AMOR EN LOS TIEMPOS DEL VIAGRA
Hay películas que crecen con el tiempo y ALGUIEN TIENE QUE CEDER me creció bastante con el paso de los meses y años. Anoche volví a verla en HBO y al igual que en el primer enfrentamiento, me mató. Por eso busqué la crítica original y decidí publicarla hoy lunes. Un homenaje a Nicholson y Keaton.
Esta crítica fue publicada originalmente el Viernes 13 de Febrero del 2004 en Wiken, El Mercurio.
Alguien tiene que ceder
Más que en ningún otro género, la comedia romántica se sostiene básicamente en el carisma de sus personajes. Uno puede revisar desde las películas de Billy Wilder hasta la de Julia Roberts para darse cuenta que por mucho que cambien las formas, el corazón sigue siendo el mismo. En la comedia romántica uno puede tener la historia más tonta y predecible del planeta, pero si los personajes y sobre todo los momentos entre éstos funcionan, el partido ya esta ganado. Y si termina en París, tanto mejor.
Seamos honestos “Alguien tiene que ceder” es una historia boba, evidente como un vaso de agua pero encantadora como una taza de té. No tanto por la obvia calidad de sus protagónicos, capitaneados por Jack Nicholson y Diane Keaton, sino por la química que se mueve con estos. La ecuación radica en el modo como la directora Nancy Meyers (“Lo que las mujeres quieren”) juega con sus héroes en un espacio, un habitat, que los hace sentirse cómodos -y al mismo tiempo sentirnos cómodos a nosotros como sus espectadores-espías-. Mucho ayuda la fotografía de Michael Ballhaus (“Pandillas de Nueva York”), que a punta de un certero trabajo de luces hace que cada cosa en “Alguien tiene que ceder” se vea endemoniadamente bien. He aquí un detalle no menor. Una de las claves de la comedia romántica es enamorarnos de lo que nos muestran, es el inicio y el final de este género para con sus seguidores, y esto se consigue a través de la belleza visual que nos ponen encima. Meyers y Ballhaus lo tienen clarísimo, de oficio, hacen brillar desde las sillas y mesas hasta los rostros de Diane Keaton y Amanda Peet. Y con ello nos seducen desde el primer plano, cuando seguimos a Harry (Nicholson) en su convertible deportivo a través de una paradisiaca carretera por la costa neoyorquina. Simplemente queremos estar ahí.
Harry Sanborn (Jack) es un cincuentón atractivo y rico, dueño de una disquera y especializado en salir sólo con mujeres menores de 30 años. La linda Marin (Amanda Peet) es su última conquista, quien lo invita a pasar un fin de semana en la casa de su familia en la exclusiva región de los Hamptons, Nueva York. Pero los planes de estar a solas se rompen cuando son sorprendidos por Erika (Diane Keaton), la madre de Marin, una exitosa dramaturga que huyó a su casa de playa para escribir en paz. Tras un divertido accidente, con viagra de por medio, Harry se ve obligado a quedarse unos días extra en la casa de su novia, la que al tener que regresar a la ciudad lo deja al cuidado de su madre, Erika. Del odio inicial la pareja no demorará en pasar al mutuo encanto. Y para enredar las cosas, el joven médico de Harry, Julian (Keanu Reeves) comenzará a sentirse atraído por la madura escritora, lo que pondrá a Harry no sólo celoso sino en el aprieto y la dualidad de darle un giro a su vida o escapar de ahí para siempre.
“Alguien tiene que ceder” es una historia de aprendizaje post madurez. Los personajes de Nicholson y Keaton tienen sus vidas armadas, están conformes en su continuidad hasta que se cruzan, aprenden el uno del otro y se desarman mutuamente hasta verse obligados a partir de cero. El tema no es volverse a enamorar sino recuperar el asombro, pero no ante las cosas, sino ante las personas que se nos presentan delante con un cuento distinto. Nicholson, como es habitual, sobreactúa, hace de si mismo y al igual que en el 90% de su carrera nos conquista en su rol del mayor sinvergüenza del mundo. Pero es Diane Keaton quien en verdad se roba la película. La eterna “Annie Hall” sigue siendo la elegancia divertida por excelencia, una musa de culto, la misma que nos descubrió Woody Allen pero con la ventaja que dan los años. Una de las mejores actuaciones femeninas del año, ojo con su llanto, en absoluto de antología. Una buena comedia.
1 Comentarios:
coincidimos totalmente...
Alguien Tiene que Ceder es una comedia exquisita. Llegó justo en el momento cuando la comedia romántica como género estaba bastante a mal traer. En el momento cuando uno añoraba deleitarse con algo que trajera de vuelta el espíritu de Wilder, o de las películas de Hudson y Day.
Un encanto. Nunca había tenido atracción por mujeres mayores, pero Diane Keaton se ve irresistible.
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