El héroe olvidado del 21 de mayo
En un mes donde se cantan las glorias de la Armada de Chile y casi todo gira en torno a la heroica figura del capitán Arturo Prat, la epopeya de la frágil Covadonga y su batalla contra el poderoso buque peruano Independencia es casi una anécdota. Sin embargo, la victoria de Condell fue uno de los hechos claves de la Guerra del Pacífico.
Por Alejandro Lecaros
Una postal típica de las escuelas chilenas es la celebración del 21 de mayo. Niños y niñas de todas las edades, que quizás no tienen mucha idea de lo que están conmemorando, se forman ordenados y repiten de memoria la legendaria arenga de Arturo Prat. Otros hacen dramatizaciones, recitan poesías y reviven los detalles del legendario combate naval donde la vieja Esmeralda se hundió con su bandera al tope en la rada de Iquique.
Y claro, sin duda lo de Prat y sus hombres fue una gesta tremenda que hasta el día de hoy inspira a marinos y civiles, pero la mayoría de la gente se olvida que ese mismo día otro hombre de mar chileno, a bordo de un barco igual de frágil, obtuvo una victoria imposible frente al navío más poderoso de Perú. Ese hombre es Carlos Condell, el otro héroe del 21 de mayo.
Combate en Punta Gruesa
Cuenta la historia que eran las seis de la mañana cuando se vieron los primeros humos al norte. Dos barcos antiguos y en mal estado mantenían el bloqueo chileno al entonces puerto peruano de Iquique, mientras el resto de la escuadra se dirigía a El Callao. Tras ordenar que los hombres almorzaran, ambos capitanes, Arturo Prat en la Esmeralda y Carlos Condell en la Covadonga, esperaron la llegada de sus enemigos: los poderosos Huáscar e Independencia.
A los pocos minutos, un disparo del Huáscar atraviesa de lado a lado a la Covadonga. Condell, dándose cuenta de que es cosa de tiempo antes que su barco sea hundido, decide salir de la bahía y navegar pegado a la costa hacia el sur. De ese modo, mientras la Esmeralda se batía con el Huáscar, la Independencia sale en persecución de la fugitiva cañonera. La artillería nacional dispara todas sus municiones, pero tras evadir dos intentos de espolonazo, Condell se juega el todo por el todo y acerca su nave más hacia la costa. Es su única oportunidad para mantenerse lejos del alcance enemigo. Juan Guillermo Moore, el comandante de la Independencia, ordena un tercer intento de espolonazo contra los chilenos. Y en ese momento se escucha un crujido. El casco peruano encalla en el fondo rocoso de Punta Gruesa. “Hasta aquí no más llegaron”, murmura el capitán nacido en Quilpué y comienza el bombardeo contra la herida Independencia. La victoria pertenece a los marinos nacionales.
Condell planea regresar a Iquique cuando en el horizonte ve el humo del Huáscar. Entiende que ya es tarde, que la Esmeralda de su compañero de curso ha caído y que su barco no está en condiciones de enfrentar al Huáscar. A duras penas huye hacia Antofagasta y luego hasta Valparaíso. Se había perdido un barco ese 21 de mayo, pero gracias a Condell y Prat, Chile había ganado mucho más.
La batalla según los expertos
Según el libro El Veintiuno de Mayo de 1879, recopilación hecha por el general Pedro Muñoz Feliú de diversos textos escritos por Benjamín Vicuña Mackenna, “la Covadonga tuvo la feliz ocurrencia de separar a los enemigos, uno a uno podrían evadir más fácilmente los espolonazos al alejar a un adversario (…) Condell vio la imposibilidad de defender o ayudar a la Esmeralda y salió del puerto”. Otro autor de la época es Francisco Machuca, alias “Captain”. Este oficial del ejército durante la Guerra del Pacífico...