FORTEGAVERSO

viernes, octubre 28, 2005

ENCUENTROS CERCANOS DEL PEOR TIPO

Hace tiempo que no publicaba una crítica. Esta es especial. Me demore mucho en escribirla, no quedó como quería, el editor me salvó los calzoncillos y me enredé como pocas veces. Pero fue mi primera crítica en WIKEN. Por eso, un lugar de honor tiene reservado en mi continuidad profesional. Gracias Sepulveda, Garrat y Márquez, que entonces tenían el mando de la nave USS Wiken.

Publicado originalmente el Jueves 12 de Septiembre del 2002, en Wiken, El Mercurio.

Señales

"Señales" es una película de ciencia ficción, pero además es una buena historia acerca de la recuperación de la fe. No hay zarzas ardientes ni voces en el cielo, pero sí marcianos.
Graham Hess (Mel Gibson) es un pastor evangélico viudo y retirado, quien vive con sus dos hijos (Rory Culkin y la insoportablemente adorable Abigail Breslin) y su hermano menor (Joaquin Phoenix) en una granja cerca de un pueblo de Pensilvania. Tras la repentina muerte de su esposa, su fe se desmorona y opta por aislarse del mundo, que aún lo busca como líder espiritual. Hasta que un día descubre en sus sembrados una gigantesca "señal", idéntica a las que comienzan a surgir en todo el mundo. Y lo que en apariencia es una broma, termina siendo la antesala para una invasión de otro mundo, uno de los temas más anacrónicos de lo fantástico.
Al director M. Night Shyamalan le funcionan las anacronías. No en vano nos asustó hace cinco años con algo tan pasado de moda como un cuento de fantasmas ("Sexto sentido"), de la misma forma como "El protegido", su más personal trabajo, no era más que una vuelta de tuerca al mito de Superman.
Con "Señales", Shyamalan no hace más que madurar en su moral de buen reconstructor de historias. Y es en esta madura reconstrucción donde descansa el valor de la película, y también en su sentido del humor, característica patológicamente ausente de sus anteriores cintas.
Aquí es clave el uso de iconos cristianos tan fuertes como la madera y el agua a la hora de enfrentar a los extraños, quienes con su presencia sirven de motor para que el héroe recupere lo que perdió: su cercanía con Dios. El mal nos acercará al bien: la prédica es casi evangélica. Es una lectura rara en una película de ciencia ficción rara, tal vez la más inteligente vuelta de tuerca al tópico de la invasión extraterrestre que hemos visto en años.
El problema es que más que una gran película, "Señales" es una buena idea y, sobre todo, un buen cuento, escapado de las ingenuas narraciones de ciencia ficción de los años '30. Funcionaría mejor por escrito.
Lo bueno es que en la superficie es muy buena, entretenida, asusta, pega, engrupe, maravilla y obliga a reaccionar - en buena o en mala- , que es lo que siempre buscamos cuando vamos al cine.