FORTEGAVERSO
Autoindulgencia, cultura pop, ejercicio gratuito de ego y antología vertiginosa de casi diez años de periodismo basura
sábado, febrero 28, 2009
SEMANA WATCHMEN: POR QUÉ ES TAN IMPORTANTE ESTE ES COMIC
Pregunta contestada para el reportaje aparecido en Artes y Letras.
"En el universo de las artes narrativas y las artes en general hay pocos consensos. Cada lista que sale del mejor libro, la mejor película, el mejor libro, la mejor pintura varía año a año, mes a mes, semana a semana, lo canónico no existe, más allá de que se repitan nombres. Eso no ocurre en el cómic, desde su aparición WATCHMEN encabeza cuanta lista de mejor cómic, novela gráfica, miniserie, colección o lo que se quiera del noveno arte ha sido publicada. Y no sólo por medios especializados en cómic, sino por revistas literarias en general: su inclusión entre las 200 mejores novelas del siglo XX era algo que hace rato venían anunciando autores como William Gibson, Paul Auster y Haruki Murakami, reconocidos fanáticos de la obra de Moore (guion, relato) y Gibbons (dibujo). El consenso es absolutamente unánime y no solo en el género de superhéroes sino en la historieta en general, gringa, japonesa y europea; de terror, fantasía, realista, etc. Es un punto nodal, un antes y un después, tan importante como la aparición de Superman en 1938. Pero la importancia de W va incluso más allá. Fue la primera historieta en aparecer en medios como Newsweek, Rolling Stone, Esquire y los principales diarios del planeta, maduró la idea de que el cómic de autor, independiente y de temáticas adultas tenían cabida en el más comercial de los géneros (superhéroe) y la más masiva de las editoriales (DC Comics). Le dio sentido al concepto de novela gráfica acuñado a fines de los 70 por Will Eisner años antes: recordemos que W aparece originalmente como una miniserie de 12 números en formato comicbook, pero su descubrimiento masivo y “académico” le llega un año después cuando DC Comic la publica en tomo recopilatorio/novela gráfica. Exploró al máximo las posibilidades gráficas y conceptuales de una historieta, la mezcló con otras artes narrativas (novela, periodismo, cultura norteamericana), desordenó 50 años de conceptos preestablecidos, convirtió en mito a la figura del superhéroe y básicamente contó la historia de los EE UU en el siglo XX, consiguiendo en el cómic lo que los novelistas gringos han buscado desde Moby Dick, la llamada gran novela americana. Puede sonar exagerado, pero creo que la historia literaria va a darme la razón: WATCHMEN es la mejor novela norteamericana escrita en los 80 y 90, ninguna otra obra y ningún otro autor logró en la novelística armar una historia donde la mitología norteamericana (rock´n roll, novela negra, ciencia ficción, pulp, cultura basura, drama romántico) estuviera tan presente. Paul Auster ha tratado de hacerlo, pero W es superior a la obra completa del novelista de New Jersey, al lado de WATCHMEN, Leviatán es un muy buen ensayo de lo anterior. ¿Sueno loco? No creo. O sea, hace más de un siglo Moby Dick no era más que una novelita de aventuras"
Etiquetas: Watchmen
viernes, febrero 27, 2009
SEMANA WATCHMEN: CLONES ENMASCARADOS
- The Golden Age ( James Robinson y Paul Smith): Sin ser despectivo, el mejor clon de Watchmen. Una revisión realista, violenta y muy política de los superhéroes DC Comics de la llamada edad de oro (1938-1955). El paralelo entre vigilantes en desgracia después de la 2ª Guerra Mundial y las persecuciones políticas del senador McCarthy es maravilloso. En una norteamérica desencantada y al mismo tiempo victoriosa, un senador republicano y ex superhéroe decide regalarle a su país el más grande de los nuevos defensores de la justicia, claro hay un oscuro secreto detrás. En forma paralela el senado persigue por crímenes antiamericanos a los primeros Flash, Green Lantern y otros enmascarados de la vieja orden, mientras La Tarantula, otro encapotado, trata de filmar un documental acerca de sus días de gloria a la par que lleva su divorcio con Liberty Bell, un ex superheroína. En una palabra: brillante.
- Marvels (Kurt Busiek, Alex Ross): Los dibujos/pinturas de Ross son maravillosos, pero no gratuitos, sino en función de una gran historia. ¿Como sería el mundo si el universo Marvel hubiese sido real? Busiek se imaginó a Truman Capote haciendo el relato pero en Marvel le pidieron usar otro narrador. Finalmente respondió a la interrogante a través de las memorias de Phil Seldon, periodista y fotógrafo que estuvo ahí, en la aparición de la primera antorcha humana a fines de los 30 y se retira en los 70, cuando un molesto escalaparedes empieza a hacer de las suyas en Nueva York. Cómo afecta a los civiles, a la gente común y corriente, la existencia de estos campeones. Un trabajo hermoso. Trivia: aparecen Nite Owl y Silk Spectre II conduciendo un aerosubmarino de Namor, cuya proa es identica al Owl Ship.
- Astro City (Kurt Busiek, Alex Ross, Brent Anderson): Busiek y Ross convierten Marvels -con otro nombre y en otra editorial- en una serie regular construida en el relato de la vida en una gran ciudad norteamericana plagada de superhéroes. Y en cada arco argumental el punto de vista va cambiando. Un periodista que cuenta su primer trabajo, un padre que se muda con sus hijas a Astro City; un criminal de baja monta que sabe la identidad secreta de un héroe; un clon de Superman que sueña con volar, a pesar de que lo hace todos los días: una clon de la Mujer maravilla que sólo quiere una cita; un tipo que tiene sueños con una mujer que no existe, producto de la manipulación cósmica de la continuidad, etc.
- Rising Stars (J.Michael Straczynski): Cuando apareció se le definió de inmediato como el nuevo Watchmen. La trama es simple, hace treinta años un meteorito cae en los alrededores de una localidad del medioeste norteamericano. El resultado, todos los niños en gestación en ese instante nacen con superpoderes, es decir todos los héroes y villanos de este mundo provienen del mismo lugar, incluso fueron amigos de infancia, conocen sus identidades secretas, sus poderes y debilidades. Cuando crecen algunos trabajan para el gobierno, se convierten en símbolos e incluso inventan religiones, hasta que uno de ellos aparece misteriosamente asesinado.
- Powers (Brian Michael Bendis): En lenguaje y formato de novela negra, una pareja de oficiales de homicidios (hombre y mujer) se ven envueltos en un caso que involucra “powers”, es decir gente con superpoderes, vigilantes enmascarados que son la sensación del mundo, pero que no son vistos con buenos ojos por la policía. Claro, para complicar las cosas, el policía guarda un secreto, no es precisamente un tipo normal y hace un tiempo abandonó el trabajo superheroico por desavenencias con sus encapotados colegas, líos que podrían estar relacionados con el reciente asesinato.
- Supreme Power (J. Michael Straczynski, Gary Frank): Straczynski toma al Escuadron Supremo, la casi olvidada versión de la Justice League del universo Marvel y lo usa para crear una revisión política, violenta, realista e incluso sexual de los superhéroes. Y claro, responde a lo obvio, si en Norteamérica existieran seres extraordinarios estos estarían al servicio del gobierno, controlados por la CIA. Y las primeras viñetas lo dicen todo. Una nave espacial se estrella en Kansas con un bebé abordo, una pareja lo encuentra y decide adoptarlo, al día siguiente aparecen agentes dela CIA, matan a los campesinos y trasladan al bebé a una instalación secreta donde lo preparan para convertirlo en un arma estratégica: el proyecto Hyperion. O alguien en verdad se cree que de haber ocurrido lo de Superman, su llegada habría pasado desapercibida para el Pentágono.
- Kingdom Come (Mark Waid y Alex Ross): No es realista, sino mitológica, pero sus citas a Watchmen van desde un cameo de Rorschach a la exhibición del libro de Hollis Mason, “Under the hood”, en el escaparate de una librería. Ross y Waid básicamente recrean el mito bíblico de la segunda venida de Cristo con una futura segunda venida de Superman, quien abandona su retiro de 30 años para reformar a la Justice League cuando el mundo más lo necesita, que no es precisamente por una ataque extraterrestre o alzamiento de villanos, sino propiciado por una nueva generación de héroes que se ha desbandado, cometiendo excesos de todo tipo, hasta manchar la profesión de superhéroe. Un interesante revisión religiosa al mito de las capas y máscaras.
- New Statesmen (John Smith y Jim Baikie): En el año 2047 la manipulación genética ha producido superhéroes en masa. Y los más poderosos se han convertido en símbolos y defensores de los países más influyentes, mezcla entre estandartes vivientes, armas biológicas y personas de “destrucción masiva”. En EE UU este problema es aún mayor, ya que cada estado de la unión tiene a su super representante, lo que ha originado una crisis política que amenaza con desatar una guerra civil, misma que en Europa ven como detonante de una guerra mundial, desastre que estan dispuestos a evitar aunque tengan que barrer norteamérica con armas atómicas.
- The Psycho (James Hudnall y Dan Brereton): Una joyita escondida, verdadera maravilla a la que debería dársele más atención. Estamos en un mundo donde los superhéroes trabajan para agencias gubernamentales, como método de control a otros seres extraordinarios que ofician de villanos y mercenarios a pago por potencias extranjeras. Un grupo de superterroristas voladores, contratados por el fundamentalismo islámico, derriban el Air Force One, con el presidente abordo. Un investigador de la CIA busca al culpable y descubre que el atentado lo cometieron en realidad superhéroes del gobierno y que la propia CIA ha ocultado por años la inestabilidad mental de los dotados, detalle que más temprano que tarde los convertirá en una terrible amenaza. Ojo, la acción comienza con un incidente en el norte de Chile.
- Power & Glory (Howad Chaykin): Sátira absoluta a la “moda” del superhéroe realista, y también a la política de RR.PP. del gobierno gringo. Un apático agente de gobierno, que obtuvo poderes tras un accidente de manipulación genética, es asignado como ghost hero de un actor contratado para ser una especie de Capitán América. Este último pone el look, el disfraz de colores y la buena onda con el público, mientras el verdadero agente superpoderoso, quitado de bulla y mal parecido, es quien hace los trabajos: limpios y sucios.
Etiquetas: Watchmen
miércoles, febrero 25, 2009
SEMANA WATCHMEN: ¿ORTEGA, ES VERDAD QUE TE PAGARON POR ADAPTAR WATCHMEN?
TRATAMIENTO ARGUMENTAL
PRESENTACIÓN DE LOS CRÉDITOS DE LA COMPAÑÍA:
Warner Bros, DC Comics, etc
CORTE
SE IMPRIME:
NUEVA YORK. 11 DE SEPTIEMBRE DEL 2001
Amanece en la gran manzana. Hay actividad. Gente toma cafés en las esquinas. Es un día como cualquier otro. Entonces aparece un avión. La gente mira hacia el cielo. Es un Boeing 757 de AMERICAN AIRLINES y cruza volando a baja altura. La gente grita, la nave va directo hacia una de las torres gemelas. Subjetiva del avión a punto de estrellarse contra uno de los rascacielos, pero cuando está a punto de chocar es recogido por una MANO AZUL GIGANTESCA, que evita el impacto. Luego viene otro avión similar, pero de UNITED, y ocurre lo mismo. La cámara se abre y de pie junto a los rascacielos vemos a un gigantesco ser azul brillante, es el DR. MANHATTAN en la forma de UN COLOSO DE 500 METROS DE ALTO (debe verse más grande que las torres) que ha evitado una tragedia más grande que la vida. Tiene los dos Boeings en sus manos, como si fueran juguetes. Los levanta y los deja, cada uno sobre cada una de las torres.
Abajo la gente, la multitud, grita enfervorecida. Aplauden. Todo es felicidad y alegría, la ciudad puede seguir tranquila, tiene a alguien que la defienda.
CORTE
SECUENCIA DE CREDITOS
Sugerimos una continuidad gráfica (dibujada/viñeteada) tipo videoclip, usando la canción de Bob Dylan “Desolation Row” (igual que en el libro). Se intercalan imágenes rápidas de la historia paralela y ucrónica de un siglo XX donde los superhéroes fueron parte activa de la política y la sociedad. Vemos enmascarados en la década del 30, peleando en la 2ª Guerra Mundial, en portadas de revistas como Life y Playboy, presenciando el despegue de cohetes, protagonizando portadas de periódicos. Presenciamos el debut público del DR. MANHATTAN a fines de los 60. La pantalla se llena con un titular del Washington Post que dice: DIOS EXISTE Y ES NORTEAMERICANO. Más imágenes del recién mencionado junto a EL COMEDIANTE combatiendo en Afganistán o Irak. Vigilantes en las grandes ciudades, atrapando maleantes. Década de los 80, la nueva generación de héroes posa para Rolling Stone: Una casi quinceañera SILK SPECTRE sonríe junto a OZYMANDIAS, NITE OWL III y DR. MANHATTAN. Una portada de People, “paparazea” a SILK SPECTRE con el DR. MANHATTAN. “La Bella y la Bomba H” describe el titular. Despega el Challenger y antes de que estalle es rescatado en vuelo por el DR. MANHATTAN. Pasamos al 93, sale humo y fuego de los estacionamientos subterráneos de las torres gemelas. La gente protesta, un ejemplar del NY Post pregunta, “¿Dónde estaban los héroes?”. Más protestas callejeras, hay carteles que dicen WHO WATCHES THE WATCHMEN? Un juez martilla un tribunal. Viene hacia nosotros el acta Keene. Vemos a un superhéroe (DOLLAR BILL) colgar su capa y antifaz. Otro (CAPTAIN METROPOLIS) ahorcado -se suicidó- bajo el farol de un esquina. El mundo se pone un poco más normal. La canción termina. Cae la noche, volamos sobre Nueva York, fundido a…
CORTE
… Un dirigible policial patrulla Nueva York. La ciudad es tal cual la conocemos pero plagada de dirigibles en el cielo, los que iluminan terrazas y callejones con potentes faros. Es como si los helicópteros policiales hubiesen sido reemplazados por estas naves de aire caliente.
SE IMPRIME
12 DIAS ANTES DE 9/11
Vemos a un hombre viejo (EDWARD BLAKE/EL COMEDIANTE) recorrer su apartamento cerca de Park Avenue, el lugar es enorme y con grandes ventanales hacia el centro de la ciudad. Se ve preocupado. Entra al baño y se moja la cara. Tiene una enorme cicatriz que le desfigura el rostro, desde la comisura derecha de su labio por toda la mejilla derecha. Luego vuelve a la sala. Es un piso elevado. Lo observamos a través de los ventanales. Un reloj digital marca: 23:48. El hombre se sienta con un vaso de whisky. Lo llaman por teléfono. Contesta. Dice: “estaba esperando tu llamado” Y todo vuela en pedazos. La explosión ilumina la noche neoyorquina. Una chapita de “smile” vuela por los aires y cae a la calle, junto a los vidrios y restos del departamento. Nos quedamos con la chapita, tirada en la cuneta, una gota negra la va cubriendo, nunca queda claro si es sangre o aceite. Esta escena es muy lenta, casi en cámara lenta.
Esa misma noche, más tarde. Sirenas, bomberos y policías bajo el edificio. Dos detectives, STEVEN y FRANKIE de NYPD (New York Police Dept.) revisan lo que quedó del departamento. Y lo que quedó del cuerpo de la víctima. También hay más uniformados, recogiendo escombros. FRANKIE camina hasta el borde de la brecha que abrió la explosión y mira hacia la calle, es una caída grande. Su compañero desaparece al interior de un corredor y luego regresa con una foto enmarcada, le dice a FRANKIE que están ante algo grande, un pez gordo, el EDWARD BLAKE que reventó no es cualquier EDWARD BLAKE, sino: “El senador Blake”. “Y peor que eso”, agrega, “BLAKE era EL COMEDIANTE”. Le muestra la foto, donde BLAKE sale vestido de superhéroe junto a sus compañeros en la decada de los 60. Un acercamiento a la imagen nos revela que la chapita de “smile” era un detalle “decorativo” de su uniforme. “Blake traicionó a sus camaradas cuando apoyó el acta Keene en 1993, hay muchos que se la querían cobrar”.
Los policías salen del apartamento, llegan a la calle y caminan hacia la patrulla, pasan por donde cayeron restos del departamento. STEVEN ve un objeto en la cuneta, se agacha y lo recoge, es la chapita “smile” de BLAKE. Se lo muestra a su compañero, ambos miran hacia arriba, hacia el forado de la explosión. Los detectives deciden que lo mejor es comenzar por los sospechosos más obvios: “sus ex compañeros de correrías nocturnas”. STEVEN guarda la chapita y la lleva con él.
Un despertador marca las 06:55 y suena la alarma. DAN DREINBERG despierta, se sienta en la cama, se pone sus anteojos, toma el control remoto y enciende su televisor. Son noticias. Vemos en logo de VEIDT COM bajo la pantalla. Informan que anoche, alrededor de las doce, fue asesinado, en un posible atentado explosivo, el senador republicano EDWARD BLAKE, mismo que por años se desempeñó como superhéroe bajo el nombre de EL COMEDIANTE. Golpean a la puerta. DAN se levanta y baja a abrir. Son los detectives FRANKIE y STEVEN. Muestran sus placas y le dicen que necesita que los acompañe, que es por el asesinato de EDWARD BLAKE.
lunes, febrero 23, 2009
MAIPO... O EL GRAN BLOCKBUSTER DE DESASTRE MADE IN CHILE
"De repetirse la erupción de Caldera de Diamante (Volcan Maipo) de hace 100.000 años toda la ciudad de Santiago de Chile quedaría destruida, y la nube de ceniza volcánica cubriría hasta el sur de Brasil. Claro que se trata de erupciones que ocurren cada varios cientos de miles de años, pero no se puede considerar que la Caldera Diamante encuentre inactiva. La gran erupción de la Caldera Diamante se encuentra entre los grandes eventos volcánicos conocidos por la ciencia. Se le califica con un 7 en la escala del 1 al 8 deel IEV: Índice de Explosividad Volcánica, esto quiere decir que trata de una erupción "super-colosal", o ultra-plineana. También se califica con un 7 al mayor evento del actual milenio, el ocurrido en el volcán Tambora, Indonesia, en 1815 . El Tambora, arrojando menos material piroclástico que el Maipo, unos 160 de km, alteró ostensiblemente el clima global, ocasionando el llamado año sin verano de 1816"
Es terrible, la cagada, pero friamente, no me digan que no es un gran tema para una película de desastres made in Chile. O sea, este es un país volcánico, sísmico, estamos marcados por estos eventos, interesan a la gente, absolutamente a la gran mayoría. Cómo es que a nadie se le ha ocurrido tomar el asunto y convertirlo en EL GRAN Y DEFINITIVO filme blockbuster de este país. Los FX ya no son problema. Desastres naturales, ahí está la clave, que terror, romance o ciencia ficción. Este es en verdad el gran tema nacional, sólo revisemos nuestra historia, convivimos con más de 5 mil volcanes activos entre Arica y Punt Arenas. O aún más simple, miren la ilustración que acompañan el post, no digan que los deja indiferentes. Ahora a buscar inversionistas.La ilustración es del gran Marcelo Perez Delannays y fue la portada para la edición Julio, 2007 de MUY INTERESANTE.
Etiquetas: Futurología, Ideas al azar, Mundo raro
ESTRENO: WRONG, NUEVO SINGLE DE DEPECHE MODE
Etiquetas: Depeche Mode, Musica, You Tube
domingo, febrero 22, 2009
SEMANA WATCHMEN: El "MOBY DICK" DEL COMIC HOY EN ARTES & LETRAS... Y CON CAMEOS ILUSTRES
Hoy el gran Antonio Díaz Oliva se mandó un completo informe sobre Watchmen en Artes y Letras de El Mercurio. Al fin se hizo justicia en un medio importante a esta obra maestra. De más está decir que fue un gusto responder su extenso mail. Un buen artículo, de una muy buena pluma joven, con un par de amigos (y quien escribe) como artistas invitados.
Watchmen: los vigilantes se pasan al celuloide
Tras varios intentos fallidos, la novela gráfica más importante en la historia del cómic se estrena en cines. Desde su publicación -a mediados de los años 80-, se le ha señalado como la responsable de elevar a otro nivel la forma de leer viñetas. El 5 de marzo, los chilenos podrán ver el resultado de su adaptación al cine.
Estamos en 1977. Un grupo de vigilantes urbanos lleva desde los años 60 protegiendo las calles de Nueva York. Se hacen llamar los Crimebusters y son una actualización de otro grupo de encapuchados que hubo en los años 40 (los Minutemen). Exceptuando a Dr. Manhattan -el único con superpoderes en el grupo-, todos son personas disfrazadas que se valen de artefactos y fuerza física para defenderse.
Años atrás, gracias a los poderes del mismo Dr. Manhattan, Estados Unidos consiguió ganar en Vietnam. A su vez el Comediante, otro de los Crimebusters, fue quien mató a John F. Kennedy y evitó el escándalo Watergate. Con todos estos hechos, Richard Nixon se ha mantenido como uno de los presidentes más célebres en Estados Unidos.
Pero los enmascarados que alguna vez surgieron para ayudar, ahora representan un modelo de represión que tiene descontenta a la gente. Si los superhéroes son los que supuestamente nos protegen, ¿quién se encarga de supervisar a los encapuchados? Por eso, en Nueva York la frase "Who watches the watchmen?" (¿Quién vigila a los vigilantes?) adorna varios callejones. Y en base a aquella inquietud se redacta el acta Keene. Con ésta, quedan prohibidos los vigilantes urbanos. La mayoría de los Crimebusters cuelgan sus trajes.
La historia salta a 1985. Todo apunta a que Estados Unidos y la Unión Soviética tarde o temprano terminarán enfrentándose en una guerra nuclear. Nixon ha estado tres períodos en la presidencia. Y ahora se enfrenta a una cuarta re-elección. ¿Su rival? Un actor con intenciones políticas: Robert Redford. En medio de este apocalíptico escenario, uno de los ex Crimebusters (el Comediante) es asesinado. El caso trae al debate público la figura de los desaparecidos vigilantes urbanos. Y también es el impulso para que varios de los enmascarados regresen...
Si hay una obra bisagra dentro de la historia del cómic, esa es "Watchmen". Aparecida originalmente en 12 números entre 1986-87 bajo la editorial DC Comics, la novela gráfica creada por los británicos Alan Moore (guión) y Dave Gibbons (dibujo) no significó en el momento de su publicación un gran impacto. Porque no sería hasta años más tarde, al reunirse todo en un mismo tomo, cuando "Watchmen" fue adquiriendo una mayor relevancia en el género. Desde ese momento, el descubrimiento de esta obra -que tiene referencias de la Biblia, Einstein, Nietzsche y Bob Dylan- sería masivo y también académico. Asimismo, se convertiría en uno de los proyectos más codiciados y fallidos en la historia del cine hasta este 2009.
Un antes y un después de los cómics
Difícil de resumir por su innovadora estructura y múltiple trama, podría decirse que "Watchmen" es una ucronía. O sea: una historia alternativa en la que se narra un rumbo posible para la humanidad de haberse concretado ciertos hechos (en este caso: la victoria en Vietnam por parte de EE.UU. y la ausencia de Watergate).
Dentro de ese escenario y a partir del papel de los Crimebusters y sus antecesores, los Minutemen, en "Watchmen" se debaten y cuestionan temas como el racismo, el fascismo y, claro, el papel de los superhéroes dentro de la sociedad moderna.
Hoy es un imprescindible como texto de estudio en ciertas universidades estadounidenses y europeas. Y fue seleccionada por Time como una de las mejores 100 novelas de habla inglesa desde 1923. "'Watchmen' es una lectura desgarradora. Un antes y un después en la evolución de este joven formato", fue el juicio de la revista norteamericana que la puso junto a clásicos literarios como "Lolita" o "1984".
Nada de raro ya que la intención de Alan Moore, el cerebro tras la historia, era crear algo que impactara al cómic de la misma manera que "Moby Dick" en la literatura. "La han comparado con 'Ulysses' de Joyce, por su riesgo formal, con 'Cien años de soledad' incluso, y hace poco en un blog literario español alguien sugería una lectura de 'Los detectives salvajes' y '2666' de Bolaño en espejo con 'Watchmen'", dice Francisco Ortega, editor de Alfaguara y experto en cómics.
El escritor y fanático de viñetas Álvaro Bisama recuerda el impacto de leer "Watchmen" en los 90, cuando algunos ejemplares de la traducción española llegaron a Chile: "Era denso, sarcástico. No te sacaba una sonrisa. Me parecía una obra cerebral, un juego de estructuras, una colección de trampas brillantes".
En el último tiempo, en nuestro país, los lectores de cómics han aumentado. Este año, por ejemplo, dos universidades tendrán cursos sobre novelas gráficas. Y dentro de sus programas, "Watchmen" es un pilar fundamental en este género.
Para Mike Wilson -escritor y profesor del curso "Novela gráfica" en la Universidad Católica- "'Watchmen' capta muy bien la entropía del sueño americano y la institucionalización de la crueldad. Además, para muchos adquirió una relevancia renovada durante el mandato de George W. Bush".
Adaptando a los Vigilantes
"¿Cómo harías una película de 'Watchmen'?". Fue a fines de los ochenta cuando el director de cine Terry Gilliam se acercó a su amigo Alan Moore para hacerle aquella pregunta. La respuesta del barbudo guionista fue precisa: "No la haría. Nunca estuvo pensado para ser una cinta". De hecho cada vez que se ha adaptado uno de sus trabajos al cine ("V de Vendetta", "From Hell"), Moore arquea la ceja y escupe alegatos en contra de Hollywood: "Un defecto de nuestra cultura es transformar cosas que funcionan perfectamente en un medio a otro donde no funcionan tan bien", ha declarado.
Lo cierto es que "Watchmen" fue por mucho tiempo uno de los proyectos fílmicos más riesgosos pero atractivos de los últimos años. La lista de directores que probaron suerte es larga y llamativa: David Lynch, Darren Aranovsky, David Fincher y los hermanos Wachowski. El único triunfante -hasta el momento- es Zack Snyder, conocido por "300", la adaptación de una obra de Frank Miller (otro de los grandes en el ámbito).
Y pese a que los avances de la película han dejado a los fanáticos contentos, algunos temen que la complejidad de este cómic sea un impedimento para que "Watchmen" lo capte un público masivo. "El desafío es grande, ya que no es una marca tan conocida como 'Batman' o 'El Señor de los Anillos'", comenta Ortega. Y luego agrega: "Lo mejor que podría haberse hecho con esta historia es una miniserie de lujo, con 12 capítulos, tipo HBO".
En todo caso, el 5 de marzo (un día antes del estreno en Estados Unidos) se podrá ver en salas chilenas el resultado. Mientras tanto, Alan Moore -encerrado en su hogar, donde trabaja en "Jerusalem", una larga y ambiciosa novela creada a partir de un verso de William Blake- de seguro sentirá escalofríos cuando los fanáticos acudan en masa al cine. Todo para repetir la pregunta que inmortalizó a "Watchmen" como el eslabón más importante dentro del género cómic: ¿Quién vigila a los vigilantes?
Etiquetas: Artículos propios, Watchmen
HOY, 22 DE FEBRERO de 2009, DESPEGA EL SDF-1 Y ATACAN LOS ZENTRAEDI: TOP 15 DE EPICA ROBOTECHNICA
- En medio de las celebraciones de despegue del SDF-1, un piloto civil se interpone en las exhibiciones aéreas. La música, la onda, Top Gun pero bien hecho. En monos animados y en clave teleserie. Rick Hunter aparecía y se tomaba el lugar de Luke Skywalker en nuestras fantasías infantiles.
- El capitan Gloval (un Adama dibujado) decide salvar a la tierra del ataque y realiza una transposición hiperespacial a la órbita de Marte. Pero algo sale mal y el salto es hasta Plutón. La nave se lleva consigo a la isla Macross completa, a los portaaviones Deadalus y Prometheus, 50 mil civiles y a una porción completa del Oceano Pacífico.
- El SDF-1 se transforma. Una cosa es que los avione cazas se transformaran de modo nave a guardian/gerwalk y battloid/battroid, pero que una nave de casi 2 kilómetros de largo hiciera lo mismo (y usando portaaviones de brazos) era impagable. Chao Metroplex.
- Lisa Hayes inventa la técnica ataque Prometheus, usando este portaaviones como brazo, para literalmente agarrar a puñetazos los cruceros Zentraedi.
- Debuta Max Sterling. Cuando uno tenía claro que Rick Hunter era el mejor piloto de la flota, aparece un nerd de anteojos que practicamente derrota a la armada Zentraedi solo. Y se queda con la mejor mina, Miriya, una sexy extraterrestre guerrera de pelo verde.
- Muere Roy Focker. Y nada de desaparición mística a lo Obi Wan Kenobi. Al piloto, lider del escuadron Skull, le disparan, lo hieren y luego se desangra mientras su novia, Claudia Grant, le prepara una ensalada de piña. El momento más dramático en la historia de los monos animados. Y no hay más.
- La armada imperial Zentraedi, comandada por Lord Dolza, decide destruir la Tierra. 4 MILLONES DE NAVES DE GUERRA se transposicionan a orbita terrestre y literalmente barren con nuestro mundo.
- Breetai se une a Gloval contra Dolza. Dice su discurso de "la última batalla de Breetai" y se lanzan con todo contra la armada imperial. Hermano contra hermano, humanos y Zentraedis contra Zentraeidis.
- El SDF-1, ayudado de la música de Minmay traspasa las barreras de la estación orbital madre de Dolza, ingresa dentro y activa la barrera punto de alfiler hasta sobrecalentarla. Minmay sigue cantando mientras 4 MILLONES DE NAVES son destruidas por una sola. Y claro, el SDF-1 es destruido, pero se ganó la guerra.
- Rick Hunter, desesperad, se dirige al polo norte en su VF-1S a buscar a Lisa. La encuentra con vida y por un segundo piensan que son los nuevos adán y eva hasta que un objeto brillante cae del cielo, es el SDF-1. La nave ha sobrevivido.
- Lisa y Rick viven juntos. Primera vez que un mono animado gringo (aunque de origen japonés) deja implicito que dos personas mayores de edad se acuestan, tienen sexo y no están casados. Me pregunto, revisó el 13 lo que estaban dando a las 4 de la tarde.
- Lisa descubre en casa de Rick a Minmay vestida sólo con una camisa de Rick. Lo sexy también puede ser dibujado.
- Khyron ataca para navidad al SDF-2 en construcción -aunque era el mismo SDF-1-, mueren titanes como Gloval, Claudia y las chicas del puente. Max y Miriya salvan al día, pero en medio del desastre a Rick lo único que le importa es encontrar a Lisa para decirle que la ama y proponerle irse juntos a las estrellas. Nieve, destrucción, muerte y la pareja heroe besandose. Lo que el viento se llevo en ci-fi.
- La secuencia de créditos. Esa música que remitía a la de Superman, la serie de secuencias, la presentación jugandosela a esto no es monos animados, sino una serie hecha y derecha. Epica para grandes en formato animado, imitado pero nunca igualado. A la fecha ningun dibujo animado a logrado un "open title" tan épico como Robotech. Mejor incluso que la original Macross.
- Verano de 1987. 16:30 de la tarde, anuncian que el próximo programa es Las aventuras de Robotech. Ni idea de que se trataba. Vale, no es un momento propiamente de la serie, pero vaya que es importante, al menos para mi.
A propósito que
sábado, febrero 21, 2009
10 PALABRAS CLAVES A LA HORA DE ESCRIBIR UN SUPERVENTAS
- Conspiración.
- Sociedad secreta.
- Vaticano.
- Intelectual guapo.
- Improbable especialista (y ex monja) sexy.
- Catedral.
- Malo de aspecto peculiar: albino, cojo, manco.
- Jesucristo.
- Templarios
- Documento, manuscrito, herencia o libro secreto.
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viernes, febrero 20, 2009
IZQUIERDA POP
POPLITIK
1992, estoy sentado en el casino de una universidad leyendo un cómic de superhéroes cuando se me acerca un compañero. Me dice que como puedo leer esa clase de tonteras, que son puro marketing de derecha disfrazado. Que es ideología de chocolate, que acaso soy tan ingenuo (no fue esa la palabra) que no me doy cuenta que los colores de Superman son los mismos de la bandera norteamericana. Improvisa un discurso acerca de cómo el capitalismo nos ha poblado de evangelizadores de plástico. Insiste en que la nueva lucha de la izquierda latinoamericana ya no es sólo contra los remanentes de las dictaduras locales, sino versus McDonald, Hollywood y sus Spielberg. “Por ultimo capea clases leyendo a Benedetti”, sumó gratuitamente, antes de irse. En su mochila tenía pegado un parche con la cara del Che Guevara. ¿No era acaso lo mismo que la revista que yo estaba leyendo? ¿Cuál era la real diferencia entre un bolso con el rostro del Che y otro con Darth Vader? Y no, la lectura no era ni ideológica ni política, sino legítimamente pop y desde esa vereda el fenómeno era idéntico. Por mucho que a muchos -valga la redundancia- pudiera molestarles.
2001, estoy con un amigo en el persa Bio bio, mirando discos y buscando películas viejas. Él se encuentra con un conocido y hablan un rato, mientras yo lo espero revisando unos vinilos. Después me cuenta que es un viejo compañero de la Chile, que estuvieron juntos en el centro de alumnos, que se tomaron varias veces casa central. Me confiesa que antes de escribir de cine y rock había estado bien metido en el lado más izquierdista de la concertación, que incluso fue delegado de su curso en la FECH y que se creía harto el cuento. Pero terminó aburriéndose. No fue por desencanto ni por fin de ideales, sino simplemente porque de un día para otro, literalmente, la lucha se puso fome. Según él, la izquierda era demasiado grave, todo muy en serio, extremadamente intelectual. Le respondí que todo lo contrario, demasiado pop, que ese era su drama, peleaba contra las formas del capitalismo comercial pero en el fondo usaba sus mismas armas, levantando sus propios paladines de la justicia. Y le mostré un puesto de poleras de rock. Si había cien en exhibición, 50 se repartían entre Metallica, Iron Maiden, The Doors y Pink Floyd, las otras eran rostros y poses del Che.
–¿Cuál es la diferencia entre una de esas y la de Batman que llevo puesta?
–Ideología.
–Se acaban de caer las torres gemelas, no me salgas con la ideología.
Hace dos semanas se estrenó Che de Steven Soderbergh, una suerte de continuación en clave épica de Diarios de motocicleta, con más plata y mejores efectos especiales. La lectura gringa de un símbolo revolucionario, han dicho algunos; un argentino sentenció incluso que el símbolo y la idea habían sido derrotados por un paquete de cabritas. Para nada, sólo es la vuelta de tuerca, la demostración tangible que la vida tiene más vueltas que una oreja. Che no es una gran película, pero vaya que es entretenida, con secuencias que perfectamente podrían haber estado en 24. Y esa es la madre del cordero, no fue Hollywood quien se tomó al Che y lo convirtió en un paladín, sino las mismas ferias artesanales que desde hace más de treinta años empezaron a poner su cara en camisetas, ruta que finalmente acabó con su transformación en una especie de action figure con ideas de libertad, un tipo que inició una cruzada en pos de sus ideales para vencer a un enemigo tan grande como el mundo, nada muy distinto de Batman o Luke Skywalker.
Hace varias columnas, algunos lectores se molestaron cuando insinué que desde la arena de la cultura de masas la derecha siempre era la mala de la película. Pido disculpas por lo errado de ese juicio, el desafío al final no era acerca de ser el bueno o el malo, sino de crear mitologías. Y lo que le falta a la derecha para ingresar al terreno del cine, el cómic, el best seller o los videojuegos es construirse en una derecha pop, hacer de sus rostros estampas de mochilas y poleras, los propios Che Guevara pero del otro lado, paladines de camisas de cuadros bien metidas y estiradas dentro de pantalones dockers verde caqui.
Etiquetas: Cine, Fuera de Foco
jueves, febrero 19, 2009
TOP 15 DE MILLONARIOS DE FICCION CHILENOS SEGUN...
- Máximo Tacaño (Condorito)
- Daniel López (AKA Pinochet)
- Hugo Leonardo Lemus (Semidios)
- Eglantina Morrison (El Jappening)
- Señor Mandiola (El Jappening)
- Jose Luis Echenique (El Señor de la Querencia)
- Miguel Callasis (Purasangre)
- Las Herederas de Lasislao Duval de Ferreira (Las Herederas)
- Esteban y Marcia (La Madrastra)
- William Clarke (Pampa Ilusión)
- Artemisa Mikonos (Los Títeres)
- Jeronimo de Azcoitia (El Obseno Pájaro de la Noche)
- Rodolfo Ruttenmeyer (Amores de mercado)
- Martuca Sa-Sa (Brujas)
- Don Damaso Encina (Martín Rivas)
Etiquetas: Listas, Mundo raro, Ñoñologia
miércoles, febrero 18, 2009
martes, febrero 17, 2009
LOS 15 PERSONAJES DE FICCION MAS RICOS DEL 2008 SEGUN FORBES
En el tradicional ranking ficcional de la revista Forbes, estos son los 15 supermillonarios del año pasado. Y entre nos, el número uno, me parece más que discutible, freak, por decir menos.
- Uncle Sam (Cultura popular norteamericana)
Fortuna (F): Infinita
Edad (E): 232 años
Ubicación (U): Washington, D.C.
Actividad A: Patriotismo, imagen país. - Lex Luthor (Superman)
F: US$ 99.1 billones
E: 38 años
U: Metropolis, Delaware, U.S.A.
A: Defensa, Software, Bienes Raices - Richie Rich (Richie Rich Comics)
F: US$ 12.3 billones
E: 10 años
U: Richville , U.S.A.
A: Conglomerados financieros - Gordon Gekko (Wall Street)
F: US$ 8.5 billones
E: 44 años
U. New York, N.Y.
A: Acciones, varios. - Jabba the Hutt (Star Wars)
F: US$ 8.4 billones
E: 603 años terrestres
U: Tatooine
A: Imperio criminal - Ebenezer Scrooge (Un Cuento de Navidad)
F: US$ 8.0 billones
E: 63 años
U: Londres, Inglaterra
A: Acciones, bienes raíces, varios - Tony Stark (Iron-Man)
F: US$ 7.9 billones
E: 35 años
U: New York, N.Y.
A: Defensa, industria aeroespacial. - Thurston Howell III (La Isla de Gilligan)
F:US$ 6.5 billones
E: 60 años
U: Isla perdida, pacífico sur
A: Industrias - Bruce Wayne (Batman)
F: US$ 5.8 billones
E: 32 años
U: Gotham City, New Jersey, U.S.A.
A: Industrias, tecnología, defensa. - Adrian "Ozymandias" Veidt (Watchmen)
F: US$ 5.4 billones
E: 47 años
U: New York, N.Y.
A: Marketing - Jed Clampett (Los Beverly Ricos)
F: US$ 3.6 billones
E: 51 años
U: Beverly Hills, Calif.
A: Petroleo - Artemis Fowl II (Artemis Fowl)
F: US$ 1.6 billones
E: 15 años
U: Dublín, Ireland
A: Imperio criminal - C. Montgomery Burns (Los Simpson)
F: USS 996 mil millones.
E: 104 años
U: Springfield, U.S.A.
A: Energía - Lara Croft (Tomb Raider)
F: US$ 900 mil millones
E: 37 años
U: Wimbledon, England
A: Herencias, antigüedades. - Mr. Monopoly (Monopolio)
F: US$ 800 mil
E: 71 años
U: Atlantic City, N.J.
A: Propiedades
Etiquetas: Listas, Mundo raro, Ñoñología
ALAN MOORE CONTRA EL MUNDO
- La principal razón por la que los cómics no funcionan como películas es porque los que finalmente controlan la industria del cine son contadores.
- Esta gente puede ser capaz de sumar y cuadrar los libros, pero en cualquier otro área son estúpidos e incompetentes y no tienen ningún talento.
- Un productor de Hollywood especialmente estúpido dijo: “Ni siquiera tienes que hacer el libro, simpemente liga tu nombre a esta idea y yo haré una película y tu conseguirás un montón de dinero - es… ¡La Liga de los Animales Extraordinarios! ¡Será como El Gato con Botas!” Y yo simplemente dije: “No, no, no. No vuelvas a mencionarme esto.”
- Cuanto más dinero haya implicado en un proyecto, menos imaginación habrá en el proyecto, y viceversa. Si tienes un presupuesto nulo, eres John Waters, eres Jean Cocteau, vas a hacer una película brillante.
- La película de La Liga costó 100 millones porque Sean Connery quería 17 de esos millones - y una explosión más grande que la que había tenido en su última película. Está en su contrato que tiene que tener una explosión más grande en cada nueva película en la que interviene. En La Roca volaba por los aires una isla, y pedía volar en La Liga, ¿era Venecia o algo así? Habría sido la Luna en su siguiente película.
- Recientemente he llegado al punto en que creo que básicamente, la mayoría de cómics americanos de superhéroes, y esto es probablemente una generalización radical, se parecen mucho a la política exterior americana.
- América tiene una amor excesivo hacia la lucha injusta.
- Por eso es por lo que creo que las pistolas son tan populares en América. Porque puedes emboscar a la gente, puedes dispararles por la espalda, te puedes comportar de una forma muy cobarde. Fuego amigo, o como lo llamamos en el resto del mundo, fuego americano.
- Y como londinenses, cuando tuvimos ese pequeño problema el 7 de julio de 2005 -después de que volaran dos grandes edificios en América… una vergüenza tremenda, pero a nosotros nos volaron muchos más que dos edificios durante los años 40, cuando América era proveedora de la mayoría de la munición de Hitler… – Pero cuando sucedión en Inglaterra, ¿cuál fue la reacción de las fuerzas americanas el 8 de julio, tan pronto como cayeron aquellas bombas? Sacaron a los agentes americanos del M25, porque Londres era demasiado peligroso para los armados y entrenados militares americanos. Luego, tras unos días, pensaron: “en realidad esto tiene mala pinta incluso para América, arrastrémonos de vuelta a Londres y hagamos como que hemos estado aquí todo el tiempo.”
Fuente: Entrecomics
Etiquetas: Watchmen
lunes, febrero 16, 2009
EL HORROR DE BERKOFF: LA ESTRELLA OSCURA
Miramos hacia la Esquina Berkoff. La luz de un auto que subía por Chorrillos formó una sombra con forma de cabeza de elefante al proyectar el techo del transepto contra la nave central de la casa.
–Sabías que la casa Berkoff es una copia de la Catedral de Chartres –me dijo.
–Mentira, estuve en Chartres hace siete años, cuando fui a Francia y la casa no tiene nada que ver con la iglesia.
–¿Por qué fuiste a Chartres?
–Era parte del paquete turístico –no era cierto, fui porque mi abuelo me pidió que lo hiciera.
–Bueno –se excusó él –no es una copia exacta, pero sigue su forma. El portal o frostispicio, con dos torres truncas a cada lado. La nave central con un aguja justo en medio del transepto, que es donde según Juanjo estaba el hall de las escaleras y que al igual que Chartres tenía un laberinto pintado al centro, ¿te acuerdas?
–Me acuerdo –todo era cierto.
–Incluso la parte que se quemó, la de la cocina, era una extensión semicircular de la nave central, idéntico al deambulatorio de una catedral gótica.
–A lo mejor el viejo Berkoff era fanático de la arquitectura.
–Hace rato que yo no creo en casualidades. Estuve averiguando, toda mi vida he estado averiguando sobre esta casa, tu lo sabes, pero ahora es más fácil. Acerca de Ezeuiel Berkoff, viendo de donde venía.
–¿Y para qué?
–No sé, tal vez para escribir una novela, para saber, que se yo, no todo tiene que tener un propósito en esta vida. Pero lo que te estaba contando, rastreé bases de datos alemanas de la época, fines del siglo XIX inicios del siglo XX y encontré registros de un solo Ezequiel Berkoff, un rico bibliotecario de Munich que murió en 1900, supuestamente asesinado.
–Quizás el asesino tomó sus bienes, su nombre y se mudó a Chile, buscando refugio, y dio con Salisbury donde construyó su casa. Y como una forma de paliar sus deudas, reconciliarse con Dios, que se yo, fundó un lote de iglesias evangélicas.
–Lo mismo he pensado, pero me faltan datos, no sé, algo más de ese Ezequiel Berkoff muerto. Es entretenido, me he pasado como siete años mandando correos electrónicos, metiéndome en registros familiares y criminales, es como ser Sherlock Holmes.
–Quizás debieras estudiar criminalística.
–Ya estoy muy viejo, además para qué, si sólo quiero escribir –hizo un alto, luego pronunció: ¬–Y hay más.
–¿Qué más?
–Sabías que los cimientos de la casa Berkoff fueron enterrados el 30 de junio de 1908, exactamente el mismo día que una gran explosión sacudió la zona de Tunguska en Siberia.
–He oído eso, se supone que fue un meteoro.
–Los meteoros dejan rastro, huellas, cráteres. Lo de Tunguska fue otra cosa, algo como un portal dimensional, una explosión atómica natural, una nave extraterrestre, cualquier alternativa es más creíble que un meteorito.
–¿Y que tiene que ver Tunguska con la Esquina Berkoff?
–Aquí en esta colina se fundó el fuerte de la Victoria, ¿cierto?
–Cierto.
–Y aquí también sucedió la masacre de los hombres de Mariluán, ¿verdad?
–Verdad.
–Y se dice que todos los soldados del fuerte se volvieron locos, que hablaban de muertos en vida y que bajo la colina se extendían cavernas hasta el mismo centro de la Tierra.
–Tu me contabas eso, cuando éramos niños.
–Pues es verdad.
–¿Qué es verdad?
–Otra de las razones por las cuales se ha retrasado la demolición de la casa y la construcción del mal es que los topógrafos de la empresa descubrieron que acá abajo esta hueco. La colina es una especie de domo de piedra y tierra para una especie de gran caverna, así como la baticueva debajo de la casa de Bruce Wayne.
–Es un chiste.
–No hay chistes respecto de la Esquina Berkoff, Martín, tu deberías saberlo. Acuérdate de los ratones de la mañana, que los exterminadores huyeron del pueblo, ellos vieron lo que hay bajo nuestros piés.
Y era verdad, yo debería saberlo, más que nadie. Más incluso que Perci. El tata me lo dijo en una ocasión, el hijo del poeta Guidotti hace demasiadas preguntas, algún día se va a meter en un lío más grande que la vida. Y Perci estaba en el borde, tan justo en medio de la línea, que escucharlo daba vértigo.
–¿Sabes cual es el nombre original en mapuche de esta colina?
–No.
–Wangülen dumiñ, significa estrella oscura, como la que cayó en Tunguska cuando empezaron a levantar este templo, porque eso es la Casa Berkoff, Martín, una catedral… ¿Has oído de la Orden Hermética del Goleen Dawn?
–La del tipo que escribió Drácula.
–Algo así, aunque Bram Stoker fue un miembro menor que dejó la orden sin que a nadie le interesara mucho. El Golden Dawn o Amanecer Dorado fue un grupo iniciático y esotérico fundado en la Inglaterra victoriana en 1888 con propósitos nunca del todo aclarados, más allá de saberse que se dedicaban a explorar ciencias ocultas. Aleistar Crowley, el hechicero, fue uno de sus miembros más prominentes y según él, lo de Tunguska fue la apertura de un portal a la nueva era de la humanidad, la que marcaba el regreso de los antiguos señores de este mundo, del reino de Moonchild, el anticristo. ¿Sabes que tiene que ver el Golden Dawn con este pueblo?
–Ni idea.
–Que llevamos el nombre de uno de sus fundadores y miembros más distinguidos. Lord Salisbury, político, masón de grado 33 en el Antiguo Rito Escocés y maestro en hechicería del primer círculo.
Exageré mi sorpresa.
–Lord Salisbury tenía buen alumno -continuó Perci
–No me digas, Ezequiel Berkoff.
–No, Arturo o Arthur Blackwood, oficial inglés del ejército de Chile que en marzo de 1881 escogió la colina de Wangülen dumiñ para fundar el fuerte de la Victoria, que luego se convertiría en este pueblo. Nos enseñaron que lo de victoria era por los triunfos en la Guerra del Pacífico, yo creo que era por una victoria muy distinta.
Le dije que acababa de escuchar el mejor plot para una película de misterio. Que debiera escribirlo y mandarlo a algún fondo audiovisual. Que las historias de género estaban más de moda que nunca, que podría hacerse rico. El sonrió, fue una buena manera de distraerlo, de sacarlo del tema, de hablarle de otras cosas, algo más terrenal, más concreto.
Etiquetas: El Horror de Berkoff
domingo, febrero 15, 2009
500 ESSENTIAL GRAPHIC NOVELS: TOP 10 GENERAL FICTION
- BARDIN THE SUPERREALIST / Max
- CEREBUS; CHURCH AND STATE/ Dave Sim, Gerhard
- THE CONTRACT WITH GOD / Will Eisner
- GHOST WORLD / Dan Clowes
- JAR OF FOOLS / Jason Luthes
- LOCAS: THE MAGGIE AND HOPEY STORIES / Jaime Hernández
- SIGNA TO NOISE / Neil Gaiman, Dave McKein
- A SMALL KILLING/ Alan Moore, Oscar Zarate
- STUCK RUBBER BABY / Howard Cruse
- THE TALE OF ONE BAD RAT / Bryan Talbot
Etiquetas: Best Graphic Novels
sábado, febrero 14, 2009
Y ASI ES WATCHMEN...
Exclusive: First Watchmen Readers Review!
Kellvin here giving the Latino Review readers what they are accustomed to around here, some breaking news! One of our faithful followers last night got to see the final cut of the highly anticipated film "Watchmen," in Los Angeles.
I am hoping this movie is going to be huge. When I first heard about it; I have to admit I had not read the graphic novel. So like the true student of the film that I am, I went out and did my research by purchasing a copy my hard earned dinero!
The book was awesome, and he first thing I thought was “How are they going to pull this off?” its no wonder why this film could not be done 20 years ago. There just was not enough technology around that could do this story justice.
Since the studio announced that Watchmen was going to be made, the Internet has been flooded with fan boy discussion about who would direct it, and who would play The Watchmen, and would the film be faithful to the novel? Well according to our loyal follower, Bentley Mustafa, yes, yes, and YES!
Now before we dive into this, I want to warn you that there will be huge spoilers, so if you do not want to know what’s in the film, stop reading now…. otherwise, sit your ass down and get ready for some Watchmen 411!
Here’s what Bentley Mustafa has to say about the screening.
There were approximately 200 people at the screening.
- SPOILERS-
1. No Black Freighter, although we do catch glimpses of the newsstand and the kid who reads the comic, but only briefly.
2. The ending is different, no squid. I was one of the people who never really cared about squid/no squid, but I feel the ending will work better for mainstream audiences that have never read the book.
3. They do not imply a sequel anymore than the book does...
4. The montage covering the heroes of the past is done exceptionally well, and was longer than I expected. Allows the audience to understand that this is an alternate version of the past and everything they know should be thrown out the window.
5. It is dark, but not the stark realism that fills the Dark Knight. The Watchmen reality is a little more surreal in its feel, like a dream. It really has the feel of the comic in it.
6. Look for the cameo by Snyder's son. He also played young Leonidas in 300.
7. It was fantastically close to the book; even the framings of shots were lifted directly from the book.
8. Jackie Earl Halley is the shit in this. He IS Rorschach.
9. This movie is gory. I'm a gore hound and I was surprised at how graphic some scenes were. Really had people squirming.
10. NAKED Sally Jupiter. (CORRECTION NAKED Silk Spectre)
11. Only character I didn't like was Veidt/Ozymandias. I thought the actor was weak.
I have to say Snyder knocked this one out of the park. There is some gruesome, brutal stuff here that is hard to watch. The fight scenes are awesome, and, like in 300, Snyder continues the use of ramping the frame rate to accentuate the movements of the characters. I knew there was going to be some slo-mo, but I didn't think he overdid it. All in all, fans of the book are going to more than pleased with the film. For a book that was for years considered un-filmable, he certainly managed to hit almost every beat and did not compromise any of the material (except for the squid).
So there you have it folks, breaking news once again brought to you by yours truly. I cannot wait for the films release; it will definitely up the ante for comic book adaptations in the future.
Fuente: LatinoReview
Etiquetas: Watchmen
viernes, febrero 13, 2009
¿EL DAN BROWN CHILENO?
Artículo completo acá
Parrafo destacado con mi aparicion estelar aquí:
LA ESTRATEGIA
Follet, autor de Los pilares de la tierra y Un mundo sin fin, describe el proceso de armado. El libro se hace antes de escribirlo (Boyne diseñó El niño del pijama a rayas en dos días): "El escritor y la editorial saben exactamente adónde se dirigen y qué quieren conseguir. Primero escribo unas 50 ó 60 páginas de resumen. Cuando estoy satisfecho y la editorial también, empiezo con el capítulo número uno. Algunos autores parten por los personajes, pero la mayoría de los populares funcionamos al revés: pensamos en una historia, una idea y luego pensamos en qué ha sucedido antes y después y quiénes son estas personas, lo que quieren y desean, y así crece". El lector no debe tener respiro: "Conforme se resuelve un problema, surge otro".
Sobre las supuestas grandes investigaciones, Follet opina que "son casi unas vacaciones. Hay que leer mucho, a veces entrevisto a personas, en una historia medieval me fijo en edificios medievales, pero tardo unas seis semanas al año en hacer la investigación. Es la parte más divertida, es mucho más fácil que escribir, por eso a la mayoría de los escritores les encanta la investigación". Barbara Wood, que escribe una novela sobre Egipto y otra sobre China, viaja constantemente en busca de escenarios. Ella, como sabe Follet, ha dado en el clavo: una heroína fuerte y rebelde, pero simpática y querible. Los malos suelen ser arquetípicos, pero también con un punto de simpatía.
Pero tampoco se trata de algo muy fácil. Los epígonos de El código da Vinci, por ejemplo, no le llegaron ni a los talones en las ventas. La publicidad y el manejo mediático no son sinónimos de ventas y, a fin de cuentas, no hay una fórmula que garantice el éxito. En Chile, hace un par de años Planeta se propuso generar un best seller con el periodista Francisco Ortega. Lector de thrillers, inventó una historia con base real sobre nazis en la Patagonia, manuscritos árabes y la perdida Ciudad de los Césares. Se vendió, pero no fue best seller ni generó fenómeno alguno.
El que mejor y más ampliamente maneja estas coordenadas es el norteamericano James Patterson (en la foto), incansable número uno en inglés, el único que ha logrado al mismo tiempo estar en el top para adultos y juveniles. Tiene una agencia con investigadores y escritores asociados, así como en su época Alejandro Dumas contó con un equipo de "negros". Hasta principios de los 90, Patterson era director de Walter Thompson, por eso no extraña su éxito y productividad sin precedentes.
Originalmente es autor de crime novels, policiales, produce uno al año en dos sagas paralelas: la de Alex Cross, un psicólogo forense, y la de un club de mujeres que resuelve asesinatos. El 2005 comenzó una serie de ciencia ficción para adolescentes. Se llama Maximum ride y su quinto volumen aparece en marzo próximo: ya se hizo serie, película, versión manga. El año pasado inició otra serie similar, Daniel X, que se estrena el 2010. A esto se suman otras 20 novelas escritas casi siempre en coautoría; la última, que también aparece en marzo, se llama Domingos en Tiffany's, un romance o novela sentimental sobre una niñita de siete años que sufre y encuentra el amor a los veintitantos. Más aún: Patterson entrega un premio de 600 mil dólares a iniciativas en pro de la lectura, recién creó una comunidad virtual de lectores jóvenes. Con todo esto gana en un año 50 millones de dólares.
Etiquetas: Artículos de otros, Ego, Libros
DEPECHE MODE REGRESA A CHILE EN OCTUBRE
Depeche Mode confirma visita a Chile la última semana de octubre
Andrew Fletcher y Martin Gore, en conversación con Manuel Gómez, enviado especial de radio ROCK & POP (FM 94.1) confirmaron la visita de la banda a Sudamérica para octubre de este año y precisaron que el concierto que ofrecerán en nuestro país se realizaría la última semana de ese mes. La visita a nuestro país se daría en el marco de la gira TOUR OF THE UNIVERSE que promociona su más nuevo álbum SOUNDS OF THE UNIVERSE que estará disponible en tiendas a partir del 20 de abril.
Primeras revisiones de Sounds of the Universe.
Algunos medios están empezando a postear breves reseñas basados en lo que sólo podemos asumir, son las primeras sesiones de escucha para la prensa alrededor del mundo. Lejos, la más interesante es de Filter Magazine, quienes ponen en la lista dos de las canciones escritas por Dave dentro de las tres canciones claves del álbum, y también nombran el tema instrumental del álbum que ya es obligatorio en sus discos. La pulverizadora canción que abre el álbum, “In Chains”, acapara de forma instantánea con su torturado carrusel musical, y asegura que Gahan, Gore y Fletcher han traído muchas cosas de vuelta. ¿Estos muchachos envejecen? No se sabría decir. Una inquietante línea de sintetizador que podría ser el primo perdido del tema Halloween de John Carpenter, palpita a través de la larga columna de “Come Back”, una misteriosa, hipnótica vórtice de una pista que podría ser el verdadero sonido del centro del universo de Depeche Mode. Un buen tema instrumental le sigue de forma astral, “Spacewalker”. La instrumentación serpenteante de “Miles Away / The Truth is” sella el acuerdo que “Sounds” es un disco redondo.
Pistas clave: “Come Back”, “In Chains”, “Miles Away / The Truth Is”
Predicciones: La voz de Dave Gahan es tan cautivadora como las líricas de Martin Gore que todavía son buenas. Sounds of the Universe tiene sin duda un alma torturada, pero sirve como una evidencia comprobada que Depeche Mode no tiene planes de jubilación
Tracklist de Sounds of the Universe
Depeche Mode/w Ben Hiller
1. In Chains
2. Hole To Feed
3. Wrong
4. Fragile Tension
5. Little Soul
6. In Sympathy
7. Peace
8. Come Back
9. Spacewalker
10. Perfect
11. Miles Away / The Truth Is
12. Jezebel
13. Corrupt
Etiquetas: Artículos de otros, Musica, News
jueves, febrero 12, 2009
A 25 AÑOS DE SU MUERTE, MI CORTAZAR FAVORITO (VERSION COMPLETA)
A la cuarta vez de encontrarse con todo eso, de hacer todo eso, el ingeniero había decidido no salir más de su coche, a la espera de que la policía disolviese de alguna manera el embotellamiento. El calor de agosto se sumaba a ese tiempo a ras de neumáticos para que la inmovilidad fuese cada vez más enervante. Todo era olor a gasolina, gritos destemplados de los jovencitos del Simca, brillo del sol rebotando en los cristales y en los bordes cromados, y para colmo sensación contradictoria del encierro en plena selva de máquinas pensadas para correr. El 404 del ingeniero ocupa el segundo lugar de la pista de la derecha contando desde la franja divisoria de las dos pistas, con lo cual tenía otros cuatro autos a su derecha y siete a su izquierda, aunque de hecho sólo pudiera ver distintamente los ocho coches que lo rodeaban y sus ocupantes que ya había detallado hasta cansarse. Había charlado con todos, salvo con los muchachos del Simca que caían antipáticos; entre trecho y trecho se había discutido la situación en sus menores detalles, y la impresión general era que hasta Corbeil-Essones se avanzaría al paso o poco menos, pero que entre Corbeil y Juvisy el ritmo iría acelerándose una vez que los helicópteros y los motociclistas lograran quebrar lo peor del embotellamiento. A nadie le cabía duda de que algún accidente muy grave debía haberse producido en la zona, única explicación de una lentitud tan increíble. Y con eso el gobierno, el calor, los impuestos, la vialidad, un tópico tras otro, tres metros, otro lugar común, cinco metros, una frase sentenciosa o una maldición contenida.
A las dos monjitas del 2HP les hubiera convenido tanto llegar a Milly-la-Fôret antes de las ocho, pues llevaban una cesta de hortalizas para la cocinera. Al matrimonio del Peugeot 203 le importaba sobre todo no perder los juegos televisados de las nueve y media; la muchacha del Dauphine le había dicho al ingeniero que le daba lo mismo llegar más tarde a París pero que se quejaba por principio, porque le parecía un atropello someter a millares de personas a un régimen de caravana de camellos. En esas últimas horas (debían ser casi las cinco pero el calor los hostigaba insoportablemente) habían avanzado unos cincuenta metros a juicio del ingeniero, aunque uno de los hombres del Taunus que se había acercado a charlar llevando de la mano al niño con su autito, mostró irónicamente la copa de un plátano solitario y la muchacha del Dauphine recordó que ese plátano (si no era un castaño) había estado en la misma línea que su auto durante tanto tiempo que ya ni valía la pena mirar el reloj pulsera para perderse en cálculos inútiles.
No atardecía nunca, la vibración del sol sobre la pista y las carrocerías dilataba el vértigo hasta la náusea. Los anteojos negros, los pañuelos con agua de colonia en la cabeza, los recursos improvisados para protegerse, para evitar un reflejo chirriante o las bocanadas de los caños de escape a cada avance, se organizaban y perfeccionaban, eran objeto de comunicación y comentario. El ingeniero bajó otra vez para estirar las piernas, cambió unas palabras con la pareja de aire campesino del Ariane que precedía al 2HP de las monjas. Detrás del 2HP había un Volkswagen con un soldado y una muchacha que parecían recién casados. La tercera fila hacia el exterior dejaba de interesarle porque hubiera tenido que alejarse peligrosamente del 404; veía colores, formas, Mercedes Benz, ID, 4R, Lancia, Skoda, Morris Minor, el catálogo completo. A la izquierda, sobre la pista opuesta, se tendía otra maleza inalcanzable de Renault, Anglia, Peugeot, Porsche, Volvo; era tan monótono que al final, después de charlar con los dos hombres del Taunus y de intentar sin éxito un cambio de impresiones con el solitario conductor del Caravelle, no quedaba nada mejor que volver al 404 y reanudar la misma conversación sobre la hora, las distancias y el cine con la muchacha del Dauphine.
A veces llegaba un extranjero, alguien que se deslizaba entre los autos viniendo desde el otro lado de la pista o desde la filas exteriores de la derecha, y que traía alguna noticia probablemente falsa repetida de auto en auto a lo largo de calientes kilómetros. El extranjero saboreaba el éxito de sus novedades, los golpes de las portezuelas cuando los pasajeros se precipitaban para comentar lo sucedido, pero al cabo de un rato se oía alguna bocina o el arranque de un motor, y el extranjero salía corriendo, se lo veía zigzaguear entre los autos para reintegrase al suyo y no quedar expuesto a la justa cólera de los demás. A lo largo de la tarde se había sabido así del choque de un Floride contra un 2HP cerca de Corbeil, tres muertos y un niño herido, el doble choque de un Fiat 1500 contra un furgón Renault que había aplastado un Austin lleno de turistas ingleses, el vuelco de un autocar de Orly colmado de pasajeros procedentes del avión de Copenhague. El ingeniero estaba seguro de que todo o casi todo era falso, aunque algo grave debía haber ocurrido cerca de Corbeil e incluso en las proximidades de París para que la circulación se hubiera paralizado hasta ese punto. Los campesinos del Ariane, que tenían una granja del lado de Montereau y conocían bien la región, contaban con otro domingo en que el tránsito había estado detenido durante cinco horas, pero ese tiempo empezaba a parecer casi nimio ahora que el sol, acostándose hacia la izquierda de la ruta, volcaba en cada auto una última avalancha de jalea anaranjada que hacía hervir los metales y ofuscaba la vista, sin que jamás una copa de árbol desapareciera del todo a la espalda, sin que otra sombra apenas entrevista a la distancia se acercara como para poder sentir de verdad que la columna se estaba moviendo aunque fuera apenas, aunque hubiera que detenerse y arrancar y bruscamente clavar el freno y no salir nunca de la primera velocidad, del desencanto insultante de pasar una vez más de la primera al punto muerto, freno de pie, freno de mano, stop, y así otra vez y otra vez y otra.
En algún momento, harto de inacción, el ingeniero se había decidido a aprovechar un alto especialmente interminable para recorrer las filas de la izquierda, y dejando a su espalda el Dauphine había encontrado un DKW, otro 2HP, un Fiat 600, y se había detenido junto a un De Soto para cambiar impresiones con el azorado turista de Washington que no entendía casi el francés pero que tenía que estar a las ocho en la Place de l’Opéra sin falta you understand, my wife will be awfully anxious, damn it, y se hablaba un poco de todo cuando un hombre con aire de viajante de comercio salió del DKW para contarles que alguien había llegado un rato antes con la noticia de que un Piper Club se había estrellado en plena autopista, varios muertos. Al americano el Piper Club lo tenía profundamente sin cuidado, y también al ingeniero que oyó un coro de bocinas y se apresuró a regresar al 404, transmitiendo de paso las novedades a los dos hombres del Taunus y al matrimonio del 203. Reservó una explicación más detallada para la muchacha del Dauphine mientras los coches avanzaban lentamente unos pocos metros (ahora el Dauphine estaba ligeramente retrasado con relación al 404, y más tarde sería al revés, pero de hecho las doce filas se movían prácticamente en bloque, como si un gendarme invisible en el fondo de la autopista ordenara el avance simultáneo sin que nadie pudiese obtener ventajas). Piper Club, señorita, es un pequeño avión de paseo. Ah. Y la mala idea de estrellarse en plena autopista un domingo de tarde. Esas cosas. Si por lo menos hiciera menos calor en los condenados autos, si esos árboles de la derecha quedaran por fin a la espalda, si la última cifra del cuentakilómetros acabara de caer en su agujerito negro en vez de seguir suspendida por la cola, interminablemente.
En algún momento (suavemente empezaba a anochecer, el horizonte de techos de automóviles se teñía de lila) una gran mariposa blanca se posó en el parabrisas del Dauphine, y la muchacha y el ingeniero admiraron sus alas en la breve y perfecta suspensión de su reposo; la vieron alejarse con una exasperada nostalgia, sobrevolar el Taunus, el ID violeta de los ancianos, ir hacia el Fiat 600 ya invisible desde el 404, regresar hacia el Simca donde una mano cazadora trató inútilmente de atraparla, aletear amablemente sobre el Ariane de los campesinos que parecían estar comiendo alguna cosa, y perderse después hacia la derecha. Al anochecer la columna hizo un primer avance importante, de casi cuarenta metros; cuando el ingeniero miró distraídamente el cuentakilómetros, la mitad del 6 había desaparecido y un asomo del 7 empezaba a descolgarse de lo alto. Casi todo el mundo escuchaba sus radios, los del Simca la habían puesto a todo trapo y coreaban un twist con sacudidas que hacían vibrar la carrocería; las monjas pasaban las cuentas de sus rosarios, el niño del Taunus se había dormido con la cara pegada a un cristal, sin soltar el auto de juguete. En algún momento (ya era noche cerrada) llegaron extranjeros con más noticias, tan contradictorias como las otras ya olvidadas, No había sido un Piper Club sino un planeador piloteado por la hija de un general. Era exacto que un furgón Renault había aplastado un Austin, pero no en Juvisy sino casi en las puertas de París; uno de los extranjeros explicó al matrimonio del 203 que el macadam de la autopista había cedido a la altura de Igny y que cinco autos habían volcado al meter las ruedas delanteras en la grieta. La idea de una catástrofe natural se propagó hasta el ingeniero, que se encogió de hombros sin hacer comentarios. Más tarde, pensando en esas primeras horas de oscuridad en que habían respirado un poco más libremente, recordó que en algún momento había sacado el brazo por la ventanilla para tamborilear en la carrocería del Dauphine y despertar a la muchacha que se había dormido reclinada sobre el volante, sin preocuparse de un nuevo avance. Quizá ya era medianoche cuando una de las monjas le ofreció tímidamente un sándwich de jamón, suponiendo que tendría hambre. El ingeniero lo aceptó por cortesía (en realidad sentía náuseas) y pidió permiso para dividirlo con la muchacha del Dauphine, que aceptó y comió golosamente el sándwich y la tableta de chocolate que le había pasado el viajante del DKW, su vecino de la izquierda. Mucha gente había salido de los autos recalentados, porque otra vez llevaban horas sin avanzar; se empezaba a sentir sed, ya agotadas las botellas de limonada, la coca-cola y hasta los vinos de a bordo. La primera en quejarse fue la niña del 203, y el soldado y el ingeniero abandonaron los autos junto con el padre de la niña para buscar agua. Delante del Simca, donde la radio parecía suficiente alimento, el ingeniero encontró un Beaulieu ocupado por una mujer madura de ojos inquietos. No, no tenía agua pero podía darle unos caramelos para la niña. El matrimonio del ID se consultó un momento antes de que la anciana metiera las manos en un bolso y sacara una pequeña lata de jugo de frutas. El ingeniero agradeció y quiso saber si tenían hambre y si podía serles útil; el viejo movió negativamente la cabeza, pero la mujer pareció asentir sin palabras. Más tarde la muchacha del Dauphine y el ingeniero exploraron juntos las filas de la izquierda, sin alejarse demasiado; volvieron con algunos bizcochos y los llevaron a la anciana del ID, con el tiempo justo para regresar corriendo a sus autos bajo una lluvia de bocinas.
Aparte de esas mínimas salidas, era tan poco lo que podía hacerse que las horas acababan por superponerse, por ser siempre la misma en el recuerdo; en algún momento el ingeniero pensó en tachar ese día en su agenda y contuvo una risotada, pero más adelante, cuando empezaron los cálculos contradictorios de las monjas, los hombres del Taunus y la muchacha del Dauphine, se vio que hubiera convenido llevar mejor la cuenta. Las diarios locales habían suspendido las emisiones, y sólo el viajante del DKW tenía un aparato de ondas cortas que se empeñaba en transmitir noticias bursátiles.. Hacia las tres de la madrugada pareció llegarse a un acuerdo tácito para descansar, y hasta el amanecer la columna no se movió. Los muchachos del Simca sacaron unas camas neumáticas y se tendieron al lado del auto; el ingeniero bajó el respaldo de los asientos delanteros del 404 y ofreció las cuchetas a las monjas, que rehusaron; antes de acostarse un rato, el ingeniero pensó en la muchacha del Dauphine, muy quieta contra el volante, y como sin darle importancia le propuso que cambiaran de autos hasta el amanecer; ella se negó, alegando que podía dormir muy bien de cualquier manera. Durante un rato se oyó llorar al niño del Taunus, acostado en el asiento trasero donde debía tener demasiado calor. Las monjas rezaban todavía cuando el ingeniero se dejó caer en la cucheta y se fue quedando dormido, pero su sueño seguía demasiado cerca de la vigilia y acabó por despertarse sudoroso e inquieto, sin comprender en un primer momento dónde estaba; enderezándose, empezó a percibir los confusos movimientos del exterior, un deslizarse de sombras entre los autos, y vio un bulto que se alejaba hacia el borde de la autopista; adivinó las razones, y más tarde también él salió del auto sin hacer ruido y fue a aliviarse al borde de la ruta; no había setos ni árboles, solamente el campo negro y sin estrellas, algo que parecía un muro abstracto limitando la cinta blanca del macadam con su río inmóvil de vehículos, Casi tropezó con el campesino del Ariane, que balbuceó una frase ininteligible; al olor de la gasolina, persistente en la autopista recalentada, se sumaba ahora la presencia más ácida del hombre, y el ingeniero volvió lo antes posible a su auto. La chica del Dauphine dormía apoyada sobre el volante, un mechón de pelo contra los ojos; antes de subir al 404, el ingeniero se divirtió explorando en la sombra su perfil, adivinando la curva de los labios que soplaban suavemente. Del otro lado, el hombre del DKW miraba también dormir a la muchacha, fumando en silencio.
Por la mañana se avanzó muy poco pero lo bastante como para darles la esperanza de que esa tarde se abriría la ruta hacia París. A las nueve llegó un extranjero con buenas noticias: habían rellenado las grietas y pronto se podría circular normalmente. Los muchachos del Simca encendieron la radio y uno de ellos trepó al techo del auto y gritó y cantó. El ingeniero se dijo que la noticia era tan dudosa como las de la víspera, y que el extranjero había aprovechado la alegría del grupo para pedir y obtener una naranja que le dio el matrimonio del Ariane. Más tarde llegó otro extranjero con la misma treta, pero nadie quiso darle nada. El calor empezaba a subir y la gente prefería quedarse en los autos a la espera de que se concretaran las buenas noticias. A mediodía la niña del 203 empezó a llorar otra vez, y la muchacha del Dauphine fue a jugar con ella y se hizo amiga del matrimonio. Los del 203 no tenían suerte; a su derecha estaba el hombre silencioso del Caravelle, ajeno a todo lo que ocurría en torno, y a su izquierda tenían que aguantar la verbosa indignación del conductor de un Floride, para quien el embotellamiento era una afrenta exclusivamente personal. Cuando la niña volvió a quejarse de sed, al ingeniero se le ocurrió ir a hablar con los campesinos del Ariane, seguro de que en ese auto había cantidad de provisiones. Para su sorpresa los campesinos se mostraron muy amables; comprendían que en una situación semejante era necesario ayudarse, y pensaban que si alguien se encargaba de dirigir el grupo (la mujer hacía un gesto circular con la mano, abarcando la docena de autos que los rodeaba) no se pasarían apreturas hasta llegar a Paría. Al ingeniero lo molestaba la idea de erigirse en organizador, y prefirió llamar a los hombres del Taunus para conferenciar con ellos y con el matrimonio del Ariane. Un rato después consultaron sucesivamente a todos los del grupo. El joven soldado del Volkswagen estuvo inmediatamente de acuerdo, y el matrimonio del 203 ofreció las pocas provisiones que les quedaban (la muchacha del Dauphine había conseguido un vaso de granadina con agua para la niña, que reía y jugaba). Uno de los hombres del Taunus, que había ido a consultar a los muchachos del Simca, obtuvo un asentimiento burlón; el hombre pálido del Caravelle se encogió de hombros y dijo que le daba lo mismo, que hicieran lo que les pareciese mejor. Los ancianos del ID y la señora del Beaulieu se mostraron visiblemente contentos, como si se sintieran más protegidos. Los pilotos del Floride y del DKW no hicieron observaciones, y el americano del De Soto los miró asombrado y dijo algo sobre la voluntad de Dios. Al ingeniero le resultó fácil proponer que uno de los ocupantes del Taunus, en que tenía una confianza instintiva, se encargará de coordinar las actividades. A nadie le faltaría de comer por el momento, pero era necesario conseguir agua; el jefe, al que los muchachos del Simca llamaban Taunus a secas para divertirse, pidió al ingeniero, al soldado y a uno de los muchachos que exploraran la zona circundante de la autopista y ofrecieran alimentos a cambio de bebidas. Taunus, que evidentemente sabía mandar, había calculado que deberían cubrirse las necesidades de un día y medio como máximo, poniéndose en la posición menos optimista. En el 2HP de las monjas y en el Ariane de los campesinos había provisiones suficientes para ese tiempo, y si los exploradores volvían con agua el problema quedaría resuelto. Pero solamente el soldado regresó con una cantimplora llena, cuyo dueño exigía en cambio comida para dos personas. El ingeniero no encontró a nadie que pudiera ofrecer agua, pero el viaje le sirvió para advertir que más allá de su grupo se estaban constituyendo otras células con problemas semejantes; en un momento dado el ocupante de un Alfa Romeo se negó a hablar con él del asunto, y le dijo que se dirigiera al representante de su grupo, cinco autos atrás en la misma fila. Más tarde vieron volver al muchacho del Simca que no había podido conseguir agua, pero Taunus calculó que ya tenían bastante para los dos niños, la anciana del ID y el resto de las mujeres. El ingeniero le estaba contando a la muchacha del Dauphine su circuito por la periferia (era la una de la tarde, y el sol los acorralaba en los autos) cuando ella lo interrumpió con un gesto y le señaló el Simca. En dos saltos el ingeniero llegó hasta el auto y sujetó por el codo a uno de los muchachos, que se repantigaba en su asiento para beber a grandes tragos de la cantimplora que había traído escondida en la chaqueta. A su gesto iracundo, el ingeniero respondió aumentando la presión en el brazo; el otro muchacho bajó del auto y se tiró sobre el ingeniero, que dio dos pasos atrás y lo esperó casi con lástima. El soldado ya venía corriendo, y los gritos de las monjas alertaron a Taunus y a su compañero; Taunus escuchó lo sucedido, se acercó al muchacho de la botella y le dio un par de bofetadas. El muchacho gritó y protestó, lloriqueando, mientras el otro rezongaba sin atreverse a intervenir. El ingeniero le quitó la botella y se la alcanzó a Taunus. Empezaban a sonar bocinas y cada cual regresó a su auto, por lo demás inútilmente puesto que la columna avanzó apenas cinco metros.
A la hora de la siesta, bajo un sol todavía más duro que la víspera, una de las monjas se quitó la toca y su compañera le mojó las sienes con agua de colonia. Las mujeres improvisaban de a poco sus actividades samaritanas, yendo de un auto a otro, ocupándose de los niños para que los hombres estuvieran más libres: nadie se quejaba pero el buen humor era forzado, se basaba siempre en los mismos juegos de palabras, en un escepticismo de buen tono. Para el ingeniero y la muchacha del Dauphine, sentirse sudorosos y sucios era la vejación más grande; lo enternecía casi la rotunda indiferencia del matrimonio de campesinos al olor que les brotaba de las axilas cada vez que venían a charlar con ellos o a repetir alguna noticia de último momento. Hacia el atardecer el ingeniero miró casualmente por el retrovisor y encontró como siempre la cara pálida y de rasgos tensos del hombre del Caravelle, que al igual que el gordo piloto del Floride se había mantenido ajeno a todas las actividades. Le pareció que sus facciones se habían afilado todavía más, y se preguntó si no estaría enfermo. Pero después, cuando al ir a charlar con el soldado y su mujer tuvo ocasión de mirarlo desde más cerca, se dijo que ese hombre no estaba enfermo; era otra cosa, una separación, por darle algún nombre. El soldado del Volkswagen le contó más tarde que a su mujer le daba miedo ese hombre silencioso que no se apartaba jamás del volante y que parecía dormir despierto. Nacían hipótesis, se creaba un folklore para luchar contra la inacción. Los niños del Taunus y el 203 se habían hecho amigos y se habían peleado y luego se habían reconciliado; sus padres se visitaban, y la muchacha del Dauphine iba cada tanto a ver cómo se sentían la anciana del ID y la señora del Beaulieu. Cuando al atardecer soplaron bruscamente una ráfagas tormentosas y el sol se perdió entre las nubes que se alzaban al oeste, la gente se alegró pensando que iba a refrescar. Cayeron algunas gotas, coincidiendo con un avance extraordinario de casi cien metros; a lo lejos brilló un relámpago y el calor subió todavía más. Había tanta electricidad en la atmósfera que Taunus, con un instinto que el ingeniero admiró sin comentarios, dejó al grupo en paz hasta la noche, como si temiera los efectos del cansancio y el calor. A las ocho las mujeres se encargaron de distribuir las provisiones; se había decidido que el Ariane de los campesinos sería el almacén general, y que el 2HP de las monjas serviría de depósito suplementario. Taunus había ido en persona a hablar con los jefes de los cuatro o cinco grupos vecinos; después, con ayuda del soldado y el hombre del 203, llevó una cantidad de alimentos a los grupos, regresando con más agua y un poco de vino. Se decidió que los muchachos del Simca cederían sus colchones neumáticos a la anciana del ID y a la señora del Beaulieu; la muchacha del Dauphine les llevó dos mantas escocesas y el ingeniero ofreció su coche, que llamaba burlonamente el wagon-lit, a quienes lo necesitaran. Para su sorpresa, la muchacha del Dauphine aceptó el ofrecimiento y esa noche compartió las cuchetas del 404 con una de las monjas; la otra fue a dormir al 203 junto a la niña y su madre, mientras el marido pasaba la noche sobre el macadam, envuelto en una frazada. El ingeniero no tenía sueño y jugó a los dados con Taunus y su amigo; en algún momento se les agregó el campesino del Ariane y hablaron de política bebiendo unos tragos del aguardiente que el campesino había entregado a Taunus esa mañana. La noche no fue mala; había refrescado y brillaban algunas estrellas entre las nubes.
Hacia el amanecer los ganó el sueño, esa necesidad de estar a cubierto que nacía con la grisalla del alba. Mientras Taunus dormía junto al niño en el asiento trasero, su amigo y el ingeniero descansaron un rato en la delantera. Entre dos imágenes de sueño, el ingeniero creyó oír gritos a la distancia y vio un resplandor indistinto; el jefe de otro grupo vino a decirles que treinta autos más adelante había habido un principio de incendio en un Estafette, provocado por alguien que había querido hervir clandestinamente unas legumbres. Taunus bromeó sobre lo sucedido mientras iba de auto en auto para ver cómo habían pasado todos la noche, pero a nadie se le escapó lo que quería decir. Esa mañana la columna empezó a moverse muy temprano y hubo que correr y agitarse para recuperar los colchones y las mantas, pero como en todas partes debía estar sucediendo lo mismo nadie se impacientaba ni hacía sonar las bocinas. A mediodía habían avanzado más de cincuenta metros, y empezaba a divisarse la sombra de un bosque a la derecha de la ruta. Se envidiaba la suerte de los que en ese momento podían ir hasta la banquina y aprovechar la frescura de la sombra; quizá había un arroyo, o un grifo de agua potable. La muchacha del Dauphine cerró los ojos y pensó en una ducha cayéndole por el cuello y la espalda, corriéndole por las piernas; el ingeniero, que la miraba de reojo, vio dos lágrimas que le resbalaban por las mejillas.
Taunus, que acababa de adelantarse hasta el ID, vino a buscar a las mujeres más jóvenes para que atendieran a la anciana que no se sentía bien. El jefe del tercer grupo a retaguardia contaba con un médico entre sus hombres, y el soldado corrió a buscarlo. Al ingeniero, que había seguido con irónica benevolencia los esfuerzos de los muchachitos del Simca para hacerse perdonar su travesura, entendió que era el momento de darles su oportunidad. Con los elementos de una tienda de campaña los muchachos cubrieron la ventanilla del 404, y el wagon-lit se transformó en ambulancia para que la anciana descansara en una oscuridad relativa. Su marido se tendió a su lado, teniéndole la mano, y los dejaron solos con el médico. Después las monjas se ocuparon de la anciana, que se sentía mejor, y el ingeniero pasó la tarde como pudo, visitando otros autos y descansando en el de Taunus cuando el sol castigaba demasiado; sólo tres veces le tocó correr hasta su auto, donde los viejitos parecían dormir, para hacerlo avanzar junto con la columna hasta el alto siguiente. Los ganó la noche sin que hubiesen llegado a la altura del bosque.
Hacia las dos de la madrugada bajó la temperatura, y los que tenían mantas se alegraron de poder envolverse en ellas. Como la columna no se movería hasta el alba (era algo que se sentía en el aire, que venía desde el horizonte de autos inmóviles en la noche) el ingeniero y Taunus se sentaron a fumar y a charlar con el campesino del Ariane y el soldado. Los cálculos de Taunus no correspondían ya a la realidad, y lo dijo francamente; por la mañana habría que hacer algo para conseguir más provisiones y bebidas. El soldado fue a buscar a los jefes de los grupos vecinos, que tampoco dormían, y se discutió el problema en voz baja para no despertar a las mujeres. Los jefes habían hablado con los responsables de los grupos más alejados, en un radio de ochenta o cien automóviles, y tenían la seguridad de que la situación era análoga en todas partes. El campesino conocía bien la región y propuso que dos o tres hombres de cada grupo saliera al alba para comprar provisiones en las granjas cercanas, mientras Taunus se ocupaba de designar pilotos para los autos que quedaran sin dueño durante la expedición. La idea era buena y no resultó difícil reunir dinero entre los asistentes; se decidió que el campesino, el soldado y el amigo de Taunus irían juntos y llevarían todas las bolsas, redes y cantimploras disponibles. Los jefes de los otros grupos volvieron a sus unidades para organizar expediciones similares, y al amanecer se explicó la situación a las mujeres y se hizo lo necesario para que la columna pudiera seguir avanzando. La muchacha del Dauphine le dijo al ingeniero que la anciana ya estaba mejor y que insistía en volver a su ID; a las ocho llegó el médico, que no vio inconvenientes en que el matrimonio regresara a su auto. De todos modos, Taunus decidió que el 404 quedaría habilitado permanentemente como ambulancia; los muchachos, para divertirse, fabricaron un banderín con una cruz roja y lo fijaron en la antena del auto. Hacía ya rato que la gente prefería salir lo menos posible de sus coches; la temperatura seguía bajando y a mediodía empezaron los chaparrones y se vieron relámpagos a la distancia. La mujer del campesino se apresuró a recoger agua con un embudo y una jarra de plástico, para especial regocijo de los muchachos del Simca. Mirando todo eso, inclinado sobre el volante donde había un libro abierto que no le interesaba demasiado, el ingeniero se preguntó por qué los expedicionarios tardaban tanto en regresar; más tarde Taunus lo llamó discretamente a su auto y cuando estuvieron dentro le dijo que habían fracasado. El amigo de Taunus dio detalles: las granjas estaban abandonadas o la gente se negaba a venderles nada, aduciendo las reglamentaciones sobre ventas a particulares y sospechando que podían ser inspectores que se valían de las circunstancias para ponerlos a prueba. A pesar de todo habían podido traer una pequeña cantidad de agua y algunas provisiones, quizá robadas por el soldado que sonreía sin entrar en detalles. Desde luego ya no se podía pasar mucho tiempo sin que cesara el embotellamiento, pero los alimentos de que se disponía no eran los más adecuados para los dos niños y la anciana. El médico, que vino hacia las cuatro y media para ver a la enferma, hizo un gesto de exasperación y cansancio y dijo a Taunus que en su grupo y en todos los grupos vecinos pasaba lo mismo. Por la radio se había hablado de una operación de emergencia para despejar la autopista, pero aparte de un helicóptero que apareció brevemente al anochecer no se vieron otros aprestos. De todas maneras hacía cada vez menos calor, y la gente parecía esperar la llegada de la noche para taparse con las mantas y abolir en el sueño algunas horas más de espera. Desde su auto el ingeniero escuchaba la charla de la muchacha del Dauphine con el viajante del DKW, que le contaba cuentos y la hacía reír sin ganas. Lo sorprendió ver a la señora del Beaulieu que casi nunca abandonaba su auto, y bajó para saber si necesitaba alguna cosa, pero la señora buscaba solamente las últimas noticias y se puso a hablar con las monjas. Un hastío sin nombre pesaba sobre ellos al anochecer; se esperaba más del sueño que de las noticias siempre contradictorias o desmentidas. El amigo de Taunus llegó discretamente a buscar al ingeniero, al soldado y al hombre del 203. Taunus les anunció que el tripulante del Floride acababa de desertar; uno de los muchachos del Simca había visto el coche vacío, y después de un rato se había puesto a buscar a su dueño para matar el tedio. Nadie conocía mucho al hombre gordo del Floride, que tanto había protestado el primer día aunque después acabara de quedarse tan callado como el piloto del Caravelle.. Cuando a las cinco de la mañana no quedó la menor duda de que Floride, como se divertían en llamarlo los chicos del Simca, había desertado llevándose un valija de mano y abandonando otra llena de camisas y ropa interior, Taunus decidió que uno de los muchachos se haría cargo del auto abandonado para no inmovilizar la columna. A todos los había fastidiado vagamente esa deserción en la oscuridad, y se preguntaban hasta dónde habría podido llegar Floride en su fuga a través de los campos. Por lo demás parecía ser la noche de las grandes decisiones: tendido en su cucheta del 404, al ingeniero le pareció oír un quejido, pero pensó que el soldado y su mujer serían responsables de algo que, después de todo, resultaba comprensible en plena noche y en esas circunstancias. Después lo pensó mejor y levantó la lona que cubría la ventanilla trasera; a la luz de unas pocas estrellas vio a un metro y medio el eterno parabrisas del Caravelle y detrás, como pegada al vidrio y un poco ladeada, la cara convulsa del hombre. Sin hacer ruido salió por el lado izquierdo para no despertar a la monjas, y se acercó al Caravelle. Después buscó a Taunus, y el soldado corrió a prevenir al médico. Desde luego el hombre se había suicidado tomando algún veneno; las líneas a lápiz en la agenda bastaban, y la carta dirigida a una tal Ivette, alguien que lo había abandonado en Vierzon. Por suerte la costumbre de dormir en los autos estaba bien establecida (las noches eran ya tan frías que a nadie se le hubiera ocurrido quedarse fuera) y a pocos les preocupaba que otros anduvieran entre los coches y se deslizaran hacia los bordes de la autopista para aliviarse. Taunus llamó a un consejo de guerra, y el médico estuvo de acuerdo con su propuesta. Dejar el cadáver al borde de la autopista significaba someter a los que venían más atrás a una sorpresa por lo menos penosa: llevarlo más lejos, en pleno campo, podía provocar la violenta repulsa de los lugareños, que la noche anterior habían amenazado y golpeado a un muchacho de otro grupo que buscaba de comer. El campesino del Ariane y el viajante del DKW tenían lo necesario para cerrar herméticamente el portaequipaje del Caravelle. Cuando empezaban su trabajo se les agregó la muchacha del Dauphine, que se colgó temblando del brazo del ingeniero. Él le explicó en voz baja lo que acababa de ocurrir y la devolvió a su auto, ya más tranquila. Taunus y sus hombres habían metido el cuerpo en el portaequipajes, y el viajante trabajó con scotch tape y tubos de cola líquida a la luz de la linterna del soldado. Como la mujer del 203 sabía conducir, Taunus resolvió que su marido se haría cargo del Caravelle que quedaba a la derecha del 203; así, por la mañana, la niña del 203 descubrió que su papá tenía otro auto, y jugó horas y horas a pasar de uno a otro y a instalar parte de sus juguetes en el Caravelle.
Por primera vez el frío se hacía sentir en pleno día, y nadie pensaba en quitarse las chaquetas. La muchacha del Dauphine y las monjas hicieron el inventario de los abrigos disponibles en el grupo. Había unos pocos pulóveres que aparecían por casualidad en los autos o en alguna valija, mantas, alguna gabardina o abrigo ligero. Otra vez volvía a faltar el agua, y Taunus envió a tres de sus hombres, entre ellos el ingeniero, para que trataran de establecer contacto con los lugareños. Sin que pudiera saberse por qué, la resistencia exterior era total; bastaba salir del límite de la autopista para que desde cualquier sitio llovieran piedras. En plena noche alguien tiró una guadaña que golpeó el techo del DKW y cayó al lado del Dauphine. El viajante se puso muy pálido y no se movió de su auto, pero el americano del De Soto (que no formaba parte del grupo de Taunus pero que todos apreciaban por su buen humor y sus risotadas) vino a la carrera y después de revolear la guadaña la devolvió campo afuera con todas sus fuerzas, maldiciendo a gritos. Sin embargo, Taunus no creía que conviniera ahondar la hostilidad; quizás fuese todavía posible hacer una salida en busca de agua.
Ya nadie llevaba la cuenta de lo que se había avanzado ese día o esos días; la muchacha del Dauphine creía que entre ochenta y doscientos metros; el ingeniero era menos optimista pero se divertía en prolongar y complicar los cálculos con su vecina, interesado de a ratos en quitarle la compañía del viajante del DKW que le hacía la corte a su manera profesional. Esa misma tarde el muchacho encargado del Floride corrió a avisar a Taunus que un Ford Mercury ofrecía agua a buen precio. Taunus se negó, pero al anochecer una de las monjas le pidió al ingeniero un sorbo de agua para la anciana del ID que sufría sin quejarse, siempre tomada de la mano de su marido y atendida alternativamente por las monjas y la muchacha del Dauphine. Quedaba medio litro de agua, y las mujeres lo destinaron a la anciana y a la señora del Beaulieu. Esa misma noche Taunus pagó de su bolsillo dos litros de agua; el Ford Mercury prometió conseguir más para el día siguiente, al doble del precio. Era difícil reunirse para discutir, porque hacía tanto frío que nadie abandonaba los autos como no fuera por un motivo imperioso. Las baterías empezaban a descargarse y no se podía hacer funcionar todo el tiempo la calefacción; Taunus decidió que los dos coches mejor equipados se reservarían llegado el caso para los enfermos. Envueltos en mantas (los muchachos del Simca habían arrancado el tapizado de su auto para fabricarse chalecos y gorros, y otros empezaron a imitarlos), cada uno trataba de abrir lo menos posible las portezuelas para conservar el calor. En alguna de esas noches heladas el ingeniero oyó llorar ahogadamente a la muchacha del Dauphine. Sin hacer ruido, abrió poco a poco la portezuela y tanteó en la sombra hasta rozar una mejilla mojada. Casi sin resonancia la chica se dejó atraer al 404; el ingeniero la ayudó a tenderse en la cucheta, la abrigó con la única manta y le echó encima su gabardina. La oscuridad era más densa en el coche ambulancia, con sus ventanillas tapadas por las lomas de la rienda. En algún momento el ingeniero bajó los dos parasoles y colgó de ellos su camisa y un pulóver para aislar completamente el auto. Hacia el amanecer ella le dijo al oído que antes de empezar a llorar había creído ver a lo lejos, sobre la derecha, las luces de una ciudad.
Quizá fuera una ciudad pero las nieblas de la mañana no dejaban ver ni a veinte metros. Curiosamente ese día la columna avanzó bastante más, quizás doscientos o trescientos metros. Coincidió con nuevos anuncios de la radio (que casi nadie escuchaba, salvo Taunus que se sentía obligado a mantenerse al corriente); los locutores hablaban enfáticamente de medidas de excepción que liberarían la autopista, y se hacían referencias al agotador trabajo de las cuadrillas camineras y de las fuerzas policiales. Bruscamente, una de las monjas deliró. Mientras su compañera la contemplaba aterrada y la muchacha del Dauphine le humedecía las sienes con un resto de perfume, la monja hablo de Armagedón, del noveno día, de la cadena de cinabrio. El médico vino mucho después, abriéndose paso entre la nieve que caía desde el mediodía y amurallaba poco a poco los autos. Deploró la carencia de una inyección calmante y aconsejó que llevaran a la monja a un auto con buena calefacción. Taunus la instaló en su coche, y el niño pasó al Caravelle donde también estaba su amiguita del 203; jugaban con sus autos y se divertían mucho porque eran los únicos que no pasaban hambre. Todo ese día y los siguientes nevó casi de continuo, y cuando la columna avanzaba unos metros había que despejar con medios improvisados las masas de nieve amontonadas entre los autos.
A nadie se le hubiera ocurrido asombrarse por la forma en que se obtenían las provisiones y el agua. Lo único que podía hacer Taunus era administrar los fondos comunes y tratar de sacar el mejor partido posible de algunos trueques. El Ford Mercury y un Porsche venían cada noche a traficar con las vituallas; Taunus y el ingeniero se encargaban de distribuirlas de acuerdo con el estado físico de cada uno. Increíblemente la anciana del ID sobrevivía, perdida en un sopor que las mujeres se cuidaban de disipar. La señora del Beaulieu que unos días antes había sufrido de náuseas y vahídos, se había repuesto con el frío y era de las que más ayudaba a la monja a cuidar a su compañera, siempre débil y un poco extraviada. La mujer del soldado y del 203 se encargaban de los dos niños; el viajante del DKW, quizá para consolarse de que la ocupante del Dauphine hubiera preferido al ingeniero, pasaba horas contándoles cuentos a los niños. En la noche los grupos ingresaban en otra vida sigilosa y privada; las portezuelas se abrían silenciosamente para dejar entrar o salir alguna silueta aterida; nadie miraba a los demás, los ojos tan ciegos como la sombra misma. Bajo mantas sucias, con manos de uñas crecidas, oliendo a encierro y a ropa sin cambiar, algo de felicidad duraba aquí y allá. La muchacha del Dauphine no se había equivocado: a lo lejos brillaba una ciudad, y poco y a poco se irían acercando. Por las tardes el chico del Simca se trepaba al techo de su coche, vigía incorregible envuelto en pedazos de tapizado y estopa verde. Cansado de explorar el horizonte inútil, miraba por milésima vez los autos que lo rodeaban; con alguna envidia descubría a Dauphine en el auto del 404, una mano acariciando un cuello, el final de un beso. Por pura broma, ahora que había reconquistado la amistad del 404, les gritaba que la columna iba a moverse; entonces Dauphine tenía que abandonar al 404 y entrar en su auto, pero al rato volvía a pasarse en buscar de calor, y al muchacho del Simca le hubiera gustado tanto poder traer a su coche a alguna chica de otro grupo, pero no era ni para pensarlo con ese frío y esa hambre, sin contar que el grupo de más adelante estaba en franco tren de hostilidad con el de Taunus por una historia de un tubo de leche condensada, y salvo las transacciones oficiales con Ford Mercury y con Porsche no había relación posible con los otros grupos. Entonces el muchacho del Simca suspiraba descontento y volvía a hacer de vigía hasta que la nieve y el frío lo obligaban a meterse tiritando en su auto.
Pero el frío empezó a ceder, y después de un período de lluvias y vientos que enervaron los ánimos y aumentaron las dificultades de aprovisionamiento, siguieron días frescos y soleados en que ya era posible salir de los autos, visitarse, reanudar relaciones con los grupos de vecinos. Los jefes habían discutido la situación, y finalmente se logró hacer la paz con el grupo de más adelante. De la brusca desaparición del Ford Mercury se habló mucho tiempo sin que nadie supiera lo que había podido ocurrirle, pero Porsche siguió viniendo y controlando el mercado negro. Nunca faltaban del todo el agua o las conservas, aunque los fondos del grupo disminuían y Taunus y el ingeniero se preguntaban qué ocurriría el día en que no hubiera más dinero para Porsche. Se habló de un golpe de mano, de hacerlo prisionero y exigirle que revelara la fuente de los suministros, pero en esos días la columna había avanzado un buen trecho y los jefes prefirieron seguir esperando y evitar el riesgo de echarlo todo a perder por una decisión violenta. Al ingeniero, que había acabado por ceder a una indiferencia casi agradable, lo sobresaltó por un momento el tímido anuncio de la muchacha del Dauphine, pero después comprendió que no se podía hacer nada para evitarlo y la idea de tener un hijo de ella acabó por parecerle tan natural como el reparto nocturno de las provisiones o los viajes furtivos hasta el borde de la autopista. Tampoco la muerte de la anciana del ID podía sorprender a nadie. Hubo que trabajar otra vez en plena noche, acompañar y consolar al marido que no se resignaba a entender. Entre dos de los grupos de vanguardia estalló una pelea y Taunus tuvo que oficiar de árbitro y resolver precariamente la diferencia. Todo sucedía en cualquier momento, sin horarios previsibles; lo más importante empezó cuando ya nadie lo esperaba, y al menos responsable le tocó darse cuenta el primero. Trepado en el techo del Simca, el alegre vigía tuvo la impresión de que el horizonte había cambiado (era el atardecer, un sol amarillento deslizaba su luz rasante y mezquina) y que algo inconcebible estaba ocurriendo a quinientos metros, a trescientos, a doscientos cincuenta. Se lo gritó al 404 y el 404 le dijo algo Dauphine que se pasó rápidamente a su auto cuando ya Taunus, el soldado y el campesino venían corriendo y desde el techo del Simca el muchacho señalaba hacia adelante y repetía interminablemente el anuncio como si quisiera convencerse de que lo que estaba viendo era verdad; entonces oyeron la conmoción, algo como un pesado pero incontenible movimiento migratorio que despertaba de un interminable sopor y ensayaba sus fuerzas. Taunus les ordenó a gritos que volvieran a sus coches; el Beaulieu, el ID, el Fiat 600 y el De Soto arrancaron con un mismo impulso. Ahora el 2HP, el Taunus, el Simca y el Ariane empezaban a moverse, y el muchacho del Simca, orgulloso de algo que era como su triunfo, se volvía hacia el 404 y agitaba el brazo mientras el 404, el Dauphine, el 2HP de las monjas y el DKW se ponían a su vez en marcha. Pero todo estaba en saber cuánto iba a durar eso; el 404 se lo preguntó casi por rutina mientras se mantenía a la par de Dauphine y le sonreía para darle ánimo. Detrás, el Volkswagen, el Caravelle, el 203 y el Floride arrancaban, a su vez lentamente, un trecho en primera velocidad, después la segunda, interminablemente la segunda pero ya sin desembragar como tantas veces, con el pie firme en el acelerador, esperando poder pasar a tercera. Estirando el brazo izquierdo el 404 buscó la mano de Dauphine, rozó apenas la punta de sus dedos, vio en su cara una sonrisa de incrédula esperanza y pensó que iban a llegar a París y que se bañarían, que irían juntos a cualquier lado, a su casa o a la de ella a bañarse, a comer, a bañarse interminablemente y a comer y beber, y que después habría muebles, habría un dormitorio con muebles y un cuarto de baño con espuma de jabón para afeitarse de verdad, y retretes, comida y retretes y sábanas, París era un retrete y dos sábanas y el agua caliente por el pecho y las piernas, y una tijera de uñas, y vino blanco, beberían vino blanco antes de besarse y sentirse oler a lavanda y a colonia, antes de conocerse de verdad a plena luz, entre sábanas limpias, y volver a bañarse por juego, amarse y bañarse y beber y entrar en la peluquería, entrar en el baño, acariciar las sábanas y acariciarse entre las sábanas y amarse entre la espuma y la lavanda y los cepillos antes de empezar a pensar en lo que iban a hacer, en el hijo y los problemas y el futuro, y todo eso siempre que no se detuvieran, que la columna continuara aunque todavía no se pudiese subir a la tercera velocidad, seguir así en segunda, pero seguir. Con los paragolpes rozando el Simca, el 404 se echó atrás en el asiento, sintió aumentar la velocidad, sintió que podía acelerar sin peligro de irse contra el Simca, y que el Simca aceleraba sin peligro de chocar contra el Beaulieu, y que detrás venía el Caravelle y que todos aceleraban más y más, y que ya se podía pasar a tercera sin que el motor penara, y la palanca calzó increíblemente en la tercera y la marcha se hizo suave y se aceleró todavía más, y el 404 miró enternecido y deslumbrado a su izquierda buscando los ojos de Dauphine. Era natural que con tanta aceleración las filas ya no se mantuvieran paralelas. Dauphine se había adelantado casi un metro y el 404 le veía la nuca y apenas el perfil, justamente cuando ella se volvía para mirarlo y hacía un gesto de sorpresa al ver que el 404 se retrasaba todavía más. Tranquilizándola con una sonrisa el 404 aceleró bruscamente, pero casi en seguida tuvo que frenar porque estaba a punto de rozar el Simca; le tocó secamente la bocina y el muchacho del Simca lo miró por el retrovisor y le hizo un gesto de impotencia, mostrándole con la mano izquierda el Beaulieu pegado a su auto. El Dauphine iba tres metros más adelante, a la altura del Simca, y la niña del 203, al nivel del 404, agitaba los brazos y le mostraba su muñeca. Una mancha roja a la derecha desconcertó al 404; en vez del 2HP de las monjas o del Volkswagen del soldado vio un Crevrolet desconocido, y casi en seguida el Chevrolet se adelantó seguido por un Lancia y por un Renault 8. A su izquierda se le apareaba un ID que empezaba a sacarle ventaja metro a metro, pero antes de que fuera sustituido por un 403, el 404 alcanzó a distinguir todavía en la delantera el 203 que ocultaba ya a Dauphine. El grupo se dislocaba, ya no existía. Taunus debía de estar a más de veinte metros adelante, seguido de Dauphine; al mismo tiempo la tercera fila de la izquierda se atrasaba porque en vez del DKW del viajante, el 404 alcanzaba a ver la parte trasera de un viejo furgón negro, quizá un Citroën o un Peugeot. Los autos corrían en tercera, adelantándose o perdiendo terreno según el ritmo de su fila, y a los lados de la autopista se veían huir los árboles, algunas casas entre las masas de niebla y el anochecer. Después fueron las luces rojas que todos encendían siguiendo el ejemplo de los que iban adelante, la noche que se cerraba bruscamente. De cuando en cuando sonaban bocinas, las agujas de los velocímetros subían cada vez más, algunas filas corrían a setenta kilómetros, otras a sesenta y cinco, algunas a sesenta. El 404 había esperado todavía que el avance y el retroceso de las filas le permitiera alcanzar otra vez a Dauphine, pero cada minuto lo iba convenciendo de que era inútil, que el grupo se había disuelto irrevocablemente, que ya no volverían a repetirse los encuentros rutinarios, los mínimos rituales, los consejos de guerra en el auto de Taunus, las caricias de Dauphine en la paz de la madrugada, las risas de los niños jugando con sus autos, la imagen de la monja pasando las cuentas del rosario. Cuando se encendieron las luces de los frenos del Simca, el 404 redujo la marcha con un absurdo sentimiento de esperanza, y apenas puesto el freno de mano saltó del auto y corrió hacia adelante. Fuera del Simca y el Beaulieu (más atrás estaría el Caravelle, pero poco le importaba) no reconoció ningún auto; a través de cristales diferentes lo miraban con sorpresa y quizá escándalo otros rostros que no había visto nunca. Sonaban las bocinas, y el 404 tuvo que volver a su auto; el chico del Simca le hizo un gesto amistoso, como si comprendiera, y señaló alentadoramente en dirección de París. La columna volvía a ponerse en marcha, lentamente durante unos minutos y luego como si la autopista estuviera definitivamente libre. A la izquierda del 404 corría un Taunus, y por un segundo al 404 le pareció que el grupo se recomponía, que todo entraba en el orden, que se podría seguir adelante sin destruir nada. Pero era un Taunus verde, y en el volante había una mujer con anteojos ahumados que miraba fijamente hacia adelante. No se podía hacer otra cosa que abandonarse a la marcha, adaptarse mecánicamente a la velocidad de los autos que lo rodeaban, no pensar. En el Volkswagen del soldado debía de estar su chaqueta de cuero. Taunus tenía la novela que él había leído en los primeros días. Un frasco de lavanda casi vacío en el 2HP de las monjas. Y él tenía ahí, tocándolo a veces con la mano derecha, el osito de felpa que Dauphine le había regalado como mascota. Absurdamente se aferró a la idea de que a las nueve y media se distribuirían los alimentos, habría que visitar a los enfermos, examinar la situación con Taunus y el campesino del Ariane; después sería la noche, sería Dauphine subiendo sigilosamente a su auto, las estrellas o las nubes, la vida. Sí, tenía que ser así, no era posible que eso hubiera terminado para siempre. Tal vez el soldado consiguiera una ración de agua, que había escaseado en las últimas horas; de todos modos se podía contar con Porsche, siempre que se le pagara el precio que pedía. Y en la antena de la radio flotaba locamente la bandera con la cruz roja, y se corría a ochenta kilómetros por hora hacia las luces que crecían poco a poco, sin que ya se supiera bien por qué tanto apuro, por qué esa carrera en la noche entre autos desconocidos donde nadie sabía nada de los otros, donde todo el mundo miraba fijamente hacia adelante, exclusivamente hacia adelante.