FORTEGAVERSO

jueves, septiembre 01, 2005

TELEVISION, VIDA Y VICTORIAS PUBLICAS

Tengo una mala costumbre. Mis columnas en Capital suelen mostrar de mi vida más de lo sano. Pero bueno. Sucede. Ver tele es un ejercicio personal, que uno hace solo o con la gente que quiere. No es gratuito entonces, que por la columna hayan desfilado familiares y amigos. Como en ésta, publicada hace un par de semanas, coprotagonizada por la chica que adoro. Como canta Rush, una pequeña victoria personal.

Esta columna fue publicada en la edición de jueves 28 de Julio de este año, de Revista CAPITAL.



Vidas en serie

Es cierto. La ficción televisiva pasa por uno de sus mejores momentos. No sólo de teleseries viven los canales. Sin embargo aun falta camino para la madurez del género. No es tan complicado, sólo es cuestión de trabajar con la gente correcta.

Hace poco estaba con mi novia viendo Bienvenida Realidad. En realidad hacíamos zapping buscando algo interesante donde quedarnos y optamos por parar el control remoto en la teleserie “joven” de TVN. A ella le carga La Ultima Tentación, yo cada vez soporto menos La Granja VIP y en el cable a veces no hay nada que ver. Sobre todo en estos meses, entre temporadas, en que las series viven de repeticiones. En el eterno placer del todo o nada televisivo, nos quedamos con las aventuras de estos chicos, ahora en su primer año de universidad. Le dije que encontraba bonita a Ingrid Isensse, Leticia en la historia, ella no me miró con buena cara y me respondió que el tipo que hacía de Franco estaba harto rico. Los diálogos entre pololos televitos pueden ser especialmente ñoños. Como sea. Mientras los protagonistas de la serie partían a trabajos sociales voluntarios, mi novia me dijo:
-¿Sabes cual es el gran problema de las series chilenas? Que las hacen como telenovelas. Mira Bienvenida Realidad, son tantos los personajes que no te encariñas con ninguno. En las telenovelas esa estructura funciona, pero en las series no. La gracia de este género es que enganches con un personaje, te identifiques con él, quieras que te pasen las cosas de ellos. ¿Te acuerdas de Friends o Sex and the City?
-Obvio.
-Ellos no eran más de cuatro, seis en el caso de Friends. No necesitabas más. Funcionaban porque a uno le daban ganas de ser como ellos, de vivir allí dentro de la pantalla. Que se yo, enamorarse de un amigo como Ross y Rachel.
-Como nosotros…
-Tonto. ¿Pero me entiendes, no? En cambio Bienvenida Realidad o Los Treinta, pueden estar bien, pero uno no quiere ser amigo de esta gente. Menos ser así. No tienen nada en común conmigo, contigo, con mis amigos, con la gente que conozco. ¿Sabes como sería en verdad buena Bienvenida Realidad? Si todo girara en torno a un solo personaje. Una chica por ejemplo. Podría ser la que hace de Camila, que es como la más dulce…
-O la Ingrid Isensse, que es la más rica.
-Leso. Pero bueno, al final da lo mismo. En realidad debería ser un personaje nuevo. Copiar un modelo tipo Felicity. Eso me gustaría ver, la historia de una chica de provincia que se viene a Santiago a estudiar a la universidad y debe aprender a vivir sola a los 18 años. Sus primeros amores, el asumir responsabilidades demasiado joven…
-Victoria-, mi novia se llama así-, esa es tú historia.
-Y es una buena historia. Estoy segura que a muchos le interesaría. Ves que no entiendes nada y eso que el crítico eres tú. No se trata de que sea mi historia, sino que sean historias que enganchen con un público determinado. Hay muchos estudiantes de provincia en Santiago. O gente como tu o yo, que llegamos de regiones y nos quedamos acá. Se trata de una historia real, con un tema y un personaje concreto. Bienvenida Realidad esta bien, pero respóndeme, ¿de qué se trata? ¿Cuál es la gracia de Franco a parte de ser guapo?
Dos días después me junté a almorzar con un amigo que está pituteando para el departamento de ficción de un canal que anda muy interesado en el tema de las series. Le conté de la conversación que tuve mi novia respecto de Bienvenida Realidad. El se rió. Un día antes tuvo una charla similar con sus jefes. La conclusión a la que llegaron fue exactamente la misma, el próximo paso en el desarrollo de series locales es encontrar personajes ejes. Contar historias de individuos antes que de colectivos. En drama no parece tan complicado como en comedia. Seinfeld, el eterno referente a la hora de buscar inspiración da demasiados problemas de cabeza. ¿Quién sería el Jerry Seinfeld chileno? Llevo cuatro años escribiendo esta columna y haciéndome la misma pregunta.
-Es que no hay que buscar al Jerry Seinfeld local-, me dijo después la señorita que tanto quiero y que, debo decirlo, es una obsesa fanática de esta comedia. –Porque nunca lo vas a encontrar. La cuestión es hallar un plot choro, crear un anónimo, un Juan González y escribir buenas y divertidas historias para él y su universo. Leer mucho y ver demasiada tele. Ahí esta la magia. Nuestra industria dramática cree que con dos o tres guionista basta por producción. Tremendo error. ¿Sabes de cuanta gente se componía el equipo de escritores de Seinfeld? ¿O de Friends? ¿O de Saturday Night Live? Llegaron a tener hasta ocho tipos trabajando doce horas diarias, por eso los programas resultaban. ¿Sabes? Creo que debería vender la idea de la chica de provincia.
-Y le pondrías Victoria.
-Por que no.
Siete días después mi novia comenzó a ayudar a mi amigo en su pituto por el mundo de las series. Algo bueno quizás salga de ahí, gente correcta en el lugar correcto. Lo que es yo prefiero seguir tras el teclado, pelando las formas de nuestra querida tele.

P. D. Esta columna está dedicada a la memoria de James Doohan (1920-2005), el gran Montgomery “Scotty” Scott, de Viaje a las Estrellas. El gordo del rayo transportador, un hombre que nos enseño que la televisión podía llevarnos muy lejos, a la misma frontera final.

2 Comentarios:

A la/s 11:06 a. m., Blogger Vero dijo...

Totalmente de acuerdo. Pero creo que no tiene que ver con la identificación. Yo no quiero que a mis "héroes" de las series, le pasen las mismas cosas que a mí.
Al contrario.
Me gustaría "ser" como ellos, o estar en sus situaciones.
Creo que la gente se equivoca mucho al tratar de sentirse identificada con la ficción.
Mira Los Treinta, ponte tú.
Escuché diez veces, cuando menos, a amigas o amigos decir "pero yo tengo treinta y no soy como nadie de esa serie... no me siento reflejada".
Las series no deben ser un reflejo. Para nada. Deben ser "aspiracionales" de alguna manera.
O me vas a decir que los hombres de este país, en su fuero más interno, no querían ser como Pancho Melo?
No?
v.

 
A la/s 11:43 p. m., Blogger Cristian dijo...

Me sumo a la teoría de tu novia. Hay poquisima identificacion con los personajes. Quizas la serie que más se acercó a eso fue una que daban en la RED, que trabajaba Pablo Macaya, y en escencia se basaba en su vida con su esposa (ambos jovenes, recien casados) y los demás eran eso, otros personajes. Me acuerdo que fue de las primeras series en incluir un personaje gay.
Y estoy hablando del 98 o 99 mas o menos, si no fue antes.
Eso.
Chao

 

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