EL SABADO EN LA TERCERA
En el suplemento La Cultura, sobre el best seller de moda. O que trata de serlo.
“La Esperada”
MARIA MAGDALENA INC.
La prostituta bíblica, supuesta esposa de Jesucristo, se ha convertido en el subgénero más lucrativo dentro de la millonaria industria del best seller.
Antes de que el “Código de Dan Brown” firmara su Maria Magdalena para las masas no fueron pocos los intentos de aprovechar el potencial conceptual –y comercial- que destellaba esta enigmática figura. En rigor, la idea de que ella fuera la amante del Dios-Hombre, depositaria de su herencia (el Santo Grial), no tiene nada de nuevo. Ya en Jesucristo Superestrella se insinuó una relación entre ambos y el mito de los Cátaros y Merovingios fue nombrado incluso en libros infantiles, como la mítica Historia del Hombre de Mampato. A ellos cabría sumar más de una docena de artículos aparecidos en medios tan diversos (y dispersos) como Reader Digest`s desde hace por lo menos medio siglo. La sopa estaba servida y alguien tenía que condimentarla. Richard Leigh y su tropa lo intentaron en 1983 con El Enigma Sagrado, clásico del ocultismo religioso, que tuvo mejor suerte en vitrina dos décadas después, cuando fue reeditado como el texto plagiado por El Código da Vinci. En el entreacto, María Magdalena se paseó por la música, gracias a Sandra, diva del tecno pop alemán que le dedicó su exitoso primer single de 1985. Se encarnó luego en una sexy monja guerrera, miembro de una orden de mercenarias del Vaticano en los veintitantos números de The Magdalena, colección de historietas publicadas por Dark Horse Comics (Sin City). Hasta el propio Chris Carter intentó sacar su tajada de la torta con el arco de la Virgen Prostituta en Millenium, el efímero spin off de sus Expendientes Secretos X. Y así, la lista siguió estirándose hasta que Dan Brown logró dar con lo que el público necesitaba para encantarse masivamente con el personaje y seguir pidiendo más de él. La bomba narrativa que detonó El Código da Vinci no vino del escándalo ni del trabajo de su autor, sino de un largo esfuerzo colectivo que cosechaba sus frutos. En esta melodía, no es casual que en los últimos seis meses aparecieran en librerías tres novelas con tramas prácticamente idénticas: La Magdalena, de William Valtos (Planeta), El Laberinto, de Kate Mosse (Planeta) y La Esperada (Umbriel). Tampoco serán las últimas, hasta el siempre oportuno J. J.Benitez, quien hasta hace poco declaraba que era imposible pensar en una relación carnal entre la Magdalena y el héroe de sus Caballos de Troya ha anunciado una pronta “novela-realista” sobre la posible Esposa del Dios-Hombre.
La Esperada, el más reciente integrante de la familia, es una novela que no defrauda, pero tampoco sorprende. Como el perfecto best seller que es, se devora como un plato de comida rápida con harto ketchup y mostaza, pero en rigor no agrega nada nuevo al mito. Nuevamente la iglesia oculta un secreto, nuevamente aparecen los Templarios y el sur de Francia como emplazamiento clave de la descendencia “magdaliana”. El cambio de tiempos y de narradores es una apuesta a su favor, al igual que la historia alternativa del feminismo, a través de una mirada religiosa y esotérica. Pero si hay algo que en verdad distingue al texto de sus iguales es –literalmente- su autora. Kathleen McGowan subraya que La Esperada no es ficción, sino un trabajo autobiográfico disfrazado de novela. Desde el prólogo al extenso epílogo, esta señora, con pinta de norteamericana media, repite que el libro fue escrito como parte de una cruzada familiar. Esto porque McGowan asegura ser descendiente directa de Maria Magdalena: llama a sus hijos “los príncipes de Grial” y jura que la novela le fue dictada a través de sueños por apariciones de la propia Virgen Prostituta. Así, en la perspectiva de su escritora, el fin de La Esperada no es entretener, sino ser parte de un plan universal para difundir el más importante de los evangelios: el censurado por los Papas, el de la mujer de Cristo. ¿O a alguien le hizo mal leer demasiado El Código da Vinci o definitivamente estamos ante un libro que más que un fenómeno literario lo es patológico? Cual sea la respuesta que se elija, en lo concreto, en lo frío e industrial, estamos ante un nuevo modo de vender un libro, un modo del que quizás haya que tomar apuntes. A 2 mil años de su muerte, María Magdalena se ha convertido en la marca más rentable de la literatura comercial, aplastando a extraterrestres, líos judiciales, nazis perdidos en el antártico y erotismo ligero. Amen.
MARIA MAGDALENA INC.
La prostituta bíblica, supuesta esposa de Jesucristo, se ha convertido en el subgénero más lucrativo dentro de la millonaria industria del best seller.
Antes de que el “Código de Dan Brown” firmara su Maria Magdalena para las masas no fueron pocos los intentos de aprovechar el potencial conceptual –y comercial- que destellaba esta enigmática figura. En rigor, la idea de que ella fuera la amante del Dios-Hombre, depositaria de su herencia (el Santo Grial), no tiene nada de nuevo. Ya en Jesucristo Superestrella se insinuó una relación entre ambos y el mito de los Cátaros y Merovingios fue nombrado incluso en libros infantiles, como la mítica Historia del Hombre de Mampato. A ellos cabría sumar más de una docena de artículos aparecidos en medios tan diversos (y dispersos) como Reader Digest`s desde hace por lo menos medio siglo. La sopa estaba servida y alguien tenía que condimentarla. Richard Leigh y su tropa lo intentaron en 1983 con El Enigma Sagrado, clásico del ocultismo religioso, que tuvo mejor suerte en vitrina dos décadas después, cuando fue reeditado como el texto plagiado por El Código da Vinci. En el entreacto, María Magdalena se paseó por la música, gracias a Sandra, diva del tecno pop alemán que le dedicó su exitoso primer single de 1985. Se encarnó luego en una sexy monja guerrera, miembro de una orden de mercenarias del Vaticano en los veintitantos números de The Magdalena, colección de historietas publicadas por Dark Horse Comics (Sin City). Hasta el propio Chris Carter intentó sacar su tajada de la torta con el arco de la Virgen Prostituta en Millenium, el efímero spin off de sus Expendientes Secretos X. Y así, la lista siguió estirándose hasta que Dan Brown logró dar con lo que el público necesitaba para encantarse masivamente con el personaje y seguir pidiendo más de él. La bomba narrativa que detonó El Código da Vinci no vino del escándalo ni del trabajo de su autor, sino de un largo esfuerzo colectivo que cosechaba sus frutos. En esta melodía, no es casual que en los últimos seis meses aparecieran en librerías tres novelas con tramas prácticamente idénticas: La Magdalena, de William Valtos (Planeta), El Laberinto, de Kate Mosse (Planeta) y La Esperada (Umbriel). Tampoco serán las últimas, hasta el siempre oportuno J. J.Benitez, quien hasta hace poco declaraba que era imposible pensar en una relación carnal entre la Magdalena y el héroe de sus Caballos de Troya ha anunciado una pronta “novela-realista” sobre la posible Esposa del Dios-Hombre.
La Esperada, el más reciente integrante de la familia, es una novela que no defrauda, pero tampoco sorprende. Como el perfecto best seller que es, se devora como un plato de comida rápida con harto ketchup y mostaza, pero en rigor no agrega nada nuevo al mito. Nuevamente la iglesia oculta un secreto, nuevamente aparecen los Templarios y el sur de Francia como emplazamiento clave de la descendencia “magdaliana”. El cambio de tiempos y de narradores es una apuesta a su favor, al igual que la historia alternativa del feminismo, a través de una mirada religiosa y esotérica. Pero si hay algo que en verdad distingue al texto de sus iguales es –literalmente- su autora. Kathleen McGowan subraya que La Esperada no es ficción, sino un trabajo autobiográfico disfrazado de novela. Desde el prólogo al extenso epílogo, esta señora, con pinta de norteamericana media, repite que el libro fue escrito como parte de una cruzada familiar. Esto porque McGowan asegura ser descendiente directa de Maria Magdalena: llama a sus hijos “los príncipes de Grial” y jura que la novela le fue dictada a través de sueños por apariciones de la propia Virgen Prostituta. Así, en la perspectiva de su escritora, el fin de La Esperada no es entretener, sino ser parte de un plan universal para difundir el más importante de los evangelios: el censurado por los Papas, el de la mujer de Cristo. ¿O a alguien le hizo mal leer demasiado El Código da Vinci o definitivamente estamos ante un libro que más que un fenómeno literario lo es patológico? Cual sea la respuesta que se elija, en lo concreto, en lo frío e industrial, estamos ante un nuevo modo de vender un libro, un modo del que quizás haya que tomar apuntes. A 2 mil años de su muerte, María Magdalena se ha convertido en la marca más rentable de la literatura comercial, aplastando a extraterrestres, líos judiciales, nazis perdidos en el antártico y erotismo ligero. Amen.
Etiquetas: Artículos propios, Libros
3 Comentarios:
que podemos esperar de Indiana Jones 4 ?? descubrir que Maria Magdalena vive y ella tiene el verdadero evangelio ?
"...sobre el best seller de moda. O que trata de serlo".
Yo que tú sería más respetuoso, sobre todo después de evacuar El Código Kaifman.
Saludos.
En el libro de Fray Bernardino de Sahún “Historia General de las Cosas de la Nueva España” se menciona que los 12 franciscanos que llegan por primera vez a tierras mexicanas a evangelizar, son quienes destruyen los ídolos y cúes (pirámides y templos) de nuestros ancestros colocando sobre ellas las iglesias.
Después de la película del Código de Vinci descubrimos que en nuestros tiempos ya no se desencadenan desastres religiosos por el fanatismo, la mayoría somos capaces de escuchar diferentes opiniones de manera pacífica y respetuosa.
¿Qué tan posible será que los franciscanos permitan excavaciones bajo sus templos? Esto mostraría zonas arqueológicas que beneficiarían nuestra cultura, las visitas turísticas que mejorarían la economía de los lugares, y a ellos pues también les aumentaría la visita a sus iglesias.
Publicar un comentario
<< Página Principal