FORTEGAVERSO: LOS DIAS "DARK KNIGHT" DE FRANK MILLER

miércoles, julio 16, 2008

LOS DIAS "DARK KNIGHT" DE FRANK MILLER



Traducción de Sergio Alejandro Amira
Publicado originalmente en Calabozo del Androide

1963. (¿o es 64? El año exacto es incierto. Pero el recuerdo es vívido). Una tienda en Vermont. Tengo 6 (o 7) años. Encuentro una cómic gigante de ochenta páginas protagonizado por Batman. Lo hojeo. Quedo enganchado.
Desearía haber mantenido un diario de vida. ¿Pero quien podría haberlo adivinado? Nadie, ese es quien.
Bueno, quizás Dick Giordano. Quizás Dick tuvo alguna idea de donde nos llevaría todo esto. Él era editor en jefe de DC Comics en ese tiempo, y había estado publicando este asunto de Batman mensualmente. Conciente o no de lo que podría obtener de ello, Dick era obcecado y persistente. Estaba enganchado.
1984. En varios restoranes y bares de hoteles. Muchas veces. Dick Giordano dice seguro, las ventas de Batman están por el suelo. Pero mira lo que ocurre cada vez que alguien realiza una de esas encuestas de lectores en fanzines. Batman es el personaje favorito de casi todo el mundo. El tiempo es adecuado por un relanzamiento de alto perfil del viejo caballo de batalla.
Pero eso era justamente lo que me molestaba de Batman. Que no era viejo, maldito sea. Pese a casi cincuenta años de publicación continua, ahí estaba, sin arrugas, apuesto, permanentemente de veintinueve años. Nunca un grano en aquel cuello grueso como un tronco. Nunca un momento en que se sugiriese la posibilidad que su fuerza atlética pudiera desvanecerse. Perpetuamente joven, más joven que Magic Jonson o Michael Jordan. Inmune al tiempo.
1985. Mi apartamento en la ciudad de Nueva York. Una súbita constatación, para nada placentera. Mi cumpleaños número treinta está a la vuelta de la esquina. Estoy a punto de convertirme en un año más viejo que Batman.
Había llegado a aceptar, en años recientes, que Spider-Man fuese más joven que mi hermano menor, ¿pero Batman? ¿El héroe favorito de mi infancia?, ¿esa figura paterna de mandíbula cuadrada? ¿Realmente iba a ser mayor que Batman?
Esto era intolerable. Algo debía hacerse.
Posteriormente ese mismo año. A bordo de un avión rumbo a Texas. Dick Giordano y yo saboreamos un vino blanco y charlamos. Entusiastamente, torpemente incluso, le narro la colección de ideas que tengo para este Batman que quiere que haga. La noción central es simplemente mover a Batman a través del tiempo, y realizar una crónica de su último caso. Moverlo a través del tiempo y, sólo por coincidencia, hacerlo mucho más viejo que yo.
Disparo una plétora de escenas a Dick. Me impele a continuar. Es una narración cruda con la que le golpeo, no una historia en realidad, sino una mezcla de cosas geniales que Batman dirá o hará unidas en un final que no funcionará y aunque funcionara nunca sería publicado por DC.
En esta etapa, THE DARK KNIGHT RETURNS es, para usar el término técnico, un desastre. Pero es un desastre muy entusiasta. Estoy impaciente por comenzar. Y un buen editor sabe cuando dejar que el proceso comience. Dick le da dos pulgares arriba a mi idea, sin duda rogando por que no realice mucho daño.
Reunir al equipo fue la parte más fácil. Pan comido. A la hora de trabajar con otros artistas, había tenido bastante suerte.
Mi antiguo socio Klaus Janson trajo una notable energía al entintado de mis lápices en Daredevil de Marvel Comics. Para cuando terminamos nuestro trabajo en Daredevil, Klaus se había hecho cargo de los dibujos tanto que se convirtió en el único artista del título cuando lo dejé. La pregunta era si estaría dispuesto a colaborar conmigo nuevamente. Por suerte: lo estuvo.
Tras Daredevil, me aboqué a mi primera novela gráfica, RONIN, publicada por DC Comics. La pintora Lynn Varley se me unió, y, capitulo tras capitulo, estableció una nuevo estándar de excelencia para los cómics. Lynn realmente redefinió el papel que el color juergaza en las páginas de un cómic, aportando tanta temperatura y carácter a mi trabajo en blanco y negro que habría estado incompleto sin su maestría. Incluso la historia en sí era una cosa fría y sin terminar antes que ella aplicara sus pinceles. Para los artistas encargados del color venideros, Lynn alzó los estándares hasta la estratosfera.
Un miembro menos visible del equipo de RONIN fue Bob Rozakis. El jefe de producción en DC, quien permaneció en pie hasta altas horas de la madrugada al igual que nosotros mientras chequeábamos las pruebas de impresión y resolvíamos un sinnúmero de problemas imprevistos. Este era un proyecto ambicioso y un tiempo bastante transicional por lo que nuevos desafíos emergían casi a cada hora. La contribución de Bob fue sutil, pero crucial. Con el haciendo lo suyo, sabíamos que podríamos mantener nuestras metas altas.
Crucial también para el look final del libro es la experiencia del director de arte. Desde el fallecido Neal Pozner hasta Richard Bruning, etc. DC se aseguró siempre de contar con alguien muy cometerte en esa área. Como esta edición puede demostrar, esa es una práctica que DC mantiene hasta el día de hoy.
1977. Apartamento Jenette Kahn, presidente de DC. Una fiesta. Curioseando en la colección de novelas de misterio de Jenette, me encuentro con un afable e ingenioso colega escritor, Mike W, Barr. Casi instantáneamente, una amistad comienza. No toma mucho tiempo para que estemos hablando de Batman. Las ideas van y vienen. Y continuaran volando prácticamente cada vez que Mike y yo charlábamos, por todos los años venideros.
1979. Las oficinas editoriales de Marvel Comics. “Esa es una idea para Batman”, dice la escritora y editora por aquel entonces JO Duffy, respondiendo a una escena que quiero escribir para Daredevil. No es la primera vez que dice algo así. Siempre dispuesta a apoyar y sugerir expertamente, Jo es editora, colega, consejera y amiga. Por supuesto, en los años por venir, tendrá mucho que decir sobre Batman.
Nada es creado en un vacío, ¡y hermano! Eso es verdad cuando te metes con un personaje amado por generaciones. Las ideas aparecían de todas partes durante conversaciones informales en fiestas, almuerzos, cenas y juegos de póker.
Digamos que, si tuviese que confeccionar una lista de cada escritor allá afuera que tiene algo que ofrecer sobre Batman, no habría espacio suficiente en este volumen para la historia que está a punto de leer.
Fue como una vuelta en montaña rusa, realizar DARK KNIGHT, con sus altos y bajos, incontables discusiones y bienvenidas sugerencias. A veces reuniéndolo todos, me sentía mas que una autor, el maestro de ceremonias de un circo.
Había tanto en el aire. Tantas musas murmurantes.
Y ahí estaba Batman, por supuesto. Él era el verdadero jefe. Y fue fácil de focalizar. Batman tiene una personalidad y propósitos individuales, un centro definitorio. No es petulante ni patético. No es un debilucho: no hay trazo alguno de auto-compasión en su alma. Es inteligente. Es noble. Y lo más importante de todo, es grande. Sus pasiones son grandiosas. Incluso su infelicidad no es deprimente, sino más bien un glorioso tormento wagneriano. Y sus triunfos son olímpicos.
Él insiste.
Entonces, paradójicamente, todos aquellos detalles estúpidos consiguen colarse de regreso. La Baticueva no está completa sin el penique gigante. Cuando el Comisionado Gordon desea invocar a su vigilante favorito, no lo hace discretamente, como cualquiera con un mínimo de sentido común lo haría. No. Él enciende todo el cielo con la Batiseñal. Dadas unas cien páginas más de DARK KNIGHT que escribir y dibujar probablemente hubiese traído máquinas de escribir gigantes e incluso a Bat-Mito.
Nunca pretendí utilizar a Robin. Pero entonces, cierto día, imaginé un pequeño borrón de colores brillantes saltando sobre los rascacielos, empequeñecido por una gigantesca sombra negra y gris…y ahí estaba. Robin.
No que mi versión vino completa a mi cabeza.
1985. a 30.000 pies de altura. Charlo con John Byrne sobre Batman. John me habla de Robin. “Robin debe ser una chica”, me dice. Y menciona el dibujo de un Robin femenino realizado por el artista Jaime Hernández de Love & Rockets. Para probar su punto, John me provee con un boceto a lápiz propio.
Pero no fue sino hasta la intervención de Lynn Varley que Carrie Keane Kelley no tuvo su propia voz. No es una exageración decir que Lynn editó y co-escribió los diálogos de Robin y otros adolescentes. Este es sólo un pequeño ejemplo de lo que Lynn aportó a DARK KNIGHT, incluso más allá de su paleta y pinceles. Este libro es tanto de ella como mío.
Mis colegas, amigos, y aquellas musas murmurantes. Fueron todos muy generosos.
Con una enorme ayuda, debo enviar un regalo a través del tiempo a aquel chico en Vermont que una vez abrió un cómic de Batman y se sumergió en él, para nunca emerger totalmente.


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1 Comentarios:

A la/s 4:31 p. m., Anonymous Anónimo dijo...

También está disponible en español en un cómic, me parece que en uno de los tomos de la edición de Vid de "The Dark Knight Returns"; o si no, en un cómic de Zinco.

 

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