DREAM THEATER: CONVERSACION EN LA CATEDRAL
Hace un mes, en PLC estamos a cargo de la versión chilena de Rolling Stone. Y mi primera pega para la revista fue cubrir el concierto de Dream Theater, banda con la que tengo una conflictiva aproximación.
Publicado en ROLLING STONE, enero 2006.
Dream Theater en Chile.
Pista Atlética, Estadio Nacional. Martes 6 de Diciembre, 21:00. La banda seminal de la nueva corriente del rock progresivo, deleitó por casi tres horas a una legión de seguidores que bordeaban la devoción religiosa.
20 mil almas, mayoritariamente masculinas, respondieron al unísono cuando las luces del escenario se apagaron y empezó a escucharse in crecendo la música incidental de La Naranja Mecánica de Stanley Kubrick. La cuenta regresiva para una fanaticada fiel e incondicional estaba a punto de llegar a cero. Una línea de focos se encendió en la parte más alta del stage, mientras el golpeteo de baquetas de Mike Portnoy, baterista y líder natural del conjunto, daba inicio a “The Root of all Evil”, primer tema de esta cita con una de las bandas más idolatradas del circuito. Porque si bien Dream Theater no es sinónimo de éxitos masivos, la banda neoyorquina debe arrastrar una de las fidelidades más religiosas dentro de la escena roquera. Y eso se nota en cada reacción de sus seguidores, los brazos en alto, los gritos de incredulidad y la cantidad exorbitante de adolescentes y no tanto, vestidos con camisetas negras decoradas con el arte de discos tan emblemáticos como Image and Words y Awake, placas sacrosantas para los cultores de un grupo que dio en el clavo al unir la potencia del heavy metal más clásico con el manierismo del llamado rock progresivo. “Son una mezcla entre Metallica y Rush, con algo de Maiden y Yes”, argumentó un fan cuando los acordes de “Panic Attack”, dieron pie a la segunda cita de la noche, extraída de Octavarium, el trabajo más reciente del quinteto.
A Evening with Dream Theater fue el nombre de la gira que los trajo por primera vez a Chile, escala donde el grupo dejó en claro el fervor eclesiástico que enciende entre sus incondicionales, porque la presentación de estos campeones del heavy progresivo fue similar a una misa celebrada dentro de una catedral de luces, amplificadores, guitarras, bajos, baterías y sintetizadores.
El sonido en vivo comenzó a encontrar su equilibrio a partir del segundo tema y de ahí no bajó su nivel, rozando la perfección en “Under a glass room”, nivel que no se perdió ni bajó a lo largo de todo el concierto. Y el dato no es menor. Famosos globalmente por el virtuosismo de sus composiciones, uno podría criticarle muchas cosas a la banda del guitarrista Joe Petrucci, menos el descuido en su puesta escénica. Desde la perspectiva técnica, Dream Theater no sólo cumple, sino brilla. Los peros hacia ellos van por otro lado. Como Rush en los 70s, banda con la cual es fácil reconocer más de una similitud, los Theater saben nadar con eficiencia entre lo barroco del rock sinfónico y la potencia del hard más pesado. Canciones con estructura de suite que superan los siete minutos, riff de guitarra y bajo a velocidad supersónica, teclados de otro planeta y el set de batería y percusión más grande y completo que una banda haya puesto en suelo chileno respiran en las antípodas de lo que se entiende por rock. Dream Theater está a años luz de los llamados cuatro acordes básicos y en su obsesión de sobrecargar su dominio se instauran como una negación absoluta a la simpleza de la melodía y el ruido que han hecho del rock lo que es hoy en día. Pero claro, la cancha de Dream Theater es otra y gustos aparte, en su arco golean con la maestría de los grandes. Y si hay un detalle que siempre les juega a favor, es que saben reconocer sus influencias, “Peruvian Skies”, uno de los temas que cerró la primera hora de concierto, se dio el lujo de citar fragmentos de “Wish You Were Here” de Pink Floyd y “Wherever I May Roam” de Metallica.
Tras una primera mitad centrada en sonidos más pesados, la voz de James LeBrie, cantante de Dream Theater, anunció la extensa suite “Six Degrees of Inner Turbulence” del disco del mismo nombre, obra conceptual que la banda usó para vomitar todo su virtuosismo –sólo de batería incluido- y descansar por 15 minutos tras el cierre de la primera parte del concierto.
Tras el interludio, la segunda parte de la cita se centró en revisar material del disco más reciente de la banda, excusa que los trajo por este lado del mundo. Tras un solo de teclado y efectos a cargo de Jordan Rudess, los colchones de sintetizadores se estiraron como overtura a los más de 20 minutos de “Octavarium”, suite de art rock del mismo nombre de la nueva placa. “Through her eyes” y “The Spirit Carries On” del laureado Metropolis Pt.2 –hasta ahora el mejor trabajo de la banda- fue la dupleta final que cerró las puertas del templo. Claro, ante los vitores de los fieles, hubo lugar para un doble bis con “Pull me Under” y la extensa “Metropolis, Part 1”. Cierre de transmisiones tras tres horas de rock hecho ecuación matemática.
Más allá de gustos y estilos, el lleno total y fidelidad casi católica hacia uan banda como Dream Theater deja nuevamente en claro la fidelidad del publico chileno por el rock de sonidos más clásicos. Petrucci y compañía hacen puente entre el heavy metal y el rock progresivo, dos corrientes con seguidores más allá de lo que imponen la moda y los ranking. “Podemos morir tranquilos, ya vino dream Theater, el próximo año viene Rush”, comentó más de un seguidor a la salida del estadio. Los dedos aun continuaban cruzados, como lasd baquetas de Mike Portnoy.
2 Comentarios:
no fui al concierto, se que me lo perdi...
je, je, je...y yo, ingenuo, sacándote pica por haber salido en RS.
Mañana lanzamos en Viña con Bisama.
un abrazo.
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