EL NUMERO KAIFMAN
Si todo sigue el curso de las cosas, antes de fin de año debería aparecer por editorial Planeta, "El Número Kaifman", mi segunda novela. La historia de un tipo de 40 años, que se involucra en una conspiración vinculada con secretos Nazis en el sur de Chile, que termina llevándolo en un viaje desde el siglo XII hasta los albores del nuevo milenio, bajo los hielos australes en lo que el mito a denominado Ciudad de los Césares. Esto es un adelanto del primer capítulo.
Septiembre 1969
-No nos veamos la suerte entre gitanos, señor Pastor-, vociferó el ex aviador. –Yo también tengo mis métodos, algunos más efectivos que su gordo sabueso santiaguino.
El adjetivo sonó con rabia, lleno de resentimiento, como si el hombre odiara todo lo que pudiera venir de la capital.
-¿Y qué es lo que sabe de mi, señor Domke?-, preguntó el español.
-No es primera vez que alguien de su familia se aparece por estas tierras. Enviados suyos van y vienen, señor Santos, preguntando por los tractores, usted entiende...
Pastor Santos no respondió.
-Usted no es periodista, tampoco parece interesado en el asunto de los tractores, por eso me importa que aclaremos las cosas. No sé a qué ni por qué vino, pero ya que está aquí le propongo que seamos honestos, ¿qué es lo que quiere?
-Ya se lo dije, aclarar la verdad de lo que ocurrió sobre Melimoyu en 1948.
-En Melimoyu no pasó nada.
-Salvo que usted dijo haber visto el futuro…
Ahora fue Domke quien se mantuvo en silencio.
-El futuro…-, recalcó Santos.
-El futuro ya no existe.
-Yo no diría eso.
Pastor Santos se acercó a Domke y se sentó junto a la tumba. Tomó su maletín, quitó el cierre, el seguro y agarró del interior una carpeta blanca. Un perro ladró a lo lejos. El español abrió los papeles y le pasó al piloto una foto ampliada en blanco y negro.
-Su futuro, señor Domke-, subrayó Santos.
Leopoldo cogió la imagen y reconoció de inmediato la figura allí retratada. Era como si estuviera viendo la foto de alguien cercano, perdido hace tiempo, al cual todo el mundo daba por muerto. Una enorme máquina, triangular como una mantaraya de metal, despegaba impulsada por una serie de cohetes montados en el dorso.
-Arado E-555, el ala volante de Hitler-, pronunció Santos.
El ex piloto no respondió, su vista seguía clavaba en la foto.
-El primer prototipo voló en diciembre de 1942, quizás antes, la idea era bombardear con ellas Nueva York y Washington pero luego las cosas cambiaron. Se hicieron varias versiones, la que usted vio fue de las últimas. Los alemanes usaron algunas de ellas para elevarse cada vez más alto, usted me entiende-, resaltó mirando derecho al cielo.
-No, no lo entiendo-, cortó el piloto.
-Vamos, señor Domke, usted dijo haber visto el futuro. No creará que la primera vez que fuimos a la luna fue hace apenas dos meses.
1 Comentarios:
La lectura debe ser en un departamento.
Lugar específico: la logia.
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