REGRESO AL ESTADIO
El año pasado, la aparición de "Permisson to Land" de The Darkness me permitió dos placeres. Escribir sobre una de mis pasiones. El rock de estadios, gigante e incombustible y debutar con una breve colaboración en la revista Picnic. Fue lo único que hice para ellos, pero me quedé con el disco.
Esta nota apareció en el número de abril del 2004 de PICNIC
A propósito de The Darkness
No estaba muerto, sólo salió a darse una vuelta por la galaxia. El rock épico, el sacudón de estadios, el santo grial de bandas como Queen, Led Zeppelin, Journey y Styx está de vuelta. Rehecho con humor y estilo en un moderno Frankenstein llamado The Darkness, los nuevos niños mimados del rock británico. Ni idea si es verdad que estamos ante la nueva esperanza de la música inglesa, pero vaya que suenan bien. Porque antes que nada, “Permission to Land”, carta de presentación de este cuarteto de heavy metal melódico y glamoroso es simplemente un gran trabajo.
“Black Shuk” es el enérgico embiste con el que baja la bandera de partida del disco. En sus cuatro minutos, el bajo de Frankie Poullain y la batería de Ed Graham parecen hacer de Aerosmith y AC/DC una sola ecuación, apoyada en los agudos vocales de Justin Hawkins, detalle que será el sello de los restantes 50 minutos de la placa. Diferente es el clasicismo metálico de la segunda pista, “Get Your Hands off my Woman” que gracias a la Gibson Les Paul de asalto de Dan Hawkins (hermano del vocalista) bordea el manierismo progresivo de bandas como Focus y Camel y en cuya letra Justin nos advierte con cursilería que “quitemos nuestras manos de su mujer”. Y no deja de ser divertida esa mezcla entre batalla metalera y letra romanticona boba, alquimia que no se veía desde el Queen de la época “Jazz-Hot Space”. Es este tema, junto al primer single –y cuarto corte- “I Believe in a Thing Called Love” (otra cita a Queen) los que forman la columna vertebral del primer largo de The Darkness.
Con todas sus virtudes “Permision to Land” es ante todo un disco divertido, que si bien abusa de las citas y referencias, no es menos verdad que logra hacer del pastiche resultante un producto con personalidad propia. El disco no es un Van Halen versión 2003, sino un The Darkness debutando en sociedad de un modo no deja indiferente a nadie. Que homenajea a sus héroes y se planta en seco con un par de temas destinados a estar en la obligada antología sonora del 2003-2004. Correcto, no todo son flores y “Permission to Land” cojea –y no poco- en algunos track como “Givin Up” y “Friday Night”, que parecen ser segundas partes o codas estiradas de cortes previos del mismo disco, pero que no empañan la forma del conjunto completo.
Ojo con la polifonía vocal a lo Electric Light Orchestra de “Love is Only a Felling” y el estadio lleno con que todo cierra en “Holding My Own”, el tema más épico que nos ha regalado el rock en el último par de años. Un himno que se ríe de los clichés de Journey, Meat Loaf e incluso Led Zeppelin pero que nos obliga a corear encendiendo antorchas porque el mundo se va a acabar mañana. Si The Darkness debutó de esta forma, queremos y saber ya como vendrá la siguiente receta de los hermanos Hawkins y asociados.
3 Comentarios:
ese disco me encanta,..y el look, espectacular,..son como un deyabu,....
Ortega, una vez fui a tu casa
Vi entre tus discos este de The Darkness y pensé "este hombre es un buen hombre, lo quiero para mí"
Amé tu discografía, pero me gustaría más que la escucharamos juntos.
Te parece?
letra chica, me encantaria escuchar la vida entera contigo. Un beso donde quieras, mi dulce chica lista.
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