FORTEGAVERSO

miércoles, julio 05, 2006

BOLIVIA ON FIRE

El 2000 en la Zona nos preguntamos por la escena literaria joven en Bolivia. Edmundo Paz Sokdàn nos dio algunas pistas. Agarré el tema, hice un par de llamados, me agarré por mail con un escritor de la Paz, pero al final salió esto.

Publicado en Zona de Contacto, el viernes 4 de Agosto del 2000.

Los Chicos Nuevos de la literatura boliviana: Escritores en llamas.

¿Habías escuchado hablar antes de la literatura boliviana? Bueno, no es problema, nosotros tampoco. Pero al noreste de Arica, una nueva generación de narradores ultraconectados están construyendo un nuevo país. Una Bolivia más urbana y más acelerada. Cada vez menos preocupada de las alpacas y el lago Titicaca, y cada vez más obsesionada con la tele, Raquel Welch... e Irvine Welsh.
Definitivamente algo pasó en Bolivia durante 1999. Algo que desconectó a un grupo de jóvenes del clásico sueño Bolivariano entrampado en conflictos limítrofes y sociales y los conectó a otra clase de sueño. Un sueño virtual, sin fronteras geográficas y políticas donde la velocidad del Powerbook G3 parece ser más importante que la deuda externa. Un nuevo país donde la mítica figura del Che Guevara es digitalizada y enviada al interior de una matriz hecha de números y datos.
Por lo menos algo así puede deducirse después de darle vuelta a las páginas de Memoria de lo que vendrá (Nuevo Milenio, 2000) una antología de narradores sub-30 recién editada en el país del lago Titicaca. Si uno esperaba encontrarse un país con señoras cargando sus bebés como mochilas, o abuelas tomando té de coca, la sorpresa es grande. "De pronto el país comenzó a llenarse de chicos conectados y chicos informados", explica Juan González, 22 años, el escritor que compiló a todos los autores presentes en el libro. "Las banderas comenzaron a bajarse y las preocupaciones se arrancaron hacia la música electrónica, el nuevo disco de Korn y a pasar la última etapa del Doom. Pero sobre todo apareció el e-mail, los amigos virtuales y las ganas de gastar tiempo escribiéndoles. Contándoles historias".
Memoria de lo que vendrá es una colección de treinta y tres relatos escritos por gente entre los 19 y los 30 años. Son cuentos armados con estructura de guión: rudos, limpios y rápidos. Deudores del cine, el cómic y al mismo tiempo de la literatura clásica, y se meten en relecturas, que pueden ser hasta patudas, como ocurre por ejemplo en Los moradores del reflejo de Emilio Martínez (26), un cuento que no es más una que versión enchufada de Alicia en el país de las maravillas. La misma historia de Lewis Carrol pero con computadores en lugar de espejos mágicos.
"No son historias que buscan defender a los suicidados por la sociedad, sino cuentos en el más puro sentido de la palabra", continúa González, vía e-mail. "Inician su primera línea en una pizza recalentada, como ocurre en el relato La Pizza de Leonardo de la Torre (21), o en un atochamiento en una autopista de Santa Cruz de la Sierra en la que Wilmer Urrelo (25), como sale en Algunas cosas que ocurren, mezcla a Cortázar con David Cronenberg. De alguna forma, la narrativa boliviana se transformó en la fiesta perversa que debería haber sido siempre. Un país muy urbano, lleno de neón, cemento y perversidad en la que la figura de Raquel Welch en bikini -nuestro mayor producto de exportación- es una especie de escudo generacional pintado de pixeles".
Raquel Welch, o mejor dicho, Raquel Tejada, la hija de bolivianos nacida en Chicago y que es la única estrella de cine de Hollywood con sangre altiplánica, es el ícono curvilíneo que atraviesa buena parte de esta literatura: aparece en Sueños digitales, la última novela de Edmundo Paz Soldán (como se ve en la primera parte, que publicamos en la página 2), y se repite en Relaxex de Alejandro Brugues (28) donde la diosa boliviana se mezcla entre las alucinaciones producidas por una nueva droga.
El que este hiperimpulso narrativo se haya reactivado en Bolivia no deja de ser paradigmático. Después de unos años noventa en que se ventiló a los cuatro vientos sobre la nueva narrativa argentina y chilena, a poco andar sus autores crecieron y se diversificaron en sus caminos. Pero el riesgo fue que escritores talentosos se metieron en temas repetidos y pedantes, como es el caso del argentino Rodrigo Fresán, que de ser un brillante contador de historias poco a poco sus libros se fueron transformando en ensayísticos discursos enamorados de las formas. La velocidad de las cosas, su densísima última novela es un crudo ejemplo del fenómeno. Es un hecho concreto: los autores crecieron, se dispersaron, se asumieron como voces intelectuales de recambio. La verdad, a los 35 años ya no tiene sentido conceptual ni estético escribir en base a las canciones de Nirvana. El problema fue que después no vino otra generación. Los autores sub-30 sobre los que la crítica puso un ojo, como el argentino Andrés Neuman (22) o el chileno Marcelo Leonart (29), tienen poco de generacional y su estructura se acerca a estéticas narrativas más clásicas como las de Manuel Puig y Boris Vian. Pegados en lo cotidiano, pero cuidándose mucho de no ser triviales para no ser rechazados.
Es por eso que por extraño que parezca, a la fecha, ningún libro escrito por un autor joven latinoamericano haya usado algo tan común como el e-mail y las páginas web como leit motiv. Y eso es lo que vieron y están haciendo los bolivianos. Como si los hubieran tenido amarrados, empezaron a escribir de aquello que tenían más cerca, precisamente frente a sus ojos: esos computadores por los que mediatizadamente han estado conociendo el mundo.
"Son Los Chicos Nuevos, así les llaman acá", cuenta por teléfono Roberto Dotty, crítico literario de El Deber, el diario más importante de Santa Cruz de la Sierra, quien de paso cree que es muy prematuro hablar de generación, o por lo menos, de una literaria. "Obviamente tienen sus méritos, pero aún les falta para poder ser definidos como generación, quizás un par de libros, un par de autores que brillen por colores propios. Hasta ahora el único es Paz Soldán y se está poniendo viejo".
"Pero lo interesante", continúa, "es que constituyen una renovación temática para la narrativa boliviana. Un escape al altiplano y a lo indigenista que por cincuenta años han cultivado gente como Manfredo Kendff Suárez o Wualpango Montes. Esta nueva construcción de un Bolivia que mezcla Japón con Estados Unidos tiene a lo novedoso de su parte, pero a lo light como antagonista. De ahí que algunos círculos más tradicionales vean a los Chicos Nuevos como algo más sociológico que literario, con cero valor artístico. Yo comparto los juicios de lo light pero me interesa mucho el nuevo país que describen". Dotty agrega que lo que Juan González y compañía están haciendo es "agarrar una temática llena de información, cibercultura, violencia, drogas, velocidad, amor, desamor y sobre todo urbe, similar a la explotada por el británico Irvine Welsh (Trainspotting) y a los caníbales italianos como Niccolo Ammaniti, y la reciclaron a un código que al mismo tiempo es boliviano y universal".
"La narrativa boliviana atraviesa por uno de sus mejores momentos", relata el escritor Edmundo Paz Soldán a través de un e-mail dividido en tres entregas. "Chicos menores de treinta años que están dando un tremendo y arriesgado salto temático. Sienten que ha habido un agotamiento en el discurso del compromiso social. Y, sin despreocuparse de estos problemas sociopolíticos, están haciendo una literatura mucho más libre, en la que entran tanto la literatura seria como la estética del best seller y la música pop".
¿Y cómo ha reaccionado la vieja escuela frente a este salto?
"Hay un sector de resistencia liderado por académicos y escritores de la anterior generación, que no quieren dejar las banderas de la revolución social y les cuesta aceptar un cambio tan abrupto. De alguna forma, apuntan sus dardos al hecho de que estos jóvenes escritores giran en torno a la clase alta y a las universidades y que no ven la realidad que sucede en las calles, lo que no deja de tener algo de cierto. Recientemente Gonzalo Lema, otro escritor boliviano, publicó un furibundo ataque a esta nueva narrativa. Habló de la computadora como un artefacto "infernal". Dijo que para dedicarse a la literatura lo mejor es desconectarse. Cuando el email es el gran y bendito culpable de que un número cada vez mayor de bolivianos estemos escribiendo. La escritura se ha transformado para los jóvenes en el medio mas barato de hacer un retrato de lo que les pasa, de lo que sienten".
Los bolivianos se adelantaron. No sólo nos metieron goles en el área chica futbolística, sino que se encerraron frente a sus PCs y Macintosh y levantaron una Bolivia desconocida, que como un cuento de Rodrigo Hasbum de la antología salta de las ruinas megalíticas de Tiahuanaco a violentas relecturas made in Cochabamba de Quentin Tarantino.

Edmundo Paz Soldán: El primer conectado
Paz Soldán, nacido en 1967 en Cochabamba, es tal vez el escritor más emblemático de esta neoliteratura boliviana. Uno de los primeros que le puso hiperimpulsores a la narrativa de su país y que puso el ojo en lo que estaba haciendo una generación sub-30. Profesor de literatura latinoamericana en la Universidad de Cornell, Paz Soldán se ha metido de cabeza en el retrato de una Bolivia que parece escapar de su altiplánica ubicación para aterrizar en un punto bien conectado al primer mundo. Sueños digitales (Alfaguara, 2000) es su última novela y fuera de utopías sociales, nos mete de cabeza dentro de Sebastián, un diseñador experto en manipulación digital.
¿Por qué esa manía en mostrar una Bolivia tan de neón?
"Porque es la que conozco mejor. Un país muy urbano, lleno de jóvenes que viven pendientes de Limp Bizkit y de Almodóvar. De raves e internet, sin que eso los haga menos bolivianos. Y siento que mostrar la Latinomérica high-tech es una gran deuda pendiente en nuestra escritura"
Hablas mucho de internet, y tu última novela, Sueños virtuales, tiene que ver con el mundo cibernético. ¿Qué tan conectado estás?
"Mucho, sobre todo cuando estoy en Ithaca, el pueblito norteamericano en el que enseño. Mi vida gira y existe en torno al correo electrónico y a la red".
¿Cambió el e-mail tu forma de escribir?
"Literariamente hablando, todavía no sé. Pero al menos ya no escribo cartas".
¿Qué buscas cuando escribes?
"Supongo que escribo para ordenar el caos, con la esperanza de que el lector lo vuelva a desordenar".
¿Cómo es tu relación con el cine?
"Es una gran escuela. Para mí Scorsese, Atom Egoyan son nombres claves. El Kubrick de Senderos de gloria me ha dicho cosas que muchas novelas ni siquiera me han mostrado de reojo".
¿Tus influencias más directas?
"Bien dispersas. Desde Borges hasta Kafka y Javier Marías. Desde Vargas Llosa, hasta Blade Runner".
¿Cómo será latinoamérica en el 2040?
"Un continente de múltiples temporalidades históricas. En el que conviven de difícil manera lo premoderno, lo moderno, lo postmoderno, lo post-post y lo neo-post..."
¿Has leído a Neil Stephenson?
"Claro, el Hemingway hacker. Disfruté demasiado con Snow Crash y Cryptonomicon. Esta última novela, géneros aparte, es lo mejor que se publicó en Estados Unidos el año pasado".
O sea lo tuyo es realidad virtual por sobre realismo mágico.
"Obvio. Porque la virtualidad nos ayuda a narrar y reflexionar sobre el impacto de las nuevas tecnologías en nuestra vida cotidiana."
¿Vendrán nuestros ciberpunks desde Bolivia?
"Ojalá que haya pronto ciberpunks latinos, y si es de Bolivia tanto mejor.
Y Sueños digitales, ¿es ciencia ficción?
"No la considero ciencia ficción porque toda la información tecnológica desplegada en la novela es totalmente actual, puede ocurrir. Por eso me interesa una película como Blade Runner, pues Ridley Scott se animó a crear una Los Angeles que se parece mucho a la de hoy, con polución e inmigrantes por todas partes. Prefiero esas distopías a la creación de mundos de fantasía tipo Tolkien.
Entonces, la Bolivia del 2000 es una distopía.
"No me cabe la menor duda. Por eso estamos como estamos"
¿Mal?
"No. Quise decir que por eso estamos escribiendo lo que escribimos".

1 Comentarios:

A la/s 4:27 p. m., Anonymous Anónimo dijo...

“Si Evo cambió de posición sobre el gas a Chile,
que se lo diga de frente a todo el país”


La Paz, 30 de agosto.- El senador de PODEMOS Oscar Ortiz señaló hoy que, con la postura de abandonar la política de gas por mar, “El MAS viola la lucha de El Alto, donde la premisa era que no podía haber relaciones energéticas con Chile mientras no hubiera una respuesta positiva a la demanda marítima boliviana”.

Ortiz recordó que por ese tema hubo muertos y heridos en octubre de 2003 y que hasta se derrocó al gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada. “Hoy en día, el MAS tiene una actitud distinta. Creo que deben decir cuál es su posición definitiva en esta materia, hablarle con franqueza al pueblo de Bolivia. Si Evo va a reconocer que estaba equivocado antes o que ha cambiado de posición, que se lo diga de frente al país”, reclamó.

“Además, tenemos un referéndum que hace a esta política de obligatorio cumplimiento, más allá de si estamos de acuerdo o no”, indicó el senador, al tiempo de agregar que “Es un mandato constitucional. No se puede cambiar de política a no ser que se haga otro referéndum”, concluyó.

 

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