un nombre la raja, sino una carrera que es absolutamente de pelos. Fotógrafo y “videísta”, amigo de los tonos azulados y el blanco y negro, es hoy una verdadera institución en el mundo del rock. Desde Metallica a U-2, desde REM a Nick Cave, pasando por P.J. Harvey, Bjork y Nirvana. La lista de quienes se han arrodillado ante su talento y su forma es larga. Trabajar con Corbijn significa un estatus no sólo de estrella en el mundo del rock, sino de estrella con estilo, de culto. Corbjin no sólo fotografía bien, sino que diseña conceptos que van desde la actitud de una banda en un video y la onda del arte de un disco, hasta la distribución de los integrantes en el escenario. Corbjn ha convertido su lente en una firma tan valida como el sonido.
En fin, de todas las bandas mencionadas, ninguna ha tenido una relación más estable y estrecha como la que existe entre Corbjin y Depeche Mode. Corbijn, educado en el sonido punk, descubrió a DM en 1985 y aunque por entonces eran una banda con sintetizadores bastante plástica, nada más alejado del punk, lo mataron de golpe. Rayó con las letras oscuras y enrolladas de Martin Gore (teclados, guitarras, voces), con el concepto sonoro bruto y maquinal de Alan Wilder (teclados, pianos, secuencias) y la puesta en escena de la banda, a medio camino entre un cabaret gay y una fábrica nazi, gentileza de David Gahan (voz líder), el crooner electrónico Y Corbijn entró a arreglar la cosa, la música estaba ok, pero faltaba algo: sobraba el potencial. Así, desde “Black Celebration” en adelante, Depeche Mode pasó de ser un grupo de tecno pop a una banda inclasificable, más cercana al rock (sobre todo después del impresionante “Songs of Faith and Devotion”) que a pesar de aún coquetear con la electrónica, es hoy tan pesada dentro de su sonido, como puede serlo Nine Inch Nails.
La relación Corbijn-Mode es tan fuerte que el tipo es casi un miembro más de la banda –no sería mala idea subirlo a tocar alguna vez, después de todo ya hacen eso con su contador y amigo Andrew Fletcher (teclados), que como músico es nulo-. Y es de hecho el fotógrafo y no la banda, el responsable de toda la onda oscura y angustiante que ha hecho de DM un grupo que, a pesar su éxito, todavía mantiene ese carácter de culto, esa cosa bajo perfil, que se agradece mucho. Tanto como la devoción que colegas como los Cure, Placebo, Pulp, Radiohead, Moby, Bjork, NiN, Tori Amos, P.J. Harvey, Smashing Pumpkins y una larga lista, tienen por su sonido. La categoría de banda que le gusta a otras bandas, debería ser inaugurada alguna vez. A Martin Gore y David Gahan les iría bastante bien.
Tras rodar casi todos los videos de la banda desde 1986 en adelante y ser responsable de la impresionante gira “Devotional” del 94, la misma que los hizo llenar el velódromo del Nacional en abril de ese año, Corbjin, retornó a lo grande con DM el 2001. De partida fue responsable de todo el concepto gráfico del nuevo disco, “Exciter”, y del tour homónimo que vino después. Y de postre fue el encargado de dirigir y darle forma al DVD que comentamos y que se concentra en una actuación de la banda en París el año pasado. En “A Night in Paris”, Corbjin, concreta una rodaje de lujo, en al que se nota que y por qué DM es su banda fetiche.
En vivo desde Paris.
Play. La banda sube al escenario y parte la fiesta con el rubio Martin Gore, introduciendo con una versión acústica de “Dream On”, mezclada con “Easy Tiger”, instrumental del último disco. Luces rojas y David Gahan, frontman mayúsculo y cara visible de DM, salta al escenario para largar con “The Dead of Night” y “Sweetest Condition”, ambas de la última placa. Puro fuego para canciones más bien planas que en vivo ganan mucho. Gore deja la guitarra y se sitúa tras los teclados, como en los viejos tiempos, para largar una potente versión de “Halo”, temón de 1989, continuado con “Walking In My Shoes”, en la que Martin, regresa a las cuerdas, mezclando y saturando el sonido de su guitarra con un e-bow. Guitarra acústica y duo vocal entre Gahan y Gore para una espléndida versión de “Dream On”, perfectamente pegada con “When The Body Speaks”, preciosa balada incluida en “Exciter”.
Anton Corbjin comienza a cebarse, cuando todo el fondo del stage se convierte en una lánguida sucesión de gotas de agua. Luces bajas y sólo Gahan y Gore en escena, iluminados con cuidado, para la preciosa “Waiting For The Night”, por lejos uno de los highlights de la noche: cajita de música en remezcla tecno. David Gahan sale de escena y deja a Martin Gore en solitario. El guitarrista y segunda voz toma el liderazgo vocal y comienza con una versión acústica de “It Doesn´t Matter Two”, de 1986, alargada luego con “Breathe” del último disco. DM es de las pocas bandas que puede darse ese lujo, el de tener dos vocalistas. Uno que se cree un mezcla entre Presley y Johnny Roten en versión cyberpunk y otro, bueno. Otro que se cree Madonna.
“Freelove” es la encargada de traer de nuevo a Gahan y poner las cosas en orden. La versión en vivo es muy superior a la que aparece en “Exciter” y levanta los ánimos lo suficiente como para arriba durante el clímax de la noche, una versión de casi diez minutos de “Enjoy the Silence” (1989) en la que el público corea cada letra de la canción, estirada por un solo de batería, un jam en guitarra y una improvisada rave a cargo del tecladista invitado. “Enjoy” deja claro que la cosa no va a parar, más aun cuando las distorsiones de guitarra y los golpes secos de batería transforman a los otrora abanderados del tecno-pop en un grupo que flirtea con el metal gracias a la inyectada versión de “I Feel You”, seguida por la atmosférica “In Your Room”, último single de “Song Of Faith….” (1993).
El incomprendido “ULTRA” (1997) tiene la oportunidad de mostrar que es harto más que un trabajo de transición, en las notas de “It´s No Good”, acompañado de un cortometraje de Corbijn, protagonizado por la banda, que es proyectado a lo largo y ancho del escenario. La blasfema potencia de “Personal Jesus”, cierra la primera parte del recital, como solo los buenos saben hacerlo, bien en lo alto.
La banda regresa al escenario, con Martin Gore en su tercera interpretación como solista, la preciosa “Home” (“ULTRA”, 1997), tal vez el mejor tema compuesto por la banda desde 1993. Sutileza, emoción, elegancia y una gran letra. Tras los “retornos a casa”, nuevamente el dúo se sitúa frente al stage, para interpretar la sentida “Condemnation”. Gahan ha dicho que es su canción favorita y vaya que se nota. El vocalista vomita dolor sobre los gritos religiosos de Martin Gore. Aplausos y brazos abiertos, emulando una crucifixión en el escenario. Gore vuelve por segunda vez a los sintetizadores para largar una potenciada versión del clásico “Black Celebration”, maquinal tema del mismo disco, de 1986, acá acompañado de animaciones proyectadas en el fondo. Por lejos el clímax del espectáculo a nivel visual, porque el sonoro, ese viene con la última canción. “Never Let Me Down Again”, en una versión lisérgica, veloz y densa de casi 10 minutos, conectada a la remezcla agromix, incluida en el single original de 1988. Gahan domina al público como quiere, lo hace cantar, bailar, saltar, girar y llorar.
1 Comentarios:
siempre que escucho depeche mode, sobre todo home, me acuerdo de ti, pancho.
Try walking in my shoes es mi favorita.
v.
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