Miré al cielo, a las primeras estrellas y por más que lo intenté, el humo no me dejó ver la estación espacial. A esa hora cruza por nuestro espacio, lástima que no podamos verla, a veces sus paneles reflejan el sol y se ve un círculo brillante moviéndose en el cielo. Solo la he visto en fotos. El miércoles los franceses lanzaron los primeros tres módulos de la nueva ampliación. Antes de los treinta voy a pasar mis vacaciones en el espacio, lo prometo.
El mismo niño con el que casi choqué hace un miniuto volvió a pasar a mi lado. Pensaba que dar vueltas a la manzana era algo que ya no se hacía. El cabro debía haberse fumado algo, era la única razón para montar una bicicleta costosa y gastar el tiempo girando alrededor de una cuadra regular. Un helicóptero de los pacos cruzó el cielo y se perdió hacia el centro de la ciudad. A lo lejos, dos columnas de humo anunciaban un nuevo ataque mapuche. Antes de llegar a la casa de mi novia, el idiota de la bicicleta costosa volvió a cruzarse en mi camino. Frente a la casa, una imitación cursi del estilo Georgian, un tipo vestido de azul regaba con una cortísima manguera automática unas pequeñas matas con flores amarillas. Debió haberme visto antes, porque me saludó muy amable, bajando su cabeza.
-La niña no ha llegado-, me dijo la nana de mi novia mientras me abría la puerta y me invitaba a pasar. –No ha llegado nadie, estoy sola y la comida se va a enfriar.
Me acordé de las primeras veces que vine a esta casa, cuando recién estaba saliendo con la niña de la casa. Los viejos me preguntaban que hacía, la nana me miraba como si acabara de bajar de un Ovni y una apestosa Cocker Spaniel no dejaba de ladrarme, menos mal que se me metió bajo las ruedas de ese camión de mudanza. Esa perra culiada se ganó un sitial de honor entre las diez cosas que más he odiado en el mundo.
-¿Qué cocinaste?-, le pregunté a la nana, mientras la seguía a la cocina.
-Que te importa...
-Chucha.
-Asado alemán, con papas duquesa.
-...
-¿Qué?
-Nada
La nana de mi novia fue la primera persona de la casa que me quiso, me la gané antes que a los viejos. Poco me duró la victoria, hasta que descubrió una caja de anticonceptivos en la pieza de su niña. Mi novia es como una hija para ella, a la hermana, mi socia, jamás la pesco, pero mi chica son sus ojos. Por ella se hubiera mantenido virgen hasta el matrimonio, no pudo soportar que alguien estuviera profanando a su niñita. Si supiera. Así que las cargó contra mí. No es odio, es aptitud y punto, es la forma que tiene de reclamar. Perdí a la nana cuando me gané a los viejos, pasa.
-¿Quieres bebida?- me ofreció, mientras abría el refrigerador.
-Vale.
-¿Coca o Fanta?
-¿Tienes Coca light?
-Si...
Se sentó al otro lado de la mesa de la cocina y prendió el televisor. Una pareja mexicana discutía porque alguien había engañado a otro. Repetían mucho la palabra capricho.
-Voy a subir a la pieza...-, le dije a la nana. Ni siquiera me contestó.
El reloj del laptop de mi novia marcaba las nueve con diez minutos. Me tire en la cama y prendí el televisor. Un cuarteto de negras exquisitas cantaban en MTV, un nombre olvidable, un video bien hecho y una letra divertida acerca del auto de un chico de Malibú. La cantante era la más bonita de cara, pero las otras tenían mejor cuerpo. Salté a otro canal y dejé una enésima repetición de un capítulo de Friends en Sony. Ross intentaba conquoistar a Rachel en el balcón del departamento de Monica cuando un gato le caía encima. Uno de los peores capítulos de la serie, primera temporada, creo. Volví a MTV, las negras seguían bailando. Puse mi cabeza sobre el dragón de peluche verde que le regalé para la navidad y esperé. Desde el velador me miraba yo mismo, encerrado en un marco de plástico. Tenia el pelo desordenado y sonreía con cara de tonto, tras mío aparecía el jardín de esta misma casa.
Abri el cajón del velador de mi chica y revisé sus cosas. Una caja con pastillas anticonceptivas y otra con antidepresivos. Papeles desordenados, joyas baratas, anillos feos, aros que nunca ha usado, flores de papel y una caja de metal con tres pitos perfectamente hechos. Agarré uno y lo olí despacio, estaba bien. Cerré la caja y me guardé el cigarrillo en mi billetera, ventajas de pareja estable pensé. Un video viejo, Bruce Springsteen, “Dancer in the Dark”, el cantante favorito de mi madre. Según ella, Born in the USA es el mejor disco de todos los tiempos, en cosa de gustos. Springsteen baila como las huevas, parece maricón con esos jeans tan ajustados.
Miré la hora en la pantalla del computador, las nueve dieciocho. Me levante y fui al escritorio, toque la pantalla del iBook y esta se convirtió en un colorido fondo, con clores movedizos como una lámpara de lava. Me fijé en los nombres de las carpetas, tan obvios como decir hola: fotos, música, colegio, cosas, mi diario. Movi el dedo hasta el último folder y lo abrí. Una voz me saludo diciendo el nombre de mi novia, me preguntó como estaba y se quedó callada. Había tres archivos de texto en la carpeta. El primero se llamaba mi vida, el otro pensamientos y el último llevaba mi nombre. Mire la puerta del dormitorio, estaba cerrada. Corrí la ventana del diario y abrí otra en internet, con mi cuenta de correo. Indique la clave y cuando se desplegó sobre la pantalla la moví hacia atrás, regresando a los archivos del diario. Cerré la carpeta y solo desplegué lo que llevaba mi nombre. Cincuenta páginas en letra Times New Roman de doce, escritas a espacio y medio.
“Esta es una historia de amor. Una historia de amor silenciosamente rebelde... La historia de un amor impostergable.... No hablaré del final, por ninguna razón, en silencio despertarás de tu historia de amor. Cuando arrojes al mar las cenizas de la pasión (Soda Stereo)”, decía el corto párrafo de la primera página.
Fui a la siguiente, estaba fechada dos años atrás, “Quiero escribirte en lo efímero de esta hoja. Tocar tu mano a distancias, dormirme en el deseo de oir tu voz...” seguí leyendo, tratando de recordar los mementos encerrados en las metáforas, evitando sonrisas huevonas de algo parecido a la emoción. Corrí más páginas, hacia las finales
“A veces la vida tiene un sabor amargo. No podemos ver en la bola de cristal. Desde que estamos juntos le he regalado unos cuantos orgasmos. No, no. Error. Yo no se los he dado. Corrijo. Desde que estamos juntos ha tenido orgasmos cuando hacemos el amor (a mí no me pregunten por orgasmos). El ultimo que tuvo fue ayer. Pasamos la noche en un motel, ya saben, no le gusta llevarme a su casa y yo no puedo en la mía. Lo amarré y jugamos al sexo oral. Yo lo masturbé hasta que acabó en mi pecho, lo seguí masturbando y el decía que se iba a morir. Me asusté un poco. No sé murió. Después de eso me sentí un tanto poderosa. Pensé, con todas estas cosas él se va enamorando mucho más. Me diuo un poco de miedo. No quiero hacerle daño, No quiero ponerme mal y hacerle daño. ¿Lo quiero? Pero me cuesta... me cuesta seguir fingiendo que no siento nada cuando hacemos al amor. Detesto hacerme la tonta frente al hecho de que nunca he tenido un orgasmo con él, de que es tan rápido que nunca ha aprendido como funciono, nunca ha entendido el lenguaje de mi cuerpo... mi dulce analfabeto... Lo quiero pero no puedo...”
Fui a la ultima página, miré la fecha con la garganta cada vez más seca. El miércoles de la semana pasada y apenas un par de líneas escritas con letras y puntos ordenados. “Si pudieras perdonarme por lo que no sabes. Si supieras de los otros besos. Si tan solo entendieras esos besos furtivos. Me gusta estar contigo, pero también con él. Tu cariño y cercanía me da vida, la suya me mata. Como decirte que cada vez me gusta más estar muerta...”
“No me gusta sentirme sucia, pero es cómodo”
-¿Que haces fucking man?
-Nada...-, salté. –Reviso mi correo...-expliqué mientras cerraba el texto y desplegaba la ventana de AOL.
-Vale, está servido-, indico mi socia y mejor amiga, recién aparecida en la puerta del dormitorio de su hermana. –Estás pálido-, agregó.
-De más, no me sentido bien-, mentí. Debería haberle dicho que hace dos minutos me fui a la chucha y aun no regresó.
-Apaga la tele y el computador y bajemos a la cocina. Mis viejos no vienen a comer hoy así que sólo somos tu, yo y la pendeja de mi hermana...
-¿Cuándo llegaste?
-Recién...
-¿Qué te pasa?
-Por que me tendría que pasar algo...
-No sé, estas raro, no más. Ya apaga luego la tele... odio ese video-. Un par de tipos rapados rapeaban acerca de injusticias sociales y cabros de la pobla, había escuchado el tema, pero nunca visto el video. Apreté power.
-Mi hermana acaba de llamar, dijo que te avisara que estaba en la casa de una compañera, por no se que chucha de trabajo, que tenía para una media hora más y que la esperaras.
-Ok...
Pensé en los raperos calvos, en lo que acababa de leer y seguí cada vez más adentrándome en la chucha... Tuve ganas de llorar.